Disquisiciones de S. que Isaac Alexander reproduce tras su lectura de Abaddón el exterminador más algunos pensamientos del propio Alexander.
1.- El Profesor me desveló este secreto fundamental: el Antiguo Testamento no es la palabra divina […] Hay tan sólo una parte de verdad que se refiere a las etapas de la Creación. El resto es obra de Satanás. Jehová –o Dios- y Satanás son el mismo ser.
2.- También el Profesor dijo: […] este juego le ha sido posible a Satanás a partir del instante en que fue arrojado de la región celestial para convertirse en Dios de la Tierra. Tierra que viene gobernando por medio de nuestras pasiones, de nuestro egoísmo y de nuestra ignorancia.
3.- También el Profesor nos cuenta: Ahora verán lo que sucedió con la ganadería. Abel representaba el ángel custodio de la ganadería, así como Caín lo era de la agricultura. Jehová, es decir Dios, es decir Satanás, inspiró a Caín el asesinato de su hermano para que eliminada la custodia del ganado, éste sería fácil víctima de la matanza para consumo del hombre (hasta ese momento la carne animal sólo se utilizaba para ofrenda o sacrificio (sacer facere: hacer sagrado) al Divino Padre [el Verdadero]). Con este acto se anulaba la alimentación vegetal, instituida por el Divino Padre, sustituyéndola por los productos de la matanza.
4.- Confirma el Profesor: De modo que Caín viene a ser el protocarnicero. Sin él no existiría el negocio de las carnicerías. Y continúa el Profesor: El cambio –recordemos que promovido por Jehová que es Dios que es Satanás- tenía por objeto neutralizar el Plan Divino porque la alimentación vegetariana es conservadora de la salud y además favorece la espiritualización de la humanidad. La alimentación animal o cadavérica acarrea enfermedades, acorta la vida, embrutece la conciencia, embota los sentidos, fomenta las pasiones, acrecienta el egoísmo. Además de constituir un producto inmoral ya que todo lo que atenta contra la vida de un ser es una inmoralidad, un crimen.
5.- Me aparto de las teorías acerca de los dioses y sus impostores. Dejo a S. en su ceguera y en su terror. Y me regocijo con las heterodoxias del Profesor. Hay muchos terrores, me digo. Uno de ellos y no el menor es si hay que amar la vida para vivir; si hay que tener curiosidad por la vida para escribir (o para representarla de cualquier otra manera). O si tan sólo bastan la contemplación y las pequeñas acciones de cada uno para adquirir –eso sí desde la atención- una idea general sobre el vivir que valga tanto como la del mayor adorador de la misma.
6.- También digo: no creo que la democracia burguesa sea la mejor de las formas de convivencia; es más creo que la democracia burguesa es una de las formas más aviesas que los hombres –regidos, no se nos olvide, por la mente poderosa de Jehová/Satanás- se han dado para sentirse relativamente seres. Tras la Ilustración –y habría mucho que criticar de la Ilustración- hubo una Contrailustración burguesa que convirtió el siglo XIX en uno de los siglos más viriles y, por lo tanto, más reaccionarios de la historia de los hombres. La democracia burguesa es la victoria de los mediocres y éstos están invadidos por el egoísmo burgués del siglo XIX. Y no se nos olvide: egoísmo es antes yo que cualquiera otra cosa.
7.- Las mayorías son mediocres.
8.- Por lo tanto yo defiendo un sistema de gobierno que tuviera como máximos representantes a personas popperianas, con conocimientos de derecho natural, su miajita de sensibilidad, su mucho de cultura general, vegetarianos, laicos a más no poder, educados y llamados a formar a sus sucesores en un plazo no mayor a dos años (uno si insultaran a cualquiera). Estos seres podrían volver a la cosa pública –si fueran excepcionales- tras quince años formando a nuevas personas que pudieran desempeñar con honor los asuntos públicos.
9.- El epígrafe 8 es un boceto que necesita mejora y pide participación.
