Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

¡Qué hermoso lugar si no fuera el de mi destierro!
Alardearía.
Pasearía con mi perro y aspiraría el olor de las flores.
Pasearía con mi perro y apuntaría tareas por hacer: conocer el nombre de esa planta, poner nombre de ave a un canto, conocer las historias de los montes y los valles.
¡Qué hermoso lugar éste si no fuera el de mi destierro!
Esto es sólo una introducción, me digo. Tendré que hacer una estructura y comenzar lentamente a trabajar con las palabras. Una vez más. Siempre me digo: Sólo una vez más. Llevo diciéndome esa frase veinte años por lo menos, desde que fui consciente de que me faltan demasiadas cualidades para llegar al mérito, de que me faltan demasiados azares para tener suerte y de que con sólo mi carácter no basta para labrarme un porvenir.
Y ahora en el destierro... si fuera Ovidio... ¿Seré Ovidio?... Me comenta R. que el otro día pasó por un pueblo cercano al mío y se dio cuenta de lo lejos que me había ido. No -le respondí- yo no me he ido lejos: el demérito, la torpeza propia y la pobreza me han traído hasta aquí.
El destierro es siempre físico y espiritual (modernamente tendría que haber escrito en vez de espiritual, mental, sólo que me viene a la gana escribir al viejo modo y siendo así debería estar atento por si la palabra no es espiritual sino anímico en su acepción de relativo al alma, no relativo al estado de ánimo). Porque el espíritu viene de fuera y el alma se encuentra dentro. Así es que sería conveniente retocar un poco la idea y escribir: el destierro es siempre físico, espiritual y anímico Buena estructuración sería entonces desarrollar cada una de las tres formas del destierro y una vez desarrolladas generar una síntesis en la totalidad de las partes. (Esas cosas que nunca haré. Que nunca he hecho hasta hoy porque si lo hiciera quizá me diera carta de naturaleza para poder ser canónico y al serlo terminar con mi destierro y volver a mi ciudad, a mis espirituales y mi alma en sí).
Sólo para empezar (y no sé si continuaré) elogiemos de nuevo la tierra que me acoge: ¡Qué hermoso lugar si no fuera el de mi destierro!
 

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/07/2022 a las 13:39 | Comentarios {0}



No hubo distinción.
Ni tiempo.
La ilusión, aquello que es un motor en la vida, lo que permite levantarse un día más, lo que permite sonreír y detenerse a mirar el vuelo del autillo; eso extraño; eso que navega por nuestra forma de conectarnos con lo que nos rodea, lo que nos atraviesa, lo que permanece y parece pertenecer a algo que llamaríamos -cada uno a sí mismo- mi interior, eso que nos sumerge y no nos ahoga, eso que nos envejece, que nos hace olvidar, que nos hace reconstruir lo pasado, que nos permite construir lo no pasado.
No hubo soberbia.
Lo hizo con toda la sencillez del mundo. Sin ponerse una meta lo hizo. Lo hizo porque las circunstancias se volvieron fastas. Lo hizo por tener ilusión de sí (también ilusión en el sentido de algo irreal, de algo que podría no ser nunca, algo que ha estado ahí, flotando, en la laguna interior, la que está bajo la montaña, la montaña hueca que parece tan sólida desde afuera).
No hubo testigos. No hubo, por lo tanto, arte. Erguida. Suplantándose frente al horizonte fáustico, el que entiende lo infinito, el que no se arredra ante ese concepto antinatural. Natural sí es el ciclo. El ciclo no es necesariamente infinito mientras que lo infinito necesariamente lo es. Suplantada la imagen de sí. Una figura hueca sin forma de montaña. Una figura hueca con forma humana.
Sonaron las campanas mucho más allá de la medianoche. Rebuznó el burro su anhelo. Orión, el Guerrero, soñaba dejarse caer del Cielo. El mundo había conseguido girar una vez más sobre sí mismo. A punto estaba de llegar la Aurora. Justo en el instante en que se hace el silencio cuando va a despuntar la primera línea de luz.
Lo hizo sin vergüenza. Sin fluir nada desde dentro. En una intensa intimidad.
 

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/06/2022 a las 17:21 | Comentarios {0}



El gesto del pájaro esta mañana. El gesto del perro esta mañana. El gesto de la rama del olmo esta mañana.

Las preguntas y las respuestas de los asistentes al banquete.

La torpeza por los nervios ante un desenlace opuesto a sus intereses provoca que todo lo que tenía mecanizado se convierta en artificial.

El otro mundo. El mundo del mal. El mundo de la necesidad. Normalmente en tonos fríos El boceto de un sexo de mujer.

Al escuchar el idioma extranjero sentía la lluvia cayendo sobre su anorak aunque él estuviera sentado frente a un ordenador en una aldea la cual, por ley, estaba obligada a ofrecer fibra óptica a sus habitantes.

A nivel de mar la mujer se convirtió en barca.

Los muros blancos del cementerio. El camino que lleva al valle. La serpiente que vio la otra tarde. El alma de asno del perro. La gallina entre sus dientes (los del perro con alma de asno).

¿Por qué Dionisos e convierte en el sucesor de Zeus para los órficos? Religiones soteriológicas.

El último día del mes. Recuerda el viejo refrán campesino: ocho meses de invierno y cuatro de infierno. Meseta castellana.
 

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/05/2022 a las 18:27 | Comentarios {0}



El temblor ante la sombra. La potencia del sol sobre sus cabezas. El canto de la chicharra. El movimiento debido a un motor de cuatro tiempos. La siega. La era.
Nostalgia por lo que termina (todo hay que escribirlo: una nostalgia sin motivo ninguno). Y la idea de una nota dejada sobre la mesa en la que escribió durante muchos años: Quiero seguir el viaje.
Duerme el mundo porque quienes manejan los objetos y los seres inanimados que luego se verán reflejados en la piedra del fondo de la cueva, duermen. Todo hay que escribirlo: quienes manejan a los alienadores alienados no pueden seguir manipulando a los prisioneros con las sombras si los que manejan los objetos y seres proyectados duermen.
En la mañana transcurre esta idea. Jamás ayer se le ocurrió esto que ahora escribe. Nunca lo supuso (porque todo hay que escribirlo admitamos que en el sueño o en esos lugares de la vigilia a los que la conciencia no llega, puede que ahí estuvieran ya latentes estas líneas).
Temblor de la barbilla. Temblor del mediodía. A lo lejos los motores de un avión varían su tonalidad por el efecto Doppler. Siguen batiendo sus élitros las chicharras. Justo ahora se abren los pétalos de una flor en algún lugar de Tierra. Nadie puede negar que si nadie observa la Montaña ésta pueda estar bailando.
No sé cuánto habrá de seguir. A esta pulsión parece referirse. A estos años que son nada. Ya es olvido y dentro de un suspiro será ignorancia.
 

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/05/2022 a las 12:40 | Comentarios {0}



¿Qué hace ahí? ¿Cómo llegó hasta allí? El destino no es sólo lo que ocurre sino adonde se llega. ¿Qué explicación encontraría? ¿Cómo no dedujo que el drama rural existe en tanto en cuanto lo rural guarda en sí un núcleo violento? ¿Porque está más cerca del Neolítico? ¿Porque la cultura procura además de conocimientos contenciones?
Escucha en la noche los gritos de una mujer. Por la mañana, cuando camina por senderos en los que la belleza de las montañas tiene algo de bizantino, siente en las miradas de algunas personas -mujeres y hombres- un deje de venganza, una sensación de que bajo la camisa guardan una hoz para usarla en cuello extranjero. Y siente temor de las personas. Y se siente perdido en aquellas alturas. Y pierde para él sentido la vida como si ésta tan sólo se justificara si en su transcurrir se diera cierta placidez, cierta ternura.
No se va a llamar sensiblero esta vez. No, esta vez es cuestión de sensibilidad y de sentido. Porque sólo desde la sensibilidad puede aceptar la crueldad del mundo. Porque sólo desde el sentido puede explicársela.
Destino. Sentido. Dirección. Ya no entiende esos conceptos en su absoluto. Tiene la sensación de estar cerca de sentir el terror que al final de su vida sentía Darwin por el mundo que con tanta pasión había investigado -y parte de él desvelado-; terror por lo mal hecho; terror por ser consciente de que la ética es un constructo de unos pocos; terror por sentirse algunas noches como el Cristo del que escribía Lope ¿Qué interés te sigue, Jesús mío/ que a mis puertas cubiertas de rocío/ pasas las noches del invierno a oscuras?
Algunas noches tiembla de terror y congoja. Porque hay noches en las que los hombres solos apenas pueden más con su soledad y desearían otro cuerpo humano a su lado al que poder despertar para decirle, Abrázame, tengo frío, abrázame, más, más fuerte, amor mío...
 

Ensayo

Tags : Perdido en la mudanza (lost in translation?) Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 23/05/2022 a las 18:23 | Comentarios {0}


1 ... « 7 8 9 10 11 12 13 » ... 91






Búsqueda

RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile