1.- Acabo de llegar de la Puerta del Sol. Esta mañana he sentido la necesidad de ver, escuchar, sentir y oler lo que está pasando en esa plaza tan hermosa y lo que he visto ha sido, sobre todo, un mundo lleno de palabras.
2.- He visto a una juventud (porque suya es esta iniciativa aunque nosotros los mayores estemos a su lado y los apoyemos. He visto, por fin, a una juventud alegre, voluntariosa, entregada a un deseo al que tienen derecho y que, si lo consiguen, lo extenderán a los que les siguen y a los que ya vamos por delante) realizando con tranquilidad sus tareas, sin pausa. Los he visto haciendo pancartas, repartiendo comida, limpiando la plaza, reuniendo a las comisiones, discutiendo las propuestas, votando, aplaudiendo, yendo a otra comisión, descansando, ayudando, protegiendo.
3.- La Puerta del Sol se ha convertido en el reino de la palabra. Por donde mires, a donde dirijas tus oídos verás y oirás palabras. Un delicioso reguero de palabras dichas con vocación de convencer -no de vencer- y de esta forma todos hablamos y todos escuchamos. Mi mayor dicha de hoy es que no he visto a una sola persona que no escuchara. Hoy he descubierto que los españoles sabemos escuchar.
4.- Hoy he visto un corrillo de siete personas, cuatro muy jóvenes y tres muy mayores. Los mayores animaban a los jóvenes con sus propias historias de juventud y los jóvenes tenían en su rostro la luminosidad del orgullo por las cosas bien hechas y por el reconocimiento de los demás.
5.- En La Puerta del Sol una madre da de mamar a su bebé. Un pasillo se abre entre la multitud para que una mujer en silla ruedas acceda a escuchar la Asamblea. Un antropólogo explica a quien le quiera escuchar las razones que llevan a los poderosos a ser cada vez más y más fieros. Una muchacha con una mirada preciosa discute sobre la necesidad o no de eliminar el Senado. Por la megafonía se recuerda que bebamos agua y que hay manzanas y naranjas y bocadillos y sadwiches para todo aquel que lo necesite.
6.- Suenan las horas en el reloj de la Puerta del Sol.
7.- Una mujer madura le comenta a su acompañante: Hoy ha venido mi hijo a la hora de comer y me ha dicho, Oye mamá que no me quedo a comer que estoy haciendo la revolución.
8.- Hoy me he emocionado.
9.- Sentado entre la multitud que dialoga, escuchando tras de mí el monólogo de una fuente, he leído el librito de Stephane Hessel Indignaos y he sabido que este viejo luchador por los derechos del hombre, debe sentirse muy satisfecho de la juventud española.
10.- He dejado la plaza con la satisfacción de haber vuelto al Ágora.
11.- Dice Hessel al final de su libro: A aquellos que harán el siglo XXI, les decimos, con todo nuestro afecto: CREAR ES RESISTIR. RESISTIR ES CREAR.
12.- Porque resistís ya estáis creando. ¡Enhorabuena!
2.- He visto a una juventud (porque suya es esta iniciativa aunque nosotros los mayores estemos a su lado y los apoyemos. He visto, por fin, a una juventud alegre, voluntariosa, entregada a un deseo al que tienen derecho y que, si lo consiguen, lo extenderán a los que les siguen y a los que ya vamos por delante) realizando con tranquilidad sus tareas, sin pausa. Los he visto haciendo pancartas, repartiendo comida, limpiando la plaza, reuniendo a las comisiones, discutiendo las propuestas, votando, aplaudiendo, yendo a otra comisión, descansando, ayudando, protegiendo.
3.- La Puerta del Sol se ha convertido en el reino de la palabra. Por donde mires, a donde dirijas tus oídos verás y oirás palabras. Un delicioso reguero de palabras dichas con vocación de convencer -no de vencer- y de esta forma todos hablamos y todos escuchamos. Mi mayor dicha de hoy es que no he visto a una sola persona que no escuchara. Hoy he descubierto que los españoles sabemos escuchar.
