Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Bisonte, rinoceronte y hombre-pájaro. Cueva de Lascaux (17.000-15.000 a.C.)
Bisonte, rinoceronte y hombre-pájaro. Cueva de Lascaux (17.000-15.000 a.C.)
Un elemento diabólico ligado a la actividad sexual (no sólo en las grandes religiones monoteístas). En la cueva de Lascaux –en el pozo de Lascaux. Una cueva a la que hay que descender por medio de una escalera vertical. Oculta durante miles y miles de años- un hombre con cara de pájaro –o máscara de pájaro- yace empalmado ante un bisonte que tiene las entrañas colgando. Algo apartado, un rinoceronte se aleja de la escena. Esa pintura, en las paredes de la cueva de Lascaux, es una de las obras de arte más enigmáticas de la humanidad (Georges Bataille. Las lágrimas de Eros)
 
La muerte vinculada al pecado. A la exaltación sexual, es decir al erotismo. Petit morte/orgasmo. Como una ausencia. Un irse en la plena excitación sexual. La que lleva al éxtasis, a un salirse de sí mismo. Sentimiento primigenio que no busca la progenie sino la voluptuosidad en sí, el frenesí. El erotismo es la pasión en los cuerpos.
 
Caverna de los Tres hermanos. La Gruta de Isturitz.
 
Esos retorcimientos. Esa antigüedad de las Venus del magdaleniense. Ya los pechos soberanos y el sexo femenino y los sexos masculinos italofálicos. Ingenuidad y juego. Como el juego se opone al trabajo (y el hombre dicen que es hombre porque trabaja. Porque el hombre trabaja se aleja del animal y se hace hombre. Georges Bataille, Las lágrimas de Eros) el erotismo se opone al sexo animal, al mero ardor de un instante. El erotismo dilata la quemazón animal y lo expande.
 
Luego vinieron los sagrados alientos de circulación giratoria y siete pequeñas ruedas giraban mientras se libraban reñidas batallas entre los Creadores y los Destructores y también inmensas batallas por el Espacio. En la Noche del Universo no había besos. No había bocas mordiendo las bocas. No había órganos buscando olores. Ni figuras machihembradas riéndole a la luna –y sus sangres-.
 
Una estatuilla erótica en el desierto de Judea.
 
Una narración obscura. Lo arcaico.
 
De la noche infinita surgieron los abrazos con sabor a sal y a un deseo que se retrasa, una culminación que no se busca. El jadeo. La humedad.
 
¿No es castigo corporal la ausencia de posibilidad erótica en las prisiones modernas? La justicia que ya no quiere castigar al cuerpo, ¿no lo castiga de esa forma?
 
El corazón del hombre-planta
 
La Vida precede a la forma. La Vida sobrevive al último átomo.
 
Pez. Pecado. Soma.

Ensayo

Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/01/2016 a las 23:04 | Comentarios {0}


Habitación. Fotografía de Olmo Z Enero 2016
Habitación. Fotografía de Olmo Z Enero 2016
Hacia un cielo lejano (no sabría decirlo mejor. Buceo en viejas palabras. He vuelto a los diccionarios [queridos contenedores de todo lo posible del mundo] porque buscaba lo que pudiera definir [poner límites] a esto que siento algunas tardes y asi vagabundeando me he fijado [como si con ello definiera algo] en microorganismo y he supuesto en esta imaginación que escribe cuando escribe que no piensa antes de escribir sino que mientras escribe tan solo escribe, he supuesto: sobre el horizonte, en la más lejana de la montañas, se había posado como si fuera el microorganismo de un cometa un rayito de sol y también, sin dejarme ir más allá de un millar de palabras me he detenido en nueza y en un dulce hecho con pasta de harina, miel y nueces que se llama nuégado) anudado en un fin sin fin, en un lamento sin lamento, en una risa con ojos tristes. (Si suena el acordeón con tempo de vals. Si me siento inexpugnable. Si aliento la infancia sin atreverme a entrar en ella. Si recuerdo la orden del autor de no estrenar la obra hasta transcurridos veinticinco años tras su muerte. Si arden mis labios. Si nada se puede desenredar. Si lo inexplicable se deja sin explorar [o tropa de a pie; o componían una agrupación multicolor; o fuese tan infame; o niñez]. Si dejara sacudir por la última puerta. Si me mostrara tal cual soy. Si confesara el desplazamiento. Si permaneciera justo, siempre justo.
Duele el presagio, como si dijera Los trenes cruzaban Europa como fantasmas. Podría acudir al recuerdo de mi apostasía. Podría hablar de la ferocidad, sí también de la ferocidad y presentar, por ejemplo, una edición nueva de un poema viejo. Podría hablar de expansión. Podría tergirversar algún argumento. O solidificarme. Quietamente) 
Porque la tarde me emplaza un día más (como la perícopa del profeta Miqueas se ha de leer en el tiempo del Adviento). Porque la vena cava se hunde un poco más. Porque el tránsito de la sangre no se espesará hasta detenerse. Porque la mirada cansada. Porque la mano que tapa el rostro. Porque un grito ajeno hoy que no han sonado los disparos al otro lado del muro. Hoy de cielos grises, arrebatados y bellos. Hoy de carreras. Hoy de arbustos. Hoy de una actuación prodigiosa. Perimundo (cada vez más rústico, sin ganas de dormir en la noche, geórgico [mi Virgilio porque recuerdo ahora cuando leía su Eneida y sentía la imposibilidad de llegar y el desafuero del hombre {el propio Virgilio} que quiso quemar su obra por imperfecta]como si tuviera [en ensoñación kafkiana] el cuerpo largo y estrecho, con diez pares de patas y uno de quelíceros). Olor de retama.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/01/2016 a las 01:46 | Comentarios {0}


