1.- La serpiente y la luna son lo mismo. Ambas mudan su piel, vuelven a ser jóvenes, vuelven a envejecer y mudan su piel otra vez.
2.- La esperanza quedó guardada en la Caja de Pandora. Por eso aguardo a que una Pandora rediviva la abra de nuevo y la libere en el Orbe.
3.- Cuando escuché el sonido Gula-Bau despertaron en mi recuerdo Deméter y Perséfone. La luna estaba presente. Yo tenía sed de fuentes de vida (aguas de los Cuatro Ríos).
4.- Lo Dios está más allá y más acá. Está más allá de todos los nombres y de todas las formas y es todos los nombres y todas las formas.
5.- Antes de Yahvé no había en la divinidad ni ira ni peligro.
6.- La palmera datilera ofrece dos frutos (frutos para ser tomados; frutos sin pecado; frutos sin prohibición): el fruto del conocimiento y el fruto de la vida inmortal.
7.- Artísticamente Eva y Adán abandonan el Jardín del Edén. No van tomados de la mano. Cavilan -por separado- que de ahí en adelante tendrán que inventar el Mundo.
8.- Holocausto de cerdos para acallar la maldad de los dáimones. Acequias para que corra la sangre. Campos en el crepúsculo. No queda rastro de los elegantes sacrificios con reses engalanadas que caminan entre las paredes de mármol rosáceo de un templo del Pireo al amanecer. Cerdos muertos. Ominosa diosa Gorgona. O Gorgonas.
Estos aforismos se componen de dos partes:
textos de Las Máscaras de Dios de Joseph Campbell
y pequeñas -y casi banales- glosas mías
2.- La esperanza quedó guardada en la Caja de Pandora. Por eso aguardo a que una Pandora rediviva la abra de nuevo y la libere en el Orbe.
3.- Cuando escuché el sonido Gula-Bau despertaron en mi recuerdo Deméter y Perséfone. La luna estaba presente. Yo tenía sed de fuentes de vida (aguas de los Cuatro Ríos).
4.- Lo Dios está más allá y más acá. Está más allá de todos los nombres y de todas las formas y es todos los nombres y todas las formas.
5.- Antes de Yahvé no había en la divinidad ni ira ni peligro.
6.- La palmera datilera ofrece dos frutos (frutos para ser tomados; frutos sin pecado; frutos sin prohibición): el fruto del conocimiento y el fruto de la vida inmortal.
7.- Artísticamente Eva y Adán abandonan el Jardín del Edén. No van tomados de la mano. Cavilan -por separado- que de ahí en adelante tendrán que inventar el Mundo.
8.- Holocausto de cerdos para acallar la maldad de los dáimones. Acequias para que corra la sangre. Campos en el crepúsculo. No queda rastro de los elegantes sacrificios con reses engalanadas que caminan entre las paredes de mármol rosáceo de un templo del Pireo al amanecer. Cerdos muertos. Ominosa diosa Gorgona. O Gorgonas.
Estos aforismos se componen de dos partes:
textos de Las Máscaras de Dios de Joseph Campbell
y pequeñas -y casi banales- glosas mías
Veremos si la indiferencia se puebla de fantasmas
No dejes de mirarnos
Sabemos que la luna
camina tras las nubes
y este ensayo tiene restos
Cantemos entonces
Ahora en la noche
Sobre la tierra que un día pisaron los otros
No dejes de mirarnos
Sabemos que la luna
camina tras las nubes
y este ensayo tiene restos
Cantemos entonces
Ahora en la noche
Sobre la tierra que un día pisaron los otros
Este auge de los fascismos. Esta sociedad transparente. Este pedazo de estúpido integral que es el presidente del imperio, con sus gestos a lo dictador, una mezcla espantosa entre Mussolini y el Oso Yogui. La caída en la literalidad. La obligación de decantarse. Ver cómo se arrumba el sentido figurado, la ironía, incluso el sarcasmo. Esas leyes que se cambian con el método chulesco de un presidente de todo un tribunal supremo de un país que se pavonea -como tantos- de democrático que zanja un debate porque está hasta los cojones de debatir y ¡oh, suerte de la moneda! esta cae del lado de quienes en este momento dominan realmente el mundo: los guardianes del dinero.
Ante eso. Ante lo pornográfico de la sociedad en la que vivo (para quien quiera saber a qué me refiero con esos términos que empiece a leer, a conocer, a saber, a reconocer de una puta vez ) me voy a pasear por el paisaje ambiguo de un día nublado de noviembre en el que las nubes se han comido las montañas y se escuchan gemidos que podrían ser gozos de mamíferos follando. Ante tal reguero de estulticia me meo en el tronco de un árbol, en la soledad del camino tan sólo estropeado por los sonidos feos de unas máquinas a motor. Detesto el ruido de los motores de las máquinas. Los gritos continuos de los niños en un patio los detesto menos. En el ansia que siento en las ciudades se ve el triunfo del capitalismo. Me alejé de las ciudades. Me alejé de ese ansia que se contagia. Ese ansia de igualdad que genera una sociedad profunda y cruelmente desigual. Espejismos. Apariencias. Anhelos.
¡Qué tosco, mortal, es todo! A imagen y semejanza de las leyes del universo.
Ante eso. Ante lo pornográfico de la sociedad en la que vivo (para quien quiera saber a qué me refiero con esos términos que empiece a leer, a conocer, a saber, a reconocer de una puta vez ) me voy a pasear por el paisaje ambiguo de un día nublado de noviembre en el que las nubes se han comido las montañas y se escuchan gemidos que podrían ser gozos de mamíferos follando. Ante tal reguero de estulticia me meo en el tronco de un árbol, en la soledad del camino tan sólo estropeado por los sonidos feos de unas máquinas a motor. Detesto el ruido de los motores de las máquinas. Los gritos continuos de los niños en un patio los detesto menos. En el ansia que siento en las ciudades se ve el triunfo del capitalismo. Me alejé de las ciudades. Me alejé de ese ansia que se contagia. Ese ansia de igualdad que genera una sociedad profunda y cruelmente desigual. Espejismos. Apariencias. Anhelos.