10.- Hoy es el día de la mujer. No debería haber día de la mujer. La mujer es todos los días como el hombre. Hacer un día para la mujer significa seguir considerando que han de ser protegidas etc… (me aburre escribir lo obvio)
11.- Termino estas bocanadas de aire fresco volviendo al Profesor, el cual explica que Cristo es una de las jerarquías espirituales que asistían al Divino Padre (el Verdadero). Los medios de los que se valió Satanás para convertir al pueblo hebreo en su esclavo (a cambio de riqueza y protección) determinó al Padre Celestial a enviar a Cristo a la Tierra, corporizado en Jesús (de ahí el nombre Jesús-Cristo) para emancipar a ese pueblo de tan terrible tutelaje si bien los beneficios se extenderían a toda la humanidad.
12.- Hoy sabemos que Jesús-Cristo fracasó.
13.- Me dice Angelie, Fracasó de momento, mi amol.
2.- También el Profesor dijo: […] este juego le ha sido posible a Satanás a partir del instante en que fue arrojado de la región celestial para convertirse en Dios de la Tierra. Tierra que viene gobernando por medio de nuestras pasiones, de nuestro egoísmo y de nuestra ignorancia.
3.- También el Profesor nos cuenta: Ahora verán lo que sucedió con la ganadería. Abel representaba el ángel custodio de la ganadería, así como Caín lo era de la agricultura. Jehová, es decir Dios, es decir Satanás, inspiró a Caín el asesinato de su hermano para que eliminada la custodia del ganado, éste sería fácil víctima de la matanza para consumo del hombre (hasta ese momento la carne animal sólo se utilizaba para ofrenda o sacrificio (sacer facere: hacer sagrado) al Divino Padre [el Verdadero]). Con este acto se anulaba la alimentación vegetal, instituida por el Divino Padre, sustituyéndola por los productos de la matanza.
4.- Confirma el Profesor: De modo que Caín viene a ser el protocarnicero. Sin él no existiría el negocio de las carnicerías. Y continúa el Profesor: El cambio –recordemos que promovido por Jehová que es Dios que es Satanás- tenía por objeto neutralizar el Plan Divino porque la alimentación vegetariana es conservadora de la salud y además favorece la espiritualización de la humanidad. La alimentación animal o cadavérica acarrea enfermedades, acorta la vida, embrutece la conciencia, embota los sentidos, fomenta las pasiones, acrecienta el egoísmo. Además de constituir un producto inmoral ya que todo lo que atenta contra la vida de un ser es una inmoralidad, un crimen.
5.- Me aparto de las teorías acerca de los dioses y sus impostores. Dejo a S. en su ceguera y en su terror. Y me regocijo con las heterodoxias del Profesor. Hay muchos terrores, me digo. Uno de ellos y no el menor es si hay que amar la vida para vivir; si hay que tener curiosidad por la vida para escribir (o para representarla de cualquier otra manera). O si tan sólo bastan la contemplación y las pequeñas acciones de cada uno para adquirir –eso sí desde la atención- una idea general sobre el vivir que valga tanto como la del mayor adorador de la misma.
6.- También digo: no creo que la democracia burguesa sea la mejor de las formas de convivencia; es más creo que la democracia burguesa es una de las formas más aviesas que los hombres –regidos, no se nos olvide, por la mente poderosa de Jehová/Satanás- se han dado para sentirse relativamente seres. Tras la Ilustración –y habría mucho que criticar de la Ilustración- hubo una Contrailustración burguesa que convirtió el siglo XIX en uno de los siglos más viriles y, por lo tanto, más reaccionarios de la historia de los hombres. La democracia burguesa es la victoria de los mediocres y éstos están invadidos por el egoísmo burgués del siglo XIX. Y no se nos olvide: egoísmo es antes yo que cualquiera otra cosa.
7.- Las mayorías son mediocres.
8.- Por lo tanto yo defiendo un sistema de gobierno que tuviera como máximos representantes a personas popperianas, con conocimientos de derecho natural, su miajita de sensibilidad, su mucho de cultura general, vegetarianos, laicos a más no poder, educados y llamados a formar a sus sucesores en un plazo no mayor a dos años (uno si insultaran a cualquiera). Estos seres podrían volver a la cosa pública –si fueran excepcionales- tras quince años formando a nuevas personas que pudieran desempeñar con honor los asuntos públicos.
9.- El epígrafe 8 es un boceto que necesita mejora y pide participación.
10.- Hoy es el día de la mujer. No debería haber día de la mujer. La mujer es todos los días como el hombre. Hacer un día para la mujer significa seguir considerando que han de ser protegidas etc… (me aburre escribir lo obvio)
11.- Termino estas bocanadas de aire fresco volviendo al Profesor, el cual explica que Cristo es una de las jerarquías espirituales que asistían al Divino Padre (el Verdadero). Los medios de los que se valió Satanás para convertir al pueblo hebreo en su esclavo (a cambio de riqueza y protección) determinó al Padre Celestial a enviar a Cristo a la Tierra, corporizado en Jesús (de ahí el nombre Jesús-Cristo) para emancipar a ese pueblo de tan terrible tutelaje si bien los beneficios se extenderían a toda la humanidad.
12.- Hoy sabemos que Jesús-Cristo fracasó.
13.- Me dice Angelie, Fracasó de momento, mi amol.
La voz de la razón del corazón, ¡Sigue, no desfallezcas! ¡Sigue, no te pierdas los amaneceres que tu lucha contra la enfermedad te ha concedido! ¡Sigue! ¡Ve crecer! Es cierto. Te digo es cierto. El páramo es cierto. Esas brumas. También esas brumas. Inclínate sobre la hoja. Apoya la frente en la mano. Puedes encender la luz y a tus espaldas el sol recorre su camino. Tan lejos, sí, tan lejos. Sabes que si se acercara un poco te quemaría. No lo mires ahora. Haz caso a la voz de la razón del corazón. Porque tienes toda la eternidad por delante, disfruta este tiempo/tránsito. No te dejes. No surja en ti esa amargura. Has abierto los ojos. Tus manos no están rotas y hay una respiración que junto a ti atraviesa las horas. ¡Sigue, no desfallezcas! ¡Recuerda tu mente en la noche! ¡Recuerda tu mente en la noche!
Los sentimientos pequeño burgueses son los únicos sentimientos (ver al hombre maduro con miedo a amar o la hija que encuentra al padre -que es el hombre maduro que teme amar); los sentimientos de clase son otra cosa, son sentimientos sin esperanza y así dejan, en el fondo, de serlo; los sentimientos de cambios sociales son maquinarias de construcción; una construcción cuyos ladrillos... (y ahí la metáfora, ¡ay, las metáforas!) ¿por qué Sabato no pone el primer signo de interrogación o exclamación? La crítica me la trae al pairo y apenas sé nada más que vivir es traición porque al vivir se muere; los sentimientos pequeño burgueses que se decía en los años sesenta; ¿cómo se podía defender la Unión Soviética? esos sentimientos de pañuelo y abrazo; ese abrazarse a una mujer desnuda un día de otoño con los ventanales abiertos y en la habitación entra la suave brisa de la última hora de la tarde y dentro de la cama huele a dos cuerpos que acaban de follar y huele a melancolía y a fatiga y huele a hambre y a boca mientras fuera todo se desperdiga y apenas importa la mujer reventada en un sótano ni el niño lleno de moscas ni el viejo abandonado ni el hombre desolado por no tener un puto trabajo que llevarse a las espaldas porque en esa habitación con los ventanales abiertos, en una buena casa burguesa, con algún cuadro abstracto colgado en la pared y unas cuantas cerámicas tradicionales colocadas con primor en sus repisas y unas hileras de libros que todos deberíamos leer y en la nevera carne, pescados, frutas, verduras, lácteos y una pizza, esa mujer desnuda y ese hombre desnudo descansan del esfuerzo de amarse, de amarse mucho, de amarse hasta mañana, de estar vivos hasta mañana, mañana que se levanta espantada con los ojos vendados como la justicia y cuando chirríen las palomas y cuando viertan los colectores detritus de todas las ciudades y los ríos se inunden de heces y mueran los peces transexuados y bailen las putas sin gracia y golpeen los proxenetas con sus cintos y se pinchen los drogados de sí mismos y surjan las locomotoras y se eleven los aviones y por los circuitos de mil millones de toneladas de cobre se envíen mensajes y códigos secretos y se hagan transacciones unas más legales que otras y en todas las pantallas se divulguen las noticias y sean unos más guapos que otros y unos tengan éxito y otros se enfanguen hasta quedar podridos, hasta el pelo de mierda y en los colectores y en los suburbios y en las faldas de las montañas y en las grandes cumbres y en los hoteles y en las aceras y en los bares y en los cementerios, todos, todos, alienados como se decía en el pasado siglo como se sienten tantos hombres, tantas niñas, tantos agrimensores, tantos perdularios, tantos presidentes, tantos magnates, tantos chupatintas, tantos escolares, tantos barrenderos, tantos nacionales que defienden sus causas armados de plomo y sigamos mendigando los más, con la extraña prepotencia del cristal los menos, un segundo más de vida por si al final de la mina se encuentra el filón de diamantes que nos de para comprarnos lo que de ley habría de ser... ¡oh, no! esos, esos sentimientos pequeño burgueses que surgen en La sonata a Kreuzer y por qué no en Doctor Zhivago, esos ojos de Omar Sharif o la vendimia y su fiesta báquica, hombres, hombres, relacionándose, buscándose, perdiéndose, yéndose de este infierno, desapareciendo para siempre, carne de olvido, todo para el olvido, todo, todo para el olvido, ¿será el espíritu de Cioran? ¿O ha venido a visitarme el bueno de Estragón al que acaban de golpear de nuevo y aún no sabe cómo ahorcarse del único árbol del páramo? ¿Y esa escarcha, esa heladura mortal? ¿Y esa idea de desconyuntar a un recién nacido y con la boca rellena de nieve abandonarlo en la estepa para que sirva de aperitivo a los lobos ?
...
sueña que todo sucumbe sueña que la vida llega sueña mecerse la palmera en las cumbres de Nepal sueña el corsé muy ceñido sueña el libre albedrío y por no dejar de soñar sueña la voz del señor que a tus plantas se postró pidiendo para sí perdón y para ti luna nueva
sueña la bestia el tesoro sueña la selva inclemencias sueña el barco la deriva sueña la nube la ira de un viento provocador sueña la niña la estirpe sueña la sierpe el camino sueña el loco el embrión y sueña el trigo la mies y la mies sueña el trigal por donde corre un zagal que apenas alcanza a ser
sueña el corzo leopardos sueña la mano ser pie y sueña el ave caer de la rama al almirez sueña el acantilado un faro y el faro sueña volar con las luces desplegadas parejo a un cormorán sueña la sed agua fresca sueña la noche la luz y la luz jamás se acuesta sin haber soñado tú sueña el laud melodías sueña el enamorado versos sueña la doncella siestas y sueña el alba el azur
sueña la esclava sirenas sueña el mirlo una cadencia sueña el centro del mar su frontera de coral
sueña el cantante una voz sueña un negro la revuelta sueña el militar esposas sueña el arcabuz cadenas sueña la bala el reposo y el oso sueña dormir todo el tiempo y a su antojo
...
sueña que todo sucumbe sueña que la vida llega sueña mecerse la palmera en las cumbres de Nepal sueña el corsé muy ceñido sueña el libre albedrío y por no dejar de soñar sueña la voz del señor que a tus plantas se postró pidiendo para sí perdón y para ti luna nueva
sueña la bestia el tesoro sueña la selva inclemencias sueña el barco la deriva sueña la nube la ira de un viento provocador sueña la niña la estirpe sueña la sierpe el camino sueña el loco el embrión y sueña el trigo la mies y la mies sueña el trigal por donde corre un zagal que apenas alcanza a ser
sueña el corzo leopardos sueña la mano ser pie y sueña el ave caer de la rama al almirez sueña el acantilado un faro y el faro sueña volar con las luces desplegadas parejo a un cormorán sueña la sed agua fresca sueña la noche la luz y la luz jamás se acuesta sin haber soñado tú sueña el laud melodías sueña el enamorado versos sueña la doncella siestas y sueña el alba el azur
sueña la esclava sirenas sueña el mirlo una cadencia sueña el centro del mar su frontera de coral
sueña el cantante una voz sueña un negro la revuelta sueña el militar esposas sueña el arcabuz cadenas sueña la bala el reposo y el oso sueña dormir todo el tiempo y a su antojo
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A veces tiene la espada en la mano (sabe que tiene que corregir, que lo primero que se escribe es lo menos válido sólo que no sabe si lo sabe y tan sólo acepta lo que tantos han dicho; una cuestión en todo caso de esfuerzo, de concentración porque no puede evitar que la frescura de la primera escritura se pierda en el momento mismo en que se altera una coma y a la frescura no le da más valor que el propio de su significado y no sabe si es más valioso lo más perfecto que lo más fresco) y siente el temor de los domingos por la tarde cuando todo se encamina hacia una película comercial en la noche y un vaso de vino; a veces siente el frío de saber el frío y no porque mire las montañas nevadas (que son su horizonte) sino por la constancia de esta tierra que se abona de los muertos y claro que podría derivar en palabras como humus o limo u otras más bellas aunque pocas palabras tan bellas como limo; ahí está esta tierra donde unos aman a Montaigne y otros lo critican duramente como Pascal por ser tan lenguaraz y, en el fondo, tan pagado de sí mismo. Y sabe que Pascal tiene razón y sin embargo no puede dejar de admirar a Montaigne y no tanto por lo mucho que habla de sí sino por por la falta de vanidad con que lo hace (sí y pagado de sí mismo). Tiene