no es la paciencia cualidad del amante
como la humedad no alienta la suerte de los desiertos
acude la sangre una mañana y le sorprende
acelerando el pulso de su ritmo
el amante piensa ¿por qué esta sangre corre
y obliga a mi corazón a trabucarse?
espera la palabra de la amada
no ofuscado
no inclemente
ni obsesivo
sino como un hombre que viese alejarse el alud
de nieve que se acercaba
tras un sueño de arena y nada
en la mañana roza una metáfora
en la tarde siente un eco
de canción de mujer
en la noche, entre sábanas,
no sueña sólo palpa su cuerpo solo
se adormece impaciente
del cuerpo de la amada
de sus palabras
como la humedad no alienta la suerte de los desiertos
acude la sangre una mañana y le sorprende
acelerando el pulso de su ritmo
el amante piensa ¿por qué esta sangre corre
y obliga a mi corazón a trabucarse?
espera la palabra de la amada
no ofuscado
no inclemente
ni obsesivo
sino como un hombre que viese alejarse el alud
de nieve que se acercaba
tras un sueño de arena y nada
en la mañana roza una metáfora
en la tarde siente un eco
de canción de mujer
en la noche, entre sábanas,
no sueña sólo palpa su cuerpo solo
se adormece impaciente
del cuerpo de la amada
de sus palabras
Abril 1994
Y cómo luego llueve y cómo luego hace sol
y la tormenta sepulta a la razón y la atormenta.
¿Cómo se explica el corazón?
¿Bastan una guitarra y unas manos diestras
o son también necesarios
la lluvia, la paz, el sol, la calma y la materia?
Porque en amor las palabras son pequeñas
por mucho que los poetas se entretengan
en rimar el mundo de los ojos
en la leve configuración de las letras.
Que te hable de amor,
que yo te explique el verdor,
el tragaluz, el hondo pozo, la dulce enredadera,
el talismán, la hoguera y la huella;
que yo me siente y oree al aire de mi voz
el caudal del río que me lleva
hacia el mar eterno de la muerte
donde tú y yo,
con mucha suerte,
apenas nos rozaremos siquiera.
Que te hable de amor, amor;
no, la mudez es ahora consejera.
Todo está quieto,
nada se balancea,
el péndulo apenas si
pendulea y el reloj,
de esta manera,
ha ralentizado
el curso de las horas.
Todo es quietud,
todo sosiega
el raudal de la voz.
Cuando hablamos de dos
¿de quién hablamos?
Cuando hablamos de futuro
¿a qué miramos?
Cuando de ser o de no ser
hablamos ¿nos acordamos
de los que fuimos o no fuimos?
Cuando hablamos
¿no se escapa por el hálito
de nuestra respiración
el núcleo de los átomos?
Porque hablar de amor no significa
carecer de silencios de amor,
tan elocuentes según nos dicen
los más expertos en la materia;
hablar de amor yo quiero
para decir que el dinero
del amor es el sexo o,
prerrogativa del que habla,
que el amor es tabla
durante el naufragio de vivir;
tabla salvadora sí
pero tabla dolorosa.
Rincón de fuego;
sello de la noche
entre mis ojos,
furor de invierno;
sutil improvisación
de una canción;
cayado,
candil,
duna,
añil;
callado desenlace
envuelto en traje
de estación del año:
un agua de abril,
la flor de marzo,
el pardo otoño;
luz de los labios,
suave marea de luna llena
calada en mí
cerca del cielo
más carmesí.
Pues si de amor me pides que te hable
en este domingo de primavera,
con el toldo de enfrente tazado
y aireando al viento sus vergüenzas
y mi perro de perfil en el balcón
de siempre mirando hacia el horizonte de una perra,
te diré:
"Amor vuela sobre la verde selva
de este poema mio
dedicado a la más pura hierba
que encontré junto a aquel río;
no dejes, Amor, que el tiempo
fiero se adueñe del olor de mi tesoro
ni que el oro dispuesto a acometerme
me ciegue el corazón o emponzoñe
este ideal de amor, este deseo,
esta espada dispuesta a batirse
hasta perderse;
Amor permite serme caballero, loco,
bribón, poeta, ciego, arcabuz, misil,
bucanero, saltimbanqui, actor y hechicero
ante mis más amada flor, mi luz de enero,
la piel con cuyo tacto me cercioro
de que existe la dicha de estar vivo;
y déjame morir, Amor tranquilo,
con la última visión de su cabello,
con el último roce de sus labios,
con el último frenesí de su destello".
y la tormenta sepulta a la razón y la atormenta.
