Texto de Olmo Z. desde el manicomio de Acra.
... y los ricos, ¡y los ricos!
Seré el último tras el sonido (la niebla también urde su complot)... la voz clara dice, Hola Olmo
Y esa aguja
Esa perforación en la base de los cojones, justo donde la próstata ¡Glándula maldita! ¡Inspiración de la vida! ¡Soliloquio de la paja!
No pasarán
Y seremos los primeros
Aturdidos seremos los primeros en el Paraíso
Avanzaremos como un ejército de diablos cojos, renqueando nuestras culpas, al socaire de un día para celebrar
Nacimiento del Dios
Dios hecho carne
Dios hecho falo
Los primeros, los primeros en el Paraíso, a través del desierto, sin agua, sin flujo, sin sangre, sin venas, pura esencia nuestra maldad
Malos de Santa Solemnidad
Antes que los ricos
Antes, antes que los ricos
En esta pobreza del amar
Pobres y arrastrados, restregando nuestras lenguas por un arenal
ansiosos de la caricia de Dios
ansiosos de que nos meta su dedo divino por el culo
para gritar de gozo y exaltación de las nubes claras que corretean por la gran pradera del cielo con su verdor de alas angelicales y toda la cohorte de cantos femeninos que endulzan nuestras heridas con los tonos agudos de su canto
¡Los primeros! ¡Los primeros! Nosotros los últimos. Parias del amor. Parias de la razón. Parias del color. Sombras grises de la locura.
Átame, átame a la cama, ata mis brazos, ata mis tobillos, anúdame, que no puedan mis manos, que no puedan mis pies... el pecado es su olor, el pecado en mi pasión, ¡Maldito Dios de los pecados! ¡Cástrame, enfermero! ¡Hazme querubín!
Extírpame el tímpano
Que nada vibre a mi alrededor
y así la hoja del roble
Quema mis pezones
Arrasa con mi tacto
Corta los nervios de mi tacto. Que la piel deje de ser órgano. Que mi divagar impida la metáfora
Ojo de aguja mi alma
Nada mi alma
Sólo ojo vacío
Seco ojo que nada ve
Nada espera
No hay nada en lontananza
Ya no recuerdo la cicatriz
Vuela de aquí
¿No ves que no hay carnaza?
Dejadme
Cortadme
En pedazos uno en Acra otro en Albania uno más en España y luego esparcidme por las tierras de Arabia y en la lejana Alaska dejad mi corazón para que hiele y no sienta la condena
¡Calor, huye!
¡Siroco, gira en torno a mí!
¡Desierto no te vuelvas nunca fértil!
No esperanza
Ninguna esperanza para mí
Castradme
Atadme
Moridme
Ya llego, sí, ya llego, sí, sí, sí
Seré el último tras el sonido (la niebla también urde su complot)... la voz clara dice, Hola Olmo
Y esa aguja
Esa perforación en la base de los cojones, justo donde la próstata ¡Glándula maldita! ¡Inspiración de la vida! ¡Soliloquio de la paja!
No pasarán
Y seremos los primeros
Aturdidos seremos los primeros en el Paraíso
Avanzaremos como un ejército de diablos cojos, renqueando nuestras culpas, al socaire de un día para celebrar
Nacimiento del Dios
Dios hecho carne
Dios hecho falo
Los primeros, los primeros en el Paraíso, a través del desierto, sin agua, sin flujo, sin sangre, sin venas, pura esencia nuestra maldad
Malos de Santa Solemnidad
Antes que los ricos
Antes, antes que los ricos
En esta pobreza del amar
Pobres y arrastrados, restregando nuestras lenguas por un arenal
ansiosos de la caricia de Dios
ansiosos de que nos meta su dedo divino por el culo
para gritar de gozo y exaltación de las nubes claras que corretean por la gran pradera del cielo con su verdor de alas angelicales y toda la cohorte de cantos femeninos que endulzan nuestras heridas con los tonos agudos de su canto
¡Los primeros! ¡Los primeros! Nosotros los últimos. Parias del amor. Parias de la razón. Parias del color. Sombras grises de la locura.
Átame, átame a la cama, ata mis brazos, ata mis tobillos, anúdame, que no puedan mis manos, que no puedan mis pies... el pecado es su olor, el pecado en mi pasión, ¡Maldito Dios de los pecados! ¡Cástrame, enfermero! ¡Hazme querubín!
