Estos días de frío en Madrid, de intenso frío y sobre todo de intensa nevada en la capital, han traído a mi recuerdo la figura de mi tío Carlos. Y no porque con él ocurriera nada especial un día que nevó mucho sino porque mi tío Carlos significaba para mí, en mi niñez, lo que la nieve significa para tantas y tantas personas, algo mullido, suave, silencioso. Cuando la nieve cae el mundo se suspende de su lentitud. Cuando la nieve cae aún nos sorprendemos de que no moje (como ayer comentaba una señora, emigrante de país cálido, la cual nunca había visto la nieve y comentaba, entre entusiasmada y atónita, ¡Y no moja, y no moja! Me recordaba el día en el que el hielo llegó a Macondo). Cuando la nieve cae todo parece mejor; los niños se desbordan en una alegría contagiosa, los ancianos dicen, La nieve es la vida. Mi tío Carlos era la vida de mi niñez. Cuando estaba con él sabía que nada malo me iba a pasar. Sentía su amor por mí y sentía su amor por mis padres porque yo fui un niño enfermo y él decidió aliviar esa carga a mis padres y la tomó para sí y su carga fue mi ligereza como la nieve vuelve ligero el mundo y cuando ha caído y ha cuajado, esa monotonía blanca es acogedora como una sábana blanca y limpia. Creo que era Ana María Matute quien decía que no entendía esa moda de ponerle dibujos a las sábanas infantiles porque una sábana blanca es mucho más misteriosa, abierta a cualquier huella. La huella de mi tío Carlos inscrita en mí como si yo fuera un cerrillo siempre nevado y esa huella, la suya, jamás osaran los copos cubrirla.
Una de las cincuenta cartas que le escribí a mi padre durante su enfermedad.
a000001.mp3 (2.13 Mb)
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Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/01/2009 a las 13:35 | {1}
Franz Stuck: Étude d'homme
He terminado una parte importante de la novela (en realidad he decidido que he terminado. Podría haber seguido con ella. Se abría un gran espacio. Iba a ser lento y meticuloso y quizás un error). He vuelto a escribir unas líneas. He mirado algunos libros con deseo. He imaginado alguna situación. He dejado a un personaje caminando por un pasillo. He dejado a otro personaje ante un descubrimiento. Ahora descansa todo. De vez en cuando aparece el personaje como queriendo decir algo. El personaje que ha descubierto. En su situación, pienso, hay acción, es una situación en la que funciona la dicotomía necesidad o deseo. Se puede optar por esa opción, sigo pensando, estructurar una progresión entre ambos personajes que culmine y luego, serenamente, se olvide. Se puede optar por hacer desaparecer a uno de los personajes como en las películas del antiguo cine francés. Escucho al mismo tiempo un partido de fútbol (ese ruido que tanto necesito). Hacerlo desaparecer sin más, sin justificación, sin argumento.
Ha fluido la tinta verde por el segundo tomo. Luego fluirá un poco más. Unas palabras me han devuelto el aliento. El sonido y la intensidad con que fueron dichas. El momento en que fueron dichas. Las palabras salvan.
Ha fluido la tinta verde por el segundo tomo. Luego fluirá un poco más. Unas palabras me han devuelto el aliento. El sonido y la intensidad con que fueron dichas. El momento en que fueron dichas. Las palabras salvan.
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Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/01/2009 a las 21:01 | {0}
Han sido tres meses desde que nació este Inventario. Y desde el principio habéis estado vosotros. Sin vosotros me hubiera ido amohinando como las hojas del árbol cuando el otoño avanza y saben que deben caer y al final una simple ráfaga de viento da con ellas en el suelo.
