Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

¿Era real la sangre que le hervía a borbotones? ¿Era posible una alucinación colectiva? ¿Por qué no admite nuestro cerebro que al caer la tarde las hojas de los árboles y la hierba de los pastos son rojos? ¿Por qué quiere mantenernos en esa ilusión verde? ¿Cuándo volveremos a los libros y tomaremos notas y transcribiremos fuentes y nos sentiremos útiles en un mundo inútil que se rearma y muestra las garras de la próxima razzia?

La última guarida del hombre blanco. La civilización blanca. La gran descubridora del Gran Masturbador. La ola que inundaba pueblos y pueblos allende los mares. La asesina. La fecunda. Aquellos conquistadores. Aquellos reconquistadores. Aquellos colonizadores. Nantucket. Tierra del Fuego. Cabo de Buena Esperanza. Las caravanas. Rimbaud. Marsella. ¡Vamos, vamos, compañeras, icemos las velas y cuando nos hagamos a la mar seamos sirenas dispuestas a matar! Por la gran paridora de engendros; por la inventora de la Tierra Quemada; por la que alimentó los descubrimientos balísticos de Galileo Galilei; por la Ilustrada; por la Despótica; por la Demócrata... liberal; por la Marrana; por la Alcahueta; por la Inventora de la mediocridad. ¡Salve, Civilización Blanca! ¡Los que vamos a nacer, sufrir y morir te saludamos! 

Insistimos: ¿Era real esa sangre? ¿Aquella mujer rodeada de teclados realmente los tocaba? ¿Vivía en un mundo en blanco y negro? ¿Todas sentimos activadas las mismas gamas de gris? ¿Fue esa impresión cromática las que nos lanzó al unísono contra las hordas de hombres que languidecían ante una nueva forma de estar? ¿Era posible ser siempre moderna? ¿Tendría sentido esta pregunta en el Nuevo Tiempo? ¿Por qué escribíamos con tanta inicial mayúscula?
Fue en ese momento cuando se dispararon las alarmas. Nos disgregamos. Nos escondimos. Cuando atisbábamos una luz en la noche, escondíamos los rostros bajo las alas. Apenas maullamos, bien lo sabéis. Nunca llegaba la mañana. El aire estaba bañado por un polvo gris en suspensión. Los relojes se llenaron de arena y dejaron de funcionar. Nunca fuimos de lamentarnos y tampoco esta vez lo hicimos. Algunas nos cogimos entre nosotras las manos. Otras se fueron volando hasta que una ráfaga de metralleta acabó con ellas. No quisimos saber quiénes disparaban. Permanecimos unidas y quietas. Así esperamos la muerte. Y así morimos.
 

Narrativa

Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/03/2025 a las 18:38 | Comentarios {0}








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