¿Dónde estás encuentro? Ese instante vale una vida. Sabes bien de lo que hablas. Conoces el idioma de los labios y el afán que ocultan al quedar a solas. Sabes bien, hombre maduro, recuerdas el primer tacto, el cabello negro y la boca roja -rouge et noir- como recuerdas el entusiasmo ante el arte, el escalofrío ante la belleza, el descubrimiento de la grieta entre la invención y el mundo. Lo recuerdas todo ahora que no lo vives; lo añoras como un sueño que en ocasiones parece volver a tus párpados pero que queda dormido antes de despertar; recuerdas la pasión y eres humano como una leyenda que te contaron cuando contabas veinte años y porque el fuego permanece (no ascuas de ese fuego sino llama, llama que arde y quema, llama azul y violenta, llama que gime, llama que brama) sientes el frío de un calor que nada ni a nadie calienta, que no arde en unos labios, ni quema con su mirada el David de Miguel Ángel, ni quema con su mirada 62 modelo para armar, ni quema con su mirada el pecho de esa mujer, ¡no, no, de esa mujer no, de esa muchacha! Añoras, anhelas, ansías y sobre todo nostalgia.
Extracto del Diálogo Timeo de Platón
Traducción: Mª Ángeles Durán y Francisco Lisi
Editorial: Gredos
... Ciertamente, era necesario que la parte delantera del cuerpo humano se diferenciara y distinguiera de la trasera. Por ello, primero pusieron [los dioses] la cara en el recipiente de la cabeza, le ataron los instrumentos necesarios para la previsión del alma y dispusieron que lo anterior por naturaleza poseyera el mando. Los primeros instrumentos que construyeron fueron los ojos portadores de luz y los ataron al rostro por lo siguiente. Idearon un cuerpo de aquel fuego que sin quemar produce la suave luz, propio de cada día. En efecto, hicieron que nuestro fuego interior, hermano de ese fuego, fluyera puro a través de los ojos, para lo cual comprimieron todo el órgano y especialmente su centro hasta hacerlo liso y compacto para impedir el paso más espeso y filtrar sólo al puro. Cuando la luz diurna rodea el flujo visual, entonces, lo semejante cae sobre lo semejante, se combina con él y, en línea recta a los ojos, surge un único cuerpo afín [...] Cuando al llegar la noche el cuerpo que le es afín se marcha, el de la visión se interrumpe [...]. Entonces deja de ver y se vuelve portador del sueño, pues los dioses idearon una protección de la visión, los párpados. Cuando se cierran, se bloquea la potencia del fuego interior que disminuye y suaviza los movimientos interiores y cuando éstos se han suavizado, nace la calma, y cuando la calma es mucha, el que duerme tiene pocos sueños.
A Clint Eastwood
Un ejemplo yacente de mística de mierda
La apología de la venganza es un tema recurrente en las películas de Clint Eastwood. Director de cine ensalzado en los últimos años. Cada vez que veo una de sus películas voy sintiendo un malestar que crece y crece hasta que me pregunto, ¿Pero qué hostias estoy viendo? ¿Por qué cojones estoy viendo y escuchando a esta panda de matones y sus barbaridades? ¿Qué moral asquerosa me está contando este pavo? Sean Penn, en Mystic River, me resulta abundoso y falso. Hasta Tim Robbins me lo parece y sus mujeres -mujeres de siempre. Mujeres imbéciles hasta la saciedad de la imbecilidad. Mujeres que aman el dominio de sus hombres y que resuelven el poder sobre ellos poniéndoseles encima y pegándoles las tetas a sus fuertes pechos tatuados- me dan asco. Sus miradas. Sus ademanes. Sus pastelillos y el amor incondiconal por sus putas familias.
Y esos juegos facilones en la estructura de esta película (Mystic River) donde todo quiere ser justificado en base a psicología de café. Niños de barrio sometidos a la cruda vida de los desposeídos que acaban siendo matones baratos con una tienda de mierda. Todo me suena a mierda en esta película. Esa es la palabra que acude a mi mente. Una vez y otra. Entonces me digo -porque ando ahora en relativizar mis propios pensamientos. Como si quisiera que la ira o la envidia no fueran las señoras de mis análisis-, Espera vuélvelo a pensar. Recorre paso a paso las tramas. Seguro que encuentras algo que genera una paradoja. Mira a ver si en algún momento la ética de esa historia oculta en el fondo una crítica a la misma. Respira. Respira. Y así lo hago porque quiero ser muy crítico con mis críticas y antes de ponerme a escribir esto que ahora lees me pongo música de Haydn que atempera a las bestias. Porque quizá yo sea una bestia. Pasan los minutos mientras contemplo el teclado antes de lanzar mis dedos sobre él y sigo sintiendo lo mismo: Clint Eastwood es un puto fascista; su moral es de una perversión tan descarada que dan ganas de aplicar sobre él lo que él propone. Vendrá alguien diciendo, ¡Oh, oh, pero ¿qué dices?, esa película es una maravilla, miral tal plano, escucha tal diálogo...! Y yo pienso, de nuevo, Propaganda de la ley del más fuerte. Justificación facilona. Asuntos de menor entidad y un Dios que, en muchísimas ocasiones es un Diablo, la familia.
