Aunque llegue ese instante de tormento y las manos se agarren a sí mismas para no cometer una locura, contente, amigo, porque el viento siempre acaba por amainar.
Si viene la mar de fondo y un suspiro sale tras otro y una saliva se seca en el velo del paladar y no hay palabras y no hay alientos, contente, amigo, su color volverá a ser turquesa.
No cejes en tu empeño de no esperar. No sucumbas a la ironía de un acento. No dejes que los presagios nefastos se incrusten en tu hígado hasta dejarte la tez cetrina, a punto de abandonar y contente, amigo, y duerme como si ayer sólo hubieras nacido.
Mira, mira siempre, el alba va a surgir y Venus se mantiene orgullosa en el centro del Mundo. Suena el universo aunque tú no lo escuches y hay una nota esperándote para que ella marque al mismo tiempo tu silencio, por eso contente, amigo, la noche es sólo un tránsito.
Sé que te parece imposible pero tu piel volverá a ser suave y tus brazos se alzarán y clamarán por todos; sé que apenas alcanzas a mirarte y te preguntas, ¿Pies para qué os quiero? si no sé dónde huir porque no sé de qué huyo. Sé que no te puedes contener y aún así, te ruego, contente, amigo.
Si viene la mar de fondo y un suspiro sale tras otro y una saliva se seca en el velo del paladar y no hay palabras y no hay alientos, contente, amigo, su color volverá a ser turquesa.
No cejes en tu empeño de no esperar. No sucumbas a la ironía de un acento. No dejes que los presagios nefastos se incrusten en tu hígado hasta dejarte la tez cetrina, a punto de abandonar y contente, amigo, y duerme como si ayer sólo hubieras nacido.
Mira, mira siempre, el alba va a surgir y Venus se mantiene orgullosa en el centro del Mundo. Suena el universo aunque tú no lo escuches y hay una nota esperándote para que ella marque al mismo tiempo tu silencio, por eso contente, amigo, la noche es sólo un tránsito.
Sé que te parece imposible pero tu piel volverá a ser suave y tus brazos se alzarán y clamarán por todos; sé que apenas alcanzas a mirarte y te preguntas, ¿Pies para qué os quiero? si no sé dónde huir porque no sé de qué huyo. Sé que no te puedes contener y aún así, te ruego, contente, amigo.
Como ante la inminente guerra de las galaxias. Un Hans Solo (ni siquiera sé si escribe así, espero que sí, como espero tantas cosas, tantas cosas de mí y de los demás y de las demás ya que me quiero poner estúpidamente correcto) que no quisiera y al mismo tiempo sí quisiera. Una vaga sensación de ala en el cogote, así espero yo las cosas y en ese aleteo entreveo algo de la picadura de un mosquito y también algo del polvo del ala de la mariposa y también la negritud del buitre en los albores de un mundo que quizá dejó de existir. Desde esa espera escribo de un mundo que quizá dejó de existir porque por un lado desearía que volviera y por otro sé que se ha ido (ésta sería para mí una definición buena de la espera desear que vuelva lo que se ha ido) porque desear que llegue lo que no ha sido yo lo llamaría ilusión. Espera en todo caso que desarraiga del presente siendo, el pobre, lo único que tenemos. Espera desangelada y espera con ángel. La espera provoca una sensación de muerte en mi tiempo. Siempre que espero siento que estoy muriendo. Por eso a ver si logro dejar de esperar el correo que no llega por parte de ella en el que me dice cosas hermosísimas y me pide que hablemos y me pide que lo volvamos a intentar y me dice que me echa de menos y todas esas esperas que de tanto esperar pudren el corazón; a ver si logro dejar de esperar la atenta respuesta de ese caballero todo conocimiento, toda puridad, todo acierto que por fin acierta conmigo; a ver si logro dejar de esperarme perfecto, sabiendo vivir, consciente, encantador (aunque sea encantador de serpientes) y marcando el paso de mi vida como si sonara a mi alrededor una marcha militar; a ver si no espero escuchar lo que no saben decir, es más no pueden decir; a ver si dejo de esperar las respuestas que no deberían venir sino de mí; a ver si dejo de esperar que haga fresco en el verano, en este verano de Madrid.