¿Cómo se explica el corazón?
¿Bastan una guitarra y unas manos diestras
o son también necesarios
la lluvia, la paz, el sol, la calma y la materia?
Porque en amor las palabras son pequeñas
por mucho que los poetas se entretengan
en rimar el mundo de los ojos
en la leve configuración de las letras.
Que te hable de amor,
que yo te explique el verdor,
el tragaluz, el hondo pozo, la dulce enredadera,
el talismán, la hoguera y la huella;
que yo me siente y oree al aire de mi voz
el caudal del río que me lleva
hacia el mar eterno de la muerte
donde tú y yo,
con mucha suerte,
apenas nos rozaremos siquiera.
Que te hable de amor, amor;
no, la mudez es ahora consejera.
Todo está quieto,
nada se balancea,
el péndulo apenas si
pendulea y el reloj,
de esta manera,
ha ralentizado
el curso de las horas.
Todo es quietud,
todo sosiega
el raudal de la voz.
Cuando hablamos de dos
¿de quién hablamos?
Cuando hablamos de futuro
¿a qué miramos?
Cuando de ser o de no ser
hablamos ¿nos acordamos
de los que fuimos o no fuimos?
Cuando hablamos
¿no se escapa por el hálito
de nuestra respiración
el núcleo de los átomos?
Porque hablar de amor no significa
carecer de silencios de amor,
tan elocuentes según nos dicen
los más expertos en la materia;
hablar de amor yo quiero
para decir que el dinero
del amor es el sexo o,
prerrogativa del que habla,
que el amor es tabla
durante el naufragio de vivir;
tabla salvadora sí
pero tabla dolorosa.
Rincón de fuego;
sello de la noche
entre mis ojos,
furor de invierno;
sutil improvisación
de una canción;
cayado,
candil,
duna,
añil;
callado desenlace
envuelto en traje
de estación del año:
un agua de abril,
la flor de marzo,
el pardo otoño;
luz de los labios,
suave marea de luna llena
calada en mí
cerca del cielo
más carmesí.
Pues si de amor me pides que te hable
en este domingo de primavera,
con el toldo de enfrente tazado
y aireando al viento sus vergüenzas
y mi perro de perfil en el balcón
de siempre mirando hacia el horizonte de una perra,
te diré:
"Amor vuela sobre la verde selva
de este poema mio
dedicado a la más pura hierba
que encontré junto a aquel río;
no dejes, Amor, que el tiempo
fiero se adueñe del olor de mi tesoro
ni que el oro dispuesto a acometerme
me ciegue el corazón o emponzoñe
este ideal de amor, este deseo,
esta espada dispuesta a batirse
hasta perderse;
Amor permite serme caballero, loco,
bribón, poeta, ciego, arcabuz, misil,
bucanero, saltimbanqui, actor y hechicero
ante mis más amada flor, mi luz de enero,
la piel con cuyo tacto me cercioro
de que existe la dicha de estar vivo;
y déjame morir, Amor tranquilo,
con la última visión de su cabello,
con el último roce de sus labios,
con el último frenesí de su destello".
¿Por esa vereda caminaré un día?
¿Habrá nieve?
¿Nos tiraremos bolas?
¿Correremos el visillo
de la ventana de la izquierda?
¿Ante la puerta
me contará una vieja historia?
¿Encenderemos la chimenea?
¿Huirá el humo?
No sé si le rogué
aquella tarde al mar
por sus ojos azules.
Ya no recuerdo.
Aún así azules
aparecieron más tarde
y volvieron otra vez
como en una vuelta
asidos de la tarde aquella
o del ruego que no sé si hice.
Además
¿acepta el mar los ruegos?
y si los aceptara
¿no sería tan veleidoso
como sus ondas que vienen
y no vuelven?
Ahora digo, Sí, lo rogué
y acepto el tiempo
que el mar tardó en mostrarme
el color de sus ojos
y los labios de la muchacha
convertidos en labios de mujer.
Ahora digo, No, no lo rogué
porque mi Dios no es ni el mar ni es Dios
¿a quién rogar entonces?
