Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Proclama de Isaac Alexander


The atrocity exhibition
The atrocity exhibition
¡Perros viejos! ¡Hideputas! Seguís siendo los mismos incultos vergonzantes. ¡Cuándo admitiréis que Fernando el Católico era descendiente de judíos! Queréis como los antiguos cristianos viejos negar la educación. Porque en aquellos tiempos (y en estos tiempos) todo lo que estuviera relacionado con el saber (ya fuera saber manual, ya fuera saber intelectual) pertenecía a los moros o a los judíos, dignos hijos de este suelo que se llama España, cuyo gentilicio, españoles, no fue concebido hasta bien pasado el siglo XII y además fue concebido por hombres de las tierras de Provenza. ¿Cuándo un pueblo recibió su nombre de extranjeros? ¿Dónde se ha visto sino en una tierra que no tuvo dueñas hasta que una casta aplastó a las otras y erigió a un símbolo Cristo -por lo demás inventado por alguien que ni siquiera lo conoció, el rencoroso Pablo de Tarso- como martillo pilón de los herejes?
¡Vencisteis, casta cristiana! Y aplastasteis a las otras dos y desde entonces España se vio sumida en una ignorancia, en un cerrilismo, en una sumisión a los valores de los vencedores que nos ha traído hasta aquí.
Y ahora queréis hacer -gentes de la derecha, herederos de los cristianos viejos- que nuestros hijos se vuelvan de nuevo ignorantes; queréis quitarle la educación a los más humildes y guardárosla para vosotros (porque habéis descubierto, cabrones, que la educación es útil y sobre todo porque os habéis quedado sin tierra; porque la tierra no compra un Ipod. Ya no podéis ser sólo labriegos. Y aunque os joda, malditos incultos de salón, habéis tenido que aprender oficios y números para intentar mantener vuestras prebendas de casta).
La ignorancia es arma poderosa de las élites. Porque Esperanza Aguirre puede ser vulgar e implacable mientras encarga a su consejera de educación que lance los balones fuera y juegue con las palabras como si la vida de los hombres fuera una cuestión de sofística. Y no ocurre sólo en la Comunidad de Madrid. Ved si no la proclama de la diputada de Les Corts Valenciana Ana Noguera sobre el estado de la educación pública en dicha ¿comunidad o país? Y sí, sí, es del PSOE y parece ser que es de las auténticas.
Pasóseme el calentón.
O quizá me guarde fuerzas porque la que nos viene encima con tanto hideputa cristiano viejo de derechas tras el 20-N, va a ser de órdago.

Ensayo

Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 06/10/2011 a las 17:28 | Comentarios {1}


Ser
The atrocity exhibition
The atrocity exhibition
Cuando escucho o leo las elucubraciones sobre el ser, suelo sentir primero una intensa admiración (una persona -reflexiono- ha indagado sobre el ser y ha llegado a éstas o aquéllas conclusiones) ya sea si es Mengano, Zutano o Fulano; si pertenece a la cultura occidental o si viene de las misteriosas inmanencias orientales o también si son seres que han elaborado complejos sincretismos entre unas nociones y otras (los más audaces producen en mí audacia; los más cautos cautelas; los más exuberantes, exuberancia en mí producen). Luego suelo entrar en una segunda fase, yo la llamaría melancolía del pensar que me lleva a una tierna idea cuyo limo sería que los hombres apenas saben nada y que creer -ciega o sesudamente en algo- no es más que una forma de aliviar el miedo a este terrible estigma que nos ha tocado en suerte. Porque al fin y al cabo vivir, lo que es vivir, tiene ese mucho de abismo y ese poco de claridad. Porque no somos babosas -las cuales parece ser que no tienen la espada de Damocles de la autoconciencia, como tampoco la tiene el león y parece ser que sí un poquito el chimpancé- sino que nos levantamos por las mañanas y al ver el mundo (o su apariencia, ¡qué más da!) nos colocamos en él y sabemos que somos quienes somos, Petra, Alfredo, William, Najbadar, Mambrú o Clitemnestra, y con nosotros hemos atravesar el día y soportar las cargas que ninguno eligió a priori.