La espera son tiempos muertos.
La espera muerde mis zapatos y rompe sus suelas.
La espera es una muela sin juicio y sin hueso.
La espera alienta las canas y la hinchazón de los cojones (también llamado elefantiasis)
¡Quién espera menos que un elefante que cuando ve llegada la hora de morir se encamina él solito a su cementerio!
¡Oh, dichoso!
La espera es insomnio de vigilia
Te dices, No, no esperes más. No esperes nada.
Remedando a Spinoza podría escribir que la no espera es el goce del bien. No esperar nada es ser feliz.
La espera son tiempos muertos.
La espera muerde mis zapatos y rompe sus suelas.
La espera es una muela sin juicio y sin hueso.
La espera alienta las canas y la hinchazón de los cojones (también llamado elefantiasis)
¡Quién espera menos que un elefante que cuando ve llegada la hora de morir se encamina él solito a su cementerio!
¡Oh, dichoso!
La espera es insomnio de vigilia
Te dices, No, no esperes más. No esperes nada.
Remedando a Spinoza podría escribir que la no espera es el goce del bien. No esperar nada es ser feliz.
Ensayo
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/06/2009 a las 16:00 | {0}
Hoy hemos ido Raúl y yo a una lectura poética.
Cuando voy a una lectura poética y me encuentro con una misa rancia me llevan los demonios.
No tengo la más mínima idea de lo que la poesía quiera decir.
Siempre pienso que si alguien quisiera que le explicara mi poesía me empezaría a descojonar.
Es que estoy irritado.
La poesía no se explica, señores, la poesía se siente.
Diría algo así.
O no diría nada.
La poesía entonces.
¡Joder, con la poesía!
Pero ¿qué es eso?
Hacedlo.
No se puede decir más.
Por supuesto no tengo razón. No es una cuestión de razón.
Ritmo, tempo, narración, imágenes en palabras...
No sé.
Desde William Blake hasta un maestro de bardos galés que en el siglo IX les decía a sus alumnos: Cojan un tema conocido e invéntenlo bien.
Se va más allá y cuando se habla de vanguardias se acude a la tradición.
O Robert Graves y su Diosa Blanca una poética del mito poético.
Cuando tan sólo se acude al ejercicio mental (Raúl dice) la poesía es vacua, fea, seca.
También será poesía, claro. Todo cabe en todo.
Es que no tengo razón.
Cuando voy a una lectura poética y me encuentro con una misa rancia me llevan los demonios.
No tengo la más mínima idea de lo que la poesía quiera decir.
Siempre pienso que si alguien quisiera que le explicara mi poesía me empezaría a descojonar.
Es que estoy irritado.
La poesía no se explica, señores, la poesía se siente.
Diría algo así.
O no diría nada.
La poesía entonces.
¡Joder, con la poesía!
Pero ¿qué es eso?
Hacedlo.
No se puede decir más.
Por supuesto no tengo razón. No es una cuestión de razón.
Ritmo, tempo, narración, imágenes en palabras...
No sé.
Desde William Blake hasta un maestro de bardos galés que en el siglo IX les decía a sus alumnos: Cojan un tema conocido e invéntenlo bien.
Se va más allá y cuando se habla de vanguardias se acude a la tradición.
O Robert Graves y su Diosa Blanca una poética del mito poético.
Cuando tan sólo se acude al ejercicio mental (Raúl dice) la poesía es vacua, fea, seca.
También será poesía, claro. Todo cabe en todo.
Es que no tengo razón.
