Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Diario


Yo tengo para mí la recompensa y tengo la fotografía de las gotas de agua que penden de la rama del arce japonés y tengo la sonrisa de L. echando un órdago y también tengo el orgullo de V. ganándome al juego que le enseñé y tengo el tono de fastidio de R. ante una nueva mala nueva y tengo el placer de ofrecerle el brazo a mi M. para que baje los escalones y el respeto de Lo. por la vida que llevo y la atención de C. y su compañía y tengo recuerdos que atraviesan los desiertos y tengo la habilidad de contarte y la duda de por qué se me ocurrió a mí pensar que a ti ¡oh, lector! habría de interesarte lo que yo urdo. Yo tengo un extraño estandarte y una absurda divisa. Mi estandarte es la figura votiva de un hombre y mi divisa es ¡Fragilidad, mantente firme! Y en mi casa se acumulan los papeles y mis oídos se avienen a escuchar con placer las melodías lejanas del sitar. Yo tengo para mí la victoria cimentada a base de derrotas y sé que cuando el filósofo antiguo habla del río que nunca vemos igual está, en el fondo, entonando la desesperación por lo móvil, el deseo de perennidad. Yo tengo para mí una conversación por la tarde en el último domingo frente al lago y recuerdo el vestido estampado (blanco y azul) y el comentario del hospedero haciéndome vivir bien. Yo tengo en mi memoria (que no es nigún archivo al que se acuda sino que es un elemento fluyente que nace cada vez que se acude a ella) a mi P. cuando vino a verme en mi puesto de lotería y a mi tata J. que ha sido, es y será un soporte estoico como ya le hubiera gustado a Marco Aurelio y sé que cuando la memoria reconstruye a quienes murieron los está volviendo a la vida. Y porque todo esto tengo estoy y quiero llegar hasta donde mi cupo sabe con la cabeza alta, las ideas en su sitio y la fragilidad a prueba de banderas.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/07/2014 a las 12:15 | Comentarios {0}


Ayer, domingo 29 de junio de 2014, una mujer mayor, con el pelo rubio teñido y despeinada (como recién levantada), vestida con un ropón rojo y calzada con unas zapatillas de andar por casa, apareció a las nueve de la mañana en el arenero rodeado por el grupo de casas donde vivo -que no es una urbanización, ni una corrala, aunque algo de corrala moderna tiene-, llevaba con ella tres grandes bolsas de plástico y un cartel escrito a mano que pegó con celo en el poyete que separa el arenero del garaje -el garaje del grupo de casas donde vivo está en abierto y es en realidad el bajo de los edificios -edificios de tres plantas, sustentandos por columnas-; entonces empezó a sacar de las bolsas libros y los fue apilando con mimo junto al cartel. Terminada la tarea se fue.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/06/2014 a las 09:59 | Comentarios {0}



Me voy a permitir en este 1 de junio de 2014 un momento de introspección a partir de mi interés desmesurado por Margarita Porete y su obra Le mirouer de simples âmes anéanties, escrita a finales del siglo XIII. Esta obra de literatura mística, una de las cumbres de la literatura medieval francesa, tuvo como consecuencia para su autora el terminar sus días quemada viva en la hoguera por la Santa Inquisición Católica junto a su libro.
Descubrí a Margarita Porete hace tres días y desde entonces me persigue su figura y su fin. Quizá la busco y la estudio para recrear un personaje femenino en alguna historia que surja de esta cabeza loca a la que le dio por inventar historias y que tuvo la indecencia de pensar que de sus invenciones podría vivir y de esta indecencia y de este pensamiento es milagroso que haya ido viviendo; quizá me interesa por su condición de beguine clergesse es decir por pertenecer a la comunidad de las beguinas, un grupo de mujeres que se dedicaban al cuidado de enfermos, la beneficencia, la caridad y la enseñanza sin pertenecer a orden monacal ninguna, que solían vivir en casas comunales o en grupos de dos o tres mujeres, que no tenían una abadesa -aunque más tarde una de ellas fuera nombrada como Grande Demoiselle o directora de la comunidad- como parece ser que fue la más famosa de entre todas ellas Hadewichj d'Anvers la cual también escribió poemas místicos en neerlandés y que pudo ser faro y guía de Margarita como también lo pudo ser la también escritora y beguina Beatriz de Nazaret. Además de beguina, Margarita era clergesse, es decir, experta en clerecía, o sea una mujer culta, al modo en que lo fue un siglo antes Hildebrand von Bingen una de las personas más cultas, refinadas y sabias del siglo XII europeo; quizá me interesa Margarita Porete por lo poco que se sabe de su vida y lo mucho que se especula con ella y también y quizá porque me resulta curioso y me gustaría saber si Teresa de Ávila, la mística española, conoció a sus antecesoras y más cuando he descubierto que las propiedades de las beguinas, tras varios intentos de varios Papas a lo largo de los siglos XIV y XV de usufructuarlos a favor de su Iglesia, se las entregaron al fin a la orden carmelita y como se sabe carmelita era Teresa de Ávila.
No he leído entero El espejo de las simples almas anonadadas -ya os digo, hace tres días que conozco a Margarita-, más bien rastreo lo que se sabe de ella y una de las extrañezas que provoca esta mujer es que pudiera hacer varias copias de su manuscrito. En el siglo XIII la imprenta aún no existe y hacer un libro era muy, muy caro, se escribía sobre pergamino y el pergamino se fabricaba a partir de la piel de la oveja -¿Cuántas hojas de pergamino se podían sacar de la piel de una oveja?-, además había que fabricar la tinta, también muy costosa y por último había que encargar la escritura a un copista; aún así se sabe que en determinado momento había hasta cinco copias de su libro. La conjetura que mejor se abre paso es que la propia Margarita era copista; ella misma copiaba sus manuscritos y se los pagaba con lo que ganaba escribiendo para otros. Sólo es una conjetura.
Margarita Porete buscaba llegar a Dios por la llamada vía negativa o contemplativa y no tuvo ningún reparo sino que fue decisión suya, enviar su manuscrito al obispo de Cambrai, Gui de Colmieu, y éste lo tacha de hereje y condena a Margarita a que deje de escribir. Los procesos de la Santa Inquisición eran muy previsibles: primero se condenaba a una pena relativamente benigna pero si el condenado reincidía -se le llamaba relapso- la condena adquiría tintes infernales. Margarita no cejó en su tarea de beguina y mística y desoyó las amenazas de los, a la postre, sus verdugos: obispos, grandes teólogos de la Sorbona y demás ralea y de nuevo fue presa por la Inquisición, se le aplicó la tortura de la pera (un instrumento que consistía en introducirlo en las cavidades del cuerpo humano y por medio de una rueda, se abría dentro de la cavidad, hasta dilatarla de tal forma que provocaba espantosos dolores y secuelas incurables). Aún así Margarita no se desdijo de sus escritos y no habló para admitir sus errores; de hecho estuvo un año  en las celdas de la Santa Inquisición Católica en completo silencio hasta que el 1 de junio de 1310 (juro que no sabía que había sido un 1 de junio, como hoy, ¡benditas casualidades!) en la Plaçe de Gréve, en el corazón de París, las llamas consumieron el cuerpo vivo de esta poeta magnífica, esta mujer buena, de un cristianismo de Cristo, que defendía que la Iglesia no tenía por qué ser el único vehículo para llegar a Dios.



Extracto del Prólogo de Margarita Porete en su Espejo de las simples almas anonadadas.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/06/2014 a las 11:14 | Comentarios {1}


Moustaki, Actriz, Calle, Embriaguez
georges_moustaki___sans_la_nommer.mp3 Georges Moustaki - Sans la Nommer.mp3  (2.78 Mb)



Cuando hace unos días informaron sobre la muerte de Georges Moustaki, recordé una noche hace muchos, muchos años en la que Luis y yo fuimos en su Vespa a escucharle. Mi memoria (que es la loca de la casa) no consigue recordar si realmente entramos al concierto (porque lo confundo con otro concierto en el festival de jazz de Vitoria, también hace muchos, muchos años, en el que Luis y yo al fin conseguimos entrar a escuchar a Oscar Peterson). Sí recuerdo que al finalizar, decidimos esperar a que saliera para seguirle e ir donde él fuera y saludarle. Tampoco recuerdo si lo conseguimos. Georges Moustaki es parte de mis emociones de juventud y también parte de la amistad que nos tuvimos Luis y yo.

