Héroe de Georg Grosz
La oscilación. Vieja y sabia teoría.
Porque me llega la sensación de aquello que los marxistas de los años sesenta llamaban tener el espíritu burgués, problemas pequeños-burgueses, cosas de los sentimientos y eso...
Ciudad de Dios habla de otros problemas no sé si con mayor eficacia, no sé si son más importantes. Son otros problemas.
Como si no quisiera escribir de eso que también me inquieta o me inquietaba.
A veces lo pienso. Quizás ya no me inquiete tanto.
Escribir sobre la inmigración o sobre la corrupción o sobre la economía o sobre la explotación del hombre por el hombre o sobre las hambrunas o sobre las guerras.
Derivar hacia eso.
La mente forma parte del pasado de uno -me dijo ayer una buena amiga- porque la mente sólo puede pensar el pasado. La mente no puede con el presente ni con el futuro. El pensamiento, por lo tanto, es siempre sobre algo que ya fue.
Hay un hombre negro y hermoso pidiendo a la puerta de la tienda de comestibles donde suelo comprar el pan y las cervezas. Imagino su viaje hasta aquí. Sus ojos brillan y tiene una sonrisa inmensa y siempre sonríe, siempre sonríe, sonríe de veras.
O el otro día cuando se habló de Franco y alguien lo alabó y yo no pude callar y sobre todo no pude reprimir mi indignación. Quisiera por una parte reprimirla y por otra esa vehemencia me dice que todavía estoy, soy, que todavía siento asco ante la injusticia, ante el fascismo.
Joy Division fue el nombre que se daba a los barracones dedicados a la prostitución en los campos de concentración nazis y fue el nombre que tomó el grupo de Manchester en los años 70. Cuando se aplica el término posmodernismo para justificar el nombre del grupo no acabo de aceptarlo.
El entorno y la personalidad. Esa es otra posibilidad.
Porque me llega la sensación de aquello que los marxistas de los años sesenta llamaban tener el espíritu burgués, problemas pequeños-burgueses, cosas de los sentimientos y eso...
Ciudad de Dios habla de otros problemas no sé si con mayor eficacia, no sé si son más importantes. Son otros problemas.
Como si no quisiera escribir de eso que también me inquieta o me inquietaba.
A veces lo pienso. Quizás ya no me inquiete tanto.
Escribir sobre la inmigración o sobre la corrupción o sobre la economía o sobre la explotación del hombre por el hombre o sobre las hambrunas o sobre las guerras.
Derivar hacia eso.
La mente forma parte del pasado de uno -me dijo ayer una buena amiga- porque la mente sólo puede pensar el pasado. La mente no puede con el presente ni con el futuro. El pensamiento, por lo tanto, es siempre sobre algo que ya fue.
Hay un hombre negro y hermoso pidiendo a la puerta de la tienda de comestibles donde suelo comprar el pan y las cervezas. Imagino su viaje hasta aquí. Sus ojos brillan y tiene una sonrisa inmensa y siempre sonríe, siempre sonríe, sonríe de veras.
O el otro día cuando se habló de Franco y alguien lo alabó y yo no pude callar y sobre todo no pude reprimir mi indignación. Quisiera por una parte reprimirla y por otra esa vehemencia me dice que todavía estoy, soy, que todavía siento asco ante la injusticia, ante el fascismo.
Joy Division fue el nombre que se daba a los barracones dedicados a la prostitución en los campos de concentración nazis y fue el nombre que tomó el grupo de Manchester en los años 70. Cuando se aplica el término posmodernismo para justificar el nombre del grupo no acabo de aceptarlo.
El entorno y la personalidad. Esa es otra posibilidad.
¿Cómo se puede alejar una persona de lo más amado y justificarlo más tarde?
Ese dolor, esa distancia, se irá agrandando con el paso del tiempo.
Hay que tener un corazón falso para alejarse de ese modo y no reconocer que el error pudo ser inevitable pero fue, en esencia y en existencia, un error.