en la memoria lo que decía la madre de Forrest Gump, Estúpido es el que hace estupideces. Y también esa escena en la que Forrest empieza a correr animado por Jenny, Run, Forrest, run! y a medida que corre los aparatos que tenía en las piernas se rompen en mil pedazos. A veces todo eso ocurre al mismo tiempo mientras camina por una calle muy larga y al final hay una rotonda y sopla el viento de febrero y hay una división en el cielo entre lo despejado y una gran muralla de nubes grises que se acerca y está saltando ya por encima de la cordillera y pasa un coche con la música muy alta y surgen de la primera luz de la mañana dos ciclistas que remontan la cuesta y tiene su pedaleo algo alegre, algo renovador y se agita su corazón y los pasos calman su mente, lo que se agita en su mente y quisiera correr como Forrest, quitarse sus aparatos, los que le impiden moverse con levedad en un mundo con tal cúmulo de gravedad y escupir algo, quizás escupir a la cara de un blanco que acaba de moler a palos a un negro en una cantera del corazón de África y también no sucumbir al odio de la mirada de los negros por ser blanco o algo así, piensa, cuando cree tener una espada en la mano, a la grupa de un caballo, a punto de iniciarse una vieja y nueva batalla. Abre la cerradura, se encamina hacia su casa con la cabeza llena de ideas y pesares, con el frío del que hablaba hace un rato, esa pesadumbre de ser consciente de ser finito y contingente aunque esas dos palabras le suenen a tufo jesuítico, alcanfor de cristianismo y se imagina abriendo el libro de los mitos (ahora pasa lentamente las paginas del libro y recuerda que una de las formas de nominar libro en árabe es Jardín en el bolsillo y también recuerda mientras observa a Vishnu dormido que ha olvidado no caerse una vez más, que ha de aferrarse a estas inspiraciones y estas expiraciones, que a la vuelta espera la eternidad y debe atrapar este tiempo tan escurridizo, este tiempo que no es espacio sino ámbito por el que transitar, porque es consciente de que en la eternidad no se transita, en la eternidad se está y quiere sorber este aire, uno de sus últimos aires -y no porque ya la edad, no, no porque ya la edad, ¿quién nos dijo nunca que el primer aire del recién nacido no fuera a ser el último?- con el ritmo de quien admira y se aquieta ante la puesta de sol o aquél que desesperado ataja su drama componiendo una canción, perfilando una mancha o generando la forma en la piedra) y pasando a lo largo de una noche que será larga su vista sobre las formas de la imaginación del hombre y añade el sonido de la respiración de ese otro cuerpo que ama y que ahora duerme en la cama, con la luz apagada y arropada con un edredón del norte y la seguridad del perro a sus pies. Y porque todas esas sensaciones se desvanecen y crecen y se intercambian y fluyen y se diluyen y se encrespan y se atascan y se queman y se enfrían y juegan y duermen y saltan y huyen y vuelven y mandan y ahuyentan y pierden y saltan y se elevan y cantan y se animan y se confuden y se alimentan y se sostienen y se encadenan y se añoran y se buscan y se enlazan y se hurtan y enloquecen y se turban y se ríen y se abrazan y se encaminan y descansan y retoman y se abarcan, él tropieza justo en la puerta de su casa y da con la cabeza en el suelo y se la raspa y se sienta y sonríe y agradece a la suerte no haberse hecho más que un poco de sangre, lo que se llamó siempre un simple rasguño. Y se levanta y se emociona y sube hasta su casa y abre la puerta y se limpia la herida y observa el milagro de su sangre y la exactitud y prodigalidad de las plaquetas.
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Tags : Sobre las creencias ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/03/2015 a las 18:12 | {0}