El jueves tomé la decisión de pasear por las calles de Madrid. Salir de esta soledad que tanto me protege quizá porque lo contrario del amor es el miedo. Paseé por la calle Fuencarral y aunque no me atreví a entrar en las tiendas y pedir que me atendieran, por lo menos eché un vistazo a ropa que iba a necesitar. Luego me senté en la Plaza del Dos de Mayo. Cuando me dirigía hacia el coche para recoger a Nilo y volver al pueblo, me encontré con L. una amiga de cuando estudiábamos arte dramático en los cursos de verano de El Escorial a mediados de los años ochenta. L. me cogió de las manos (siempre muy afectuosa. Le gusta tocar la piel.) y le pregunté cómo se encontraba y entonces me dijo que su situación era desesperada, que estaba viviendo en casa de P.  (actor al que  también conocimos en aquellos años), en una minúscula buhardilla y que tenía que dormir con él porque no había más sitio y que se sentía avergonzada y angustiada por la situación en la que se encontraba. Comentaba que hacía trabajos pero sin remuneración ninguna y que los directores que la llamaban la felicitaban por su interpretación pero  cuando había dinero de por medio entonces, esos mismos directores, ya no la llamaban ni siquiera para hacer una prueba. Le propuse que nos tomáramos una cerveza y fuimos al Parnasillo un café de los de entonces y allí mantuvimos junto con los dueños y un periodista de Le Monde Diplomatique, una charla encantadora. He quedado en llamarla. Y lo voy a hacer.  Ella me preguntó que hacía yo por ahí y le dije la verdad: He venido a ver gente. A mezclarme con la gente. Estoy demasiado encerrado y ha llegado el momento de salir de nuevo. Al despedirnos le dije: Estas muy guapa y eso es importante. Y gracias porque mi paseo de hoy se ha visto mil veces colmado en su expectativa por haberte encontrado después de tantos años.

Eso es la calle también. Un lugar de encuentro.

He estado dos días fumando unos mini porros de marihuana. Dejé de fumar porque eran muchas las veces que me entraba angustia y temor de vivir y pocas las ocasiones en las que el haschis o la marihuana me envolvían con su leve sensualidad, tan leve y hermosa como el humo. Estos dos días han sido embriagadoramente sensuales y ricos y me he propuesto escribir en breve un Elogio de la Embriaguez. Seguiré sin fumar.

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/05/2013 a las 09:45 | Comentarios {0}


No más
Vuelo... de espaldas... más allá de una canción.... más allá... esta mañana al salir, con el frío de una sierra algo nevada... el paseo.... en el silencio del camino verde, con los sonidos del mundo, el que tuvo que ser alguna vez enteramente así... las correrías del perro... los pedazos de mundo mordidos.... el agua azulísima como de nieve y unos piragüistas avanzando inútilmente y orzando en la boya... la roca... el cielo... las montañas nevadillas... y ese aire frío como el hierro, cruel como el cuchillo, inclemente como la pena... no es un día de queja, es un día de duelo... la muerte.... donde nada muere... hasta la palabra morir tiene algo vital, algo por completo sonoro, como las últimas palabras tibetanas que golpean el tímpano del moribundo para hacerle grato el tránsito... la belleza de haber sabido la mano y la mirada.... o una tarde de agonía llena de alegría... mansamente se arriba a la orilla donde espera el barquero... no temas su mirada... no temas el ofrecimiento de su mano para que des el paso sin caer a la Estigia... ven, parece decir, mi mano es callosa porque el remo, sólo porque el remo... quítate el talismán de tu cuello, abandona la piedra verde en el lugar donde aún ha de reposar muchos milenios y ahora ven, amigo, vas a visitar la otra orilla... así diría el día... con la vida fluyendo por mis ojos, colorida cuando está compuesta de átomos incoloros... sometida a los fueros de la gravedad y al mismo tiempo ingrávido yo con la mirada fija en la roca que despunta de las aguas del lago, una roca pequeña que a vista de pulga sería el techo del mundo... muere querida, le diría, si me recordase a la hermosa y navegante Ofelia, la coronaría de flores de loto para que así no perdiera la esencia pura (pura porque también existen esencias impuras) de los puntos cardinales y entonaría un largo himno casi homérico por el buen fin de su travesía... y abriría su pulmón y lo miraría delicadamente, brana a brana... y abriría sus ojos hasta llegar a su retina y adoraría en un silencio lleno de luz sus conos y sus bastoncillos... y acariciaría los filamentos que tras el tímpano vibran para que el cerebro sepa que el sonido existe... así el día, al trasluz...

Diario

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/01/2013 a las 20:12 | Comentarios {0}


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