Ἃγαλμα puede significar ornamento o adorno y también joya, objeto precioso (algo que está en el interior). Debido a mi desconocimiento absoluto de la Verdad, no sé si Jacques Lacan es un genio o un estafador; como desconozco los cánones ortodoxos decidí hace tiempo que tan sólo valoro lo que me atrapa en su discurso; como considero que la infancia -debido a su fragilidad- es el territorio abonado para el manejo de las mentes y que esos manejos pueden destruir para siempre la libertad de pensamiento, de emoción, de sentimientos verdaderos (?) de una persona, me interesan las ciencias o las terapias que buscan en los primeros años las fuentes de los conflictos del presente (En otro ámbito de las ciencias sociales el fin primero del Derecho es la disciplina de los sentimientos y la inoculación del sentido de Orden). No sé por lo tanto si el psicoanálisis tiene valor de ley ni si el intento de Lacan de crear un sincretismo entre psicoanálisis freudiano, lingüística de Saussure y Estructuralismo sirve para aclarar el terrible enigma del vivir humano pero cuando leo su interpretación de El Banquete de Platón me atrapa y me hace reflexionar sobre ese sentimiento que yo llamaría Caja de Pandora que es el amor.
Tras lanzar -si no recuerdo mal- Fedro, Pausanias, Erixímaco, Aristófanes, Agatón y Sócrates sus elogios -o disertaciones- sobre Eros -que es una de las formas de amor, las otros dos son: filia y ágape- hace acto de presencia en casa de Agatón, Alcibíades absolutamente borracho. Alcibíades es un hombre maduro, hermoso y jefe natural que quiere conseguir los favores del poeta Agatón y cuando al sentarse junto a él descubre que en el mismo diván se encuentra Sócrates, le da un vuelco corazón porque él -Alcibíades- siempre hubiera querido que Sócrates lo amase. Y entonces de una forma descarada (y descarnada) Alcibíades cuenta a los comensales cómo fue su deseo/amor de Sócrates.
Alcibíades empieza su narración de esta manera: A Sócrates, señores, yo intentaré elogiarlo de la siguiente manera: por medio de imágenes. Quizás él creerá que es para provocar la risa, pero la imagen tendrá por objeto la verdad, no la burla. Pues es mi opinión que Sócrates es lo más parecido a esos silenos existentes en los talleres de escultura, que fabrican los artesanos con siringas o flautas en la mano y que, cuando se abren en dos mitades, aparecen con estatuas de dioses en su interior.
Los silenos eran unas cajas que tendrían la forma del viejo sátiro, gordo y viejo, dios menor de la embriaguez (y recordemos que Sócrates era famoso, a parte de por su oratoria y su método, por su extrema fealdad y por su aguante con el vino. De hecho jamás se le vio borracho y bebió siempre como el que más) que solían contener agálmatas que se puede traducir como estatuas de dioses-theón agálmata- pero también como he escrito al principio como joya u objeto precioso. Lo que viene a decir Alcibíades es que él logró ver el ἂγαλμα de Sócrates y desde entonces Alcibíades cae rendido a los pies del filósofo. Alcibíades desea a Sócrates.
La narración es soberbia, divertida y sentimental pero no es de ella de lo que quería hablar sino del rastreo que Lacan, a partir del texto de Platón, hace del término ágalma. En primer lugar dice que la primera vez que se encontró con esta palabra fue en la Hécuba de Eurípides y que ya entonces dedujo que aquella palabra no quería decir estatua de dios sino más bien fetiche y dice Lacan: cuando se encuentren ustedes con la palabra ágalma, presten mucha atención. Aunque parezca que se trata de las estatuas de los dioses, examínenlo ustedes con más cuidado y verán que se trata siempre de otra cosa.
La raíz de ágalma -γαλ- podría estar relacionada con palabras que quieren decir, admirar, envidiar, estar celoso de, soportar penosamente o estar indignado además de tener relación con lo que brilla, con lo brillante, en el sentido de galante porque este término (galante) viene de gal, brillo en francés antiguo.
El ágalma entonces es algo que se encuentra en el interior de algo/alguien que si es visto engalana, gratifica, brilla, se admira, se está celoso de ello, incluso se soporta penosamente hasta llegar a la indignación. Es decir se desea. Es decir se ama.
