Cartel de My week with Marilyn
Al salir sentía esa inquietud que surge cuando somos conscientes de que una pieza cerámica está a punto de quebrarse.
Hacía calor. Un calor impropio. La maldición de las épocas sin agua.
Salía del trabajo con la sensación de haberlo hecho mal. No servía la frase: la perfección sólo sirve para perseguirla. No fluía la idea de que nada es digno de ser juzgado.
En el coche hacía calor.
En la Plaza hacía calor.
Ella era el mundo. El mundo giraba alrededor suyo. Ella, al ser el mundo, era melancólica e insegura. Él, al no ser de ese mundo, lo miraba con la audacia propia del esquimal que se adentra en la blancura del hielo para olisquear la sangre caliente de un animal.
La melancolía es tristeza sin razón aparente.
La fragilidad es la facilidad que una cosa tiene de quebrarse y también en lo moral se toma por la propensión que la naturaleza humana tiene a caer en lo malo y también la fragilidad se toma normalmente por pecado sensual.
Transcurrió el tiempo con la cadencia de una melodía en escala menor.
Al salir el aire se había entibiado. No hacía el calor de la tarde.
Caminaron. Hablaron. Él habló de más. Ella calló menos.
Se despidieron.
En el camino de vuelta, le vinieron a la mente palabras como audacia, febrero, angosto, quebrada, empeñar, olvido, timidez, mirada, tacón y jara.
Sabes que fue la suya.
Estabas de espaldas.
Esperabas algo.
Los sabes porque
el calor era el suyo;
lo sabes porque el jersey
no impidió
que sintieras en la piel de tus omóplatos
el tacto de sus dedos;
lo sabes:
era su mano en tu espalda.
¿Por qué no te giraste? no te preguntaste.
¿Por qué no te giraste y sonreiste? no te preguntaste.
El camino de vuelta
fue dichoso
cuando recordabas su cara en el espejo,
su pelo recogido,
su risa con tu broma.
Ahora es mucho
su mano en tu espalda;
tanto como si su boca...
tanto como si su torso...
tanto como si sus piernas...
Y aún la sientes
y tu espalda sonríe.
Estabas de espaldas.
Esperabas algo.
Los sabes porque
el calor era el suyo;
lo sabes porque el jersey
no impidió
que sintieras en la piel de tus omóplatos
el tacto de sus dedos;
lo sabes:
era su mano en tu espalda.
¿Por qué no te giraste? no te preguntaste.
¿Por qué no te giraste y sonreiste? no te preguntaste.
El camino de vuelta
fue dichoso
cuando recordabas su cara en el espejo,
su pelo recogido,
su risa con tu broma.
Ahora es mucho
su mano en tu espalda;
tanto como si su boca...
tanto como si su torso...
tanto como si sus piernas...
Y aún la sientes
y tu espalda sonríe.
Si escuchas el allegro de Mozart que he adjuntado mientras lo lees quizá se entienda mejor el cómo.
Esa es mi pregunta. ¿Cómo?
Cuando me quedo quieto no viene a inundar la quietud. El pensamiento vaga y vuelve al origen. Origen como música o como sonidos que no significan, en sí, nada.
No empujar, me dice el amigo.
Entonces: todo aquello que significa empuje no es.
Surge entonces otra pregunta: ¿Es esto empujar?
¡Qué curiosa vuelta a los inicios!
También es cierto que hoy es de los días antiguos.
Que conste que no quiero ser claro, ni siquiera para mí porque si lo fuera la pregunta primera no tendría sentido.
Sí hay una expectativa. Por ahí no.
Y sin embargo soñar. No dormir y soñar mientras pasa el día y la luz de febrero etc...
Sí imaginar.
Sí desear ciegamente.
Sí inventar situaciones, momentos, tensiones y distensiones, posibilidades, elucubraciones.
El mundo nuestro.
¡Qué timidez!
¡Qué pacata me resulta en ocasiones la contención!
No desbordarse. No dejarse llevar. No sentir en el vacío. No seguir. No alcanzar. Todas estas frases son apariencias.
No he aprendido nada porque aún estoy en el camino de vuelta.
Complicado caminar hacia atrás.
Me dicen: eres profundo.