No, no se puede hacer cualquier cosa anteponiendo el sacrosanto nombre de FAMILIA como justificación. No se puede salir y asesinar a un hombre por sospechar de él; no se puede justificar el asesinato selectivo. No se puede terminar una película con un hijo de puta en la escalera exterior de su guarida mientras ve pasar un desfile cutre y frente a él un policía (que sabe que es un asesino) le mira y le hace un gesto inofensivo (sé que el puto director quiere con ese gesto -la mano se convierte en revolver. Apunta hacia el asesino y dispara- inducirnos a pensar que irá a por él tras el desfile. No es suficiente).
Lo único sacrosanto de la vida es ella. Todo lo demás es costumbre y como tal dado a la alteración y en última instancia al olvido. Sería conveniente releer algunos clásicos del pensamiento. Por ejemplo, El Origen de la Familia, de un tal Friedrich Engels.
Y a ti, Clint Eastwood ¡que te jodan!
Y esos juegos facilones en la estructura de esta película (Mystic River) donde todo quiere ser justificado en base a psicología de café. Niños de barrio sometidos a la cruda vida de los desposeídos que acaban siendo matones baratos con una tienda de mierda. Todo me suena a mierda en esta película. Esa es la palabra que acude a mi mente. Una vez y otra. Entonces me digo -porque ando ahora en relativizar mis propios pensamientos. Como si quisiera que la ira o la envidia no fueran las señoras de mis análisis-, Espera vuélvelo a pensar. Recorre paso a paso las tramas. Seguro que encuentras algo que genera una paradoja. Mira a ver si en algún momento la ética de esa historia oculta en el fondo una crítica a la misma. Respira. Respira. Y así lo hago porque quiero ser muy crítico con mis críticas y antes de ponerme a escribir esto que ahora lees me pongo música de Haydn que atempera a las bestias. Porque quizá yo sea una bestia. Pasan los minutos mientras contemplo el teclado antes de lanzar mis dedos sobre él y sigo sintiendo lo mismo: Clint Eastwood es un puto fascista; su moral es de una perversión tan descarada que dan ganas de aplicar sobre él lo que él propone. Vendrá alguien diciendo, ¡Oh, oh, pero ¿qué dices?, esa película es una maravilla, miral tal plano, escucha tal diálogo...! Y yo pienso, de nuevo, Propaganda de la ley del más fuerte. Justificación facilona. Asuntos de menor entidad y un Dios que, en muchísimas ocasiones es un Diablo, la familia.
No, no se puede hacer cualquier cosa anteponiendo el sacrosanto nombre de FAMILIA como justificación. No se puede salir y asesinar a un hombre por sospechar de él; no se puede justificar el asesinato selectivo. No se puede terminar una película con un hijo de puta en la escalera exterior de su guarida mientras ve pasar un desfile cutre y frente a él un policía (que sabe que es un asesino) le mira y le hace un gesto inofensivo (sé que el puto director quiere con ese gesto -la mano se convierte en revolver. Apunta hacia el asesino y dispara- inducirnos a pensar que irá a por él tras el desfile. No es suficiente).
Lo único sacrosanto de la vida es ella. Todo lo demás es costumbre y como tal dado a la alteración y en última instancia al olvido. Sería conveniente releer algunos clásicos del pensamiento. Por ejemplo, El Origen de la Familia, de un tal Friedrich Engels.
Y a ti, Clint Eastwood ¡que te jodan!
Mi corazón, mi corazón, palpita esta mañana de sábado
como si lo fueran a arrestar antes de caer la noche
¿quién lo arrestará?
¿a dónde lo llevarán?
Mis pies le susurran, No, el miedo no, No, el vértigo no
y lo pasean por la sala para calmarlo
y le cantan una vieja nana,
Arrorró, arrorró,
cálmate pequeño son,
arrorró, arrorró.
Entonces la nube, la espada, el grito del hombre
que en mitad de la miseria canta,
la dulce bienvenida de las manos,
las uñas recién cortadas
y el fuego amigo que entibia la leche de la vaca
guían al corazón hacia una montaña
desde donde contemplar
los mil corazones que también esta mañana de sábado
temen ser encarcelados antes de que la noche caiga.
Esa multitud de camaradas
desde la cima de la montaña aquietan la desesperanza
y siente una inspiración alta
y gime una levísima tonada
y exclama a la nada,
¡Calma, corazón, calma!
como si lo fueran a arrestar antes de caer la noche
¿quién lo arrestará?
¿a dónde lo llevarán?
Mis pies le susurran, No, el miedo no, No, el vértigo no
y lo pasean por la sala para calmarlo
y le cantan una vieja nana,
Arrorró, arrorró,
cálmate pequeño son,
arrorró, arrorró.
Entonces la nube, la espada, el grito del hombre
que en mitad de la miseria canta,
la dulce bienvenida de las manos,
las uñas recién cortadas
y el fuego amigo que entibia la leche de la vaca
guían al corazón hacia una montaña
desde donde contemplar
los mil corazones que también esta mañana de sábado
temen ser encarcelados antes de que la noche caiga.
Esa multitud de camaradas
desde la cima de la montaña aquietan la desesperanza
y siente una inspiración alta
y gime una levísima tonada
y exclama a la nada,
¡Calma, corazón, calma!
2-1g No tengo miedo a decir la verdad -exclamó- y quedó mudo para siempre.
Ensayo
Tags : Perdido en la mudanza (lost in translation?) Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/09/2010 a las 10:58 | {0}
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/09/2010 a las 13:15 | {0}