Hay personas para quienes somos un cúmulo de esfuerzos y superaciones; personas que creen, terriblemente, en la superación y exigen de cada ser humano que detenga sus vendavales, que airee las casas cuando toca, que alardee como pavo de su fuerza y que vuelva, en la noche, con la cabeza bien alta y el corazón a su ritmo.
Los hay que fían su devenir en un Dios Altísimo, para el cual no somos más que unas marionetas cuyo libre albedrío él nos tuvo a gracia conceder -quedando así la libertad y el albedrío francamente menguados- y al cual debemos una obediencia ciega y un alma de asesino si tiene a bien exigírnosla. Por él inmolaremos a nuestros hijos. Por él iremos a la guerra. Por él seremos mártires con la promesa de que tras el dolor vendrá el placer (ya sea en forma de huríes o en forma de contemplación de la dicha eterna).
También están los que nos calman advirtiéndonos de que el cuerpo que nos habita no somos nosotros. Nos dicen -cuales tatas al llegar la noche- que somos personajes que se han acostumbrado a su personaje y se han olvidado que tras él hay un actor. Nos quieren desvelar el rostro del actor con la esperanza de que al verlo, al dejarlo salir, todas las cuitas del personaje que habíamos venido representando se nos aparecerán como lejanas, de otro y ese descubrimiento nos aliviará tanto que seremos luz de donde el sol la toma.
Para no hacer cansina la enumeración de las posibles formas de entender el ser, también existen los que ya no están estando; los que han encontrado la realidad última; los que han descubierto que el mundo es tan sólo una apariencia cuyas magnitudes -espacio y tiempo- son tan sólo pálidos reflejos de la realidad verdadera; hombres por encima del bien y del mal o por mejor decir, por encima del placer y el dolor: personas que nada les atañe, que nada les implica, que nada les invoca y que te dicen que ésa es la verdadera naturaleza del ser (no ser siéndolo todo).
Los hay, por último, que arguyen que el ser se rige por unas leyes naturales que en nada le importa. Ocurrió esto. Siguió aquello. Surgiste tú. Desapareciste. La química ordenó. La física produjo. Se dieron las circuntancias oportunas. No le des más vueltas. No va contigo.

Suelo sufrir luego una tercera fase: es la angustia más pavorosa que se pueda dar. Abro los ojos, veo la vida y me siento inútil. Y sé que nunca podré abrazar creencia alguna porque todas me quieren alejar de lo que es estar vivo: sentir placer y sentir dolor. Todas tienen una última tentación de anestesiar los rigores del hombre sobre la tierra. Pero la tierra es al hombre, lo que el hombre a la idea: el único suelo que puede habitar. Sin hombres no habría ideas y sin tierra no habría hombres.

La cuarta es ésta en la que me encuentro: muy cansado. Con ganas de dormir. Tan sólo dormir... y no soñar.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/09/2011 a las 14:04 | Comentarios {0}