Extírpame el tímpano
Que nada vibre a mi alrededor
y así la hoja del roble
Quema mis pezones
Arrasa con mi tacto
Corta los nervios de mi tacto. Que la piel deje de ser órgano. Que mi divagar impida la metáfora
Ojo de aguja mi alma
Nada mi alma
Sólo ojo vacío
Seco ojo que nada ve
Nada espera
No hay nada en lontananza
Ya no recuerdo la cicatriz
Vuela de aquí
¿No ves que no hay carnaza?
Dejadme
Cortadme
En pedazos uno en Acra otro en Albania uno más en España y luego esparcidme por las tierras de Arabia y en la lejana Alaska dejad mi corazón para que hiele y no sienta la condena
¡Calor, huye!
¡Siroco, gira en torno a mí!
¡Desierto no te vuelvas nunca fértil!
No esperanza
Ninguna esperanza para mí
Castradme
Atadme
Moridme
Ya llego, sí, ya llego, sí, sí, sí
Olmo Z. busca la curación.
Por medio del soborno a un enfermero del manicomio de Acra, me llegan estas notas -manuscritas- de Olmo.
La transcripción que he hecho es casi literal, lo reconozco, porque hay algunas expresiones que ni yo mismo podía soportar.
Sufre Olmo Z. su locura y aún así busca la salvación.
Nota 1
Tablilla sumeria: sal, nitrato, piel de serpiente, concha de tortuga, leche.
(Mis ojos se han movido con bailan los ojos de los actores del teatro balinés. Deduzco la locura de la ausencia. Pasa el tiempo y no pasa mi locura. Me dejo vencer. Me voy hundiendo y al mismo tiempo esbozo la risa y me sale el chiste y duermo como una bestia y a veces incluso hablo)
(Mis ojos se han movido con bailan los ojos de los actores del teatro balinés. Deduzco la locura de la ausencia. Pasa el tiempo y no pasa mi locura. Me dejo vencer. Me voy hundiendo y al mismo tiempo esbozo la risa y me sale el chiste y duermo como una bestia y a veces incluso hablo)
Nota 2
Cañafístula. Mirto. Tomillo. El asa fétida. Pino. Peral. Sauce. Palmera datilera. Vino kushumma.
(No recobraré el pálpito. Quizá me estén buscando. Un día. Cualquier día veré llegar por lontananza al ser que me libere de estos muros. Hablará con los doctores y les convenzerá de que soy inofensivo, absolutamente inofensivo aunque fuera capaz de matar a una mosca algún día, en un paseo, desesperado de la pesadez de la mosca porque las moscas son pesadas y quizá sea la pesadez lo único que me pueda llevar al asesinato)
(No recobraré el pálpito. Quizá me estén buscando. Un día. Cualquier día veré llegar por lontananza al ser que me libere de estos muros. Hablará con los doctores y les convenzerá de que soy inofensivo, absolutamente inofensivo aunque fuera capaz de matar a una mosca algún día, en un paseo, desesperado de la pesadez de la mosca porque las moscas son pesadas y quizá sea la pesadez lo único que me pueda llevar al asesinato)
Nota 3
Assaku es el demonio que reparte las enfermedades mortales y por ello se lo identifica con Namtar, el Destino.
(Mi enfermedad es mi locura. Mi enfermedad es mi recuerdo. Aunque viniera el bueno de Jung, en su orden. Yo lo aceptaría. Yo callaría. Porque no llego a saber. Discuto con Enki, el dios de la magia y la sabiduría, los motivos de mi cautiverio. Y cuando veo, de nuevo, el lejano gozo de los días primeros recuerdo un canto, una letanía vieja. ¿Ya te has ido para siempre? ¿Ya tus cabellos se deslizan por tus hombros mientras los peinas? ¿Ya tu cadera se acompasa a los desniveles del desierto?
Mi trabajo ¿cuál era? ¿Por qué me alimentan? ¿Cuál era el nombre del río cuyo olor me llega cuando el Bóreas corre por estos parajes del Sur? ¿Tenía las manos delgadas? Tenía las uñas cuidadas. Sus manos en mis pies. Las herramientas de la pedicura. Sentía algo de pudor. Creo que se lo dije. Mis pies en sus manos)
(Mi enfermedad es mi locura. Mi enfermedad es mi recuerdo. Aunque viniera el bueno de Jung, en su orden. Yo lo aceptaría. Yo callaría. Porque no llego a saber. Discuto con Enki, el dios de la magia y la sabiduría, los motivos de mi cautiverio. Y cuando veo, de nuevo, el lejano gozo de los días primeros recuerdo un canto, una letanía vieja. ¿Ya te has ido para siempre? ¿Ya tus cabellos se deslizan por tus hombros mientras los peinas? ¿Ya tu cadera se acompasa a los desniveles del desierto?