4.- Hoy he visto un corrillo de siete personas, cuatro muy jóvenes y tres muy mayores. Los mayores animaban a los jóvenes con sus propias historias de juventud y los jóvenes tenían en su rostro la luminosidad del orgullo por las cosas bien hechas y por el reconocimiento de los demás.
5.- En La Puerta del Sol una madre da de mamar a su bebé. Un pasillo se abre entre la multitud para que una mujer en silla ruedas acceda a escuchar la Asamblea. Un antropólogo explica a quien le quiera escuchar las razones que llevan a los poderosos a ser cada vez más y más fieros. Una muchacha con una mirada preciosa discute sobre la necesidad o no de eliminar el Senado. Por la megafonía se recuerda que bebamos agua y que hay manzanas y naranjas y bocadillos y sadwiches para todo aquel que lo necesite.
6.- Suenan las horas en el reloj de la Puerta del Sol.
7.- Una mujer madura le comenta a su acompañante: Hoy ha venido mi hijo a la hora de comer y me ha dicho, Oye mamá que no me quedo a comer que estoy haciendo la revolución.
8.- Hoy me he emocionado.
9.- Sentado entre la multitud que dialoga, escuchando tras de mí el monólogo de una fuente, he leído el librito de Stephane Hessel Indignaos y he sabido que este viejo luchador por los derechos del hombre, debe sentirse muy satisfecho de la juventud española.
10.- He dejado la plaza con la satisfacción de haber vuelto al Ágora.
11.- Dice Hessel al final de su libro: A aquellos que harán el siglo XXI, les decimos, con todo nuestro afecto: CREAR ES RESISTIR. RESISTIR ES CREAR.
12.- Porque resistís ya estáis creando. ¡Enhorabuena!
Apócrifo atribuido a Isaac Alexander escrito desde la Luna y enviado por el éter hasta este pueblo donde vivo.
1.- La crisis económica que asola a Europa y a los EE UU (sobre todo) no es tan sólo una crisis económica.
2.- Esta crisis es un cúmulo de pequeñas crisis que se fueron generando a lo largo del siglo XX.
3.- El siglo XX es el más terrible de toda la Historia. No tanto por sus muertos y sus tragedias sino por las formas de la tragedia y las formas de morir.
4.- Hasta el siglo XX todos los temas de la literatura se repetían una vez y otra. El siglo XX da nacimiento a un nuevo tema: la destrucción de la civilización y el Mundo por la mano del hombre (este tema nace, evidentemente, a partir del bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki).
5.- Estamos sumidos en una espantosa crisis de valores, de creencias, de ideales y de realidades.
6.- El tiempo de la Historia no corre en paralelo con el tiempo de los hombres. Los procesos son muy largos, duran cientos de años (pensemos en El Imperio Egipcio o en cualquier otro gran afán común para darnos cuenta de ello). Estamos asistiendo a la crisis del Imperio Mercantil (que es la rama materialista del Espíritu de Dios) que se inicia -la crisis- cuando en el siglo XIX surgen pensadores como Marx, Engels, Bakunin, Kropotkin, Nietzsche, Proudhon o Freud que producen un giro copernicano con respecto a la Ortodoxia social que venía siendo desde el siglo XV y abren los ojos a una humanidad esclavizada.
7.- Las crisis generan catarsis. La catarsis de esta crisis -que dura ya 150 años- traerá consigo millones de muertos (véase los muertos 1900-2000 en los primeros cien años de la crisis).
8.- Es triste que el movimiento del 15-M en España haya surgido porque no hay trabajo y el poder ofrece pocas oportunidades; es triste que no sea un movimiento de ideas (al contrario del Mayo del 68 donde sí se oponían ideas. Hablo del 68 porque algunos se empeñan en compararlo. ¡Ojalá fuera así!) sino un movimiento de hastío. Es triste que, si no se hubiera producido la realidad (España siempre ha sido un país pobre y lo seguirá siendo) todos estos jóvenes seguirían en sus casas anhelando el momento de hipotecarse para toda la vida. El problema que han visto es que ahora quizá no tengan con qué hipotecarse.
