En este segundo intento (ayer empecé a escribir sobre lo mismo, estoy convencido de que lo guardé para luego seguir con él. Entonces el día arreció, vinieron de nuevo los pesares, esos que están siendo tan largos y que sin embargo por alguna razón que no alcanzo a entender deben de ser necesarios incluso buenos aunque esta última sea una noción que también se me escapa como se me escapó ayer la constancia o lo que carajo sea. Estaba, digo, pertrechándome ayer con una idea un tanto intelectual y discursiva sobre la amistad, recuerdo que empecé con algo así como la sistemática de las emociones y que en mi afán de relacionar mundos alejados quise encontrar una analogía brillante entre las gramáticas normativa y generativa y la sistemática de la amistad cuando, por ese ataque a la línea de flotación de mi ánimo, dejé de escribir. Más tarde, al volver sobre lo guardado, se había perdido y entonces pensé que quizá fuera mejor así aunque esta última sea una noción que se me escapa y arrumbé en el extremo de mi mesa el libro de Pedro Laín Entralgo titulado Sobre la Amistad y editado por Espasa-Calpe en su colección Austral en el año de 1975 en el cual bla bla bla, porque es bla bla, bla, muy interesante pero cierto también que vacuo en el sentido de que el autor no llega a la médula del sentimiento de la amistad, no sé si lo conseguirían Cicerón en su De Amicitia; sí sé -porque lo he leído- que Séneca anduvo muy cerca de dar con el pulso de semejante sentimiento y me hubiera gustado leer un tratadito de un tal Aelred de Rievaulx monje en el siglo XII titulado De spiritali amicitia. Con todo este acervo a mi espalda me resultó aburridísimo tratar la amistad a la manera de Pedro Laín, hacer una serie de referencias, tener que hablar de Kant, ¡oh, Kant, otra vez él! y ¡qué me digo de Hegel, qué me diría de Hegel! cuando desde el fondo de mí línea de flotación sentimental yo sólo quería hablar de la ternura, de la caricia del amigo, del placer de saber que está ahí; yo sólo quería tratar de la amistad como amor al otro que se traduce en la aceptación del otro; si yo sólo quería lanzar un abrazo al mundo y darle gracias porque sí sé lo que es el amor del amigo, de un amigo siempre ahí, siempre alerta, siempre abierto, de un amigo) quería emocionarme y lo he conseguido.
¡Me cago en Dios! (por ejemplo)
El fiscal estudia encausar a un diputado por decir en un mitín , Muera el Borbón. Hoy se ha absuelto a un caricaturista que había publicado un dibujo sobre el rey de España cazando un oso; hace un tiempo también se enjuició a otros caricaturistas por una portada en la que se veía a los príncipes de España follando. A éstos se les condenó. Hace un año se quiso prohibir una obra que se llamaba Me cago en Dios. No hace mucho se saboteó (con amenazas de bombas incluidas) un espectáculo del actor Leo Bassi. Y más y más y más. Nunca he aceptado que, por ley, no se pueda hacer apología del terrorismo. Detesto el terrorismo como detesto los ejércitos, los servicios secretos, la acumulación, fabricación y venta de armas. Sólo que mientras sí se puede hacer apología de estos últimos (véase por poner un par de ejemplos el agente OO7 o todas las películas de guerra con buenos y malos), no se puede hacer lo mismo con quien ataca el sistema político que dirige nuestra vida social ¿Qué implica la represión de una expresión cuando se permite la expresión de otras cosas horrendas? ¿Por qué esto sí y aquello no? ¿Por qué no puedo hacer un dibujo de un señor llamado Juan Carlos de Borbón borracho y disparando a un oso? ¿Por qué sí puedo hacer apología de los guerrilleros de la Guerra de la Independencia y no puedo hacerla de los guerrilleros (ahora llamados terroristas) del País Vasco? ¿Es que alguien cree que porque se hiciera apología del asesinato iba a haber más asesinos? Según esa regla de tres más de la mitad de la población lo sería (véase la cartelera o cuéntese la cantidad de asesinados en las películas en cartel o en las series, noticiarios y programas de telerrealidad de la televisión).
Amparados en un supuesto mundo libre estamos viviendo una de las épocas más represoras de la historia. El imperio de la ley es el imperio de la represión. Eso que tan suavemente se llama lo políticamente correcto, es un arma de doble filo que va segando la libertad del pensamiento de cada persona. Más de una vez me he encontrado atacado, violentamente, por disentir de la interpretación de una película, del origen del español, de cosas así de nimias y también por asuntos más escabrosos como defender que no se debía aislar a los abertzales en los terribles días en que Miguel Ángel Blanco fue secuestrado y luego asesinado por mucho que adujera que yo también había asistido a la manifestación pidiendo, rogando, su liberación.
Si la libertad de expresión (que no de acción) no es absoluta no es tal. Por cierto, espero no haberme pasado, no vaya a ser...
Ensayo
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/12/2008 a las 22:05 | {0}
Motherwell
A mí me llamó la atención el título del libro Sobre la Historia Natural de la Destrucción, escrito por W. G. Sebald editado por Anagrama. Tengo, en mi ánimo, una tendencia hacia el estudio de este tipo de condiciones humanas, comprender el ánimo de destruir, comprender la destrucción de un ser humano por otro ser humano. Incluso sentí la tentación de establecer una clasificación de las formas de destrucción al más puro estilo de Aristóteles, el Gran Clasificador. Menos mal que no soy Aristóteles ni nada que se le parezca y por supuesto dejé la clasificación para momentos de mayor molicie mental.
El libro resulta ser una post-visión de la destrucción de Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial. Y una reflexión acerca del silencio que en la propia Alemania produjo esta destrucción, como si ésta fuera natural, es decir merecida, como si todo un pueblo mereciera el castigo de tres millones de toneladas de bombas sobre 131 ciudades, la muerte de 600.000 ciudadanos, la destrucción de siete millones de casas, la hambruna y el horror por la decisión de sus líderes (es cierto que votados por una mayoría de ellos) de atacar a otros e instaurar un imperio - de razas superiores y legiones entregadas. De ideología guerrera y exaltación del macho. Denostoso con el intelectual y ensalzador del siervo- que duraría mil años.
Un pueblo no es un individuo. Yo no creo que se pueda dar una imagen real del sufrimiento de un pueblo sino se ejemplifica con el sufrimiento de uno sólo de sus individuos. El silencio del pueblo alemán tras ser masacrado demuestra su destrucción, como es su destrucción el relato de una mujer polaca, testigo en los juicios de Nuremberg, que permaneció bajo un montón de cadáveres, entre ellos sus cuatro hijos el más pequeño con tres años, el mayor con nueve, todos ellos asesinados por las SS, ella también asesinada sólo que no la mataron y estuvo con una herida que le abría el cráneo, durante toda una noche y todo un día y al final salvó la vida de forma insospechada. Esa mujer polaca, ante el tribunal, estaba destruida, era las ruinas de su propio haber sido sólo que en este caso, a diferencia de las ruinas de la ciudad de Dresde, no se podía reconstruir. Un ser humano destruido no se puede reconstruir.
¿Cómo se comprende la destrucción por parte de los Aliados? o como pregunta Sebald en su libro, ¿Por dónde habría habido que comenzar una historia natural de la destrucción? ¿Por una visión general de los requisitos técnicos, de organización y políticos para realizar ataques a gran escala desde el aire? ¿Por una descripción científica del fenómeno hasta entonces desconocido de las tormentas de fuego? ¿Por un estudio patográfico (patografia: estudio de los estados morbosos) de las formas de muerte características? o ¿Por estudios psicológicos del comportamiento sobre el instinto de huida y el retorno al hogar?
Me surge otra pregunta: ¿Qué se quiere destruir con la Destrucción? ¿Quién y Qué? Yo respondería: La Destrucción la crean grupos y su intención es destruir otros grupos. Y me explico. Para ello, permitidme que me vaya un poco lejos, Simone de Beauvoir en su libro El Segundo Sexo escribía, hablando de la condición de la mujer, que una de las luchas exclusivas de la mujer era entre su ser como individuo y su ser como generadora/portadora de la especie. La mujer lleva en sí la carga de concebir la Especie pero ese concebir la Especie entra en conflicto con el ser individuo porque ser individuo conlleva negarse a ser Especie. Viene a colación esta idea porque hay un momento en que las personas dejan de ser individuos para ser grupo. El ejemplo más clásico sería la muchedumbre, una masa sin rostros formada por rostros. Un grito unánime de la muchedumbre que surge de mil gargantas. Un acción de la muchedumbre que es la acción de cada uno de sus integrantes. La guerra, por lo tanto, anula en la mayor medida posible le esencia de individuo de un enemigo y lo convierte en tan sólo una parte, insignificante, de ese monstruo deforme y amenazador que es El Enemigo. En la guerra, por lo tanto, no debe haber intrahistoria, sólo debe haber Historia.
Los aliados (sería mejor decir El Grupo Aliados) por lo tanto querían destruir, aniquilar, al Grupo Alemán/Japonés. Y por los resultados parece ser que lo consiguieron. Desde entonces los alemanes no han buscado a otro Hitler. Porque afirmo para los grupos lo que ya dije sobre los individuos: Un grupo destruido no se puede reconstruir.
El libro resulta ser una post-visión de la destrucción de Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial. Y una reflexión acerca del silencio que en la propia Alemania produjo esta destrucción, como si ésta fuera natural, es decir merecida, como si todo un pueblo mereciera el castigo de tres millones de toneladas de bombas sobre 131 ciudades, la muerte de 600.000 ciudadanos, la destrucción de siete millones de casas, la hambruna y el horror por la decisión de sus líderes (es cierto que votados por una mayoría de ellos) de atacar a otros e instaurar un imperio - de razas superiores y legiones entregadas. De ideología guerrera y exaltación del macho. Denostoso con el intelectual y ensalzador del siervo- que duraría mil años.
Un pueblo no es un individuo. Yo no creo que se pueda dar una imagen real del sufrimiento de un pueblo sino se ejemplifica con el sufrimiento de uno sólo de sus individuos. El silencio del pueblo alemán tras ser masacrado demuestra su destrucción, como es su destrucción el relato de una mujer polaca, testigo en los juicios de Nuremberg, que permaneció bajo un montón de cadáveres, entre ellos sus cuatro hijos el más pequeño con tres años, el mayor con nueve, todos ellos asesinados por las SS, ella también asesinada sólo que no la mataron y estuvo con una herida que le abría el cráneo, durante toda una noche y todo un día y al final salvó la vida de forma insospechada. Esa mujer polaca, ante el tribunal, estaba destruida, era las ruinas de su propio haber sido sólo que en este caso, a diferencia de las ruinas de la ciudad de Dresde, no se podía reconstruir. Un ser humano destruido no se puede reconstruir.
¿Cómo se comprende la destrucción por parte de los Aliados? o como pregunta Sebald en su libro, ¿Por dónde habría habido que comenzar una historia natural de la destrucción? ¿Por una visión general de los requisitos técnicos, de organización y políticos para realizar ataques a gran escala desde el aire? ¿Por una descripción científica del fenómeno hasta entonces desconocido de las tormentas de fuego? ¿Por un estudio patográfico (patografia: estudio de los estados morbosos) de las formas de muerte características? o ¿Por estudios psicológicos del comportamiento sobre el instinto de huida y el retorno al hogar?
Me surge otra pregunta: ¿Qué se quiere destruir con la Destrucción? ¿Quién y Qué? Yo respondería: La Destrucción la crean grupos y su intención es destruir otros grupos. Y me explico. Para ello, permitidme que me vaya un poco lejos, Simone de Beauvoir en su libro El Segundo Sexo escribía, hablando de la condición de la mujer, que una de las luchas exclusivas de la mujer era entre su ser como individuo y su ser como generadora/portadora de la especie. La mujer lleva en sí la carga de concebir la Especie pero ese concebir la Especie entra en conflicto con el ser individuo porque ser individuo conlleva negarse a ser Especie. Viene a colación esta idea porque hay un momento en que las personas dejan de ser individuos para ser grupo. El ejemplo más clásico sería la muchedumbre, una masa sin rostros formada por rostros. Un grito unánime de la muchedumbre que surge de mil gargantas. Un acción de la muchedumbre que es la acción de cada uno de sus integrantes. La guerra, por lo tanto, anula en la mayor medida posible le esencia de individuo de un enemigo y lo convierte en tan sólo una parte, insignificante, de ese monstruo deforme y amenazador que es El Enemigo. En la guerra, por lo tanto, no debe haber intrahistoria, sólo debe haber Historia.
Los aliados (sería mejor decir El Grupo Aliados) por lo tanto querían destruir, aniquilar, al Grupo Alemán/Japonés. Y por los resultados parece ser que lo consiguieron. Desde entonces los alemanes no han buscado a otro Hitler. Porque afirmo para los grupos lo que ya dije sobre los individuos: Un grupo destruido no se puede reconstruir.
Ensayo
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/12/2008 a las 10:57 | {0}
Baruch Spinoza
Baruch Spinoza (1632-1677) en el Capítulo III De la vocación de los hebreos y de si el don de profecía fue propio de ellos, de su Tratado Teológico-Político , escribe justo al principio (la cita es un poco larga porque es muy intensa, escrita con mucho gusto y con verdadera humildad. Quizá sean esas las razones que me llevan a pensar que esta idea de la felicidad -la verdadera- no anda muy lejos de ser cierta. En todo caso es un término abstracto con lugares concretos. Por ejemplo casi todos los seres humanos podríamos admitir que una cualidad de la felicidad es la sensación de belleza. Spinoza trae a colación otra vertiente de la felicidad, otro lugar concreto y sin embargo en éste utiliza para describirlo dos términos que me llevan primero a confusión y después a comprensión. No me extrañaría que el sabio Spinoza lo hubiera hecho adrede. Estos dos términos son beatitud y verdad) La verdadera felicidad, la beatitud consiste solamente en el goce del bien y no en la gloria de que un hombre goza exclusivamente. Si alguno se juzga más feliz por disfrutar ventajas de que otros se consideran privados, por ser favorito de la fortuna, ése ignora la verdadera felicidad, la beatitud; y si su alegría no es pueril, sólo puede proceder de envidia o de mal corazón. Solamente en la sabiduría y conocimiento de la verdad reside la felicidad verdadera y la dicha humana, pero en manera alguna procede de que tal sea más sabio que cuál, ni de que los unos estén privados de la verdad que otro posee, porque la ignorancia de aquéllos no aumenta el saber de éste y nada puede agregar a su ventura. El que se goza en su propia superioridad, se regocija de mal ajeno, luego es envidioso; luego es malvado; luego no conoce la verdadera sabiduría, ni la vida verdadera, ni la ventura que es su fruto. La felicidad, pues, consiste solamente en el goce del bien.
