El sinsonte. ¡Ay, qué nombre tan grande para animal tan chico!
Si le quedara la fuerza de lo nuevo; la que se inicia frente a los grandes deltas; al inicio de la escuela.
Se dice: si hubiera sido en el siglo XIX y como paisaje: gran catarata, inmensos bosques, lagos de un pristinidad enfermiza, puro reflejo de algo tan ausente como la imagen que se observe.
Si hubiera estado allí -Mujer u Hombre- con ese aliento que hincha el pecho y la seguridad del que no sabe; con ese aliento que produce el saber que al final de la última capa queda la nada: esencia de cebolla, esencia de Mujer y esencia de Hombre, esencia de Abeja y esencia de Agua.
Entonces habría ido, habría abiertamente sonreído a los niños, los pueblos, las naciones, los estados, los amaneceres, lo sinsontes, las praderas, los extraños nombres de las lenguas extrajeras, la fisonomía de las gentes, los colores de las pieles, las músicas (que es, al fin y al cabo, siempre una y siempre la misma: formas de escalera). A todos habría celebrado.
Y ríe, ríe al pensar que quizá se ponga a escribir: Hojas de Mierda.
Recopilación atribuida a Isaac Alexander al alimón con La del Soto del Parral
En sus notas sobre el deseo escribe el profesor Marcus Elding: El deseo, etimológicamente, viene del latín desiderare que traducido al español significa: echar de menos un astro. El deseo, por lo tanto, quiere ver lo que no está. Escrita esta obviedad, el profesor Marcus Elding se pegó un tiro entre pecho y espalda.
En sus notas sobre la perfección escribe la antropóloga Ernestine Blanche: En terracota vi la figura de una mujer embarazada. Su fragilidad me hizo sentir antigua como si la Tierra me hubiera devuelto la niñez que un día tuve. En un esfuerzo fuera de lo común le pedí a mi ayudante que me alejara aquella figura. Por nada del mundo quería volver a la niñez. La niñez es la perfección y yo ya era demasiado adulta como para empezar a sentir nostalgia.
Entonces me pregunté (se pregunta un filósofo ecuatoriano que con muy bien criterio se hacía llamar Anónimo): ¿Repulsión y atracción a un mismo tiempo? ¿Querer saber y luego olvidar? ¿Mantener viva una llama y luego cautamente deslizarse hacia la penumbra? ¿En vilo la esperanza? ¿Llama que se sopla no para que se avive sino para que se atempere -casi se apague-? ¿Ansia de incienso? ¿Espejismo en la tundra? Nomeolvides.
En su cuadragésimo tercer aniversario la famosa prestidigitadora Manuela Alva Alva dejó caer su pañuelo a los pies de los caballos y éstos piafaron y se lanzaron, en local carrera -todo esto ocurría en Aveiro, Portugal-, hacia el corazón de las tinieblas. Amar, pensó Manuela Alva Alva, es impropio de una dama con mis dedos.
Por último: la muchacha (ya mujer) llamó, se interesó por aquel hombre, esperó, volvió a interesarse y cuando el hombre respondió a sus atenciones, ella desapareció. ¡Ojos del Guadiana! exclamó el hombre y se introdujo en una gruta a donde la luz apenas se asoma.
Miscelánea
Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/07/2011 a las 10:46 | {0}Reflexiones de Isaac Alexander en un barrio del pueblo de Rojas
Fotografía de Caroline Lahougue. Buenos Aires
¿Esta cerveza con limón que bebo es una destilación de la antigua ambrosía?
¿Por qué Milos Amós es tan jodidamente amargo? ¿No tuvo bastante con la montaña? ¿Qué espera encontrar con esa actitud tan solipsista?
Deténgase, joven, deténgase y observe la emoción que le produce el solsticio de verano.
¿El movimiento del 15-M se ha ido de vacaciones? ¿O son los periodistas los que se han tomado las vacaciones de él?
