Me declaro libertino (en el sentido que a esta palabra se le daba en el siglo XVIII, es decir, en moderna terminología: librepensador). La reflexiones que voy a ir plasmando a lo largo de las próximas semanas tienen un carácter provisorio y se acogen a una de las características de uno de los métodos científicos: estas reflexiones son falsables. Incluso yo mismo, a lo largo de este periodo que hoy se inicia, podré mostrar la falsabilidad de algunas de ellas.
Estas reflexiones no pertenecen a ningún heterónimo. De cada una de las palabras que escriba en este libro el único responsable soy yo: Fernando García-Loygorri Gazapo. Por supuesto que cuando utilice citas facilitaré el nombre del autor y el título del libro o fuente de donde las haya sacado.
149.- ¿Ha de ser la frase brillante aspiración principal de un escritor?
150.- ¿Qué es una frase brillante? ¿Es lo mismo que una frase ingeniosa?
151.- Por ejemplo: Óscar Wilde ¿era ingenioso o brillante? Pongo el ejemplo del escritor irlandés porque está mucho más valorado en el Continente que en las Islas y porque a mí siempre me pareció más lo primero que lo segundo y, en la escala de valores que uno idea con el tiempo, considero más importante la brillantez que el ingenio. También podría poner el ejemplo de Ramón Gómez de la Serna y sus Greguerías.
152.- Montaigne sería para mí un ejemplo claro de escritor de frases brillantes que aúnan lo sencillo en la expresión con lo hondo y meditado del concepto que transmite. Así también me pasa con Antonio Machado aunque su Juan de Mairena sea en ocasiones más ingenioso que brillante pero esto es porque, en esas ocasiones, quiere el autor que lo que realce sea el humor y no el pensamiento que esconde.
153.- ¿Por qué hace ya 52 años que no dejo de escribir? ¿Por qué escribo?
154.- Escuché hace no mucho a una Muchacha inmigrante que para poder llegar a España había delinquido contra la salud pública y había pasado varios años en prisión al ser descubierta. Tras cumplir su pena, el dueño de un restaurante la contrató -este señor sólo contrata a ex-presidiarios para hacerles más suave la reinserción- Una periodista -que había ido al restaurante para hacer un reportaje sobre reinserción social- le preguntó a la muchacha que una vez que había salido de la cárcel ¿qué quería ser en la vida? La muchacha -que no debía de tener más de veintitrés o veinticuatro años- le respondió con una sencillez llena de ternura, Nada, yo lo que quiero ser es nada. Eso quiero. estar sin ser nada. Pocas veces he escuchado frase más brillante que ésta.
155.- ¿Ser nada supone quedarse en silencio? ¿Ser nada supone renunciar a tu oficio? ¿Por qué al escucharla sentí que aquello también a mí me concernía, casi me llamaba? Ser nada.
156.- ¿Qué es nada? ¿Y ser?
157.- Hoy la tarde transcurre sana.
Contravengo el mandato. Le doy la espalda. No quiero ver la tormenta que baja por la montaña. Me inquieta el viento que se levanta. Viento del suroeste que azota las contraventanas de metal y éstas chocan contra el muro de la casa y se produce el sonido que genera el encuentro entre metal y piedra. Entre metal y piedra. Contravengo el mandato y me acuso. Me digo cosas cuando salgo en la madrugada a dar el último paseo con el perro (un perro y un hombre mayores y jóvenes a un mismo tiempo; juntos desde que el perro tenía dos meses; han pasado trece años) y ante la oscuridad del Mundo me digo esas cosas y físicamente respondo con una contracción del píloro como si esas cosas que me acusan, de las que me acuso ante la oscuridad del Mundo, a cierta altura, con el frío propio de los inviernos, con poca luz eléctrica y un fondo de luces naranjas que titilan en mitad de unas negruras que en algún momento parecen alcanzar el negro puro, tuviera que digerirlas y que pasaran por los ácidos del estómago y sus consecuencias. Hay en los procesos -entendidos éstos como concatenación de sucesos- cadencias que parecen sugerir cierto aire fatal; hay en ellos -en los sucesos y sus procesos subsiguientes- unos análisis posibles que fueran frutos de infinitas interpretaciones pero con una melancólica tendencia común a la escala menor, a la destrucción, al desamor, al adiós. Tiene la tarde un aire modernista. Son tantos los grises que agota imaginarlos. Imagino una mesa camilla cubierta por tres capas. Imagino que todo hubiera sido de otra manera. Que la vida no hubiera sido esto. Me miro en el espejo (la mayor de las contravenciones) y observo los pliegues, en los alrededores de la mirada, que son huellas del pasado. Podría, si quisiera, ponerles -como si fueran batallas- nombres a los procesos que formaron cada uno de esos pliegues. ¡Claro que podría! No pienso llegar a tanto. No pienso nombrar. Ahora he de seguir. Por lo menos un minuto más. Si la fatalidad me lo permite -aunque sea contra-intuitivo pensar en la importancia de un minuto en el tiempo sin fondo en el que somos-; y sin embargo -¡adversativa, sí, adversativa!- ¡Mi reino por un minuto!