Ensayo
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 09/12/2008 a las 19:25 | {0}Apócrifo atribuido a Isaac Alexander
Definamos ante todo la belleza (o mejor busquemos definiciones a dicho concepto lo cual dicho sea de paso animará nuestras almas y compondrá una mejor visión de los momentos tristes. Porque si algo tiene el concepto de belleza es el de otorgar, cuando menos, la esperanza de aliviar el pesar). Dice Sebastián de Covarrubias Orozco en su delicioso Tesoro de la Lengua Castellana que para saber de belleza nos vayamos a beldad y en beldad nos envía a hermoso y así lo define este buen señor: dícese de todo aquello que en sí tiene tal compostura y agrado que deleita con su visión y lleva tras sí nuestro ánimo y voluntad. Viene a continuación un texto no breve en el que, cosas de la época, se ensalza lo hermoso espiritual frente a lo hermoso carnal, de lo cual aquí no haremos sino reseñarlo. Casi dos siglos más tarde el Diccionario de Autoridades ya define belleza en sí y lo hace de este modo: es una proporción justa de las partes del cuerpo y, especialmente del rostro, acompañada de cierta gracia y donaire que la hace agradable y respetosa. En una segunda entrada también define belleza como: se suele también tomar como cosa excelente, bien ejecutada y que tiene en sí grande primor y perfección. Antes de seguir quisiera aclarar que la palabra respetosa viene a significar: lo que causa o mueve a veneración y respeto. Como es palabra ya en desuso me permito poner el ejemplo, entresacado de la Chrónica de San Francisco escrita por Fray Damián Cornejo, por lo locuaz y saleroso: En cuyo rostro vi, cuando me hablaba, unos rayos y resplandores, que le hacían respetoso y formidable. Pasados otros dos siglos, nuestra más ilustre lexicógrafa, doña María Moliner define lo bello de la siguiente forma: Se define a las cosas que percibidas por la vista, o el oído producen deleite espiritual; y, por extensión, a cosas que afectan a la inteligencia o a la sensibilidad moral con un deleite semejante: como la cara de una persona, un paisaje, una obra musical, una poesía, un rasgo generoso. En España, a diferencia de en los países hispanoamericanos, se reserva este adjetivo para cosas de importancia o grandiosidad o para personas de una gran perfección física, y siempre en lenguaje pulido; a las cosas corrientes se le aplica el equivalente "bonito". Tampoco se aplica "bello" sino "hermoso" a cosas cuya excelencia afecta a sentidos que no son la vista o el oído; no se dice, por ejemplo, "un bello día" como se dice "un hermoso día"; tampoco se hace equivaler a "magnífico o espléndido", diciendo, por ejemplo, "un niño muy bello" o "una bella habitación" sino que se dice "un niño muy hermoso, una hermosa habitación". Afinaciones sutiles de esta mujer singular en su diccionario único. Avancemos hasta el también diccionario de uso de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos. En este diccionario se nos define bello (busco definiciones de bello porque belleza siempre es definida como, naturalmente, cualidad de bello) de tres formas: 1.- Cosa que produce placer a la vista y al oído. 2.- Cosa intelectual o moralmente agradable. 3.- Moralmente bueno. Quiero antes de poner colofón a esta disertación nombrar todavía un par de definiciones más. El diccionario de la Real Academia en su edición 2001 define así belleza (que en este diccionario se define más la cualidad): Propiedad de las cosas que hace amarlas infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas. Y por último en el diccionario Redes -diccionario combinatorio del español contemporáneo- Ignacio Bosque relaciona (o propone) la belleza con los siguientes términos: angelical, arrebatador, asombroso, cándido, candoroso, cautivador, cegador, delicado, desbordante, deslumbrante, despampanante, efímero, embriagador, espectacular, excelso, exuberante, incomparable, indescriptible, inenarrable, inigualable, interior, irresistible, llamativo, portentoso, radiante, resplandeciente, rutilante, sereno, subyugante, sumo y también, colocadas en otro ítem: ajar(se), apagar(se),, derrochar, destilar, eclipsarse, encandilar (a alguien), extasiar (a alguien), inundar (algo), irradiar, llenar (algo), magnificar, marchitarse, perder(se), prendarse (de), realzar, revestir(se) (de), seducir (a alguien). Con estos términos relaciona el diccionario combinatorio.
Sobre la belleza dijo Edgar Allan Poe: la belleza siempre guarda algo de extraño en las proporciones. Y este judío esteta que soy yo añadiría: la belleza establece tal distancia entre el observador y lo observado que resulta del todo fútil definirla. Es decir, la belleza en cuanto concepto absoluto, capaz de ser definido en sí, no existe.
Sobre la belleza dijo Edgar Allan Poe: la belleza siempre guarda algo de extraño en las proporciones. Y este judío esteta que soy yo añadiría: la belleza establece tal distancia entre el observador y lo observado que resulta del todo fútil definirla. Es decir, la belleza en cuanto concepto absoluto, capaz de ser definido en sí, no existe.
Ensayo
Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/11/2008 a las 11:58 | {0}
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Ensayo
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/12/2008 a las 13:30 | {2}