Una vieja amiga, Caroline Lahougue, recorre las calles de Buenos Aires. Micer Bañuelos, si la encuentra usted en algún mercadillo de libros de segunda mano, trátela como a una reina. Porque es una reina.
Al terminar un libro de divulgación científica sentí un espaldarazo y al reflexionar sobre la mente lógica intuí un reguerito de hormigas laborando afanosamente en la construcción de un acordeón.
He de reconocer que tuve una mujer y que su silencio me llena de indefensión. Si pudiera, saltaría junto a ella sobre una hoguera de San Juan y luego le diría: Esto fue lo único que pasó: que nos chamuscamos un poco.
Suenen las alharacas. Vengan los rocines a mí.
¿Porque ya no existe, no fue cierto?
Está la brazada, el cálculo infinitesimal, el boga, boga, marinero y la canción del elegido.
Arrieritos somos, exclamó orgulloso el cabrero.
Y la niña exclama: ¡Agua va!
Y el niño se agarra a la falda de mamá.
Y el primer amor se convierte en un rito de iniciación bajo la soflama de una luna encendida sobre la mar.
Riela, borreguillo, riela.
Vamos a la pensión. Estrechemos los lazos. Confiemos en los daimones. Miremos de reojo a Fata Morgana.
Saturno y Plutón deben descansar de sus conjunciones apocalípticas.
A vuestra salud.
¿Por qué Milos Amós es tan jodidamente amargo? ¿No tuvo bastante con la montaña? ¿Qué espera encontrar con esa actitud tan solipsista?
Deténgase, joven, deténgase y observe la emoción que le produce el solsticio de verano.
¿El movimiento del 15-M se ha ido de vacaciones? ¿O son los periodistas los que se han tomado las vacaciones de él?
Una vieja amiga, Caroline Lahougue, recorre las calles de Buenos Aires. Micer Bañuelos, si la encuentra usted en algún mercadillo de libros de segunda mano, trátela como a una reina. Porque es una reina.
Al terminar un libro de divulgación científica sentí un espaldarazo y al reflexionar sobre la mente lógica intuí un reguerito de hormigas laborando afanosamente en la construcción de un acordeón.
He de reconocer que tuve una mujer y que su silencio me llena de indefensión. Si pudiera, saltaría junto a ella sobre una hoguera de San Juan y luego le diría: Esto fue lo único que pasó: que nos chamuscamos un poco.
Suenen las alharacas. Vengan los rocines a mí.
¿Porque ya no existe, no fue cierto?
Está la brazada, el cálculo infinitesimal, el boga, boga, marinero y la canción del elegido.
Arrieritos somos, exclamó orgulloso el cabrero.
Y la niña exclama: ¡Agua va!
Y el niño se agarra a la falda de mamá.
Y el primer amor se convierte en un rito de iniciación bajo la soflama de una luna encendida sobre la mar.
Riela, borreguillo, riela.
Vamos a la pensión. Estrechemos los lazos. Confiemos en los daimones. Miremos de reojo a Fata Morgana.
Saturno y Plutón deben descansar de sus conjunciones apocalípticas.
A vuestra salud.
Miscelánea
Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/07/2011 a las 10:58 | {0}
He estado unos días con problemas de conexión debido a cuestiones informáticas. Al final las he podido resolver gracias a la ayuda de los técnicos de wmaker.
Ya vuelvo.
Ya vuelvo.
Zacapella: s. f. Riña o contienda con ruido y bulla, que mueven muchos. Dícese más frecuentemente Zacapela. Lat. Contentio. Strepitus, us. Rixa, ae. Quev. Mus.6.Sonet, 22
Y todo fue un entierro de doncella,/
doctrina muerta, letra no tocada,/
luces y flores, grita y zacapella.