9.- Hablo de Mayo del 68 en sí. No de sus consecuencias. El poder, bien conformado tras la matanza de la Segunda Guerra Mundial, asimiló sus brillantes ideas y las conviritó en publicidad de sus productos.
10.- La democracia no ha existido jamás.
11.- El fascismo late, late, late.
12.- Tras la catarsis sí nacerá un nuevo mundo. Nuestra apuesta debería ser nuestros nietos (incluso bisnietos). Y sí me cabe la posibilidad -como su contraria- de que ese nuevo mundo sea más generoso.
13.- Inshalá.
14.- Que echen a Lars von Trier del Festival de cine de Cannes, sea denunciado ante la Justicia (en Francia el Código Penal contempla este delito de apología del nazismo) y sólo quede su Melancolía.
2.- Esta crisis es un cúmulo de pequeñas crisis que se fueron generando a lo largo del siglo XX.
3.- El siglo XX es el más terrible de toda la Historia. No tanto por sus muertos y sus tragedias sino por las formas de la tragedia y las formas de morir.
4.- Hasta el siglo XX todos los temas de la literatura se repetían una vez y otra. El siglo XX da nacimiento a un nuevo tema: la destrucción de la civilización y el Mundo por la mano del hombre (este tema nace, evidentemente, a partir del bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki).
5.- Estamos sumidos en una espantosa crisis de valores, de creencias, de ideales y de realidades.
6.- El tiempo de la Historia no corre en paralelo con el tiempo de los hombres. Los procesos son muy largos, duran cientos de años (pensemos en El Imperio Egipcio o en cualquier otro gran afán común para darnos cuenta de ello). Estamos asistiendo a la crisis del Imperio Mercantil (que es la rama materialista del Espíritu de Dios) que se inicia -la crisis- cuando en el siglo XIX surgen pensadores como Marx, Engels, Bakunin, Kropotkin, Nietzsche, Proudhon o Freud que producen un giro copernicano con respecto a la Ortodoxia social que venía siendo desde el siglo XV y abren los ojos a una humanidad esclavizada.
7.- Las crisis generan catarsis. La catarsis de esta crisis -que dura ya 150 años- traerá consigo millones de muertos (véase los muertos 1900-2000 en los primeros cien años de la crisis).
8.- Es triste que el movimiento del 15-M en España haya surgido porque no hay trabajo y el poder ofrece pocas oportunidades; es triste que no sea un movimiento de ideas (al contrario del Mayo del 68 donde sí se oponían ideas. Hablo del 68 porque algunos se empeñan en compararlo. ¡Ojalá fuera así!) sino un movimiento de hastío. Es triste que, si no se hubiera producido la realidad (España siempre ha sido un país pobre y lo seguirá siendo) todos estos jóvenes seguirían en sus casas anhelando el momento de hipotecarse para toda la vida. El problema que han visto es que ahora quizá no tengan con qué hipotecarse.
9.- Hablo de Mayo del 68 en sí. No de sus consecuencias. El poder, bien conformado tras la matanza de la Segunda Guerra Mundial, asimiló sus brillantes ideas y las conviritó en publicidad de sus productos.
10.- La democracia no ha existido jamás.
11.- El fascismo late, late, late.
12.- Tras la catarsis sí nacerá un nuevo mundo. Nuestra apuesta debería ser nuestros nietos (incluso bisnietos). Y sí me cabe la posibilidad -como su contraria- de que ese nuevo mundo sea más generoso.
13.- Inshalá.
14.- Que echen a Lars von Trier del Festival de cine de Cannes, sea denunciado ante la Justicia (en Francia el Código Penal contempla este delito de apología del nazismo) y sólo quede su Melancolía.
Ensayo
Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/05/2011 a las 17:29 | {1}
Son ya varias las ocasiones en que he visto cómo en unas tertulias televisivas supuestamente libres, los periodistas adoptan el papel de fiscal con respecto a un invitado.