El 11 de septiembre de 2001. Por fin ya teníamos los de la generación del 60-75 una fecha para la historia. Por fin los gobernantes y financieros de la primera potencia del mundo habían encontrado un motivo suficiente para atacar y llenarse de razones. Aquel día no llegaron a 3000 los muertos (curiosamente ese día, a esas horas, las torres del World Trade Center tenían la ocupación más baja de toda su historia. Bueno, casualidades). 3000 muertos que cambiaron la historia, dicen, los exégetas de las conmemoraciones. ¿Qué ha cambiado desde entonces? En el Cuerno de África están muriendo MILES de personas al día de hambre.
Ayer vi en la 1 de Radio Televisión Española la Apología de Oliver Stone sobre el pueblo yankee y lo buenas personas que son todos en su película de propaganda World Trade Center (últimamente todas las películas de este director son pura propaganda, con lo bueno que era montando), y lo que me ocurrió es que mientras veía el sufrimiento del pueblo americano, lo que veía sobre todo es que tenían grifos con agua, neveras llenas, hot dogs en mitad del derrumbe, carreteras, aviones, fortalezas, satélites, marines, medios humanos para aplacar el destrozo. ¿Qué cambió el mundo? ¿Qué diferencia esa matanza de tantas otras matanzas? ¿A parte del hecho humano en sí: la mujer que pierde a su hijo; la niña a la que le cortan de cuajo las piernas; el héroe que da su vida por los demás? En fin esas coasas que ocurren en todas las partes del mundo cuando la tragedia se abate sobre una comunidad, ¿qué es diferente? ¿qué huella ha dejado sino el disparate de la venganza y poco más? ¿Somos mejores desde entonces? ¿El pueblo americano es mejor? ¿Lo son sus dirigentes? ¿Alguna lección moral de nuevo cuño que nos ponga la piel de gallina al resto de la población? ¿Algún discurso enriquecedor? ¿Alguna historia fascinante?
Engaños. Propaganda. Alardes.
Entiendo que una nación honre a sus muertos pero no entiendo que el resto del planeta haga lo mismo.
¿Por qué me ametrallan -informativamente hablando- en España de algo que no tiene más sentido que el sinsentido del ser humano en su máxima expresión una y mil veces repetido?
¿Qué nos quieren recordar? ¿Que los neoyorquinos lo pasaron muy mal? o ¿que cuidado con los americanos? o ¿que hay terroristas que no son lo mismo que los ejércitos pero que hacen exactamente lo mismo: cargarse población civil de su propio país o de otros países?
¿Qué mierda de conmemoración es ésta? ¿Por qué no dejamos ya de conmemorar la injusticia y la sangre?
Hambre sin conmemoraciones
Hambre sin conmemoraciones

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/09/2011 a las 12:49 | Comentarios {0}


Déjame abrazarte. Lo he pensado por la carretera. Los kilómetros que se hacen largos. El tiempo que parece que se acaba. Las proporciones. ¿Qué está pasando? ¿Qué nos espera? ¿Por qué tanto miedo?

Casi todos hemos comido hoy en España. Las gentes, las que han decidido participar de este sistema, casi todas (si no todas) en esta parte del mundo, han comido hoy. ¿Qué no sabes tú para poder hablar de lo que está ocurriendo? ¿Qué oscuros arcanos no controlas? ¿Por qué no puedes decir con tan sólo tu sentido común que hay algunos a los que les está haciendo mucho bien esta generación constante de miedo?

Pensémoslo a largo plazo (o medio) porque ese debe de ser uno de los arcanos: la medida de los plazos. Desde el 11 de septiembre de 2011 el miedo es el gran generador de noticias del mundo occidental. El miedo genera insatisfacción. La insatisfacción es buena para controlar a las masas (esto que escribo se sabe, al menos, desde el año 1925). El miedo paraliza. Durante los ocho primeros años del siglo XXI el terror a unos locos sanguinarios árabes, distintos, que vivían en unas montañas en un país escabroso y que tenían entre sus manos las destrucción de nuestro descansado mundo, llenó las páginas y las portadas de todos los medios de comunicación; recuerdo que el miedo era constante; recuerdo una tarde en que iba con mi hija en el metro en el año 2004 tras los atentados de Madrid, en que me entraron sudores fríos ante un paquete que un moro había dejado a su lado; fue tanto mi terror que me bajé antes de la parada. El miedo. El miedo. Siempre el miedo. Siempre la inseguridad. Siempre un enemigo externo, sin rostro y con rostro. Curiosamente ese terror no ha doblegado al mundo occidental. De esto nos empezamos a dar cuenta cuando los atentados ocurrían siempre con armas convencionales (¿dónde está el ántrax? ¿dónde la bomba atómica casera?) y cuando ya el tema recurrente del terror islámico se convirtió en tedio y por lo tanto este Satanás ya no causaba el efecto deseado, llegaron los valientes muchachos de las Fuerzas Especiales americanas y se cargaron sin contemplaciones a ese Demonio horrible que tanto había costado encontrar -viviendo como vivía en un chalet en las afueras de una ciudad de Pakistán (vamos, imposible encontrarlo)- llamado Bin Laden en este año de 2011 (justo en el décimo aniversario de la matanza en New York).