Zacear: v. a. espantar y hacer huir los perros, hablándolos con la voz Za, de la cual se formó el verbo. Lat. Voce canes avertere. Isaac Alexander Jaurías a mí: Por la cañada iba, silbándole a la zabida su aroma pringosa; iba distraído; iba sin ansia cuando una jauría de perros, desde un altozano se lanzaron a por mí. Y cuál no fue mi sorpresa cuando al zacearlos, como mi padre me había enseñado, huyeron los perros por donde habían venido.
Zafareche: s. m. Lo mismo que Estanque. Es voz arabiga, que tiene aún uso en Aragón. Isaac Alexander Jaurías a mí: No quisieron las ménades mostrarte el camino del zafareche donde las ninfas, locas de amor, se entregaban gustosas a los placeres del amar.
Zahareño, ñA: adj. Se aplica al páxaro bravo, que no se amansa o que con mucha dificultad se domestica. Es voz de la Cetrería, y puede venir según Covarrubias de la palabra arábiga Zahara, que significa piedra o peñasco. Lat. Ferus, a, um. Ulloa. Cetrer. cap. 6 De los halcones, pollos, unos son tomados con el araña, y red a los quales llaman zahareños.
Zahorí s. m. Llaman a la persona que vulgar y falsamente dicen ve lo que está oculto, aunque sea debaxo de la tierra, como no lo cubre paño azul. Es compuesto de las voces arábigas Zah que significa sin duda, y vari que vale veedór, ù de esta última y la partícula za que significa debaxo. Lat. Lynceus homo subterranea vides. Jacint. Pol. pl. 57 Bien sé lo que quieren decir estos dos versos; pero no lo que dicen: un zahorí culto los advine. Palom Mus. Pict. lib. 1 cap. 4 epi. 1 Qué diremos si se ha de atender la vulgar opinión de los que llaman zahoríes, que dicen penetran los senos más ocultos de la tierra.
Y todo fue un entierro de doncella,/
doctrina muerta, letra no tocada,/
luces y flores, grita y zacapella.
Zacear: v. a. espantar y hacer huir los perros, hablándolos con la voz Za, de la cual se formó el verbo. Lat. Voce canes avertere. Isaac Alexander Jaurías a mí: Por la cañada iba, silbándole a la zabida su aroma pringosa; iba distraído; iba sin ansia cuando una jauría de perros, desde un altozano se lanzaron a por mí. Y cuál no fue mi sorpresa cuando al zacearlos, como mi padre me había enseñado, huyeron los perros por donde habían venido.
Zafareche: s. m. Lo mismo que Estanque. Es voz arabiga, que tiene aún uso en Aragón. Isaac Alexander Jaurías a mí: No quisieron las ménades mostrarte el camino del zafareche donde las ninfas, locas de amor, se entregaban gustosas a los placeres del amar.
Zahareño, ñA: adj. Se aplica al páxaro bravo, que no se amansa o que con mucha dificultad se domestica. Es voz de la Cetrería, y puede venir según Covarrubias de la palabra arábiga Zahara, que significa piedra o peñasco. Lat. Ferus, a, um. Ulloa. Cetrer. cap. 6 De los halcones, pollos, unos son tomados con el araña, y red a los quales llaman zahareños.
Zahorí s. m. Llaman a la persona que vulgar y falsamente dicen ve lo que está oculto, aunque sea debaxo de la tierra, como no lo cubre paño azul. Es compuesto de las voces arábigas Zah que significa sin duda, y vari que vale veedór, ù de esta última y la partícula za que significa debaxo. Lat. Lynceus homo subterranea vides. Jacint. Pol. pl. 57 Bien sé lo que quieren decir estos dos versos; pero no lo que dicen: un zahorí culto los advine. Palom Mus. Pict. lib. 1 cap. 4 epi. 1 Qué diremos si se ha de atender la vulgar opinión de los que llaman zahoríes, que dicen penetran los senos más ocultos de la tierra.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/07/2011 a las 18:07 | {0}