Puede ser por una inundación
(el arte navega a la deriva
se diluyen las formas
) en una gran casa, en una mansión en la cual cuando la miseria surge es más miseria

Porque fuimos más libres, quizá tan sólo es eso y ahora siento un mundo lleno de papeles y ausencia de amor (yo sé que todo es fácil cuando no hay lucha. La lucha mantiene al hombre vivo)

Me decía el otro día: dios -cualquier idea de dios- ha de tener como fundamento primero de su ser dios la inmovilidad. Lo inmóvil en dios es tan consustancial a él como el devenir en lo terrestre y a partir de ese perpetuum inmovile de dios me preguntaba, ¿por qué carajo a un ser en todo quieto le iba a dar por idear el movimiento?

Soy un inadaptado social. No me siento especialmente orgulloso de ello sobre todo porque no es constructo mío pero tampoco reniego de esa condición que lleva a quien la posee a amar la naturaleza por encima de todas las sociedades

Estoy harto de los detectores de metales
Harto de los metales
Harto de las películas, las novelas, el arte y la música que tienen como tema la violencia

Los hombres cuando hablan
vendería al diablo todos los discursos de los Hombres
por una tarde con Violeta, (paseando por el bosque, el perro husmea, huele la jara o el brezo, a los lejos las olas mascullan su barcarola y en lo alto, como cada día, el sol se deja vencer)

Mi no nombre es Olmo
MI no nombre es Isaac
Mi no nombre es Milos
Mi no nombre es Fernando
Mi no nombre es Molviedro
Mi no nombre es Muso
Mi no nombre es Bestiaria
Mi no nombre es Oblongo Esún
Y tengo otros miles de no nombres más

(ese abrazo. Continuidad de los parques. La última llama. Ese cuerpo que realmente palpita. Pegado a mí. En un baño amplio. La última noche. No sé cuándo fue por última vez enero. En este sin sentido. Deben ser los años. Los cincuentena larga de años. No soporto el poder. No soporto a quien lo ejerce. Será por haber nacido en noviembre)

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/01/2016 a las 23:57 | Comentarios {0}


Sobre la impetuosa fuerza de la luna dejó de ser un vagabundo
Dijo: Sea la sal y fue la sal
Dijo: Sea la guerra y fue la guerra
Dijo: Sea la estela y fue la estela
Y así siguió diciendo y fue siendo cuanto pronunciaba
porque sólo se es cuando se pronuncia

Sobre la impetuosa fuerza del sexo dejó de ser consciente
y durante cincuenta lunas
anduvo errante (como encallecido)
hasta que una tarde frente a las rocas afiladas de un acantilado en una isla del Septentrión
descubrió el frío y amó por siempre el ardor del silencio
el gemido del silencio, suave como la perla, orgulloso de su estirpe

Sobre la cima del Monte Ventoso
-donde Petrarca descubrió el Renacimiento-
se arremolinó y fue canción de luna llena
diapasón de Sol
canto de calavera

Dijeron las grullas -se lo dijeron a las lascivas codornices- que lo habían visto deshabitado
desnudo en una escollera
abiertas las piernas y el esternón
y con una sonrisa de ruiseñor en su boca de hiena

No fueron ellas (quizá sí las cigüeñas)
las que -como epitafio a una vida llena de altibajos-
aseguraron haber visto escrito en sus manos la siguiente sentencia:
Pronuncia tu verdadero nombre.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/01/2016 a las 19:21 | Comentarios {0}


