¡Cuán tierno es el corazón de la alcachofa y cuán ásperas sus primeras hojas!
Trastorno bipolar.
Y también:
Una ruina es una cosa que conserva lo esencial y ya no sirve para nada (definición de un arquitecto portugués)
Y también:
Causón: (Reg. Palencia) Enfermedad rápida, sin causa aparente, típica de los niños, que se va como vino.
Y también:
Devolver todo lo que debo./ Devolver por ejemplo las ausencias/ que surgieron sin advertirlo/ o aquellos accesos de ira/ bajo una luna, en alguna costa,/ cuya orografía he olvidado.../ Me gustaría tanto/ devolverlo todo...
Y también:
Hay autores a los que ama más por sus admiradores que por sí mismos. Le pasa con Kafka y con Musil.
O:
Preguntó el maestro: ¿Se podría componer un personaje que reacciona por "lo que va a ser" y no por "lo que ha sido"?
Respondió el muchacho: Cristo.
O:
Le dijo el amigo mientras recorrían la carretera a la vuelta de un fin de semana junto al mar, Cuando hablas, parece que estás enfadado con el mundo.
Trastorno bipolar.
Y también:
Una ruina es una cosa que conserva lo esencial y ya no sirve para nada (definición de un arquitecto portugués)
Y también:
Causón: (Reg. Palencia) Enfermedad rápida, sin causa aparente, típica de los niños, que se va como vino.
Y también:
Devolver todo lo que debo./ Devolver por ejemplo las ausencias/ que surgieron sin advertirlo/ o aquellos accesos de ira/ bajo una luna, en alguna costa,/ cuya orografía he olvidado.../ Me gustaría tanto/ devolverlo todo...
Y también:
Hay autores a los que ama más por sus admiradores que por sí mismos. Le pasa con Kafka y con Musil.
O:
Preguntó el maestro: ¿Se podría componer un personaje que reacciona por "lo que va a ser" y no por "lo que ha sido"?
Respondió el muchacho: Cristo.
O:
Le dijo el amigo mientras recorrían la carretera a la vuelta de un fin de semana junto al mar, Cuando hablas, parece que estás enfadado con el mundo.
Cuando vuelvo con el ánimo oxigenado y me alejo de lo terrible que está a punto de llegar; cuando vuelvo y me encuentro con instantes de una lucidez linda, cierta perversión de las formas, cierta tradición que se continúa y amaso plagios y creo así mi estilo; cuando vuelvo y siento el brío de una estructura arriesgada y me dejo llevar por un caudal de palabras que fluyen y siento los rápidos y los remansos y las quebradas y las cascadas; cuando estoy limpio de miedo y me anima lo escrito y me empujo y me digo, casi en voz alta, ahora que vivo solo y vuelvo a esa manía de los solitarios de decirse las cosas como si fueran otro, que está enfrente, atento, No está nada mal. Hay algo. Sigue. Cuando me olvido del terremoto que me espera, de la caída al un más que probable barranco donde quizá me quede con las piernas partidas (más partidas) y me estalle un pulmón y caiga la noche y pronto escuche las almohadilladas pisadas del coyote y sienta en el fondo de mi amor que todo ha estado bien y muestre mi cuello para que el depredador no tenga que hacer más esfuerzo que su propia cautela. Cuando todo eso ocurra, espero volver a los momentos de una intensa concentración donde los mundos surgen y traspasan mis barreras y entran acariciando mis neuronas y van más allá hasta mis proteínas y mis glúcidos y mis lípidos y en ese conglomerado de sustancias líquidas componen una frase, una frase, tan sólo una, suave como la magnitud del mundo, olorosa como la florecilla silvestre o salvaje como un amanecer de juventud; espero que el mordisco del coyote coincida con la expulsión de un verso y que mi yugular sajada deje fluir cielos amarillos, cuerpo de la mujer que amo desde que la conocí con diecisiete años y a la que olvidé durante casi treinta, los ojos de mi hija una noche de fiebre, la mano del pintor que fraguó una amistad de lirio y hierro y la voz de la amiga que un día dijo que si al cumplir los cincuenta años estás loco, sencillamente eres un estúpido.
Cuando vuelvo a la fe, la realidad no existe.
Cuando vuelvo a la fe, la realidad no existe.
Yo sé que nadie que no lo haya intentado podrá valorar el silencio, la elipsis, lo que no se escribe en un poema y justo porque no se escribe adquiere toda la fuerza. Si se escribiera esa ausencia (convertida, claro, en presencia), haría perder imagen (imaginación) a lo que queda.
Lo que queda del silencio es lo que podemos leer en los poemas de Raúl Morales García. O por escribirlo de otra manera: la poesía de Raúl es los armónicos de las notas, lo que se va yendo, lo que apenas tienes tiempo de aprehender.
No me quiero poner crítico (ni sé), hablo como lector.
Lo que unos llamarán escasez, yo lo llamo esfuerzo.
Y en ese esfuerzo de lo poco (que lo es todo) el poeta Raúl Morales va contracorriente de estos tiempos en donde la abundancia es la religión de nuestro lado del mundo. Lo verborreico, lo que no se quiere callar, la antipaciencia, la desmesura.