Me quedaría quieto,
miraría su perfil
y pensaría,
Mañana se va y nunca volveré a ver
sus ojos azules
su labios de muchacha
sus senos limoneros.
No sé si le rogué,
no sé si el mar
se compadeció.
Sí sé que la volví a ver.
aquella tarde al mar
por sus ojos azules.
Ya no recuerdo.
Aún así azules
aparecieron más tarde
y volvieron otra vez
como en una vuelta
asidos de la tarde aquella
o del ruego que no sé si hice.
Además
¿acepta el mar los ruegos?
y si los aceptara
¿no sería tan veleidoso
como sus ondas que vienen
y no vuelven?
Ahora digo, Sí, lo rogué
y acepto el tiempo
que el mar tardó en mostrarme
el color de sus ojos
y los labios de la muchacha
convertidos en labios de mujer.
Ahora digo, No, no lo rogué
porque mi Dios no es ni el mar ni es Dios
¿a quién rogar entonces?
Me quedaría quieto,
miraría su perfil
y pensaría,
Mañana se va y nunca volveré a ver
sus ojos azules
su labios de muchacha
sus senos limoneros.
No sé si le rogué,
no sé si el mar
se compadeció.
Sí sé que la volví a ver.
Febril-Febrero-Febril 1982
La espalda de él
cariacontecida y lunática;
su espalda atravesada
en el tiempo del cabello largo.
Mienten los hombres tristes cuando sueñan.
Hoy soy triste.
La espalda de él
mañana soleada en el tiempo de la siembra.
Saboreo sus músculos naciendo,
sus huesos
amarillos-trigo-arena.
Mienten los mendigos
que aman soledades;
engañan las espaldas de los hombres grandes, de los grandes hombres.
Paseo arrinconado,
pienso
semen-siembra-fruto.
Atenazo, persigo
no-alcanzo
la espalda de él,
la de los hombres tristes cuando sueñan, la de los mendigos
solitarios.
Hoy soy triste hasta donde alcanzan las palabras,
hasta donde dicen los poemas.
Es nublado
el guijarro encontrado en el fondo de la cueva
(la cueva de las espaldas de los hombres)
cariacontecida y lunática;
su espalda atravesada
en el tiempo del cabello largo.
Mienten los hombres tristes cuando sueñan.
Hoy soy triste.
La espalda de él
mañana soleada en el tiempo de la siembra.
Saboreo sus músculos naciendo,
sus huesos
amarillos-trigo-arena.
Mienten los mendigos
que aman soledades;
engañan las espaldas de los hombres grandes, de los grandes hombres.
Paseo arrinconado,
pienso
semen-siembra-fruto.
Atenazo, persigo
no-alcanzo
la espalda de él,
la de los hombres tristes cuando sueñan, la de los mendigos
solitarios.
Hoy soy triste hasta donde alcanzan las palabras,
hasta donde dicen los poemas.
Es nublado
el guijarro encontrado en el fondo de la cueva
(la cueva de las espaldas de los hombres)
Ventanas
Seriales
Archivo 2009
Escritos de Isaac Alexander
Fantasmagorías
¿De Isaac Alexander?
Meditación sobre las formas de interpretar
Libro de las soledades
Cuentecillos
Colección
Apuntes
Archivo 2008
La Solución
Aforismos
Haiku
Recuerdos
Reflexiones para antes de morir
Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Sobre las creencias
Olmo Dos Mil Veintidós
El mes de noviembre
Listas
Jardines en el bolsillo
Olmo Z. ¿2024?
Agosto 2013
Saturnales
Citas del mes de mayo
Reflexiones
Marea
Mosquita muerta
Sincerada
Sinonimias
Sobre la verdad
El Brillante
El viaje
No fabularé
El espejo
Desenlace
Perdido en la mudanza (lost in translation?)
La mujer de las areolas doradas
La Clerc
Velocidad de escape
Derivas
Carta a una desconocida
Asturias
Sobre la música
Biopolítica
Las manos
Tasador de bibliotecas
Ensayo sobre La Conspiración
Ciclos
Tríptico de los fantasmas
Archives
Últimas Entradas
Enlaces
© 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023 y 2024 de Fernando García-Loygorri, salvo las citas, que son propiedad de sus autores
Poesía
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/10/2009 a las 09:47 | {0}