Alcibíades al compararnos a Sócrates con un sileno en cuyo interior vislumbró su ágalma echa por tierra todos los discursos más o menos ingeniosos o acertados que sobre Eros hicieron los asistentes al banquete y lo baja a la tierra y lo muestra en sus carnes de hombre enamorado en toda su complejidad porque a quien, en realidad, venía buscando Alcibíades no era a Sócrates sino al amado de Sócrates, Agatón, destrozando así la dualidad que sobre el amor se nos había venido contando hasta su irrupción y mostrando -demostrando- que el amor siempre es cosa de tres.
Tras lanzar -si no recuerdo mal- Fedro, Pausanias, Erixímaco, Aristófanes, Agatón y Sócrates sus elogios -o disertaciones- sobre Eros -que es una de las formas de amor, las otros dos son: filia y ágape- hace acto de presencia en casa de Agatón, Alcibíades absolutamente borracho. Alcibíades es un hombre maduro, hermoso y jefe natural que quiere conseguir los favores del poeta Agatón y cuando al sentarse junto a él descubre que en el mismo diván se encuentra Sócrates, le da un vuelco corazón porque él -Alcibíades- siempre hubiera querido que Sócrates lo amase. Y entonces de una forma descarada (y descarnada) Alcibíades cuenta a los comensales cómo fue su deseo/amor de Sócrates.
Alcibíades empieza su narración de esta manera: A Sócrates, señores, yo intentaré elogiarlo de la siguiente manera: por medio de imágenes. Quizás él creerá que es para provocar la risa, pero la imagen tendrá por objeto la verdad, no la burla. Pues es mi opinión que Sócrates es lo más parecido a esos silenos existentes en los talleres de escultura, que fabrican los artesanos con siringas o flautas en la mano y que, cuando se abren en dos mitades, aparecen con estatuas de dioses en su interior.
Los silenos eran unas cajas que tendrían la forma del viejo sátiro, gordo y viejo, dios menor de la embriaguez (y recordemos que Sócrates era famoso, a parte de por su oratoria y su método, por su extrema fealdad y por su aguante con el vino. De hecho jamás se le vio borracho y bebió siempre como el que más) que solían contener agálmatas que se puede traducir como estatuas de dioses-theón agálmata- pero también como he escrito al principio como joya u objeto precioso. Lo que viene a decir Alcibíades es que él logró ver el ἂγαλμα de Sócrates y desde entonces Alcibíades cae rendido a los pies del filósofo. Alcibíades desea a Sócrates.
La narración es soberbia, divertida y sentimental pero no es de ella de lo que quería hablar sino del rastreo que Lacan, a partir del texto de Platón, hace del término ágalma. En primer lugar dice que la primera vez que se encontró con esta palabra fue en la Hécuba de Eurípides y que ya entonces dedujo que aquella palabra no quería decir estatua de dios sino más bien fetiche y dice Lacan: cuando se encuentren ustedes con la palabra ágalma, presten mucha atención. Aunque parezca que se trata de las estatuas de los dioses, examínenlo ustedes con más cuidado y verán que se trata siempre de otra cosa.
La raíz de ágalma -γαλ- podría estar relacionada con palabras que quieren decir, admirar, envidiar, estar celoso de, soportar penosamente o estar indignado además de tener relación con lo que brilla, con lo brillante, en el sentido de galante porque este término (galante) viene de gal, brillo en francés antiguo.
El ágalma entonces es algo que se encuentra en el interior de algo/alguien que si es visto engalana, gratifica, brilla, se admira, se está celoso de ello, incluso se soporta penosamente hasta llegar a la indignación. Es decir se desea. Es decir se ama.
Alcibíades al compararnos a Sócrates con un sileno en cuyo interior vislumbró su ágalma echa por tierra todos los discursos más o menos ingeniosos o acertados que sobre Eros hicieron los asistentes al banquete y lo baja a la tierra y lo muestra en sus carnes de hombre enamorado en toda su complejidad porque a quien, en realidad, venía buscando Alcibíades no era a Sócrates sino al amado de Sócrates, Agatón, destrozando así la dualidad que sobre el amor se nos había venido contando hasta su irrupción y mostrando -demostrando- que el amor siempre es cosa de tres.
...con sencillez deambulo entre Lacan y el Corpus Hipocrático como si entre ambos existiera el nexo que pudiera, lánguidamente, conducirme a la placidez... saber dejar de saber (tengo ahora el prurito -escribo prurito por mis manos que andan heridas desde hace un mes y medio. Yo me empeño en curármelas con remedios naturales. Porque sé (creo saber) que tiene que ver con el hígado, lo limpio, o mejor, limpio sus alrededores, el llamado medio interno a base de diente de león, tomillo y estigma de maíz. Pero las manos no acaban de sanar y duelen o pican o escuecen. Ante tal sensibilidad se es tan consciente de lo mucho que las utilizamos que apenas puedo imaginar cómo lo debió de pasar un antiguo amigo que tuvo las manos escayoladas durante más de dos meses- de alejarme de este discurso que he iniciado y vagar por venerables historias que se perdieron en la Biblia de los Setenta) en esta mañana de octubre cuando las primeras lluvias han llegado y lo primero que he imaginado es cómo debe estar el camino, la tierra mojada, los fresnos.
Ahora volveré, me digo. En la espera, me digo. La transferencia me espera. Como si buscara la última duda para abandonarme, ya para siempre, mecido por Fedro o Heidegger antes de ensayarme en la delicuescencia (escribo esta palabra porque me ha sonado tan líquida que no me he podido resistir) de Derrida. Como diría quien no existe, Cosas así.
Ahora volveré, me digo. En la espera, me digo. La transferencia me espera. Como si buscara la última duda para abandonarme, ya para siempre, mecido por Fedro o Heidegger antes de ensayarme en la delicuescencia (escribo esta palabra porque me ha sonado tan líquida que no me he podido resistir) de Derrida. Como diría quien no existe, Cosas así.
No es tiempo para cambios. Relájate. Estáte tranquilo.
No era el infierno. Fue un paseo por las nubes. Perteneciente a la Serie fotográfica Espasmos de Olmo Z. realizada en fecha desconocida.
El arte es el cajón de sastre de la imaginación humana (para desarrollar)
La infancia. ¡La infancia! ¡La infancia! (para desarrollar)
Eros. Filia. Ágape (para desarrollar cada concepto por separado)
Abrirse el corazón (para desarrollar)
como la sangre siempre
Emoción pequeña y profunda que sacude los sacos lacrimales como si fuera un boxeador entrenando en el gimnasio (para desarrollar)
Ese germen en todas las construcciones sobre la especie humana -religión- que tiene como principio el castigo de la misma, su destrucción (no hace falta desarrollar. ¿O sí?)
No suena la nieve
La nieve nunca suena
Mi espuma
Los prismas como desconsoladores de la luz (para desarrollar)
Seguir la pista. Mirar la huella. Oler el rastro. Hay algo en el aire. Un socavón entre unas nubes (iba más allá de lo profundo. Asustaba más que abismo. Reconocía, muy allá {imagen podría ser cuando desde el hondísimo pozo llega el eco del sonido del guijarro que rompió por fin el agua} el grito, el grito), ¡Oh, tú necio! ¿Cuántas veces querrás gritar? (no estaría mal poder desarrollarlo)
Era un tarde; en el salón las maderas del suelo y de los muebles acogían. También la alfombra espesa. También los libros en las estanterías. También unas reproducciones de las geometrías de Cezanne. La butaca. El sofa -tras él el ventanal con cristales dobles que amortiguan el sonido de la ciudad hasta convertirlo en lejano mar, tormenta que se aleja, fin del peligro-. (para desarrollar)
La infancia. ¡La infancia! ¡La infancia! (para desarrollar)
Eros. Filia. Ágape (para desarrollar cada concepto por separado)
Abrirse el corazón (para desarrollar)
Cantar en el camino (no hace falta desarrollar)
Intermezzo 1
Los colores de la tarde siempre como la sangre siempre
Emoción pequeña y profunda que sacude los sacos lacrimales como si fuera un boxeador entrenando en el gimnasio (para desarrollar)
Ese germen en todas las construcciones sobre la especie humana -religión- que tiene como principio el castigo de la misma, su destrucción (no hace falta desarrollar. ¿O sí?)
Intermezzo 2
Ahora acaricio el último espejo No suena la nieve
La nieve nunca suena
Mi espuma
Los prismas como desconsoladores de la luz (para desarrollar)
Seguir la pista. Mirar la huella. Oler el rastro. Hay algo en el aire. Un socavón entre unas nubes (iba más allá de lo profundo. Asustaba más que abismo. Reconocía, muy allá {imagen podría ser cuando desde el hondísimo pozo llega el eco del sonido del guijarro que rompió por fin el agua} el grito, el grito), ¡Oh, tú necio! ¿Cuántas veces querrás gritar? (no estaría mal poder desarrollarlo)
Era un tarde; en el salón las maderas del suelo y de los muebles acogían. También la alfombra espesa. También los libros en las estanterías. También unas reproducciones de las geometrías de Cezanne. La butaca. El sofa -tras él el ventanal con cristales dobles que amortiguan el sonido de la ciudad hasta convertirlo en lejano mar, tormenta que se aleja, fin del peligro-. (para desarrollar)
Intermezzo 3
Para humedecerte
buscaré el barro
(¡piedra lisa semejante al río!)
Hay que irse (para desarrollar)
buscaré el barro
(¡piedra lisa semejante al río!)
Hay que irse (para desarrollar)
Ensayo
Tags : Sobre las creencias Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/10/2016 a las 22:06 | {0}
Darío Sztajnszrajber -el apellido parece hermosamente holandés o flamenco- (aunque haré como Sánchez Ferlosio que escribe Chéspir en vez de Shakespeare. Así si lo vuelvo a nombrar por su apellido escribiré Estanrajber) es un filósofo argentino que suele dar una serie de conferencias anuales en la ciudad de Rosario dentro de la Facultad Libre. Sus clases están a disposición del público en Youtube. Hace un par de días César me envió el enlace de una de sus últimas conferencias que iba a tratar sobre el tema de La Verdad (si cliqueas sobre el nombre accederás en ventana nueva a la conferencia -acceder en ventana nueva me suena a verso lleno de esperanza. Quizá cambiaría la palabra acceder; quizás escribiría aparecer o surgir- ¿Surgirá en ventana nueva/ un nuevo paisaje? Cosas así). El año pasado Darío dedicó el ciclo de conferencias a ocho filósofos Epicuro, Spinoza, Foucault, Derrida, Heidegger o Baudelaire -sí, a mí también me resultó curioso que tratara a Baudelaire como filósofo- etc... Esta año ha decidido que el ciclo de conferencias gire en torno a temas -o problemas filosóficos- como son: La comunidad, El Amor, La Muerte, La Verdad, Dios, El Poder y otros. Yo lo recomiendo. Es un gran divulgador y como dirían allá en la Argentina: Está bárbaro (por supuesto con acento argentino).
Lo terrible de la Verdad es su paradoja. Así resumiría yo la conferencia. Pero no quiero hablar de ella -de la conferencia. Si quieres escucharla ya te puse el enlace- sino de tu verdad (o de la mía). Porque ahí está la paradoja: si tu verdad no es la mía (o viceversa) ya no es La Verdad. Y tampoco quiero filosofar: sólo quería decírtelo, que me lo leyeras en este último día de verano cuando mañana el otoño hará que la luz sea más suave. Podría volver a escribir las palabras del propio Baudelaire mon semblable, mon frère pero -y no por políticamente correcto- también habría de escribir ma semblable, ma soeur para abarcar a todos, para sentirme a gusto con este espejismo que es mi verdad y poder disfrutar sin quejas del pensamiento que la experiencia me propone. Que no tengo la verdad, creo saberlo como también creo -y mucho- en Schopenhauer y su filosofía de la representación. Que no tengo la verdad, no cabe duda y sin embargo hay algo en mis sentimientos que clama por decir que eso que sienten es verdad. Sólo que la historia del hombre se sustenta en dinamitar las verdades de sus antepasados, excepto los lameculos del poder -y éstos, claro, son legión- como Hegel -por poner sólo un ejemplo- argumenta con literatura poderosa sobre el Sentido de la Historia y cosas así para darle una historia a la palabra sentido (sentido como finalidad, como dirección). Que no tengo la verdad no es nada nuevo. Mi emoción sin análisis podría decir que es pura (luego sería espúrea -desde el análisis-) como imagino que tu emoción también lo será y al final todo se resuelve en una cuestión de lenguaje y en la certeza de que somos unos animales en extremo desdichados por la capacidad que tenemos de asumir las paradojas (que nos destruyen, que nos paralizan, que nos desarmonizan -si estar en armonía con uno mismo es una de las virtudes de la felicidad-) porque la paradoja es siempre fruto del pensamiento y el pensamiento mezclado con los sentidos genera en ocasiones la devastación.
La verdad es que sé que no existes y que eres nada más que un constructo de mi imaginación. No has existido nunca. No te he visto nunca. Es cierto que vi a alguien que se podría parecer a ti -mon frère/ma soeur-. Un día te das cuenta de que también la imaginación tiene sus peligros. Imaginarte ha sido uno de los ejercicios más hermosos que he ensayado. Imaginarte ha sido uno de los ejercicios que más me ha destruido. Verte realmente me ha devastado. ¿Me entiendes?
Yo sé el otoño. Creo en él. No sé si es verdad pero creo en él. Quiero creer en él como cuando en la noche, al cerrar los ojos, a veces ruego al que corresponda que nos proteja...
Lo terrible de la Verdad es su paradoja. Así resumiría yo la conferencia. Pero no quiero hablar de ella -de la conferencia. Si quieres escucharla ya te puse el enlace- sino de tu verdad (o de la mía). Porque ahí está la paradoja: si tu verdad no es la mía (o viceversa) ya no es La Verdad. Y tampoco quiero filosofar: sólo quería decírtelo, que me lo leyeras en este último día de verano cuando mañana el otoño hará que la luz sea más suave. Podría volver a escribir las palabras del propio Baudelaire mon semblable, mon frère pero -y no por políticamente correcto- también habría de escribir ma semblable, ma soeur para abarcar a todos, para sentirme a gusto con este espejismo que es mi verdad y poder disfrutar sin quejas del pensamiento que la experiencia me propone. Que no tengo la verdad, creo saberlo como también creo -y mucho- en Schopenhauer y su filosofía de la representación. Que no tengo la verdad, no cabe duda y sin embargo hay algo en mis sentimientos que clama por decir que eso que sienten es verdad. Sólo que la historia del hombre se sustenta en dinamitar las verdades de sus antepasados, excepto los lameculos del poder -y éstos, claro, son legión- como Hegel -por poner sólo un ejemplo- argumenta con literatura poderosa sobre el Sentido de la Historia y cosas así para darle una historia a la palabra sentido (sentido como finalidad, como dirección). Que no tengo la verdad no es nada nuevo. Mi emoción sin análisis podría decir que es pura (luego sería espúrea -desde el análisis-) como imagino que tu emoción también lo será y al final todo se resuelve en una cuestión de lenguaje y en la certeza de que somos unos animales en extremo desdichados por la capacidad que tenemos de asumir las paradojas (que nos destruyen, que nos paralizan, que nos desarmonizan -si estar en armonía con uno mismo es una de las virtudes de la felicidad-) porque la paradoja es siempre fruto del pensamiento y el pensamiento mezclado con los sentidos genera en ocasiones la devastación.
La verdad es que sé que no existes y que eres nada más que un constructo de mi imaginación. No has existido nunca. No te he visto nunca. Es cierto que vi a alguien que se podría parecer a ti -mon frère/ma soeur-. Un día te das cuenta de que también la imaginación tiene sus peligros. Imaginarte ha sido uno de los ejercicios más hermosos que he ensayado. Imaginarte ha sido uno de los ejercicios que más me ha destruido. Verte realmente me ha devastado. ¿Me entiendes?
Yo sé el otoño. Creo en él. No sé si es verdad pero creo en él. Quiero creer en él como cuando en la noche, al cerrar los ojos, a veces ruego al que corresponda que nos proteja...
Somos un sueño imposible que busca la noche (Canción popular)
Interpreta Alexander Nehamas en su ensayo El Arte de Vivir la trayectoria del filósofo Foucault como un ir de la crítica negativa de la Ilustración y la imposibilidad de un Yo hacia la creación de un Yo (un sujeto) como obra de arte (...) luego fue pasando el día y la frase quedó ahí. Un inicio abortado. Esta entrada es un aborto. Diseccionemos: altavoces, plataforma, negro, prisma (o cuarzo), cable, chaqueta blanca, verde, agenda, seis cajones, una película sórdida, un borracho, la latencia del corazón, las uñas, nadie, dos ruedas, la luz sí, Joan Brossa, el arte hablado, las cuentas, los recuerdos, la esperanza, una decisión, el picor, el olor de las sábanas, Polibio, Hegel en God & Gun Sánchez Ferlosio, volver, septiembre, conferencia sobre la verdad, Agamenón vuelve tras más de dos mil años y se despista, ¡qué impresionante ¿Quién teme a Virginia Woolf? Edward Albee! quería hablar de Albee, hablé de Albee, el vino, él vino (sólo una tilde), diseccionado, en la noche, poliuretano, sé que no te gusta, la ventana, las hojas/otoño, casí, dos días, la barandilla, una madre con su hija, dos ruedas, una cocina oxidada en la ladera, tierra quemada, ¿hasta cuándo?, ¿hasta cuándo?, las manos, la pata derecha, la negra, los fuegos, hay un disturbio, escribí antes disturbio, sabía escribir disturbio, ahora se calma, también, al final... hay que salir.
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Ensayo
Tags : Sobre las creencias Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/10/2016 a las 00:31 | {0}