No voy a escribir mucho más porque sería ir en contra del propio poeta sobre el que escribo, poeta y amigo, que acaba de publicar este libro Casa, editado por Ediciones Vitruvio y del que sólo apuntaré (para abrir vuestro apetito) estos versos: Descansa la boca sobre el trigal quemado,/ su olor/ -verano, lluvia/ la horca que sostiene el nido./ Se inclinan labios, dientes/ sobre lo negro,/ sobre los tallos tiernos de mujer// que ya verdean
Lo que queda del silencio es lo que podemos leer en los poemas de Raúl Morales García. O por escribirlo de otra manera: la poesía de Raúl es los armónicos de las notas, lo que se va yendo, lo que apenas tienes tiempo de aprehender.
No me quiero poner crítico (ni sé), hablo como lector.
Lo que unos llamarán escasez, yo lo llamo esfuerzo.
Y en ese esfuerzo de lo poco (que lo es todo) el poeta Raúl Morales va contracorriente de estos tiempos en donde la abundancia es la religión de nuestro lado del mundo. Lo verborreico, lo que no se quiere callar, la antipaciencia, la desmesura.
No voy a escribir mucho más porque sería ir en contra del propio poeta sobre el que escribo, poeta y amigo, que acaba de publicar este libro Casa, editado por Ediciones Vitruvio y del que sólo apuntaré (para abrir vuestro apetito) estos versos: Descansa la boca sobre el trigal quemado,/ su olor/ -verano, lluvia/ la horca que sostiene el nido./ Se inclinan labios, dientes/ sobre lo negro,/ sobre los tallos tiernos de mujer// que ya verdean
Recopilación caprichosa de Isaac Alexander del Diccionario de Autoridades
GABARRO: Enfermedad que padecen los caballos, machos, mulas y asnos en los assientos de manos o pies, por contusión, o solución de continuidad. Lat. Bestiarium in pedibus tumor vel plaga. Rein. Albeit. cap. 68. Gabarro es úlcera cavernosa con raíces profundas que se hace en las ancas de los caxcos.
Gabarro: Se llama también cierta enfermedad que padecen las gallinas en los orificios de la parte de arriba del pico, de que suelen morirse. Llámase más comunmente Moquillo. Lat. Gallinarum pituita
Gabarro: Se llama asímismo el defecto que tienen las telas o texidos en la urdimbre o trama, que por ley deben tener. Lat. Defectus. Vitium.
Gabarro: Metaphoricamente se toma por la obligación, carga u defecto que se descubre en lo que se compra, después de celebrada la venta. Lat. Gravamen. Onus. Defectus.
Gabarro: Se llama también el error que se halla en las cuentas, por malicia o engaño, que embaraza e impide el curso de ellas. Lat. Sapputationis error.
GÁBATA: s.s. Cierto género de escudilla u hortera de palo u otra materia, en que se recibe el manjar o potage, que se reparte a cada soldado o galeote. Lat. Gabata. Alvar. part. 2, lib. 3, cap. 8. Diéronme mi ración de 26 onzas de bizcocho, acerté a ser aquel día de caldero; y como era nuevo y estaba desproveido de gábata, recibí la mazamorra en una de un compañero.
GACHÓN, ONA: El niño que se cría con mucho regalo y se le da el gusto en todo. Lat. Puer delicijs enutritus
Gabarro: Se llama también cierta enfermedad que padecen las gallinas en los orificios de la parte de arriba del pico, de que suelen morirse. Llámase más comunmente Moquillo. Lat. Gallinarum pituita
Gabarro: Se llama asímismo el defecto que tienen las telas o texidos en la urdimbre o trama, que por ley deben tener. Lat. Defectus. Vitium.
Gabarro: Metaphoricamente se toma por la obligación, carga u defecto que se descubre en lo que se compra, después de celebrada la venta. Lat. Gravamen. Onus. Defectus.
Gabarro: Se llama también el error que se halla en las cuentas, por malicia o engaño, que embaraza e impide el curso de ellas. Lat. Sapputationis error.
GÁBATA: s.s. Cierto género de escudilla u hortera de palo u otra materia, en que se recibe el manjar o potage, que se reparte a cada soldado o galeote. Lat. Gabata. Alvar. part. 2, lib. 3, cap. 8. Diéronme mi ración de 26 onzas de bizcocho, acerté a ser aquel día de caldero; y como era nuevo y estaba desproveido de gábata, recibí la mazamorra en una de un compañero.
GACHÓN, ONA: El niño que se cría con mucho regalo y se le da el gusto en todo. Lat. Puer delicijs enutritus
Miscelánea
Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/10/2010 a las 13:54 | {0}
En ocasiones hay que saber perder (que no es lo mismo que darse por vencido) y admitir (con espíritu deportivo. Con la mirada bien alta) -como siempre digo en mis clases- que nada se puede enseñar y todo se puede aprender. Quien no quiere aprender no se le puede enseñar (en toda su amplia polisemia).
¡Bendita vida que me ha dado unos pocos y valiosísimos amigos con los que sí puedo compartir quejas, anhelos, pensamientos, alegrías, risas, aficiones y encuentros!
¡Bendita vida que me ha dado unos pocos y valiosísimos amigos con los que sí puedo compartir quejas, anhelos, pensamientos, alegrías, risas, aficiones y encuentros!
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 09/10/2010 a las 11:06 | {0}