Pienso: más bien soy turbio.
Y luego: de quien habla quien lo dice y de quien hablo al contestar no es nadie.
Quisiera ¡ay, los subjuntivos!
También apuesto por la química de los cuerpos.
Sería: la biología de las pasiones.
¿Cómo una pasión?
¿Por qué no una pasión?
Pasión ciega.
Pasión apasionada.
Los (...) cobardes no llegan a (...).
Quedarse ahí. En el limbo.
Ser limbo ahora que no existe.
Ser inocente.
¿Cómo?
¿Debería saber?
Dejarse, irse, abandonarse, el alma, el alma sabe, no yo.
¿Cómo el alma?
Si ese alma, esa energía comprimida en un cuerpo, esa exhalación última, esa visión de los sentidos.
Y también terminología marxista: pequeño burgués, por ejemplo.
Sentimientos pequeño burgueses.
Nevera llena.
Estómago agradecido.
Asumir este día como la herencia de mis días.
No luchar contra él.
No luchar contra nada.
Estar callado.
Callarse.
Calla.
¿Cómo?
Vuelve el frío y la voz de los informativos.
Amar es...
Dar es...
Antes de escribir esta nebulosa pensé en coger el diccionario de Autoridades y transcribir la definición de los siete pecados capitales.
No lo ho hecho.
Son las 21h 37m
¿Distancia y olvido?
Inspiro hondo. Escucho el goteo del edificio. Una pareja de gatos se ha hecho dueña del jardín.
Me vuelve a doler el corazón.
Un poco de vino, un cuarteto del viejo Persa.
Un sorbo. Otra inspiración.
Quizás hasta mañana.
Cuando me quedo quieto no viene a inundar la quietud. El pensamiento vaga y vuelve al origen. Origen como música o como sonidos que no significan, en sí, nada.
No empujar, me dice el amigo.
Entonces: todo aquello que significa empuje no es.
Surge entonces otra pregunta: ¿Es esto empujar?
¡Qué curiosa vuelta a los inicios!
También es cierto que hoy es de los días antiguos.
Que conste que no quiero ser claro, ni siquiera para mí porque si lo fuera la pregunta primera no tendría sentido.
Sí hay una expectativa. Por ahí no.
Y sin embargo soñar. No dormir y soñar mientras pasa el día y la luz de febrero etc...
Sí imaginar.
Sí desear ciegamente.
Sí inventar situaciones, momentos, tensiones y distensiones, posibilidades, elucubraciones.
El mundo nuestro.
¡Qué timidez!
¡Qué pacata me resulta en ocasiones la contención!
No desbordarse. No dejarse llevar. No sentir en el vacío. No seguir. No alcanzar. Todas estas frases son apariencias.
No he aprendido nada porque aún estoy en el camino de vuelta.
Complicado caminar hacia atrás.
Me dicen: eres profundo.
Pienso: más bien soy turbio.
Y luego: de quien habla quien lo dice y de quien hablo al contestar no es nadie.
Quisiera ¡ay, los subjuntivos!
También apuesto por la química de los cuerpos.
Sería: la biología de las pasiones.
¿Cómo una pasión?
¿Por qué no una pasión?
Pasión ciega.
Pasión apasionada.
Los (...) cobardes no llegan a (...).
Quedarse ahí. En el limbo.
Ser limbo ahora que no existe.
Ser inocente.
¿Cómo?
¿Debería saber?
Dejarse, irse, abandonarse, el alma, el alma sabe, no yo.
¿Cómo el alma?
Si ese alma, esa energía comprimida en un cuerpo, esa exhalación última, esa visión de los sentidos.
Y también terminología marxista: pequeño burgués, por ejemplo.
Sentimientos pequeño burgueses.
Nevera llena.
Estómago agradecido.
Asumir este día como la herencia de mis días.
No luchar contra él.
No luchar contra nada.
Estar callado.
Callarse.
Calla.
¿Cómo?
Vuelve el frío y la voz de los informativos.
Amar es...
Dar es...
Antes de escribir esta nebulosa pensé en coger el diccionario de Autoridades y transcribir la definición de los siete pecados capitales.
No lo ho hecho.