Ayer por la noche tras la película El Lector dirigida por Stephen Daldry (esta película quizás ya me predispuso al malestar que sentí más tarde. Trata sobre el juicio -en la década de los 60 del siglo pasado- a una antigua carcelera nazi. El pensamiento de la película sería: ¿Cómo se puede juzgar el pasado a los ojos del presente por muy terrible que haya sido ese pasado? Siempre que veo este tipo de películas con un trasfondo doctrinal, se me ponen los pelos de punta o, en ciertos momentos, siento algo de asco. Para quienes tienen dudas acerca de la responsabilidad de las personas en sucesos tan brutales como el nazismo en Alemania, recomiendo, como ya he hecho en alguna otra ocasión, el libro La destrucción de los judíos europeos escrito por Raul Hilberg en el que, con la finura de un cirujano hábil con el bisturí, el autor nos desgrana no la vida privada de los individuos alemanes sino el apoyo que con sus actos como colectividad otorgaron al gobierno nazi para llevar a cabo sus planes. Está claro que cualquier ser humano en su vida privada ha de tener eso que, mediante escalas morales, llamamos cosas buenas. No me alivia la vida privada de las personas, ni los motivos que les indujeron a alentar atrocidades y menos aún desde la ficción en la que tan sólo un sólido pensamiento filosófico puede salvar o evitar que las interpretaciones conduzcan a errores. O quizá el guionista David Hare quería plantarnos esa duda como ya lo intentó en The Hours o en Damage en temáticas disitntas). Hecha la digresión vuelvo a la tertulia. La televisiones de derechas -hay muchas ahora en España. El motivo es evidente: la gente de derechas es la que tiene dinero para comprar televisiones- son repugnantes, adoptan el tono del franquismo, realzan la autoridad como principio y no dejan de ser arbitrarias en todas y cada una de sus afirmaciones. Para tamizarlas un poco suelen poner entre los tertulianos a uno de izquierda moderada -dos como mucho-. Pero bueno, tampoco me quiero extender en sus estrategias. Ocurrió que tras la película me puse a zapear y llegué a una de esas televisiones y escuché durante un rato a esos fiscales/periodistas sentados a una mesa acribillando a preguntas tendenciosas a un representante de una asociación de ateos -curiosamente el único que estaba de pie de todos ellos- y sin dejarle apenas responder. El representante era un hombre pausado que intentaba dar sus opiniones -por cierto de una lógica aplastante- mientras esos perros de presa querían retorcerle el argumento con preguntas insidiosas y sobre todo, sobre todo, nada inteligentes. Porque lo que me aterra de esos supuestos periodistas y expertos (de no sé qué) es su alma de inquisidor, la ausencia absoluta de cintura en el pensamiento, las ganas que tienen de vencer al enemigo -porque el representante de los ateos era un enemigo al que habían detenido y se había convertido en acusado frente a ellos-; me aterra lo mal que visten, lo mal que hablan, su afán revisionista, lo mucho que gritan, lo poco que respetan. Cuando escucho a estos periodistas entiendo que España haya sido siempre un país tan miserable; entiendo que hayamos perdido el tren del siglo XVIII, del siglo XIX, del siglo XX teniendo el poder como voceros a gentes como ésa: intransigentes, sanguinarios y torpes.
Con la que se nos viene encima espero que surja, desde las filas de las personas sensatas ya sean de izquierdas o de derechas, un movimiento general de repulsa a semejantes prácticas caciquiles y se exija la cortesía con el invitado, la discrepancia serena, el beneficio de la duda y no sé cuántas cosas más iba a poner hasta que me he dado cuenta de que estoy en España, un país sin cultura de diálogo, un país realmente pobre... en todo.