Hoy tengo el corazón desacompasado. No marca un ritmo uniforme sino que lo siento en mi pecho, me avisa de que está ahí, dispuesto a no sé qué. No espero un infarto de miocardio, ni una parada cardiorrespiratoria, no espero la muerte ni la enfermedad, tan sólo es el corazón que ansía un soplo de esperanza. Mi corazón espera lo que yo no espero cumpliéndose así ese pensamiento de Fernando Pessoa que dice si el corazón pudiese pensar se pararía. Le dejo entonces, porque me anima a seguir, a seguir cabalgando por esta Tierra, en este universo, instalados en un gran océano de nada aparente. He de hacerle caso porque me obliga a respirar hondo cada poco tiempo como si me dijera, Vamos, amigo, no pares, no desfallezcas, todo es luz y color (como escribí hace mucho tiempo en una obra de teatro). Aunque yo hoy, sinceramente, no vea sino un día gris (de un gris hermoso), rodeado de silencio, a solas con mis miedos que son muchos y poderosos y con tan sólo mi corazón luchando contra ellos.
Mi corazón y vosotros.
Hoy tengo el corazón desacompasado. No marca un ritmo uniforme sino que lo siento en mi pecho, me avisa de que está ahí, dispuesto a no sé qué. No espero un infarto de miocardio, ni una parada cardiorrespiratoria, no espero la muerte ni la enfermedad, tan sólo es el corazón que ansía un soplo de esperanza. Mi corazón espera lo que yo no espero cumpliéndose así ese pensamiento de Fernando Pessoa que dice si el corazón pudiese pensar se pararía. Le dejo entonces, porque me anima a seguir, a seguir cabalgando por esta Tierra, en este universo, instalados en un gran océano de nada aparente. He de hacerle caso porque me obliga a respirar hondo cada poco tiempo como si me dijera, Vamos, amigo, no pares, no desfallezcas, todo es luz y color (como escribí hace mucho tiempo en una obra de teatro). Aunque yo hoy, sinceramente, no vea sino un día gris (de un gris hermoso), rodeado de silencio, a solas con mis miedos que son muchos y poderosos y con tan sólo mi corazón luchando contra ellos.
Mi corazón y vosotros.
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Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/12/2008 a las 13:10 | {0}
La navidad gusta o no gusta según, creo yo, cómo se vivió durante la infancia. A mí no me gusta la navidad. No me gusta la nochebuena. No me gusta el fin de año ni me gustan los reyes. No me gustan las fiestas religioso-familiares. No me gusta la religión (en cuanto creyentes de dogmas y ritos) y no me gusta la familia (como obligación de amar) y no me gustan estos días tan oscuros cuando en la cena tienes que soportar las gilipolleces de uno, un encuentro indeseado y la avalancha de una comida que no apetece. Desde el principio de la noche quiero que pasen las horas y llegue el momento de marcharse. A veces me da por pensar que hago mal con mi hija accediendo a celebrar las fiestas en familia (en realidad sólo es la nochebuena. El Fin de Año se va con su madre. A mí me toca con ella la primera mitad de las vacaciones de navidad). Sin embargo si acepto la primera frase que he escrito, he de reconocer que mi hija disfruta mucho estas fiestas, disfruta con sus primos, disfruta esperando la llegada de los regalos y cuando al fin volvemos a casa se duerme con una sonrisa en los labios. Son quizá las obligaciones de ser padre. Durante un tiempo supuse que al final, a lo mejor, a mí me acababan gustando. No es así.
Menos mal que en mitad de todo este desbarajuste de compras absurdas, adoraciones de cuento infantil, borracheras de otros y añoranzas de yo no sé muy bien qué, brilla este día 26 (muy importante por cierto en las viejas leyendas celtas y galesas y único número que se encuentra entre uno que es el cuadrado de otro -el 25, cuadrado del 5- y de otro que es el cubo -27, cubo del 3- ) que es cuando mi hija nació al mundo y ésta, en mi vida, sí que me parece una fecha para conmemorar.
Menos mal que en mitad de todo este desbarajuste de compras absurdas, adoraciones de cuento infantil, borracheras de otros y añoranzas de yo no sé muy bien qué, brilla este día 26 (muy importante por cierto en las viejas leyendas celtas y galesas y único número que se encuentra entre uno que es el cuadrado de otro -el 25, cuadrado del 5- y de otro que es el cubo -27, cubo del 3- ) que es cuando mi hija nació al mundo y ésta, en mi vida, sí que me parece una fecha para conmemorar.
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Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/12/2008 a las 10:26 | {1}
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Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/01/2009 a las 21:24 | {0}