Al escuchar las palabras extranjeras, las entenderá
Chapoteará
Una luz y una sombra lucharán por hacerse con la guinda del pastel
Manosearán los jóvenes las maquinillas de afeitar
Los salmos, apestados, se dejarán llevar por el nuevo río
Alzarán sus pesos los forzudos
En la penumbra, a salvo de la mirada del ciego, reptará hasta la cima del estandarte y saludará a la lejanía como se saluda el beso
Misereres
Angelus
Aleluyas
en la nueva composición del físico cuántico
El orín será bendecido
La hez será aceptada
La flema, alabada por sus propiedades, se servirá como guarnición de la col
En los campos de sport se ungirán acólitos
La lluvia regará la luna
Jupiter se sentirá pequeño
Las manadas serán Una
Por la estepa volarán polvorones
La Tierra no se quedará pequeña
Los sabios aceptarán la derrota
Los ignorantes rehuirán la nota

¿Ha de caminar por el bosque siguiendo la huella del corzo?
¿Ha de perderse de los suyos?
¿Ha de llegar al soto? ¿Al manantial?
¿Ha de ver a las doncellas desnudas rodeando a la desnuda Diosa?
¿Ha de maravillarse?
¿Ha de ser descubierto?
¿Ha de ser metamorfoseado en ciervo?
¿Ha de ser olido por sus mastines y despedazado?
Ante el notario declaro lo siguiente:
1.- Nada sé. Mi ignorancia es tan palmaria que ya ni me avergüenza ni extraigo de ella sabios consejos y formas audaces de continuar mi vida. La ignorancia es una piedra preciosa rodeada de bastedades; la ignorancia alberga, en todo caso, la posibilidad del conocimiento.
2.- En mi vida he llegado a grado tal de arrogancia que creí en un instante poder enseñar algo.
3.- Pido disculpas por ello. He de reconocer que mi curiosidad me ha llevado al conocimiento de algunos hechos, de algunas causas, incluso de efectos veraces (no sé si verdaderos) que apliqué en mí como se aplica la arnica sobre el músculo inflamado para aliviar el espasmo.
4.- Sé que caeré de nuevo una y mil veces en el mismo error pero declaro, ante este ilustre y barbado notario, que no es mala la intención que persigo, ni guardo en mí aviesas intenciones -como en otro tiempo sí hice y de ahí mi amargura y mi desencanto- sino más bien persigo una dulce calma que a nadie perturbe su respiración.
5.- Creo firmemente junto a Antonio Machado que el arte es largo y además no importa.
6.- Declaro también y dejo constancia que me enamoro a menudo y que, siendo cierta una pulsión sexual, atrabiliaria y obscena, busco en ese enamorarse la caricia que da calor, el beso que aumenta la felicidad, el abrazo puro, el abrazo de una piel junto a otra pìel que produce, en la fluidez de la biología de las pasiones, la sensación de que la emoción intensa tiene, en el mundo de los hombres, un lugar donde expandirse.
7.- Declaro mi barbarie. Declaro mi desconsuelo. Declaro mi esperanza. Declaro mi navío. Declaro mi océano. Declaro mi deriva. Declaro mis ojos. Declaro mi osadía. Declaro mi cólera. Declaro mi timidez. Declaro mis creencias sorprendidas una mañana de marzo en brazos de la utopía. Declaro mi nostalgia. Declaro mi terror. Declaro mi calma y el placer que siento al comprar un libro que desde hace años deseaba.
8.- Estoy perdido, señor notario, y me da pena que con mis años me muera sin tiempo ya a albergar el sueño de los justos (yo que nunca lo fui), o la idea del amor (yo que nunca amé) o la posibilidad de reconciliarme con el odiado (yo que nunca supe perdonar).
9.- Y así, a tantos de tantos de tantos, ruego deje constancia de estos no-esfuerzos, de estas ebriedades de un espíritu impuro, que nunca fluyó hacia el manantial, que jamás tuvo alma de salmón y nunca se agotó en la quietud, en las no-formas, en la indiferencia.
1.- Nada sé. Mi ignorancia es tan palmaria que ya ni me avergüenza ni extraigo de ella sabios consejos y formas audaces de continuar mi vida. La ignorancia es una piedra preciosa rodeada de bastedades; la ignorancia alberga, en todo caso, la posibilidad del conocimiento.
2.- En mi vida he llegado a grado tal de arrogancia que creí en un instante poder enseñar algo.
3.- Pido disculpas por ello. He de reconocer que mi curiosidad me ha llevado al conocimiento de algunos hechos, de algunas causas, incluso de efectos veraces (no sé si verdaderos) que apliqué en mí como se aplica la arnica sobre el músculo inflamado para aliviar el espasmo.
4.- Sé que caeré de nuevo una y mil veces en el mismo error pero declaro, ante este ilustre y barbado notario, que no es mala la intención que persigo, ni guardo en mí aviesas intenciones -como en otro tiempo sí hice y de ahí mi amargura y mi desencanto- sino más bien persigo una dulce calma que a nadie perturbe su respiración.
5.- Creo firmemente junto a Antonio Machado que el arte es largo y además no importa.
6.- Declaro también y dejo constancia que me enamoro a menudo y que, siendo cierta una pulsión sexual, atrabiliaria y obscena, busco en ese enamorarse la caricia que da calor, el beso que aumenta la felicidad, el abrazo puro, el abrazo de una piel junto a otra pìel que produce, en la fluidez de la biología de las pasiones, la sensación de que la emoción intensa tiene, en el mundo de los hombres, un lugar donde expandirse.
7.- Declaro mi barbarie. Declaro mi desconsuelo. Declaro mi esperanza. Declaro mi navío. Declaro mi océano. Declaro mi deriva. Declaro mis ojos. Declaro mi osadía. Declaro mi cólera. Declaro mi timidez. Declaro mis creencias sorprendidas una mañana de marzo en brazos de la utopía. Declaro mi nostalgia. Declaro mi terror. Declaro mi calma y el placer que siento al comprar un libro que desde hace años deseaba.
8.- Estoy perdido, señor notario, y me da pena que con mis años me muera sin tiempo ya a albergar el sueño de los justos (yo que nunca lo fui), o la idea del amor (yo que nunca amé) o la posibilidad de reconciliarme con el odiado (yo que nunca supe perdonar).
9.- Y así, a tantos de tantos de tantos, ruego deje constancia de estos no-esfuerzos, de estas ebriedades de un espíritu impuro, que nunca fluyó hacia el manantial, que jamás tuvo alma de salmón y nunca se agotó en la quietud, en las no-formas, en la indiferencia.

Renoir Portrait de Madame Henriot
Tengo el recuerdo de ese día. Tú venías y llovía. El río quedaba a nuestro margen izquierdo.
Brillo del asfalto. Luces rojas, brillantes de los automóviles al pasar.
Puestos de libros viejos. Viejas miradas sobre los libros.
Nos detuvimos en el mismo puesto.
Miramos la portada del mismo libro.
Sonreímos.
Insististe en que yo me lo quedara. Acepté. Te fuiste. Le pagué al tenedor un precio justo.
Te seguí. Te llamé. Te giraste. Te lo regalé.
Sonreímos, bajo la lluvia, otra vez.
Cruzamos juntos el río.

Hacía tiempo que no le dolía tanto el cuello. Ese dolor que parece avisarte de que como se te ocurra hacer el más ligero movimiento forzado, te romperá los tendones, te desgarrará a mordiscos el esternocleidomastoideo, el trapecio, el escaleno medio y el elevador de la escápula y te dejará con el cuello roto hasta el final de tus días.
Es esa relación entre los músculos y la humedad, entre los músculos y el electromagnetismo de la atmósfera.
Entonces el mundo es sólo mirar hacia delante. No tropezar. No hacer gestos bruscos.
La mañana ha sido fría. Luego no. En Madrid. Mientras paseaba hasta la glorieta de Embajadores para comprar el periódico y compraba un teléfono con contestador automático y luego se sentaba en una terraza para tomar una cerveza y leer el periódico, sentía el pulso del dolor en el cuello, a cada paso, a cada respiración.
No ha grabado nada.
Ha recogido a su hija a la salida de las clases de teatro. Se han reído en el camino de vuelta. Han comido una pasta. Luego ella se ha ido con su amiga y no la verá hasta mañana.
En la meditación ha entrado en una duermevela o quizás haya sido la primera vez que ha entrado en ese espacio donde el mantra no es necesario y el pensamiento no afluye cuyo nombre ha olvidado. Ha estado tanto tiempo en él que cuando ha sonado el tiempo le parecía que no había pasado, que era imposible.
Al llegar la noche se ha puesto melancólico. Ha comido la pasta que sobraba del mediodía.
Ha escrito un correo, muy rígido el cuello.
Se ha dejado llevar por la televisión.
Ha bebido un zumo y ha pensado en irse a la cama a leer.
Antes de dejar de escribir ha pensado: ¡Ya llega!
Es esa relación entre los músculos y la humedad, entre los músculos y el electromagnetismo de la atmósfera.
Entonces el mundo es sólo mirar hacia delante. No tropezar. No hacer gestos bruscos.
La mañana ha sido fría. Luego no. En Madrid. Mientras paseaba hasta la glorieta de Embajadores para comprar el periódico y compraba un teléfono con contestador automático y luego se sentaba en una terraza para tomar una cerveza y leer el periódico, sentía el pulso del dolor en el cuello, a cada paso, a cada respiración.
No ha grabado nada.
Ha recogido a su hija a la salida de las clases de teatro. Se han reído en el camino de vuelta. Han comido una pasta. Luego ella se ha ido con su amiga y no la verá hasta mañana.
En la meditación ha entrado en una duermevela o quizás haya sido la primera vez que ha entrado en ese espacio donde el mantra no es necesario y el pensamiento no afluye cuyo nombre ha olvidado. Ha estado tanto tiempo en él que cuando ha sonado el tiempo le parecía que no había pasado, que era imposible.
Al llegar la noche se ha puesto melancólico. Ha comido la pasta que sobraba del mediodía.
Ha escrito un correo, muy rígido el cuello.
Se ha dejado llevar por la televisión.
Ha bebido un zumo y ha pensado en irse a la cama a leer.
Antes de dejar de escribir ha pensado: ¡Ya llega!
Ventanas
Seriales
Archivo 2009
Escritos de Isaac Alexander
Fantasmagorías
Meditación sobre las formas de interpretar
Cuentecillos
¿De Isaac Alexander?
Libro de las soledades
Colección
Apuntes
Archivo 2008
La Solución
Aforismos
Haiku
Reflexiones para antes de morir
Recuerdos
Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Sobre las creencias
Olmo Dos Mil Veintidós
Listas
El mes de noviembre
Jardines en el bolsillo
Olmo Z. ¿2024?
Saturnales
Agosto 2013
Citas del mes de mayo
Marea
Sincerada
Reflexiones
Mosquita muerta
El viaje
Sobre la verdad
Sinonimias
El Brillante
No fabularé
Perdido en la mudanza (lost in translation?)
Desenlace
El espejo
Velocidad de escape
Derivas
Carta a una desconocida
Sobre la música
Biopolítica
Asturias
La mujer de las areolas doradas
La Clerc
Las manos
Tasador de bibliotecas
Ensayo sobre La Conspiración
Las homilías de un orate bancario
Las putas de Storyville
Archives
Últimas Entradas
Enlaces
© 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023, 2024 y 2025 de Fernando García-Loygorri, salvo las citas, que son propiedad de sus autores
Miscelánea
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/04/2012 a las 16:34 |