Había por lo tanto que inventar un nuevo miedo. Un terror profundo. Una forma de mantener a las gentes en sus puestos de trabajo. De callar ante el jefe. De ahorrar lo suficiente y comprar también que así ayudamos a nuestro mundo. De detener de forma tajante los grandes movimientos migratorios. De volver a la quietud de los países quietos y ricos. Había que crear un miedo igual al terrorismo islámico pero distinto en sus contenidos (los Masa necesitamos estímulos nuevos). Si antes era que tu hijo saliera volando en pedazos en un centro comercial; ahora va a ser que tu hijo no pueda ir a ese centro comercial porque tú eres un puto miserable que se ha quedado sin trabajo. Había que meter en las mentes del hombre corriente el terror a la pérdida de su statu quo (que si lo analizamos bien era exactamente la misma amenaza latente en el terrorismo islámico). Había que crear una enorme burbuja de terror planetario. Una crisis que llegara a oleadas y que esas olas fueran cada vez más grandes, cada vez más altas, cada más seguidas. Inseguridad. Inseguridad. Inseguridad. Siempre latiendo. Siempre fortaleciéndose. Y lógico será que la catarsis de esta terrible y espantosa crisis no sea lo que han solido ser: una GUERRA. ¡Ah, sí, una buena guerra! Que como toda persona con dos dedos de frente y un poco de cultura sabe, es el gran negocio de los negociantes. Y de paso nos deja extenuados. Y de paso nos recuerda lo que nos va a pasar como nos portemos mal. Y así tras la limpieza catártica a base de bombas y soflamas, volverá un presidio transitorio de calma (perdón, quería escribir periodo transitorio de calma), donde se irán haciendo los negocios y se irán preparando los nuevos terrores con los que mantener controladas a las Masas, que somos fáciles de convencer pero algo tercas, hay que darnos palo para que entremos en el corral y engaño para que entremos por el corredor que nos lleva al matadero.

Acordémonos: la información actual sólo cuenta sucesos cuando lo verdaderamente importante son los procesos (Ryszard Kapuscinski).

He visto el mar (la mer, la mer, toujours recommencée). Me he sentado ante él. Lo he escuchado. En tierras mediterráneas. Con el sol de septiembre que tan bien supo plasmar Sorolla. El sábado por la tarde estaba inmenso y me fui a él y nadé largo, mucho, hacia el horizonte y cuando estaba en ese lugar donde la playa ya se ha hecho pequeña y los hombres son siluetas y el sol enrojecido se iba a descansar y yo flotaba, he pensado que el mar jamás tiene miedo.
Escuchaba el mar y sentía dentro de él que iba a morir; sentía que un día este cuerpo que aún teclea, no iba a ser nada; ni ese cielo iba a poder ser visto por mis ojos; pensaba el mar y pensaba el miedo que generan los hombres sobre los hombres y sabía que las sociedades no tienen como premisa (¡Ay, utópico artículo primero de la declaración de los derechos humanos, zanahoria para el burro) primera la libertad y fraternidad de sus miembros.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/09/2011 a las 22:51 | Comentarios {0}


Al amparo del ensayo de Pepe Rodríguez, Mentiras fundamentales de la iglesia católica. Editado por Ediciones B.


Sobre las creencias 11. Jesús en Séforis
En tiempos de Yeshúa, Nazareth no existía. O para ser más precisos pudo ser una aldea de no más de treinta casas hechas de adobe y con tejados de paja. Aunque lo más probable -según excavaciones hechas por arqueólogos que no tuvieran como única premisa demostrar la veracidad neotestamentaria- es que la llamada Nazareth no fuera si no un cementerio. Supongamos, a pesar de todo, que Nazareth fuera una aldea. ¿Qué hacían allí José y Jesús, especialistas en la madera y la construcción? ¿Por qué vivían en un lugar donde no podían ejercer su trabajo?