Ayer por la noche tras la película El Lector dirigida por Stephen Daldry (esta película quizás ya me predispuso al malestar que sentí más tarde. Trata sobre el juicio -en la década de los 60 del siglo pasado- a una antigua carcelera nazi. El pensamiento de la película sería: ¿Cómo se puede juzgar el pasado a los ojos del presente por muy terrible que haya sido ese pasado? Siempre que veo este tipo de películas con un trasfondo doctrinal, se me ponen los pelos de punta o, en ciertos momentos, siento algo de asco. Para quienes tienen dudas acerca de la responsabilidad de las personas en sucesos tan brutales como el nazismo en Alemania, recomiendo, como ya he hecho en alguna otra ocasión, el libro La destrucción de los judíos europeos escrito por Raul Hilberg en el que, con la finura de un cirujano hábil con el bisturí, el autor nos desgrana no la vida privada de los individuos alemanes sino el apoyo que con sus actos como colectividad otorgaron al gobierno nazi para llevar a cabo sus planes. Está claro que cualquier ser humano en su vida privada ha de tener eso que, mediante escalas morales, llamamos cosas buenas. No me alivia la vida privada de las personas, ni los motivos que les indujeron a alentar atrocidades y menos aún desde la ficción en la que tan sólo un sólido pensamiento filosófico puede salvar o evitar que las interpretaciones conduzcan a errores. O quizá el guionista David Hare quería plantarnos esa duda como ya lo intentó en The Hours o en Damage en temáticas disitntas). Hecha la digresión vuelvo a la tertulia. La televisiones de derechas -hay muchas ahora en España. El motivo es evidente: la gente de derechas es la que tiene dinero para comprar televisiones- son repugnantes, adoptan el tono del franquismo, realzan la autoridad como principio y no dejan de ser arbitrarias en todas y cada una de sus afirmaciones. Para tamizarlas un poco suelen poner entre los tertulianos a uno de izquierda moderada -dos como mucho-. Pero bueno, tampoco me quiero extender en sus estrategias. Ocurrió que tras la película me puse a zapear y llegué a una de esas televisiones y escuché durante un rato a esos fiscales/periodistas sentados a una mesa acribillando a preguntas tendenciosas a un representante de una asociación de ateos -curiosamente el único que estaba de pie de todos ellos- y sin dejarle apenas responder. El representante era un hombre pausado que intentaba dar sus opiniones -por cierto de una lógica aplastante- mientras esos perros de presa querían retorcerle el argumento con preguntas insidiosas y sobre todo, sobre todo, nada inteligentes. Porque lo que me aterra de esos supuestos periodistas y expertos (de no sé qué) es su alma de inquisidor, la ausencia absoluta de cintura en el pensamiento, las ganas que tienen de vencer al enemigo -porque el representante de los ateos era un enemigo al que habían detenido y se había convertido en acusado frente a ellos-; me aterra lo mal que visten, lo mal que hablan, su afán revisionista, lo mucho que gritan, lo poco que respetan. Cuando escucho a estos periodistas entiendo que España haya sido siempre un país tan miserable; entiendo que hayamos perdido el tren del siglo XVIII, del siglo XIX, del siglo XX teniendo el poder como voceros a gentes como ésa: intransigentes, sanguinarios y torpes.
Con la que se nos viene encima espero que surja, desde las filas de las personas sensatas ya sean de izquierdas o de derechas, un movimiento general de repulsa a semejantes prácticas caciquiles y se exija la cortesía con el invitado, la discrepancia serena, el beneficio de la duda y no sé cuántas cosas más iba a poner hasta que me he dado cuenta de que estoy en España, un país sin cultura de diálogo, un país realmente pobre... en todo.
Como una fuerza invisible, como un grito mundo, así se levanta la mañana de este sábado. Cometida la atrocidad por orden del premio Nobel de la Paz y presidente de los Estados Unidos, leo, en un artículo de Manuel Rivas, una cita de Mark Twain: Las guerras se inventaron para que los norteamericanos aprendiesen geografía.
Al mismo tiempo dos nonagenarios Stéphane Hessel y José Luis Sampedro, el primero escribiendo y el segundo prologando la edición en español, lanzan al mundo el panfleto Indignaos. Un poco más allá, o más acá, Federico Mayor Zaragoza y el juez Baltasar Garzón lanzan el suyo propio de titulo, Reacciona.
