
Haber sido costurera ver cómo se forja puntada a puntada la creación de una idea sobre la tela mientras la luz se convierte en aliada de las manos y la calma se inclina como el cuerpo sobre el tejido haber sido costurera con el pelo encanecido y unas gruesas gafas para ver de cerca
Haber sido camionero en un camión de largo trailer por unas carreteras estrechas subiendo puertos empinadísimos cuya cima queda por encima de las nubes y descargar en mercados de todo el mundo y cargar en puertos de todos los mares y recoger en las carreteras a muchachos y muchachas que inician a dedo su primera aventura
Haber sido neurocirujano para ver con mis propios ojos los nervios que me permiten semejante maravilla y entroncar con los trepanadores egipcios y de esta manera emular aunque fuera con la última tecnología a uno de los héroes de mi fantasía Sinué
Haber sido embajador en un país exótico para mí como Samarkanda o Camboya y descubrir en una noche impensable la figura de una mujer nativa la cual escondida tras el árbol típico del país llora la ausencia del hijo
Haber sido zapatero para hacerme yo mismo las alzas de mi pie derecho
Haber sido nadador de largas distancias
Haber sido soprano
Haber sido enfermera joven como la señorita Cora hermosa como la señorita Cora inocente como la señorita Cora
Haber sido Julia para saber cómo se siente alguien bueno en el buen sentido de la palabra bueno
Haber sido actor profesional
Haber sido abogado criminalista y haber defendido casos perdidos de falsos culpables
Haber sido enterrador con cultura
Haber llegado a ser yo
Haber sido camionero en un camión de largo trailer por unas carreteras estrechas subiendo puertos empinadísimos cuya cima queda por encima de las nubes y descargar en mercados de todo el mundo y cargar en puertos de todos los mares y recoger en las carreteras a muchachos y muchachas que inician a dedo su primera aventura
Haber sido neurocirujano para ver con mis propios ojos los nervios que me permiten semejante maravilla y entroncar con los trepanadores egipcios y de esta manera emular aunque fuera con la última tecnología a uno de los héroes de mi fantasía Sinué
Haber sido embajador en un país exótico para mí como Samarkanda o Camboya y descubrir en una noche impensable la figura de una mujer nativa la cual escondida tras el árbol típico del país llora la ausencia del hijo
Haber sido zapatero para hacerme yo mismo las alzas de mi pie derecho
Haber sido nadador de largas distancias
Haber sido soprano
Haber sido enfermera joven como la señorita Cora hermosa como la señorita Cora inocente como la señorita Cora
Haber sido Julia para saber cómo se siente alguien bueno en el buen sentido de la palabra bueno
Haber sido actor profesional
Haber sido abogado criminalista y haber defendido casos perdidos de falsos culpables
Haber sido enterrador con cultura
Haber llegado a ser yo

Fuera se está cayendo
Saltemos sobre la hojarasca que se ha depositado en las aguas del lago
Que se caiga pertenece a la gravedad
Que saltemos pertenece a nuestra voluntad de permanecer en el aire
Fuera se está cayendo
¿y la niebla coronando la cima del monte?
¿el valle es el valle?
¿el hombre que ha renunciado a su tratamiento del cáncer por falta de dinero y que ha decidido emplear el poco dinero que tiene en medicar a sus hijos -también muy enfermos-está cayendo o se está elevando?
¿morir es caer?
Fuera se está cayendo
calladamente
El sopor de la estafa
sisea palabras subterráneas
Saltemos
Abandonemos los túneles
Demos la espalda a los monumentos
Escuchemos sonidos para desaparecer dentro
y que fuera caiga con furia y siseando
Saltemos sobre la hojarasca que se ha depositado en las aguas del lago
Que se caiga pertenece a la gravedad
Que saltemos pertenece a nuestra voluntad de permanecer en el aire
Fuera se está cayendo
¿y la niebla coronando la cima del monte?
¿el valle es el valle?
¿el hombre que ha renunciado a su tratamiento del cáncer por falta de dinero y que ha decidido emplear el poco dinero que tiene en medicar a sus hijos -también muy enfermos-está cayendo o se está elevando?
¿morir es caer?
Fuera se está cayendo
calladamente
El sopor de la estafa
sisea palabras subterráneas
Saltemos
Abandonemos los túneles
Demos la espalda a los monumentos
Escuchemos sonidos para desaparecer dentro
y que fuera caiga con furia y siseando
En noticia aparecida en el diario El País leo que Horacio Silvestre, director del Instituto de excelencia de Madrid, en correo privado enviado a los padres de los alumnos, les recomienda (a los padres) que (sic) les digan a sus hijos que aparquen el amor y se centren en el trabajo. Los alumnos en cuestión tienen entre los 16 y los 18 años y parecen ser los chicos más brillantes, académicamente, de la Comunidad de Madrid. Siendo esto así, ¿cómo es posible que al frente de ellos hayan puesto a un tipo que se permite hacer semejante recomendación? ¿Qué le pasa, señor director? ¿Y usted no piensa en dimitir? ¿No piensa usted que si desconoce de tal forma la condición humana, no debería ejercer un puesto de tal responsabilidad, nada más y nada menos que regir la educación de las lumbreras académicas de la comunidad?