Una desapasionada lectura del Nuevo Testamento, nos hace ver dos cosas: una que los cuatro evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) no conocieron personalmente al tal Jesús y que, la inspiración del Espíritu Santo a la hora de escribir la vida y obra de este personaje, está llena de contradicciones (como si hubieran sido inspirados por un espíritu ebrio). Es necesario recordar que la iglesia católica tiene como dogma de fe la inspiración divina tanto de los textos veterotestamentarios como los del nuevo.

Saulo de Tarso es el verdadero crador del Jesús-Cristo (que no es el mismo Jesús que nos cuentan los evangelios. Como tampoco es el mismo Dios el que nos cuentan en el Antiguo Testamento. Uno es Yahvé y otro Eloí).

La jerarquía católica es la única de las jerarquías religiosas que prohibió a sus fieles leer sus textos sagrados (nada más y nada menos que durante 1.800 años). ¿Por qué?

Es de lógica afirmar que María no era virgen a la hora de concebir a Jesús. Pero si creyéramos en los milagros ¿no sería lógico que los cuatro evangelistas se explayaran versículos y versículos en este hecho extraodinario para otorgarle todo el valor y trascendencia que tiene? Y sin embargo tan sólo Mateo y Lucas le dedican cuatro pobres versículos. Comparémoslo por ejemplo con los más de ocho capítulos que se dedica en el Antiguo Testamento a la decoración del Tabernáculo. ¿Dios sabe más de trapos que de úteros? (Insisto en la inspiración divina de los libros sagrados)

La religión Católica se crea a partir de Constantino, como una forma de poder terrenal y sus bases se fijan en el Concilio de Nicea (325 d.C.).

De Nazareth no hablan los grandes escritores judíos de la época (entre todos Flavio Josefo) y sí en cambio de una ciudad que se encontraría a unos cinco kilómetros de la ubicación de este cementerio: Séforis que fue -en palabras de Pepe Rodríguez, autor del muy intererante ensayo (aunque de título infumable) Mentiras fundamentales de la iglesia católica- "la capital de la tretarquía galilea de Herodes Antipas hasta el año 19 d.C. Era la ciudad más importante de la región -la `Corona de Galilea´ según Flavio Josefo- con numerosas escuelas rabínicas que, como en toda Galilea, postulaban un judaísmo muy estricto, y residencia de las clases pudientes que no se instalaron en Tiberíades, la nueva capital Herodiana". ¿Por qué no se nombra esta ciudad en los evangelios (es como si en la época actual hablando de Estados Unidos no se nombrara Washington)?

Lo lógico es que José tékton (es decir carpintero constructor) y su hijo Jesús que ejerció tan noble oficio hasta, por los menos, los cuarenta años de edad vivieran en una ciudad donde sí se necesitaban sus conocimientos.

Y ahora viene un hombre llamado Joseph Ratzinger -amparado en las mentiras de su secta- transmutado en Benedicto XVI (de nuevo Saulo de Tarso: la creación de Jesús transmutado en Cristos) a pontificar sobre una perversión que llevó al poder a unos hombres que como escribió uno de sus antecesores -el también Papa Clemente XII (1740-1758)- a su amigo Montfauçon: Se me reprocha que de vez en cuando me entretenga con Tasso, Dante y Ariosto. Pero ¿es que no saben que su lectura es el delicioso brebaje que me ayuda a digerir la grosera sustancia de los estúpidos doctores de la iglesia? ¿es que no saben que esos poetas me proporcionan brillantes colores, con ayuda de los cuales soporto los absurdos de la religión?

Ensayo

Tags : Sobre las creencias Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/08/2011 a las 12:16 | Comentarios {0}


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