Como un reguero de denuncia, como la savia que vuelve a imprimir vida al viejo roble decaído, un fantasma de denuncia recorre el mundo. Hartos de tanta retórica vacía (desmantelaré Guantánamo en un año, el Premio Nobel de la Paz lo dijo hace tres); hartos de tanto ladrón de guante parlamentario y coche oficial y VISA oro; hartos de tanto concejal cacique que ni se digna escuchar la propuesta de un ciudadano para crear riqueza en su pueblo; hartos de tanta miseria; hartos de tan poca altura moral, ¡sí, sí altura moral!, voces antiguas y nuevas reclamamos el derecho al Derecho; reclamamos la Justicia Universal; reclamamos que cárceles como Guantánamo desaparezcan de una puta vez y para siempre y una vez conseguido y como dijo Chomsky exigimos que los presidentes de los Estados Unidos vivos sean juzgados por Crímenes contra la Humanidad en un Tribunal Internacional y que los líderes chinos se sienten también en los banquillos y cualquier otro grupo de poder que aplaste con la bota del Terror el derecho a la felicidad de las personas. Y que en nuestro pequeño país llamado España, se vuele por los aires el monumento del Valle de los Caídos y su Basílica Inmunda en donde en vez de a incienso huele a venganza (a parte de que estropea una barbaridad el paisaje).
No tengamos miedo, vienen a decirnos, lo peor ya está pasando. Lo peor es esta Nada. Lo peor es mirar para otro lado cuando los ricos son más ricos, los pobres son más pobres, la silicona se vende a precio de oro y los calzoncillos con rellenos para el culo se ponen de moda. Nunca como ahora vino a colación la frase que un Pirata le soltó al emperador Alejandro el Magno antes de ser ajusticiado: A mí me llaman pirata porque tengo un barco y a ti te llaman Emperador porque tienes mil.
Exijamos que el voto en blanco tenga la utilidad que se merece.
Exijamos que los especuladores tengan prohibida la entrada en los Mercados de Valores (valores humanos también).
Exijamos tener derecho al voto de los cinco poderes del mundo: Económico, Politico, Judicial, Periodístico y Religioso.
Exijamos las listas abiertas.
Y porque es un fantasma el que recorre el mundo, yo quiero que se materialice y desde esta humilde tribuna hacerlo de carne, sangre e ideas aunque tan sólo sea para conformar la luna de la uña de su meñique.
Al mismo tiempo dos nonagenarios Stéphane Hessel y José Luis Sampedro, el primero escribiendo y el segundo prologando la edición en español, lanzan al mundo el panfleto Indignaos. Un poco más allá, o más acá, Federico Mayor Zaragoza y el juez Baltasar Garzón lanzan el suyo propio de titulo, Reacciona.
Como un reguero de denuncia, como la savia que vuelve a imprimir vida al viejo roble decaído, un fantasma de denuncia recorre el mundo. Hartos de tanta retórica vacía (desmantelaré Guantánamo en un año, el Premio Nobel de la Paz lo dijo hace tres); hartos de tanto ladrón de guante parlamentario y coche oficial y VISA oro; hartos de tanto concejal cacique que ni se digna escuchar la propuesta de un ciudadano para crear riqueza en su pueblo; hartos de tanta miseria; hartos de tan poca altura moral, ¡sí, sí altura moral!, voces antiguas y nuevas reclamamos el derecho al Derecho; reclamamos la Justicia Universal; reclamamos que cárceles como Guantánamo desaparezcan de una puta vez y para siempre y una vez conseguido y como dijo Chomsky exigimos que los presidentes de los Estados Unidos vivos sean juzgados por Crímenes contra la Humanidad en un Tribunal Internacional y que los líderes chinos se sienten también en los banquillos y cualquier otro grupo de poder que aplaste con la bota del Terror el derecho a la felicidad de las personas. Y que en nuestro pequeño país llamado España, se vuele por los aires el monumento del Valle de los Caídos y su Basílica Inmunda en donde en vez de a incienso huele a venganza (a parte de que estropea una barbaridad el paisaje).
No tengamos miedo, vienen a decirnos, lo peor ya está pasando. Lo peor es esta Nada. Lo peor es mirar para otro lado cuando los ricos son más ricos, los pobres son más pobres, la silicona se vende a precio de oro y los calzoncillos con rellenos para el culo se ponen de moda. Nunca como ahora vino a colación la frase que un Pirata le soltó al emperador Alejandro el Magno antes de ser ajusticiado: A mí me llaman pirata porque tengo un barco y a ti te llaman Emperador porque tienes mil.