¡Qué tosco, mortal, es todo! A imagen y semejanza de las leyes del universo.
A Julia Maestre Alarcón, mi primera maestra, en el aniversario de su segundo tránsito conocido por mí (no sé cuántos más ha tenido desde entonces ni cuántos tuvo antes de eso que he llamado "entonces" [si los tuvo, si existen, si no es que todo es lo mismo])
Duermen los muertos. Algunos llevan dormidos millones de años. ¿Cuándo murió la primera urbilateria? Sobre los cimientos de la muerte se ha ido construyendo esta nueva frontera, penúltimo salto del que seremos conscientes y me siento afortunado de estar aquí, de estar asistiendo a ella, de ser consciente. Somos educados para no ser conscientes de saber dónde nos encontramos. Manejan nuestras mentes en la infancia y para siempre una impronta se queda marcada en nuestros cerebros sólo que hay una llave -una entre otras- que a veces -porque no es siempre- abre el camino al descubrimiento de esa impronta y su posterior destrucción; esa llave es el sufrimiento. Ya desde los griegos esta idea subyace como poso de sabiduría. Pensaba Esquilo que obrando cae el hombre en la culpa; toda culpa encuentra su expiación en el sufrimiento; el sufrimiento lleva al hombre a la comprensión y la comprensión al conocimiento: este es el camino de lo divino a través de mundo de los humanos. Esa impronta se podría llamar: Autoridad. Sería interesante comentar todas las acepciones de esta palabra. Quizás en otro momento. Sirva ahora la acepción más usual. La Autoridad ha marcado la vida de miles de millones de seres humanos al impedirles saber dónde están y al no saberlo -o no saber siquiera que algo había que saber- han vivido, viven, vidas entregadas a otros, sacrificadas para el bienestar de otros -en muchísimas ocasiones no sólo para su bienestar sino para alimentar y hacer triunfar su codicia- de tal forma que hubo y hay ejércitos y ejércitos de vidas ignorantes. Lo paradójico es que también los beneficiarios de la ignorancia de los demás suelen ser a su vez ignorantes también. ¡Cuidado con la ignorancia de los poderosos!
En mi niñez empecé a obrar y empecé a sufrir. Ha tenido que pasar medio siglo para empezar a emocionarme sin rubor y sin culpa del bien, de la visión de la frontera, del dolor y de la estética. Gracias, viejilla mía, por ser la primera que me guió por la senda del sufrir.
En mi niñez empecé a obrar y empecé a sufrir. Ha tenido que pasar medio siglo para empezar a emocionarme sin rubor y sin culpa del bien, de la visión de la frontera, del dolor y de la estética. Gracias, viejilla mía, por ser la primera que me guió por la senda del sufrir.
Documento 21 de los archivos póstumos de Isaac Alexander
Chacra de Río Perdido, provincia de Córdoba. Argentina
28 de septiembre de 1946
Recién llegué a la Argentina, dejé que mis emociones alimentaran el caudal de Río Perdido. Me miro las manos con entusiasmo (tengo a la diosa Vida dentro) y al moverlas, al pasearlas por, por ejemplo, la planta de la lavanda, se me hincha el pecho en una respiración que quisiera abarcar mucho más que mis pobres y atacados pulmones; la lucidez que deriva de la idea de luz, entronca con Lucifer que, etimológicamente, quiere decir El que hace luz porque la lucidez (lo luminoso) siempre ha de tener presente el dolor; ser lúcido es ser consciente del dolor y aún con todo el dolor que este cuerpo mío y esta mente mía ha tenido que contemplar y sufrir, grito frente a los inmensos muros que se levantaron cuando chocaron entre sí las placas tectónicas correspondientes, ¡Gracias! Porque gratitud siento por vivir aunque sea finito y contingente; porque agradezco al cúmulo de azares y destinos que mi padre y mi madre copularan el día indicado y que fuera ese espermatozoide justo y ese óvulo justo quienes se encontraran en el seno de mi madre Esther y surgiera yo, Isaac Alexander, hijo de Salomon Alexander y Esther Steiner, judío por tradición y ciudadano agnóstico y sin dios por elección. Agradezco a las Furias su inclemencia; agradezco a Afrodita su belleza; agradezco a las Parcas cómo consiguen inocular el terror en nuestros corazones; agradezco los pensamientos de los hombres sabios; agradezco los paisajes que nos ofrece el mundo; agradezco la cúpula ardiente del universo y lo que el corazón ansía a veces porque estuve muerto y sin esperanza en una Europa devastada por sus propios habitantes y vi cara a cara la animalidad esencial del ser humano y tuve la certeza de que siempre habrá otros para los que seremos grey y como tal sentirán la tentación de azotarnos y dirigirnos hacia donde ellos quieran por medio de la fuerza de sus látigos y la fiereza de sus perros; por eso exclamo, libre de mis últimos amos, manumitido por otros y por lo tanto libre: ¡Tened cuidado con los pastores! ¡No os dejéis sermonear con palabras graves! ¡Contempladlos y escupidles a la cara y hacedles ver que sois hombres libres, osos en vuestro territorio, animados por un bendito deseo de longevidad!
Amen
Ensayo
Tags : Escritos de Isaac Alexander Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/09/2018 a las 12:10 | {0}
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Tags : Aforismos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/08/2019 a las 23:10 | {0}