Mi trabajo ¿cuál era? ¿Por qué me alimentan? ¿Cuál era el nombre del río cuyo olor me llega cuando el Bóreas corre por estos parajes del Sur? ¿Tenía las manos delgadas? Tenía las uñas cuidadas. Sus manos en mis pies. Las herramientas de la pedicura. Sentía algo de pudor. Creo que se lo dije. Mis pies en sus manos)
Nota 4
Piedras de jade suspendidas a modo de carrillón pien-ch'ing.
(Ese cristal sonoro. Ese caminar sin rumbo. Esa revuelta última. Retorcidamente. Estaba de espaldas. Tumbada. Sábanas blancas. Yo enarbolo una bandera roja en la manifestación. Miles de personas. Voces que gritan lemas al unísono. No logro encadenarme a la pasión de la multitud. No puedo desligar el lema revolucionario de la imagen de su espalda sobre las sábanas blancas. Aunque tomara el palacio de invierno. Aunque consiguiéramos los últimos objetivos yo no podría dejar de anhelar el lunar que sobresale como un otero en la llanura de su omóplato izquierdo. ¿Es esta la locura? ¿Es por esto que me atan cada noche a los barrotes del camastro? ¿Ya nunca más su voz? ¿Será tan obediente? ¿Seré tan concienzudo?)
(Ese cristal sonoro. Ese caminar sin rumbo. Esa revuelta última. Retorcidamente. Estaba de espaldas. Tumbada. Sábanas blancas. Yo enarbolo una bandera roja en la manifestación. Miles de personas. Voces que gritan lemas al unísono. No logro encadenarme a la pasión de la multitud. No puedo desligar el lema revolucionario de la imagen de su espalda sobre las sábanas blancas. Aunque tomara el palacio de invierno. Aunque consiguiéramos los últimos objetivos yo no podría dejar de anhelar el lunar que sobresale como un otero en la llanura de su omóplato izquierdo. ¿Es esta la locura? ¿Es por esto que me atan cada noche a los barrotes del camastro? ¿Ya nunca más su voz? ¿Será tan obediente? ¿Seré tan concienzudo?)
Texto de Olmo Z. desde su internamiento en el manicomio de Acra que me llega por medio de un enfermero al que soborno.
Yo sé que están ocurriendo hechos
Me dicen que en una ciudad europea (cuyo nombre yo conocía) los muertos han dado un nuevo aviso
Yo sé que podría discutir sobre la conveniencia de que existan Otros que sean el Enemigo para ocultar al verdadero Enemigo de nuestra desventura
Y sin embargo lo único que atesoro, lo único que discurro, lo único que disfruto es mi nombre en tu voz
Aunque para ser precisos debería colocar el verbo en su tiempo imperfecto: era mi nombre en tu voz
Yo sé que también en Irán (creo recordar que Irán es el nombre de un país) han muerto unos muchachos en un campo de fútbol asesinados por otro que esperaba encontrar en el paraíso a las hetairas que le harían gozar toda la eternidad
También he descubierto que en mi muñeca pervive un tendón que ya no sirve para nada
y el otro día ensoñé una lluvia que aquí nunca llega y ese ensueño y el sonido de esa lluvia tan sólo me recordaban mi nombre en tu voz
Adiós, Olmo o Bésame, Olmo u Olmo a secas y rememoro la picardía de mi nombre en tu voz y recuerdo tu voz que a lo mejor pronuncia el nombre de otro hombre mientras ese hombre te abraza y te muerde los labios (como nunca te abrazará ni te morderá los labios como te abrazaba y te los mordía yo)
Sé que la tragedia aparece en una carretera
Sé que la risa se propaga como el fuego
Sé que tras el alto muro del manicomio donde habito existe una gran extensión de desierto y hay noches en las que el viento tiene la gravedad de tu voz, la sensualidad de tu voz cuando pronunciaba mi nombre, mi nombre, mi nombre en tu voz
Era entonces cuando entendía que hechizaras al líquen
Era entonces cuando entendía que el golpe de la nieve sobre el musgo no era más delicado que tú
Mi nombre en tu voz, Olmo ven o Acuéstate Olmo
Yo sé que has muerto para mí
Yo sé que el hombre al que ahora ames sufrirá tu ira pero dile de mi parte que aguante para llegar a escuchar su nombre en tu voz y así descubrirá que a veces el dolor no es sino la capa del miedo y que merece la pena aguantarlo por el sonido de un nombre en una voz
Tu voz humana
Mi nombre humano, humano en Acra, humano loco
Pronuncia aunque yo ya no puedo oírlo una vez más mi nombre en tu voz justo antes del desayuno cuando eras la más fuerte y yo sonreía con el primer despertar
¿Recuerdas? También entonces los canales del miedo ejercían su función pero nosotros jugábamos a llamarnos y yo te decía, Hola [...] (es que ya no puedo escribir tu nombre. Lo escribí un día y fue tal mi exaltación que me tuvieron inmovilizado durante once días con una camisa de fuerza) y tú respondías Hola, Olmo y era tal la risa que me producía mi nombre en tu voz que ya no estaba enfermo ni me importaba mucho la contaminación de las aguas ni los niños desnutridos ni las arengas de los dictadores ni las malas obras de arte ni siquiera me importaba mucho el arte
En Acra nadie me llama por mi nombre
En Acra no creen que me llame Olmo
En Acra han decidido llamarme Expósito sólo que ellos no saben que yo sé convertir ese nombre que no es el mío en mi verdadero nombre en tu voz y así les pido que me llamen Expósito una y otra vez, una y otra vez y a cada vez es tu voz que pronuncia mi nombre, que me dice Olmo ven.
Me dicen que en una ciudad europea (cuyo nombre yo conocía) los muertos han dado un nuevo aviso
Yo sé que podría discutir sobre la conveniencia de que existan Otros que sean el Enemigo para ocultar al verdadero Enemigo de nuestra desventura
Y sin embargo lo único que atesoro, lo único que discurro, lo único que disfruto es mi nombre en tu voz
Aunque para ser precisos debería colocar el verbo en su tiempo imperfecto: era mi nombre en tu voz
Yo sé que también en Irán (creo recordar que Irán es el nombre de un país) han muerto unos muchachos en un campo de fútbol asesinados por otro que esperaba encontrar en el paraíso a las hetairas que le harían gozar toda la eternidad
También he descubierto que en mi muñeca pervive un tendón que ya no sirve para nada
y el otro día ensoñé una lluvia que aquí nunca llega y ese ensueño y el sonido de esa lluvia tan sólo me recordaban mi nombre en tu voz
Adiós, Olmo o Bésame, Olmo u Olmo a secas y rememoro la picardía de mi nombre en tu voz y recuerdo tu voz que a lo mejor pronuncia el nombre de otro hombre mientras ese hombre te abraza y te muerde los labios (como nunca te abrazará ni te morderá los labios como te abrazaba y te los mordía yo)
Sé que la tragedia aparece en una carretera
Sé que la risa se propaga como el fuego
Sé que tras el alto muro del manicomio donde habito existe una gran extensión de desierto y hay noches en las que el viento tiene la gravedad de tu voz, la sensualidad de tu voz cuando pronunciaba mi nombre, mi nombre, mi nombre en tu voz
Era entonces cuando entendía que hechizaras al líquen
Era entonces cuando entendía que el golpe de la nieve sobre el musgo no era más delicado que tú
Mi nombre en tu voz, Olmo ven o Acuéstate Olmo
Yo sé que has muerto para mí
Yo sé que el hombre al que ahora ames sufrirá tu ira pero dile de mi parte que aguante para llegar a escuchar su nombre en tu voz y así descubrirá que a veces el dolor no es sino la capa del miedo y que merece la pena aguantarlo por el sonido de un nombre en una voz
Tu voz humana
Mi nombre humano, humano en Acra, humano loco
Pronuncia aunque yo ya no puedo oírlo una vez más mi nombre en tu voz justo antes del desayuno cuando eras la más fuerte y yo sonreía con el primer despertar
¿Recuerdas? También entonces los canales del miedo ejercían su función pero nosotros jugábamos a llamarnos y yo te decía, Hola [...] (es que ya no puedo escribir tu nombre. Lo escribí un día y fue tal mi exaltación que me tuvieron inmovilizado durante once días con una camisa de fuerza) y tú respondías Hola, Olmo y era tal la risa que me producía mi nombre en tu voz que ya no estaba enfermo ni me importaba mucho la contaminación de las aguas ni los niños desnutridos ni las arengas de los dictadores ni las malas obras de arte ni siquiera me importaba mucho el arte
En Acra nadie me llama por mi nombre
En Acra no creen que me llame Olmo
En Acra han decidido llamarme Expósito sólo que ellos no saben que yo sé convertir ese nombre que no es el mío en mi verdadero nombre en tu voz y así les pido que me llamen Expósito una y otra vez, una y otra vez y a cada vez es tu voz que pronuncia mi nombre, que me dice Olmo ven.