Se me ocurría una larga cadena que llevaba desde el amor a la excelencia (incluso, y si le cupo en suerte, una larga cadena que relacionaba el amor y su puesto de director de un instituto -sea éste excelente o una puta mierda-); se me ocurrían ingeniosas relaciones entre amar y elevarse; entre la excelencia de amar y el amante excelente; se me ocurría el júbilo y la reivindicación.
En última instancia (por ponerle al texto un membrete oficial) no lo haré porque la imagen del cangrejo se me ha venido a las mientes y el recuerdo de la primera muchacha con la que me besé y toqué y lo felices que fuimos estudiando juntos, lo mucho que animaba el estudio su cercanía, eso, eso, es evidente que el señor Horacio Silvestre no lo vivió.
¿No parece que en esa recomendación supura una vieja herida de este director, una forma inconsolable de entender la vida?
Se me ocurría una larga cadena que llevaba desde el amor a la excelencia (incluso, y si le cupo en suerte, una larga cadena que relacionaba el amor y su puesto de director de un instituto -sea éste excelente o una puta mierda-); se me ocurrían ingeniosas relaciones entre amar y elevarse; entre la excelencia de amar y el amante excelente; se me ocurría el júbilo y la reivindicación.
En última instancia (por ponerle al texto un membrete oficial) no lo haré porque la imagen del cangrejo se me ha venido a las mientes y el recuerdo de la primera muchacha con la que me besé y toqué y lo felices que fuimos estudiando juntos, lo mucho que animaba el estudio su cercanía, eso, eso, es evidente que el señor Horacio Silvestre no lo vivió.
¿No parece que en esa recomendación supura una vieja herida de este director, una forma inconsolable de entender la vida?
Aunque me avergüence un poco escribirlo, soy feliz.
Algo ha dejado de pasar quizá la vida que pasaba a mi lado y yo no era capaz de tomarla por la mano y acompasarme a su paso o quizá sea una especie de placer intenso por vivir lo que pasa (no lo que sucede) o por tener al menos la sensación presente del presente.
Soy feliz. No espero. De hecho no quiero esperar nada porque nada de lo que esperara sería lo que espero y de una forma natural ha llegado a mí la hora de no esperar.
Soy feliz cuando estoy triste y cuando la amargura (con la niebla) me invade.
Soy feliz cuando me levanto por las mañanas y me calzo la botas de invierno y salgo a pasear al perro cuando lo que desearía sería hacerme un café.
Soy feliz cuando descubro que la suite para violonchelo solo de Bach no casa con la musicalidad de la Antología poética que estoy preparando del poeta español Raúl Morales.
Soy feliz en esta noche, en mi soledad.
Y me digo, La felicidad es esto. La felicidad es no ser esclavo. Todo lo demás no es importante.
Él dijo: No creo en el perdón.
Hubo una pausa. Se miraron.
Él continuó: El daño hecho (admitiendo que uno le pueda hacer daño a otro) ya está hecho. Creería en el perdón si, por decirlo de alguna manera, tras perdonar, el daño sentido desapareciera, se produjera no olvido del daño sino ignorancia del mismo.
Hubo una pausa. Se miraron.
Él continuó: Si tú me pides perdón, yo podré sentir (o no) el alivio en el presente. De repente el presente se puede convertir en un desahogo. Puedo mirar tu perdón y otorgártelo (¿cómo se puede otorgar lo que no se puede dar?). Lo que no podré otorgar nunca es la ignorancia del daño. Ni a ti ni a mí.
Hubo una pausa. Se miraron.
Él continuó: No querría que equivocaras esto que te digo con el rencor porque el rencor es una ira envejecida y puede muy bien ocurrir (o es tan posible que ocurra) que no quede rencor en mí, ningún tipo de violencia, ningún anhelo de venganza (o revancha) sino que tan sólo quede de aquel acto que hoy te trae a pedirme perdón, el recuerdo del dolor y que al ser recuerdo está sujeto a las leyes falibles de la memoria. Incluso podría ocurrir que el perdón que tú me pides esté relacionado con un hecho que no recordamos de igual forma y que no tuvo (de seguro) las mismas consecuencias para ambos.
Hubo una pausa. Se miraron.
Él dijo: Así es que el perdón es más una actitud que un acto y por lo tanto no se puede pedir ni dar. Tan sólo se puede vivir.
Hubo una pausa. Se abrazaron.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/12/2012 a las 21:57 |