Ensayo
Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/01/2025 a las 17:12 |
En algún momento lo creyó; seguramente miraría, a través de las ventanas del estudio de su casa, los flecos que unas nubes dejaban caer sobre las laderas de unas montañas, y lo creyó; o fue cuando encendió la lumbre con la que calentarse en el invierno, al mirar esa primera llama amarilla y alegre como campo de mies en el verano cuando lo creyó; ahora -se pregunta- ahora ¿importa? ¿Cuánto tiempo podrá permitirse estas divagaciones? ¿Cuál es la deriva? ¿Es mar u océano el lugar donde se encuentra? Se escucha pensar conceptos como tundra, arenal, pantano, manglar, cordillera, garganta, altiplano o fosa mariana; mañana la aurora tendrá textura de colores pastel; los colores también lo serán; los colores serán fríos como los dedos de C. un día de invierno -en primer plano los dedos cerrados; la manos están cubiertas por los extremos de las mangas del jersey justo hasta los dedos; los dedos están enrojecidos y ella los calienta echando vaho sobre ellos-; fríos los colores pastel del invierno, aquí en lo alto de la meseta, echando la vista atrás. Fue en alguno de esos instantes cuando lo creyó y esperaba el milagro de la primavera -por decirlo con el final de un verso del poeta mucho más que modernista- en él -olmo viejo hendido por el rayo-; puede que fuera en ese momento cuando lo creyera y sonriera entonces y se dejara llevar por la ensoñación -que también podríamos llamar quimera- de una lógica de las cosas, las que le parecían justas, por las que vivió y a las que se entregó y que en esa lógica hubiera una reciprocidad que fuera la que considerara justa y era entonces, cuando empezaba a elucubrar por estas ideas cuando le asaltaba su contraria, ¿Y si -se decía- fuera esta que vivo la justa reciprocidad por lo invertido? Se detenía; respiraba; estaba viviendo una crisis de identidad; la noche iba a ser heladora; irá con cuidado cuando salga a la oscuridad, ya en la madrugada; lo creerá en ese momento cuando mire hacia el universo negro tan sólo sorprendido por destellos de luz que son -bien lo sabemos- chispas del fuego azul que rodea la bóveda celeste, una bóveda compuesta por un material tan resistente que lleva soportando miles de eones el embate del fuego, su furia inagotable; su tesón de diosa ha conseguido establecer la oposición justa, la que tiende al equilibrio, la que permite pequeñas grietas sin que se desmorone jamás la bóveda; sí, en ese momento de plena soledad, lo creerá y sentirá el peso del orbe sobre sí y lo asumirá como hacemos día a día todos los seres en este pedacito de grano de arena al que llamará Gaya, Gea, Tierra, Pachamama y cuantos nombres recuerde que lo nombren. ¡Vaya que si lo creerá!
Me viene a la cabeza La Araucaria mientras siento correr por mis venas el veneno de una idea que no llegó a cuajar; sé; tengo la certeza; afirmaría que no soy jaguar de mi existencia ni pude superar tantos escollos; éstos me dejaron maltrecho como a todos sólo que yo pertenezco a los débiles, a los que el escollo hiere y -buen hemofílico sentimental- no cierran las heridas casi nunca sino que por ellas se me va la vida, de delicadeza en delicadeza como a mi buen amigo francés a quien no sé ni siquiera si me asemejo; el mundo da vueltas y lo sabemos sólo que yo, te reconozco, querida muchacha frigia a la que acabo de conocer, ya no sé comportarme entre mis pares porque ya no son mis pares y siendo yo, además, impar, tengo un defecto más, una ausencia más (media naranja en este caso) que me muestran más cojo, más necesitado de un apoyo que me vuelva ágil en un mundo cuya velocidad soy incapaz de seguir. Debo abandonar, sí; abandonar para siempre, dejarlo de una vez, no arrepentirme, no echar marcha atrás, ¡Mi reino por un caballo! ¡Por un verso bien construido mi reino!
Me declaro libertino (en el sentido que a esta palabra se le daba en el siglo XVIII, es decir, en moderna terminología: librepensador). La reflexiones que voy a ir plasmando a lo largo de las próximas semanas tienen un carácter provisorio y se acogen a una de las características de uno de los métodos científicos: estas reflexiones son falsables. Incluso yo mismo, a lo largo de este periodo que hoy se inicia, podré mostrar la falsabilidad de algunas de ellas.
Estas reflexiones no pertenecen a ningún heterónimo. De cada una de las palabras que escriba en este libro el único responsable soy yo: Fernando García-Loygorri Gazapo. Por supuesto que cuando utilice citas facilitaré el nombre del autor y el título del libro o fuente de donde las haya sacado.
142.- ¿Será morir trascender?
143.- ¿Cuánto de banal hay en el mal? Cuando se inflige mal sin una clara conciencia de estar haciéndolo; aún menos: cuando se hace el mal por una imposibilidad manifiesta, confesada, de no poder evitar no hacerlo, ¿no se banaliza? ¿No sería obligación primera luchar a brazo partido contra ese movimiento ineludible hacia el mal? ¿Provocar lo impredecible?
144.- ¿Se debe apostar por una erótica sin agresividad?
145.- ¿La agresividad aceptada por ambas partes en el juego amoroso, no es uno de sus motores?
146.- ¿Es mejor desterrar la analogía entre el amor y la guerra?
147.- ¿No es el amor erótico una batalla cuya victoria es compartida?
148.- A veces siento la certeza del viejo y eso resta credibilidad a la certeza.
Ensayo
Tags : Reflexiones para antes de morir Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/11/2024 a las 19:49 |
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Ensayo
Tags : Reflexiones para antes de morir Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/02/2025 a las 19:26 |