Análisis objetivo/subjetivo de una interpretación.
No veo, a través de la ventana de mi nuevo estudio, el mundo. Cae sobre él la niebla de las montañas..
Habla Armando de celebrar la vida. De que estemos vivos aún. Celebrar la vida entonces y que nos hayamos atravesado a lo largo de más de cuarenta años. Celebro la vida y al hacerlo mezclo el temor y el amor. Un temor sagrado -entendiendo por sagrado su significado inicial: lo que es real- me produce la vida como cuando camino entre la niebla y escucho el crujido de las ramas (hay un bosque. Es una especie de bosque. Árboles altos, muy juntos unos de otros) y así como esos sonidos tan impredecibles que podrían ser causados por un viento que pasó o por un animal que acecha (o se esconde) me producen temor cuando camino con mi perro, la vida también me lo produce. Probablemente temo la vida porque parece desconocer la sensibilidad animal.
Y amor porque estar con mis amigos y volver a saborear un buen vino de la Ribera del Duero y que esos amigos hayan venido a mi nuevo hogar y que juntos hayamos pasado una tarde en la que las conversaciones se entretejen en un rumor casi musical, me lleva a sentir la calma honda del que se sabe a salvo; del que sabe que amor es saber apreciar ese momento sin que necesite pasar por el filtro de la razón..
Habla hermoso Armando de celebrar la vida. Comparto con él la celebración.
Ha vuelto a pasar que escribí una parrafada y se borró. Nunca sé si intentar reescribirlo aunque sean las ideas básicas de lo que había escrito. Bien, como casi siempre, lo intentaré: me preguntaba sobre por qué seguía escribiendo; me preguntaba porque me costaba tanto volver al personaje de Marci , la protagonista de mi última novela; me preguntaba sobre el valor de mi literatura y terminaba reflexionando sobre por qué a mi sesenta y un años me sigo haciendo preguntas de bachiller.
Algo de los sueños de esta noche. Una sensación de perros. Es la hora de comer algo. Diciembre ya ha llegado.
Estoy tan alto que apenas veo el mundo. Al salir por la tarde la niebla iba cubriendo la garganta; caía sobre los objetos un inmenso difumino, el ambiente adquiría una casi palpable cualidad lechosa. Una mujer de pelo gris y jersey rojo camina con dos perros por la ladera de uno de los montes. Durante el paseo he imaginado una historia de terror, luego he pensado cómo de inmediato a la idea ha nacido la certeza de que me basaba en historias que ya había leído o visto. Todos nos comportamos igual. Otro de los males que el siglo XX trajo consigo fue el Premio al Yo y el Castigo al Nosotros.
No ha venido cruel el frío a visitarnos. La noche ha caído ligera y la negritud del mundo amenaza con dejarnos ciegos. Los pasos se alejan. Un violín se desespera. La mujer miraba a través del visillo. Rugían las olas a miles de kilómetros. En lo alto del pico sucumbía el ahorcado. La joven viuda decidió intentarlo. Un hombre llegó a un pueblo y quedó atrapado. No fue cuando su futura esposa le dijo: abriré un poco las piernas y tu succionarás mi orgasmo hasta sumirme. Frente a mí el primer dibujo de esta era. Tanto ha cambiado la escritura de la mañana a la tarde (quizás alguien introdujo de nuevo en mi cerebro la piedra de la locura). Las manos en las manos. La sonrisa en la sonrisa. El cuello cubierto. La nieve al descubierto. De la mañana a la tarde. ¿Y de la tarde a la noche? ¡Vuela alma mía! Desde lo alto de la iglesia el crucificado no nos mira.
Análisis objetivo/subjetivo de una interpretación.
He llegado a la conclusión -tras una conversación con mi querida Angélica- que verdades, aún minúsculas, sobre asuntos familiares son imposibles a la par que inútiles así es que sin sentirlo en absoluto y por el momento desisto de seguir. Por cierto ¡qué alivio!
Lo que sí haré es seguir con este Tag y ensayaré sobre otras verdades porque la verdad es que la verdad me divierte.
Ensayo
Tags : Sobre la verdad Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/11/2021 a las 20:14 | {0}Análisis objetivo/subjetivo de una interpretación.
Pediría al dios débil, al acompañante, no al juez (como dice Pániker nadie puede ser amigo de su juez) que me ilumine, que me permita cierta cantidad de misticismo en la tarea que me queda por hacer porque no puedo hablar de los demás si ellos no quieren responder (podrían hacerlo, ahí está, al final de cada podcast el símbolo del diálogo para poner un comentario. Sería tan trascendente que por medio de esta canal de comunicación surgiera un encuentro. Que se produjera -por decirlo con palabras del poeta- el milagro de la primavera. No pasará. Nunca pasó. ¿Por qué habría de pasar ahora?), no sería justo. Se añade además otra dificultad y es que la memoria de lo que llamo la alta infancia -que tendría como límites desde el nacimiento hasta los ocho años- es una memoria mítica, de construcciones que tienen más que ver con los cimientos de la interpretación que con la realidad de los hechos. ¿Cómo se discurre entonces acerca de esos hechos sin quebrantar por una parte lo mítico de los mismos y por otra lo real, lo que ocurrió, lo que si confrontáramos un mismo hecho el padre y yo estaríamos de acuerdo en que así fue cómo ocurrió aunque difiriéramos en lo que supuso?
¿Por dónde empiezo? ¿Cómo inicio el análisis? Voy a colocar epígrafes a los que denominaré de una manera y luego glosaré. Por ejemplo: Denominaré Recuerdo mítico un recuerdo que con toda probabilidad no fue así.
Recuerdo mítico 1
Ya me han operado de la pierna derecha. Llevo un aparato que es un corrector para que el pie no se siga torciendo hacia la derecha. (Me quedó el pie torcido. Aún hoy los niños se lo señalan a los padres). Soy gordito. Estoy en una silla en alto y me entretengo con el sonido del envoltorio de celofán de un caramelo. Mis hermanos (no sé si el pequeño ya ha nacido) juegan en el suelo.
Glosa a Recuerdo mítico 1
Julia, nuestra tata, ya estaba en casa cuando yo nací. La contrató Teresa, mi madre, cuando nació Antonio, el mayor de los hermanos; es ella la que a lo largo de los años me contaba este recuerdo que yo tengo pero que no sé si es mío; ella me decía que así pasaba el tiempo, escuchando el sonido del celofán la tarde entera.
Esa duración me lleva a pensar que ya desde niño ¿cómo se escribe esto? ¿Escribo que mis hermanos no jugaban conmigo desde que era muy pequeño? ¿Escribo que yo no jugaba con mis hermanos desde que era muy pequeño? ¿Escribo sencillamente: desde el principio no solimos jugar? ¿Quién ejercía la parte activa y la parte pasiva de ese no jugar? ¿Por qué no jugábamos? ¿Algún adulto se dio cuenta de lo que ocurría? ¿Intervino alguno?
La muerte siega toda disyuntiva. Siempre anda cerca. Tarde comprendemos que el único argumento de la vida es morir (como tan bien expresó Jaime Gil de Biedma); por eso es vital lo que quiero ensayar. No hay un afán de ajustar cuentas y menos aún de cuestiones infantiles. Tampoco lo hay en cuestiones de la edad madura. Recuerdo la obra de teatro Largo viaje hacia la noche de Eugene O'Neill. O mi propia obra La campanilla que sigue inédita (como tantas). No busco revanchas. No busco venganzas. Busco verdades minúsculas cuyas respuestas sean -en su mayor parte- preguntas.
Esa duración me lleva a pensar que ya desde niño ¿cómo se escribe esto? ¿Escribo que mis hermanos no jugaban conmigo desde que era muy pequeño? ¿Escribo que yo no jugaba con mis hermanos desde que era muy pequeño? ¿Escribo sencillamente: desde el principio no solimos jugar? ¿Quién ejercía la parte activa y la parte pasiva de ese no jugar? ¿Por qué no jugábamos? ¿Algún adulto se dio cuenta de lo que ocurría? ¿Intervino alguno?
La muerte siega toda disyuntiva. Siempre anda cerca. Tarde comprendemos que el único argumento de la vida es morir (como tan bien expresó Jaime Gil de Biedma); por eso es vital lo que quiero ensayar. No hay un afán de ajustar cuentas y menos aún de cuestiones infantiles. Tampoco lo hay en cuestiones de la edad madura. Recuerdo la obra de teatro Largo viaje hacia la noche de Eugene O'Neill. O mi propia obra La campanilla que sigue inédita (como tantas). No busco revanchas. No busco venganzas. Busco verdades minúsculas cuyas respuestas sean -en su mayor parte- preguntas.
Ensayo
Tags : Sobre la verdad Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/11/2021 a las 12:51 | {0}Análisis objetivo/subjetivo de una interpretación.
Podemos aceptar que la realidad es inefable. No podemos con nuestros medios humanos conocer la realidad. Todo lo que un ser humano percibe es interpretación y por lo tanto la Verdad, como se dice posmodernamente, se ha vuelto líquida. Es cierto que vivimos una época líquida.
La vida sólo se puede explicar desde un espacio tiempo y esas coordenadas nos llevan, necesariamente, a la noción y percepción de la causalidad. En el espacio/tiempo la causalidad toma carta de naturaleza. Parece la vida. La única vida posible. Sólo que hay creencias, intuiciones, certezas que también nos dicen que la causalidad es mera apariencia y no sólo desde campos metafísicos o religiosos sino también desde la ciencia más pura y actual: la física cuántica, por ejemplo, que desdice la realidad en cuanto se le aplica el microscopio. La verdad entonces se vuelve un territorio cuasi mágico, cuasi cuántico; la verdad debería ser ese lugar en el que el observador y lo observado, al influirse mutuamente mediante el acto de la observación, generara una explicación objetivo/subjetiva de un hecho dado. Sólo que observar no es mirar. No puede ser mirarlo todo. Por lo menos en mi caso y si lo reduzco a mi caso no es porque crea que sea posible que haya seres humanos capaces de mirarlo todo, de observarlo todo, sino por que me parece que soy un buen sujeto de observación. Un ejemplo de mi incapacidad para abarcarlo todo: los pasos canadienses; hasta que no vi cómo unas personas abrían una puerta que se encontraba a un lado del paso, no vi esa puerta; de hecho mi perro y yo atravesábamos el paso con el máximo cuidado posible; es más cuando ayer iba con mi hija por el camino de los pasos canadienses, le dije que en uno de ellos seguro que no había puerta, seguro; cuando llegamos a ese paso Violeta me señaló no una sino dos puertas. Es cierto que yo no conocía la mecánica de los pasos canadienses y también lo es que aún no he aprendido a mirar este espacio nuevo, el espacio de las montañas y los ganados; Violeta tampoco conoce el espacio y ella sí supo ver las puertas desde el primer momento (yo le había indicado previamente mi descubrimiento en el primero de los pasos). ¿Habría visto las puertas si no se lo hubiera dicho? Este ejemplo es una analogía con lo que no soy capaz de ver a la hora de establecer un marco de verdad en la vida que he vivido; a la hora de establecer un marco de verdad con respecto a las relaciones que han buscado destrozarme -sacrificarme- muy probablemente no con el afán de destrozarme en sí sino como medio para no sacrificarse/quedar destrozados ellos (ellos: la familia, los padres, los hermanos). A la figura del chivo expiatorio me refiero. Me refiero también a lo que supone el sufrir ese papel. Me refiero también a que los que te someten a semejante papel no sean capaces de reconocerlo para a partir de ahí generar una catarsis que quizá pueda sanar. Me refiero a que es un estado que se vive en silencio. Me refiero a que es muy complejo describirlo sin caer en un exceso de victimismo y más cuando los que te sometían a ese estado no cesaban de repetírtelo. Insisto (porque lo he escrito ya más de una vez y cien veces): se crean sinapsis neuronales, circuitos de culpa y vergüenza. Escribir sobre esa verdad es muy delicado, el equilibrio entre el observador y lo observado cuando parte de lo observado forma parte del ser del observador (mecánica cuántica de las emociones); también al observar una hierba silvestre, ésta entra a formar parte del observador, ahí se encuentra el quid de la cuestión.
Este va a ser mi afán. No sé hasta dónde voy a ser capaz de llegar. Recuerdo a A., el hermano de una mujer a la que conozco hace muchos años, que publicó en la red una análisis freudiano de su vivencia familiar. He de reconocer que a mí, que conocía bastante bien a su familia y sus relaciones, me dio pudor la desnudez con que establecía las causalidades en su análisis. No sé si al ejercer mi idea de la verdad, seré capaz de trascender el pudor. Por si acaso hoy, primer día de mi sexagésimo primer año de vida, escribo cauto.
Ensayo
Tags : Sobre la verdad Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/11/2021 a las 20:00 | {0}¿Por no matarnos tanto entre nosotras, estamos matando el planeta?
¿Gaya ha decidido tomar cartas en el asunto?
¿Hecho esto, aparecerá una cartomante que nos leerá en unos viejos naipes lo porvenir?
¿Volaremos alto?
¿Se nos derretirán las alas?
¿Senos, cosenos y tangentes?
¿La ubicación será la justa?
¿Serás el último octubre de nuestra desventura?
Voy camino de las eras.
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Ensayo
Tags : Sobre la verdad Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/12/2021 a las 13:57 | {0}