No nieve, grulla
La luz sí ordenada bajo el imperio del gris
Young. Escopeta. Sordina
La escuela holandesa de finales del XIX
Vuelo del aire en su vuelta por el mar
Pantalón sin hilván
Porque en la iglesia románica la sonoridad busca su refugio
y la piedra se talla a gusto del cantero
Muesca de mayo
árbol de abril
perfil de un manto que cubriera el cabello de Clotilde García del Castillo
Alza el vuelo el mirlo en los campos blanquecinos por la escarcha
No es páramo, grulla,
sino una continuidad de heladas en la faz norte de un mundo al que nunca accederás
Quietud se pronuncia sorda
Espejo se clava lento
Mano desliza
No vamos a conversar sobre la herida
La sequedad de la boca se adhiere a este deseo
como la campana callada no levanta a las codornices del sembrado
Lejana la montaña
Ardiente el macho cabrío
sosegada la cobra
porque el molino gira y el aspa, arrogante, desafía al círculo
No nieve, grulla, no, no nieve
La luz sí ordenada bajo el imperio del gris
Young. Escopeta. Sordina
La escuela holandesa de finales del XIX
Vuelo del aire en su vuelta por el mar
Pantalón sin hilván
Porque en la iglesia románica la sonoridad busca su refugio
y la piedra se talla a gusto del cantero
Muesca de mayo
árbol de abril
perfil de un manto que cubriera el cabello de Clotilde García del Castillo
Alza el vuelo el mirlo en los campos blanquecinos por la escarcha
No es páramo, grulla,
sino una continuidad de heladas en la faz norte de un mundo al que nunca accederás
Quietud se pronuncia sorda
Espejo se clava lento
Mano desliza
No vamos a conversar sobre la herida
La sequedad de la boca se adhiere a este deseo
como la campana callada no levanta a las codornices del sembrado
Lejana la montaña
Ardiente el macho cabrío
sosegada la cobra
porque el molino gira y el aspa, arrogante, desafía al círculo
No nieve, grulla, no, no nieve
Habla alguien que se parece a un hombre culto y expresa la inquietud de lo cotidiano y el ser. El hombre culto enfrenta ambos conceptos y viene a decir que por ciertas conformaciones fisiológicas (pienso o deduzco que ha de referirse al cerebro o lugar concreto donde el ser piense) somos incapaces de valorar en su absoluta trascendencia lo cotidiano. Hay en su afirmación un deje de melancolía probablemente por el hecho de que aún habiendo pensado él lo dicho, no ha sido capaz de revertir en sí semejante incapacidad. El hombre del que se diría que es culto relaciona también tristeza y no valoración de lo cotidiano. Y así, en un momento de exaltación, dándole vueltas y vueltas a la idea, dejándose llevar por un anhelo de comunicación, como si al elevar la voz y el grado de la gesticulación consiguiera transmitir más que si no hiciera aspavientos o gritara, colocándose incluso al borde de la butaca en donde, hasta ese momento, se había sentado con las posaderas bien asentadas en el asiento y la espalda cómodamente apoyada en el respaldo, abriendo las piernas, expandiendo la caja torácica, tomando -como digo y como recuerdo- una gran bocanada de aire, y mirándonos con súplica y exigencia pronuncia, ¡Bendito aburrimiento! Y al decirlo parece derrumbarse como si el esfuerzo hubiera sido prometeico, parece también resignarse y cierra los ojos en un afán -supongo- de interioridad, de asunción por su parte de lo que acaba de decir; una postura en la que se mantiene un tiempo -creo recordar- concentrado y mediante la cual la respiración se le va calmando hasta parecer una mar calma tras el último abordaje de la tempestad.
El hombre culto se apacigua, relaja las manos, apoya su espalda en el respaldo de la butaca, mira un cuadro de estilo cubista, una naturaleza muerta con pipa, tazón y búcaro, traga saliva, sonríe beatífico y entre dientes, masticándolo, ora de nuevo su mensaje.
El hombre culto se apacigua, relaja las manos, apoya su espalda en el respaldo de la butaca, mira un cuadro de estilo cubista, una naturaleza muerta con pipa, tazón y búcaro, traga saliva, sonríe beatífico y entre dientes, masticándolo, ora de nuevo su mensaje.
Amor y azar huelen a sal
Ensayo
Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/10/2017 a las 14:30 | {0}Palada primera
Palada segunda
Y cuando esto ocurre en mi país recuerdo lo que ocurrió en otros países y con otros grupos: los judíos en toda Europa durante cientos de años; los kurdos en Irak y en Turquía; los tutsis en Ruanda y así podríamos seguir nación por nación, continente por continente encontrando viejas rencillas entre comunidades humanas muchas de las cuales acaban en baños de sangre, en carnicerías fundamentalmente de jóvenes en los frentes de batalla y en las retarguardias el horror de las humillaciones y las venganzas. Es el sacrificio que de tanto en tanto exige la Comunidad por pertenecer a ella. Comunidades siempre necesariamente mediocres, gobernadas por hombres necesariamente mediocres.
Palada tercera
Pausa entre paladas
Ahoritita, en cuanto termine esto, iré al cuarto de baño, me pondré de rodillas y empezaré a vomitar. No será por la mañana que ha amanecido hermosa como las postales de mi abuelo cuando estaba de embajador en La Haya. Mi padre me regaló las postales de su padre y en ellas se pueden intuir retazos de aquel hombre que engendró nueve hijos entre destino y destino. Tampoco será porque al caminar en esta hermosa mañana de otoño, me ha venido a las mientes (no he recordado sino que el recuerdo me ha recordado a mí y a mí ha venido) una noche con Rosa -que era una muchacha preciosa y sorda- en un tugurio que se llamaba Palma 13. Yo sabía que Rosa y yo íbamos a follar esa noche. Llevaba persiguiéndola algún tiempo y por fin, por fin, sus brazos y mis brazos; su boca y mi boca... esas cosas. A Rosa aquella noche en el Palma 13 le apetecía fumarse unos porros y yo, todo caballero, me ofrecí a buscar un camello para conseguir la droga. Salí a la calle, un tipo me abordó y me puso una navaja en el cuello. Le di todo lo que tenía. Lo que él nunca supo es que me robó más que el dinero, me robó una noche de amor con una muchacha preciosa y sorda. No, no es por ese recuerdo que se ha atrevido a atracarme el corazón esta mañana mientras paseaba por lo que voy a vomitar ahoritita, en cuanto acabe esto. Voy a hacerlo para ver si es que tengo dentro, en las tripas, el gusano de la mediocridad de estos días. Voy a hacerlo para descubrir si esta mediocridad que vivo no es tal sino que en realidad es la vida del gusano que se anida en mí. Eso voy a hacer porque reside en mí también el espíritu del investigador (ése no es gusano; ése es búsqueda de luz) y a tientas siempre urde formas de conocer. Conocer por el vómito, por ejemplo. Así es que aquí dejo este ensayo de decir algo de lo que me rodea: unos voceros pregonando una libertad y una república que seguirán machacando a los de siempre; otros que esperan que la fortuna les permita aplastar a sus contrarios; otros más que deciden mirar las etiquetas para ver la procedencia del producto y si es de cierto lugar no comprarlo provocando con ello la ruina de quien lo produce no del lugar donde es producido; y aquéllos que confunden a Agamenón con su porquero.
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Ensayo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/12/2017 a las 11:41 | {0}