Ensayo
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/06/2009 a las 22:49 | {0}
En uno de esos titulares de los periódicos que son más dignos de lástima que de atención leo que de nuevo en la literatura se pone de moda el tema del amor (pienso dos cosas, pienso muchas cosas, pero en fin pienso dos cosas: una que quien eso escribe ha leído muy poco y menos aún ha hecho un estudio en profundidad de lo que está escribiendo; dos que las editoriales que mantienen el diario en cuestión le han encargado un artículo ad hoc por sus propios intereses. Seguro que estoy equivocado. Me equivoco muy a menudo. Me equivoco tanto que estoy por asegurar que nunca acierto. Me equivoco y me equivoco en mis juicios de valor, en mi forma de comportarme, en mis aspiraciones, en mi propia idea del amor; me equivoco al valorar lo que ha pasado, lo que pudo haber sido y también en mi presente debo de estar muy equivocado y del futuro no quiero ni hablar. Como debo de estar equivocado con esa idea del amor, de lo que el amor es, de la relación entre el amor y las personas, del encuentro entre el amor y el sexo, de cómo los años, los años, la paciencia, la comprensión, el amor al otro, el amor al otro. Siempre reivindiqué como buena una frase muy cursi que se me ocurrió hace ya muchos años: amar es querer lo que no te gusta del otro. Como toda frase está llena de vacíos, prestos a ser rellenados. Sólo que a mí esa gradación de los sentimientos del más elevado al más pequeño me dan una impresión de amor real, pedestre si se quiere, de andar en zapatillas con el amor de tu vida al lado. Porque en esa degradación de sentimientos de la frase: Amar/querer/gustar, se acumula la esencia del vivir amando. Sólo porque quiero lo que de ti no me gusta sé que te amo, vendría a decir dicho de otra manera. Creo que cuando habría de empezar el amor, surgió el desamor. Durante años pensé que las parejas que siguen juntas tras muchos años lo hacían la mayor parte de las veces por una mera transacción comercial, ahora pienso que quizá muchas de ellas amen al otro y hayan conseguido ser amados y, oh, entonces siento nostalgia y ese deseo un poco anciano quizá de ser amado porque alguien quiere lo insoportable de mí ¡qué generosidad entonces el amor, qué entrega, qué confianza!). Siento que ese amor del que se dice que vuelve a estar de moda en la literatura no es ni siquiera natural, se inventó tras la caída del Imperio Romano, es un mero invento del hombre occidental, lleno de agujeros como un queso podrido fuerte de sabor y rico al paladar.
Ensayo
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/06/2009 a las 13:26 | {0}Apuntes a partir del texto de Ramón Andrés El mundo en el oído; de la edición de Joscelyn Godwin Armonía de las Esferas; de la música de Spotify; del texto de Donald J. Grout y Claude V. Palisca, Historia de la música occidental.
El tiempo es un movimiento cíclico mientras que lo eterno es estable.
Escucho una lied de Schubert Heiss mich nicht reden en la voz de Barbara Bonney y al piano Geoffrey Parsons.
¡Uf, Richard Bona! Bisso Baba
Escribe el médico cristiano nestoriano Hunay en 800 d.C. según nos cuenta la traducción medieval hebrea de Judah al Harizi hecha en lo inicios del siglo XIII (¡cómo me seduce, me lleva, me propone esta investigación las delicias de Jorge Luis Borges y sus bibliotecas imaginadas!) única fuente que se conserva de su obra. El original de Hunayn se perdió.
Vayamos al texto de Hunay cuyo tema es una recopilación de máximas filosóficas desde la Antigüedad hasta su Alta Edad Media del siglo IX. Uno de los aforismos que recoge pertenece a Amonio, filósofo en el siglo V. En la parte sexta de un asunto entre filósofos y músicos comenta: Uno de los filósofos solía decir al músico siempre que iba a un banquete: "Por favor, haz que el alma se incline hacia sus facultades más nobles, como la modestia, la rectitud, la amabilidad, el valor, la clemencia, la honradez y la generosidad"
Ensayo
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/06/2009 a las 19:33 | {0}
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Ensayo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/07/2009 a las 19:55 | {0}