Exijamos que el voto en blanco tenga la utilidad que se merece.
Exijamos que los especuladores tengan prohibida la entrada en los Mercados de Valores (valores humanos también).
Exijamos tener derecho al voto de los cinco poderes del mundo: Económico, Politico, Judicial, Periodístico y Religioso.
Exijamos las listas abiertas.
Y porque es un fantasma el que recorre el mundo, yo quiero que se materialice y desde esta humilde tribuna hacerlo de carne, sangre e ideas aunque tan sólo sea para conformar la luna de la uña de su meñique.
Guantánamo
Hay un debate por la noche, en una televisión española, donde se discuten y analizan los temas del día. Uno de esos temas, claro, era la muerte de Bin Laden y otro, derivado de éste, la bondad de la tortura como método para conseguir información.
Como me siento arropado por muchos "moralistas de mierda" como yo, voy a seguir oponiéndome a semejante sarta de fariseos (lo siento por los fariseos, fueron siempre muy socorridos para calificar a los hipócritas, como nosotros los cojos somos siempre muy socorridos como metáfora de lo imperfecto).
En el día de ayer, cuatro de los seis periodistas que debatían, apoyaban sin fisuras la acción emprendida por los EEUU para asesinar a un hombre. Les importaba un ardite que para hacerlo invadieran el espacio de un país extranjero (para los que no lo vean claro: si Bin Laden hubiera estado en Suecia, los americanos habrían entrado allí, sin permiso ninguno, y habrían realizado la escabechina dejando como regalito para las autoridades suecas un largo reguero de sangre); ¡ah, perdón, que ese país es Pakistán y por lo tanto Pakistán -que tiene armas nucleares- no merece el respeto que pueda merecer Suecia o China o, qué decir, Mónaco; Pakistán, como todo sabemos, no tiene derecho a nada, ni siquiera a que se respete la legalidad internacional! Uno de los periodistas de ayer, mirando muy fijamente y cargado de razón, respondería a esta cuestión (lo hizo de hecho exactamente con estas palabras): Las cosas son como son. Ese fue todo el argumentario. Superado este primer escollo moral y legal con semejante argumento, se pasó al segundo: el asesinato de un hombre. Aquí sólo uno -al que todos los demás acallaban con gestos compasivos o desdeñosos- siguió defendiendo la injusticia de semejante acción y cuando osó comparar a Bin Laden con Pinochet, el jefe de opinión del diario ABC, saltó como un tigre con la siguiente respuesta, ¿Cómo te atreves a comparar a Bin laden con Pinochet? Reconozco que ahí me puse a pegar gritos y respondí, desde la distancia imposible de un hombre sentado en el salón de su casa, que por supuesto que se puede comparar a Pinochet con Bin Laden pues ambos asesinaron, torturaron y decidieron sobre la vida de otros en base a un planteamiento ideológico totalitario y excluyente. ¡De qué cojones estamos hablando! ¿Qué pasa que por ser jefe de un estado, se deja de ser un asesino, un violador de la vida humana, un torturador y un canalla? Ya en el colmo de la idiotez supina, como planteamiento que no admitiía discusión, uno de los periodistas, con los ojos enrojecidos, no sé si por el alcohol o su afán sanguinario, arguyó: Si en la Segunda Guerra Mundial un comando inglés hubiera podido entrar en Alemania y llegar hasta Hitler y allí mismo lo hubieran matado, ¿habríamos puesto el grito en el cielo? En ese momento se me cayeron los palos del sombrajo, no sé decirlo mejor. Recuerdo la época en la que dicen que éramos más bárbaros, en el siglo XVI, cuando el rey de Francia Francisco I fue apresado por Carlos V y luego, tras pagos y negociaciones fue liberado. Aunque la razón fundamental por la que me parece más repugnante esta defensa a ultranza del ojo por ojo, es por lo que escribí en Pobres peces: porque el haber juzgado a Bin Laden en el Tribunal de Justicia competente, habría sido una prueba de que el Imperio de Ley es la quintaesencia de la libertad y el derecho a la defensa de todo ser humano, de TODO ser humano, por muy cabrón y despiadado que sea.