La niebla que va cubriendo esa distancia no la altera.
Los nuevos sucesos no la encubren.
No se puede perdonar. Es falso. Cuando se ha producido el daño ese daño se vive, es imperdonable. Lo que se puede perdonar es el recuerdo de ese dolor.
(Párrafo auto-censurado)
Voy a vivir hoy. Lo voy a seguir intentando ayudado por la música de Mozart, los ojos de Violeta, el recuerdo del futuro que me invento y que no deja de ser una simple proyección de lo que nunca hubo en mi pasado.
En este noviembre, recién estrenados mis cuarenta y nueve años.
Prius mori quam foedari es el lema de mi escudo familiar.
Ese dolor, esa distancia, se irá agrandando con el paso del tiempo.
Hay que tener un corazón falso para alejarse de ese modo y no reconocer que el error pudo ser inevitable pero fue, en esencia y en existencia, un error.
La niebla que va cubriendo esa distancia no la altera.
Los nuevos sucesos no la encubren.
No se puede perdonar. Es falso. Cuando se ha producido el daño ese daño se vive, es imperdonable. Lo que se puede perdonar es el recuerdo de ese dolor.
(Párrafo auto-censurado)
Voy a vivir hoy. Lo voy a seguir intentando ayudado por la música de Mozart, los ojos de Violeta, el recuerdo del futuro que me invento y que no deja de ser una simple proyección de lo que nunca hubo en mi pasado.
En este noviembre, recién estrenados mis cuarenta y nueve años.
Prius mori quam foedari es el lema de mi escudo familiar.
Dos son los pecados capitales del hombre: la impaciencia y la pereza (Franz Kafka)
La paciencia es una bebida amarga que sólo los más fuertes pueden beber (Anónimo)
Ken Robinson ofrece esta conferencia -interesante y divertida de escuchar- en un congreso de gente brillante patrocinado por la marca de coches BMW.
La conferencia de Ken Robinson trata sobre si la escuela promueve la creatividad en los niños y, como indica el título del artículo -que es el título de su conferencia- llega a la conclusión de que no y se pregunta ¿por qué?
Yo desde mi experiencia personal (y quizá desde un sentido un tanto paranoico de la vida -aunque cada vez menos-) pienso que muchas de las decisiones que se toman no son por incapacidad de la sociedad para solucionar un problema sino que son decisiones diseñadas para un fin. En el caso del que escribo considero que las escuelas, en efecto, detestan la creatividad porque la creatividad es algo, en el mejor sentido de la palabra, inútil. Yo amo lo inútil.
¿Qué se hace en las escuelas? Fundamentalmente convertir a gente inútil en gente útil y mal negocio sería para este fin que se dedicaran tantas horas a las matemáticas como a la danza. Este diagnóstico -certero y apasionado del señor Robinson- entronca con el mundo de los ideales (a mi juicio), es decir, hay personas que sienten que el ser humano es potencialmente mucho más de lo que luego resulta ser.
Si el señor Robinson leyera a Juan de Mairena -cosa que quizás haya hecho- se daría cuenta de que ya Antonio Machado -y tantos otros- abogaban por una escuela creativa, fuera del tedioso mundo práctico sólo que -como metáfora de lo que ocurría en realidad- Juan de Mairena es un profesor de gimnasia que da sus clases de filosofía en sus horas libres en el gimnasio (mens sana in corpore sano).
La sociedad no necesita gente creativa (incluso me atrevería a afirmar que no la quiere) -la creatividad para el común de los humanos es un artículo de lujo-, necesita gente bruta, sumisa y trabajadora.
Sí, estoy de acuerdo, la escuela mata la creatividad de los niños porque ésta es su mayor enemiga.
La conferencia de Ken Robinson trata sobre si la escuela promueve la creatividad en los niños y, como indica el título del artículo -que es el título de su conferencia- llega a la conclusión de que no y se pregunta ¿por qué?
Yo desde mi experiencia personal (y quizá desde un sentido un tanto paranoico de la vida -aunque cada vez menos-) pienso que muchas de las decisiones que se toman no son por incapacidad de la sociedad para solucionar un problema sino que son decisiones diseñadas para un fin. En el caso del que escribo considero que las escuelas, en efecto, detestan la creatividad porque la creatividad es algo, en el mejor sentido de la palabra, inútil. Yo amo lo inútil.
¿Qué se hace en las escuelas? Fundamentalmente convertir a gente inútil en gente útil y mal negocio sería para este fin que se dedicaran tantas horas a las matemáticas como a la danza. Este diagnóstico -certero y apasionado del señor Robinson- entronca con el mundo de los ideales (a mi juicio), es decir, hay personas que sienten que el ser humano es potencialmente mucho más de lo que luego resulta ser.
Si el señor Robinson leyera a Juan de Mairena -cosa que quizás haya hecho- se daría cuenta de que ya Antonio Machado -y tantos otros- abogaban por una escuela creativa, fuera del tedioso mundo práctico sólo que -como metáfora de lo que ocurría en realidad- Juan de Mairena es un profesor de gimnasia que da sus clases de filosofía en sus horas libres en el gimnasio (mens sana in corpore sano).
La sociedad no necesita gente creativa (incluso me atrevería a afirmar que no la quiere) -la creatividad para el común de los humanos es un artículo de lujo-, necesita gente bruta, sumisa y trabajadora.
Sí, estoy de acuerdo, la escuela mata la creatividad de los niños porque ésta es su mayor enemiga.
Friedrich Schiller escribe este texto teatral. Yo lo veo 211 años después en una situación imposible: el papel del príncipe Carlos lo hace un actor que ha sustituido al anterior a toda prisa hasta el punto en que el actor nuevo lee el texto en el libreto mientras interpreta y todos los demás actores lo hacen sin libreto. La situación me ha recordado al gol que recibió ayer el Liverpool: jugaba contra el Sunderland. Uno de los jugadores tira a portería y en ese momento una pelota de playa que había lanzado un muchacho desde la grada (curiosamente hincha del Liverpool) entra en el área chica justo cuando el balón se dirige a la portería, el balón choca con la pelota, la carambola despista al portero y el balón entra. El arbitro decreta que semejante disparate es gol. Ese único gol le da la victoria al Sunderland.
El Centro Dramático Nacional e imagino que Calixto Bieito, el director del montaje, deciden que la situación de que un actor lea del libreto e interprete ante el público como si no pasara nada es teatro. Yo lo siento como una impostura y una falta de respeto a los actores. No lo puedo admitir (y sólo lo puedo entender por una mera cuestión crematística). He aplaudido al actor que ha tenido que hacer de este modo su papel por su necesidad, por su virtud y por su inmoralidad. He vitoreado a la actriz que interpreta a la princesa de Éboli por su intensidad haciendo teatro del teatro.
Aún no salgo de mi estupefacción ante la función y el gol.
Alguien me diría, Te haces viejo. Yo no contestaría.
El Centro Dramático Nacional e imagino que Calixto Bieito, el director del montaje, deciden que la situación de que un actor lea del libreto e interprete ante el público como si no pasara nada es teatro. Yo lo siento como una impostura y una falta de respeto a los actores. No lo puedo admitir (y sólo lo puedo entender por una mera cuestión crematística). He aplaudido al actor que ha tenido que hacer de este modo su papel por su necesidad, por su virtud y por su inmoralidad. He vitoreado a la actriz que interpreta a la princesa de Éboli por su intensidad haciendo teatro del teatro.
Aún no salgo de mi estupefacción ante la función y el gol.
Alguien me diría, Te haces viejo. Yo no contestaría.
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Ensayo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/11/2009 a las 00:24 | {0}