Texto enviado por Olmo Z. desde su internamiento en el manicomio de Acra
He pensado. No te lo creerás pero aún soy capaz de pensar y de pensar en ti como pensaba en los días de hace dos veranos cuando navegabas por Australia ¿era por Australia? y aún no tenías miedo de mí. Porque hay algo de verdad en eso que algunos dicen: lo contrario del amor no es el odio sino el miedo. No te puedes imaginar lo que cuesta pensar en el infierno. No sería capaz de transmitirte el horrible horno en el que vivo, yo que soy oriundo de Tirana (cuánto me recuerda ese nombre a ti), centroeuropeo, acostumbrado al frío, amado por él; aquí en Acra tan sólo al alba -el momento más hermoso de África- el mundo parece la tierra y no el infierno y es en ese momento tan breve cuando una leve brisa parece prometer un día en el que el cuerpo no se diluya en líquido, cuando he ensoñado el ensueño de un loco: ¿Sabes? -me decía el enfermero, el que me mantiene atado por las noches con una camisa de fuerza y me escupe a veces por ser blanco- Mañana viernes 11 de marzo de 2016 entre las siete y media y las ocho y media de la tarde va a venir la que fue tu mujer a visitarte. Te vamos a lavar. Te vamos a afeitar y te vamos a dejar una ropa limpia. Os dejaremos solos hasta las diez y media y luego ella tendrá que irse y a ti te volveré a atar. ¡Oh, no sabes cómo han caído esas palabras en mi ánimo! ¡No sabes cómo te he revivido! ¡No sabes cuánto te he agradecido que por fin rompieras tu silencio y vinieras a mí, hasta este lugar perdido para siempre, sin encanto ninguno, a merced de la enemistad por razones de raza! El alba ha pasado y ha comenzado el suplicio del sol y he gozado los siguientes espejismos:
1.- Suena un timbre que es el timbre del portal y tú disimulas la voz para que te abra sin que sepa que eres tú pero yo lo sé y aún así juego a no saberlo.
2.- Yo mantengo mi ojo izquierdo pegado a la mirilla de la puerta de mi casa y te veo aparecer en el último tramo de las escaleras. Caminas despacio y con la cabeza alta.
3.- Te ofrezco un té y tu dices, Con hierbabuena.
4.- Un detalle de tu muñeca.
5.- Tomas la taza de té con las dos manos y antes de probarlo dices, ¡Qué bien huele!
6.- Te ríes
7.- Estamos los dos frente al ventanal y miramos en silencio el principio de la noche. Tú dices, Alguna vez fuimos... estuvimos a gusto juntos.
8.- No me atrevo a cogerte la mano.
9.- Me coges la mano.
10.- Te quedas a dormir.
11.- Estás dormida.
Cada espejismo se dilata tanto en el calor tórrido de África que cuando estoy gozando el último -tú dormida- el enfermero ya me está atando con la camisa de fuerza y entonces me río y le digo, Idiota, mañana viene. Mañana va a venir y tomaremos un té con hierbabuena.
1.- Suena un timbre que es el timbre del portal y tú disimulas la voz para que te abra sin que sepa que eres tú pero yo lo sé y aún así juego a no saberlo.
2.- Yo mantengo mi ojo izquierdo pegado a la mirilla de la puerta de mi casa y te veo aparecer en el último tramo de las escaleras. Caminas despacio y con la cabeza alta.
3.- Te ofrezco un té y tu dices, Con hierbabuena.
4.- Un detalle de tu muñeca.
5.- Tomas la taza de té con las dos manos y antes de probarlo dices, ¡Qué bien huele!
6.- Te ríes
7.- Estamos los dos frente al ventanal y miramos en silencio el principio de la noche. Tú dices, Alguna vez fuimos... estuvimos a gusto juntos.
8.- No me atrevo a cogerte la mano.
9.- Me coges la mano.
10.- Te quedas a dormir.
11.- Estás dormida.
Cada espejismo se dilata tanto en el calor tórrido de África que cuando estoy gozando el último -tú dormida- el enfermero ya me está atando con la camisa de fuerza y entonces me río y le digo, Idiota, mañana viene. Mañana va a venir y tomaremos un té con hierbabuena.
Será bienvenida la última flor del cerezo y postulará una forma antigua de entender el milagro
Va a recorrer -se lo ha prometido a sí mismo- el estrecho margen que existe entre la fe y la rata
sin desviarse un milímetro de su ancho (que según los iniciados abarca dos universos como el nuestro)
para llegar a la oración si es preciso o para caer de hinojos y adorar la tierra.
Hay en su frente un volcán al rojo
Hay en sus cejas la pilosidad hueca
Hay en sus ojos una marea verde
Hay en su nariz un aire de rocío
Hay en su boca un beso aprisionado
Hay en su barbilla la decisión inquebrantable de someterse a la luna y sus manchas
Por eso canta en la mañana y bebe a sorbos el polen de las flores y luego descansa la velocidad del mundo y quisiera creer del todo al Dalai-lama pero quisiera creerlo como cree en la escarcha el ibu africano a quien el sol abrasa
No importa, se dice, no importa de dónde proviene el cerezo, cuál fue su origen primero si un día al pasar junto a él siente el escalofrío de un tiempo que ya pasa, que ya se marchita
Hay en su cuello una rigidez tonante
Hay en su pecho un deje de nadador senior
Hay en su vientre el gusto por el esfuerzo
Hay en su espalda una soldadura de nácar
Hay en su sexo la plenitud del mundo
Hay en sus nalgas una profunda asimetría
Y aún así se mantendrá dentro del margen entre la fe y la rata
escuchará con respeto la palabras del arzobispo sobre el sentido del milagro
mirará a la muchacha vestida de soldado
y evitará las grandes autopistas para esquivar a los gatos
Hay en sus muslos la hipersensibilidad de la risa
Hay en sus rodillas la tozudez del yunque
Hay en sus pantorrillas un disimulo veloz como el del lince
Hay en su pie izquierdo el recuerdo del andamio
Hay en su pie derecho la fineza de la mano enguantada en un guante de ganchillo
Porque ha temblado, se somete
Porque sabe que llegará hasta el final, tórnase humilde
Al fondo es observado por un paraguas, veintiún alicates y tres mil cisnes
Va a recorrer -se lo ha prometido a sí mismo- el estrecho margen que existe entre la fe y la rata
sin desviarse un milímetro de su ancho (que según los iniciados abarca dos universos como el nuestro)
para llegar a la oración si es preciso o para caer de hinojos y adorar la tierra.
Hay en su frente un volcán al rojo
Hay en sus cejas la pilosidad hueca
Hay en sus ojos una marea verde
Hay en su nariz un aire de rocío
Hay en su boca un beso aprisionado
Hay en su barbilla la decisión inquebrantable de someterse a la luna y sus manchas
Por eso canta en la mañana y bebe a sorbos el polen de las flores y luego descansa la velocidad del mundo y quisiera creer del todo al Dalai-lama pero quisiera creerlo como cree en la escarcha el ibu africano a quien el sol abrasa
No importa, se dice, no importa de dónde proviene el cerezo, cuál fue su origen primero si un día al pasar junto a él siente el escalofrío de un tiempo que ya pasa, que ya se marchita
Hay en su cuello una rigidez tonante
Hay en su pecho un deje de nadador senior
Hay en su vientre el gusto por el esfuerzo
Hay en su espalda una soldadura de nácar
Hay en su sexo la plenitud del mundo
Hay en sus nalgas una profunda asimetría
Y aún así se mantendrá dentro del margen entre la fe y la rata
escuchará con respeto la palabras del arzobispo sobre el sentido del milagro
mirará a la muchacha vestida de soldado
y evitará las grandes autopistas para esquivar a los gatos
Hay en sus muslos la hipersensibilidad de la risa
Hay en sus rodillas la tozudez del yunque
Hay en sus pantorrillas un disimulo veloz como el del lince
Hay en su pie izquierdo el recuerdo del andamio
Hay en su pie derecho la fineza de la mano enguantada en un guante de ganchillo
Porque ha temblado, se somete
Porque sabe que llegará hasta el final, tórnase humilde
Al fondo es observado por un paraguas, veintiún alicates y tres mil cisnes
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Narrativa
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/04/2016 a las 11:42 | {0}