Luego se entró en el tercer debate: la utilidad de la tortura. Aquí ya no lo pude soportar. No me podía creer que se estuviera debatiendo el 4 de mayo de 2011, en un país supuestamente democrático, (como en muchos otros países a esa misma hora y ese mismo día), semejante tema. Porque ante la tortura yo creía que sólo había una respuesta: no y nunca.
Como me siento arropado por muchos "moralistas de mierda" como yo, voy a seguir oponiéndome a semejante sarta de fariseos (lo siento por los fariseos, fueron siempre muy socorridos para calificar a los hipócritas, como nosotros los cojos somos siempre muy socorridos como metáfora de lo imperfecto).
En el día de ayer, cuatro de los seis periodistas que debatían, apoyaban sin fisuras la acción emprendida por los EEUU para asesinar a un hombre. Les importaba un ardite que para hacerlo invadieran el espacio de un país extranjero (para los que no lo vean claro: si Bin Laden hubiera estado en Suecia, los americanos habrían entrado allí, sin permiso ninguno, y habrían realizado la escabechina dejando como regalito para las autoridades suecas un largo reguero de sangre); ¡ah, perdón, que ese país es Pakistán y por lo tanto Pakistán -que tiene armas nucleares- no merece el respeto que pueda merecer Suecia o China o, qué decir, Mónaco; Pakistán, como todo sabemos, no tiene derecho a nada, ni siquiera a que se respete la legalidad internacional! Uno de los periodistas de ayer, mirando muy fijamente y cargado de razón, respondería a esta cuestión (lo hizo de hecho exactamente con estas palabras): Las cosas son como son. Ese fue todo el argumentario. Superado este primer escollo moral y legal con semejante argumento, se pasó al segundo: el asesinato de un hombre. Aquí sólo uno -al que todos los demás acallaban con gestos compasivos o desdeñosos- siguió defendiendo la injusticia de semejante acción y cuando osó comparar a Bin Laden con Pinochet, el jefe de opinión del diario ABC, saltó como un tigre con la siguiente respuesta, ¿Cómo te atreves a comparar a Bin laden con Pinochet? Reconozco que ahí me puse a pegar gritos y respondí, desde la distancia imposible de un hombre sentado en el salón de su casa, que por supuesto que se puede comparar a Pinochet con Bin Laden pues ambos asesinaron, torturaron y decidieron sobre la vida de otros en base a un planteamiento ideológico totalitario y excluyente. ¡De qué cojones estamos hablando! ¿Qué pasa que por ser jefe de un estado, se deja de ser un asesino, un violador de la vida humana, un torturador y un canalla? Ya en el colmo de la idiotez supina, como planteamiento que no admitiía discusión, uno de los periodistas, con los ojos enrojecidos, no sé si por el alcohol o su afán sanguinario, arguyó: Si en la Segunda Guerra Mundial un comando inglés hubiera podido entrar en Alemania y llegar hasta Hitler y allí mismo lo hubieran matado, ¿habríamos puesto el grito en el cielo? En ese momento se me cayeron los palos del sombrajo, no sé decirlo mejor. Recuerdo la época en la que dicen que éramos más bárbaros, en el siglo XVI, cuando el rey de Francia Francisco I fue apresado por Carlos V y luego, tras pagos y negociaciones fue liberado. Aunque la razón fundamental por la que me parece más repugnante esta defensa a ultranza del ojo por ojo, es por lo que escribí en Pobres peces: porque el haber juzgado a Bin Laden en el Tribunal de Justicia competente, habría sido una prueba de que el Imperio de Ley es la quintaesencia de la libertad y el derecho a la defensa de todo ser humano, de TODO ser humano, por muy cabrón y despiadado que sea.
Luego se entró en el tercer debate: la utilidad de la tortura. Aquí ya no lo pude soportar. No me podía creer que se estuviera debatiendo el 4 de mayo de 2011, en un país supuestamente democrático, (como en muchos otros países a esa misma hora y ese mismo día), semejante tema. Porque ante la tortura yo creía que sólo había una respuesta: no y nunca.
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Ensayo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/05/2011 a las 22:33 | {0}