Son las 21h 37m
¿Distancia y olvido?
Inspiro hondo. Escucho el goteo del edificio. Una pareja de gatos se ha hecho dueña del jardín.
Me vuelve a doler el corazón.
Un poco de vino, un cuarteto del viejo Persa.
Un sorbo. Otra inspiración.
Quizás hasta mañana.
Mozart Cello Quartet.mp3 (7.91 Mb)
Es la primera vez que deseo que el frío pase que las hojas del arce japonés estallen en la terraza que el olor del aire calentito me embriague es la primera vez que echo de menos el sonido del grillo la renuencia de la luz a abandonar el jardincillo los soliloquios gritones de los niños en su afán de balón es la primera vez que no necesito un cuerpo que miro el mundo como se canta una canción o se musita un verso que nadie podrá escuchar es la primera vez que recorre mi espalda la presencia constante de hoy la certeza de que nada es lo que pasa y que el sueño tuvo una constante universal lenta como la velocidad de la luz indeterminada como la constante de Planck es la primera vez manos vacías uñas cortadas largo largo así es y tras esto puedo ya acomodar mis pies en la alfombrilla dejarme de susurros y volver a la puntuación
Es la primera vez que busco con conciencia (no sé qué conciencia; no sé cuáles de las posibles listas de concienciación, no, sé, no sé) el paraíso perdido que se encuentra en los brotes del arce japonés, en el aire calentito o en la luz de la tarde de anteayer cuando bajaba por la carretera y una eclosión de naranjas y rosas y morados y oros viejos teñían el cielo con lo sones del carnaval; es la primera vez que no vuelvo sobre la persona, que dejo pasar el tiempo, que no acudo al teléfono y dudo; es la primera vez que no dudo. No porque lo dé por perdido. No, no es por eso. Es la primera vez que voy dejando miguitas en el bosque, la primera que me siento Pulgarcito. Es la primera vez que no me dejo llevar por una vaga ansiedad ni deseo especialmente que se produzca. Tan sólo me levanto, hago el café, me lo bebo, medito, tomo mi dosis de polen, escribo un rato, dejo que mis pensamientos no se conviertan en mis dueños, tecleo, escucho una música que me gusta, me visto, bajo, espero que el coche responda a su única función, converso con Violeta, la dejo en su aula, paseo por ese Madrid industrial, me siento en una terraza , bebo una cerveza, grabo unos sonidos, recojo a Violeta, hago la comida, me siento de nuevo frente a esta pantalla, miro en el correo si hay un correo que deseo, trabajo lo que pueda, vuelvo a la cama y mañana ya es mañana.
Es la primera ves que lloro sin vergüenza y sin sobresalto la primera vez que acaricio en el vacío las últimas palabras la primera vez que juro no volverme loco porque estoy buscando me digo porque estoy buscando sin destino sin azar y sin carácter porque estoy buscando la aguja del pajar espero no pincharme pienso mientras busco y me quito una brizna de aquí y una cagada de ratón de allá es la primera vez que ese pelo oscuro esos ojos ese cuello esas manos ese pecho no alteran la esencia de nada y sin embargo son la belleza pura el agua de manantial la incontinencia del Mundo y porque busco así estoy llorando y me tiembla la barbilla y es sábado
Es la primera vez que busco con conciencia (no sé qué conciencia; no sé cuáles de las posibles listas de concienciación, no, sé, no sé) el paraíso perdido que se encuentra en los brotes del arce japonés, en el aire calentito o en la luz de la tarde de anteayer cuando bajaba por la carretera y una eclosión de naranjas y rosas y morados y oros viejos teñían el cielo con lo sones del carnaval; es la primera vez que no vuelvo sobre la persona, que dejo pasar el tiempo, que no acudo al teléfono y dudo; es la primera vez que no dudo. No porque lo dé por perdido. No, no es por eso. Es la primera vez que voy dejando miguitas en el bosque, la primera que me siento Pulgarcito. Es la primera vez que no me dejo llevar por una vaga ansiedad ni deseo especialmente que se produzca. Tan sólo me levanto, hago el café, me lo bebo, medito, tomo mi dosis de polen, escribo un rato, dejo que mis pensamientos no se conviertan en mis dueños, tecleo, escucho una música que me gusta, me visto, bajo, espero que el coche responda a su única función, converso con Violeta, la dejo en su aula, paseo por ese Madrid industrial, me siento en una terraza , bebo una cerveza, grabo unos sonidos, recojo a Violeta, hago la comida, me siento de nuevo frente a esta pantalla, miro en el correo si hay un correo que deseo, trabajo lo que pueda, vuelvo a la cama y mañana ya es mañana.
Es la primera ves que lloro sin vergüenza y sin sobresalto la primera vez que acaricio en el vacío las últimas palabras la primera vez que juro no volverme loco porque estoy buscando me digo porque estoy buscando sin destino sin azar y sin carácter porque estoy buscando la aguja del pajar espero no pincharme pienso mientras busco y me quito una brizna de aquí y una cagada de ratón de allá es la primera vez que ese pelo oscuro esos ojos ese cuello esas manos ese pecho no alteran la esencia de nada y sin embargo son la belleza pura el agua de manantial la incontinencia del Mundo y porque busco así estoy llorando y me tiembla la barbilla y es sábado
Ha puesto el título y él mismo se ha quedado sin palabras.
Abre tantas vías, se dice.
Luego se queda callado y le entra la congoja de un recuerdo que no recuerda, de un recuerdo que sólo se intuye.
Vuela luego al día de ayer. Arco 2012, piensa. Y un encuentro en el que se sintió cómodo.
El cine y las mujeres, vuelve a pensar.
Secuencia 1. Pasillo en la Feria de Arco. (Int/tarde)
Secuencia 2.- Cafetería en la Feria de Arco (Int./tarde)
Secuencia 3.- Parking del Pabellón 10 de la Feria de Madrid (Ext/anochecer)
Secuencia 4.- Coche (Int/ext noche)
Secuencia 5.- Restaurante La Taberna (Int/noche)
Secuencia 6.- Calle Manuel Fernández y González (Ext/noche)
Secuencia 7.- Bar Carbones (Int/noche)
Secuencia 8.- Plaza de Santa Ana (Ext/noche)
Secuencia 9.- Parking Plaza de Santa Ana (Int/noche)
Secuencia 10.- Coche (Int/ext-noche)
Secuencia 11.- Portal casa de Ella (Int/noche)
Secuencia 12.- Ascensor casa de Ella (Int/noche)
Secuencia 13.- Sala casa de Ella (Int/noche)
Elipsis
Secuencia 14.- Sala casa de Ella (Int/amanecer)
Secuencia 15.- Balcón casa de Ella (Ext/amanecer)
FIN
El cine y las mujeres, se sorprende y... sí....
Abre tantas vías, se dice.
Luego se queda callado y le entra la congoja de un recuerdo que no recuerda, de un recuerdo que sólo se intuye.
Vuela luego al día de ayer. Arco 2012, piensa. Y un encuentro en el que se sintió cómodo.
El cine y las mujeres, vuelve a pensar.
Secuencia 1. Pasillo en la Feria de Arco. (Int/tarde)
Secuencia 2.- Cafetería en la Feria de Arco (Int./tarde)
Secuencia 3.- Parking del Pabellón 10 de la Feria de Madrid (Ext/anochecer)
Secuencia 4.- Coche (Int/ext noche)
Secuencia 5.- Restaurante La Taberna (Int/noche)
Secuencia 6.- Calle Manuel Fernández y González (Ext/noche)
Secuencia 7.- Bar Carbones (Int/noche)
Secuencia 8.- Plaza de Santa Ana (Ext/noche)
Secuencia 9.- Parking Plaza de Santa Ana (Int/noche)
Secuencia 10.- Coche (Int/ext-noche)
Secuencia 11.- Portal casa de Ella (Int/noche)
Secuencia 12.- Ascensor casa de Ella (Int/noche)
Secuencia 13.- Sala casa de Ella (Int/noche)
Elipsis
Secuencia 14.- Sala casa de Ella (Int/amanecer)
Secuencia 15.- Balcón casa de Ella (Ext/amanecer)
FIN
El cine y las mujeres, se sorprende y... sí....
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Miscelánea
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/02/2012 a las 12:20 | {1}