No tendría sentido recurrir al discurso largo
El tiempo se pasea mansamente y deja que las cuitas de los hombres se enreden en sí mismas hasta agotar unas fuerzas extrañas a la condición de la Tierra
A veces me pregunto: ¿Puede el arte hacer arte de algo que no esté relacionado con los hombres? Ni siquiera lejanamente
A veces me pregunto: ¿Todo este orden que se nos repite con insistencia en todo ámbito, no tiene por fin tejer el velo que nos impida ver la verdad? Porque la verdad sería aterradora –nos dejaría sin tierra-
Entonces acudo a un concierto de música libre justo un día antes de nochebuena (esa noche extraña, ambigua como nuestra especie que aún no se ha definido en nada ni parece que tenga visos de hacerlo. Tengo la impresión de que, cuando llegue el fin de nuestro universo, entre las esencias abortadas nosotros seremos una de ellas [no así la rosa, no así la escolopendra, no así la mies]). Tengo esa impresión desolada mientras abogo por esta conciencia y no dejo de esforzarme día tras día –y hasta cierto punto- en aprender algo más, en sentir la libertad en estas cárceles cuyos carceleros son más inmensos que los Gigantes, más fuertes que Hércules, más astutos que Odiseo, más sutiles que la Gorgona. No pretendo una desolación de la quimera. No busco al intelectual “necesariamente” pesimista. No busco el aplauso. Busco ya ahora lugares de placer, nalgas enrojecidas, gemidos cuando ha caído la noche, el favor del amigo y el favor al amigo, el manjar a la hora justa, el beso de la mujer que amo en mi boca. Eso busco hasta que siento la necesidad de contar y buceo en autores tan elevados, tan cultos, tan extremos que al llegar a la sala de conciertos (que no es un sala de conciertos es una cave en la plaza Tirso de Molina de Madrid) todo ese peso sigue en mí y se irá perdiendo cuando empiece a escuchar la música de insectos y me deje llevar por la ligereza de los sonidos inocentes, entremezclados, como si fuera martes y ese concierto buscara como público a cucarachas, mosquitos, arañas, escorpiones, abejas, zánganos, hormigas, escarabajos, tijeretas, moscas, abejorros, moscardones, pulgas, chinches, termitas, jejenes, hermosos todos, sentados todos, escuchando todos, sin crítica todos, en una noche previa, en una ciudad previa, justo antes de morir el Mundo, enterrados bajo un montón de orden, ordenancista especie que busca de vez en cuando lugares donde se ilumine no la esencia –la cual desconozco- sino una presencia en nuestra genética, una especie de virus –los innumerables zombies de la existencia del Dasein- que en ocasiones se despereza y se replica con nuestro ARN ordenancista para poder mostrar ese desorden, esa “desinquietud” de las formas, un alejamiento de las supertribus, una entrañable broma a la gran Oración. Sin dogma. Sin enseñanza. Sin acólitos. Un mástil de guitarra. Una guitarra tocada como si fuera masa de pizza. Una percusión que se aleja del continente África y se mantiene cerca como si dijéramos en el archipiélago de Cabo Verde. Un teclado sin teclas. Mil sonidos sin instrumento. Quince. Veinte. En esta noche de luna llena, en estas soledades con jardín, en una cocina tan grande que no puedo evitar irme hasta el Peqod y descubrir de nuevo el ámbar gris, sin locura ninguna, sin tendencia ninguna, sabiendo que la matriz del mundo se quedará en su más desconocida dimensión (aunque sepa sin la más mínima duda que la vida acaba en el instante mismo de estar muerto y que la única muerte que no viviremos será la nuestra –como tan bien comenta Derrida-). Ayer fue hermoso. Los sonidos duran el mundo. Luego las aceras estaban húmedas y tuve que hacerme daño en un pie y atravesar una hondonada por una carretera peligrosa, llena de curvas lentas y grandes depresiones donde las almas parecen haberse escondido y puede resultar en cualquier instante la aparición de un ciervo o una rata o un oso o un tanque aunque en realidad nada aparezca y tan sólo haya que mantenerse muy atento a las grandes piedras, las conformaciones de los límites, el no dejarse llevar por la rutina y esperar con la paciencia de una sirena -alejada de cualquier ruta comercial- que termine el camino serpenteante y nazca la carretera recta, tan inocente como la anterior, sin más razón de ser que llevar a alguna parte.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/12/2015 a las 22:06 | Comentarios {0}


1 ... « 32 33 34 35 36 37 38 » ... 91






Búsqueda

RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile