Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Ayer por la tarde Raúl me hizo una visita. Sus visitas son como su poesía: cortas e intensas. Yo me había quedado medio dormido antes de que llegara. Creo que soñé con P. (aún estoy haciendo el duelo de P.). Así es que cuando apareció Raúl, imagino, seguiría con el discurso del probable sueño con P. y tras las primeras frases del encuentro sobre hierbas, prevenciones, lógicas metabólicas y un elixir ayurvédico que estoy tomando ahora, nos sentamos en la sala de mi casa con Nilo inquieto (no inquieto por Raúl sino porque el celo ha llegado a las perras) en su casi recién cumplido año de vida. Sorbimos el café y de repente -en esa intensidad de la que hablaba al principio- nos vimos hablando sobre el amor, sobre las relaciones personales, sobre la justicia del juicio sobre los demás. Y entonces me vi arguyendo lo siguiente:

1.-  Que la soledad, la falta de relaciones sociales no empequeñecen, necesariamente, el mundo de una persona.

2.- Que una de las causas fundamentales del supuesto derecho que muchos se otorgan de juzgar a los demás viene dado por la idea de La Idea. La Idea en su sentido platónico (o posteriormente en su sentido hegeliano). Es decir La Idea como parangón, como esencia de la cosa, como pureza de la cosa. Por poner un ejemplo la idea de Hombre. Por ejemplo la idea de Belleza. Por ejemplo la idea de Dios. La idea, en fin, como aquello a lo que deberíamos tender para ser Puros, Perfectos. Argüía que la idea de La Idea provoca frustración y como consecuencia juicio de valor. Sin Idea se aliviaría la frustración.

3.- Que el amor no existe necesariamente. Hablábamos en este caso del amor de pareja. Argüí entonces que en el Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrel se fechaba la invención del amor al final del Imperio Romano. No aseguraba que el amor no existe sino que no existe necesariamente. Que podría ser una sublimación, una Idea que atase los lazos para una existencia reproductora más protegida, más segura. Porque pienso que a esas necesidades tiende el ser humano: reproducción, protección, seguridad, compañía (más el larguísimo e inagotable tema de la civilización, las cuestiones de herencia etc...). Y recordaba un ensayo de Engels sobre la familia.

Discutimos pues. Argumentamos con ricas y deliciosas razones. Acordamos algunos puntos (en los temas 1 y 3 estábamos en absoluto desacuerdo). Raúl se fue. Luego vi la película El Secreto de sus ojos. Me pareció mejor que la primera vez que la vi. Recuerdo que esa primera vez la vi cuando yo me encontraba en un momento de mi vida en el que todo me parecía una mierda, exactamente como me sentía yo. De hecho ahora, que me siento menos miserable, estoy releyendo y viendo aquello que leí o vi en esa época y estoy descubriendo que, efectivamente, el mundo no es sino interpretación (o voluntad y representación. Schopenhauer). Y al hilo de ese devenir pensé que lo hablado con Raúl por la tarde no era ni más ni menos que un instante. Que toda interpretación del mundo sólo es un instante, todo presente.

Idea

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 07/04/2013 a las 12:03 | Comentarios {3}


Estancia
Figuradamente va a abrirse la boca.
Luego le dirá, Déjame que empiece esto.
La lluvia habrá parado un poco y lo que antes era charco se convertirá en lodo.
Al abrirse la boca, figuradamente, saldrán al aire sus aires y se elevarán hasta más allá del éter (si el éter, si el éter)
La niña andará descalza.
La siega no habrá llegado.
El sarmiento y el tambor.
Luego le dirá, La brasa del hombre en el hombre. La terrible idea de la Idea. La tríada del fuego que nos consume. Acógeme en tu regazo y acaricia mi boca abierta, el velo que desvela mi paladar.
Sentada frente a la ventana se cepillará el cabello... rojizo. Hay una perla de sal en el cristal. Tras ella hay un altar con diosecillos regordetes y dioses hermafroditas y también una mano de madera para rascarse la espalda.
No nieva.
No es viernes.
Abierta la boca, figuradamente, se lamenta y ríe su lamento con estribillo antiguamente árabe.
Luego dirá, He cambiado las sábanas, corzo mío. La menta engalana la atmósfera del bosque y en la llanura se producirá, cuando la bajamar, la estampida de los corderos. Bésame la frente y al girarte muéstrame las manos, amor, muéstrame las manos.
Se calza las botas (que son recias, con la vieja reciedumbre de los humildes que no atienden a boatos ni coqueterías. Las botas obreras. Las botas de labor. Fuertes. Oscuras. De gruesa suela de goma). Se apañola el cabello para evitar la furia y la brisa y se echa por encima una pelliza. Llama a su perro y a su cría. Ambos acuden. Y con ellos comienza a caminar hacia la cumbre del otero donde el abuelo hila sus últimos recuerdos.
No es lunes.
La comba alegra el camino. La sierpe muestra en su reptitud la elocuencia y la memoria de manzana.
Luego dirá, ¡Árbol de la Vida! figuradamente abierta la boca en la que los dientes juguetean a ser nácar. Y ya en la cama, cambiadas las sábanas esa misma mañana, tras la visita al abuelo y sus miasmas, dirá también, Árbol del Bien y del Mal y mirará los ojos glaucos de su hombre como los de la renombrada Atenea, la de los ojos de lechuza y abierta la boca, figuradamente, dejará exhalar el hálito final de la vida de sus padres que el aire convertirá en mortaja. No habrá necesariamente llanto. Sí un planto que empezó con estas palabras, Vida de los hombres. Augusta majestad de la lenteja. Caricia del sol y primavera. Canto final. Cisne blanco. Lago con cañaveral. Soliloquio y manto. Idos, queridos míos. Ya os espera la barca y en vuestros párpados hemos depositado la moneda para el barquero. Si veis a Unapisthin decidle que esconda bien la planta de la eternidad y con el barquero guardad silencio que las palabras, donde vais, no se las lleva el viento.
Estancia de su corazón en la mano del amado.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/03/2013 a las 18:40 | Comentarios {1}


                                                                                               Sábado 23 de marzo de 2013

Por la mañana.

El despertar desde el sueño. El soñar. Nilo se pasea desde las siete de la mañana. Como todas las mañanas. Yo quisiera no levantarme. Seguir dormido. No salir del sueño del que ya he salido. A través de las persianas a medio echar miro la mañana con sus nubes. Me falta el aire cuando me siento y me estiro. Y mi ceño se frunce (o ya estaba fruncido mientras aún intentaba soñar). Dormir, soñar, tal vez morir. La repetición (cuando sé que todo es irrepetible): el baño, el pis, levantar la persiana de la sala, abrirle la puerta de la terraza  a Nilo, Nilo encima de la silla mirando la calle, ir a la cocina, encender la radio, hacerme un café, liarme un cigarrillo, prepararme el polén, tomar media taza de café, encender el cigarrillo, ir al baño y mientras obro leer, ahora leo a Wallace y sus Poemas Tardíos, el nerviosismo que me producen los gimoteos de Nilo impaciente por salir, el paseo, la mañana, el aire, el dolor en el tobillo derecho, el manejo de la correa, la educación de Nilo, el encuentro con otros perros, su afán por saludar a todo el mundo, la vuelta a casa, el segundo café, cansancio, dormí mal y poco la noche pasada, le pongo la comida Nilo, come, se sienta a mi lado, nos quedamos dormidos hasta media mañana en el sofá, frente al televisor, me levanto, me bebo el polén, leo y escribo algo, la vuelta a Nilo por segunda vez, hago la comida, como,

Por la tarde
veo una película que ya había visto, veo otra película que no había visto, me hago un café, lo bebo, fumo, me vienen pensamientos del tipo, Debería hacer, debería no hacer, veo demasiado la televisión, es sábado, descansa realmente un día a la semana, esas cosas, también otros pensamientos que por un pudor moderno no transcribo (no pensamientos obscenos o ardientes, no, pensamientos de Deseos, Hostilidades y Engaños). Esas cosas, me digo. esas cosas. Bajo a Nilo a su tercer paseo, me encuentro con una mujer que tiene una perra que ha conseguido un trabajo, se va con su pareja a vivir a Madrid, le digo que las echaré de menos, llueve, la mujer decide volver a casa, Nilo y yo nos damos un paseo muy largo, hermosa la tarde con sus colores grises y verdes, de vuelta a casa me siento inquieto, qusiera, no quisiera, escucho y veo a Krishnamurti, juego al ajedrez, ejercicios de táctica, vuelvo a la televisión, distraídamente, un partido de tenis o algo así. Tengo sueño de nuevo,

Por la noche
lo venzo, me levanto, friego, me hago una cena ligera, le pongo una cena a Nilo, veo un debate sobre la monarquía en España, me importa un huevo, pienso, quisiera, quisiera, la respiración de nuevo, como si algo faltara, echo de menos a mis amigos muertos, y una tarde en la que seguramente quise ser feliz y lo aparenté, me levanto, escribo estas líneas después de la dosis de juego con Nilo y me digo, ¿Qué hago aquí? En este día irrepetible,

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 23/03/2013 a las 23:08 | Comentarios {0}


Observo la herida de mi dedo. Escucho la cadencia de una voz aguda y quisiera, quisiera abrazarte. Sé que no estás. Ni estarás. Y aún así en este miércoles en el que los científicos nos anuncian la llegada de la primavera en horas minutos y segundos, yo quisiera que no se te olvide mi deseo de abrazarte. O mejor: no quiero ni dejo de querer nada en relación a tu olvido. Tan sólo lo constato en este reflexión que nace de ayer y que probablemente morirá cuando escriba el punto y final.

Acabo de escuchar por la radio un pieza dedicada a la meditación. Y en la exaltación de la misma (por parte de varios practicantes y no así por la profesora invitada la cual era una mujer sensata) he atisbado lo mucho que hacemos, querida mía, por engañarnos un día y otro día. La verdad siempre será la verdad, la diga Agamenón o su porquero. Y la meditación en sí no es nada. La meditación no lleva a nada. La meditación la mayoría de las veces no es más que una siesta (Krishnamurti). Cuando la meditación es verdadera (la haga por lo tanto Agamenón o su porquero) tan sólo alivia la estancia en la vigilia, suspende el paso del tiempo y ayuda a saber que existe la punta de la nariz.

¿Sabes? Ayer fue un día hermoso. Y no por los resultados sino por el camino. El Tao -si quieres que me ponga estupendo-. Me levanté muy temprano. Saqué a mi perro. Tomé el coche y fui a la ciudad. Hablé de trabajo (de mi trabajo de editor. Porque este trabajo es para mí una forma de vivir. El trabajo no es condena en mi vida. El trabajo es conciencia plena y conocimiento. Quiero trabajar en lo que me gusta trabajar. Me gustan los libros y los audiolibros. Me gusta el teatro y el audioteatro. Quisiera vivir de la producción de obras bellas al oído dedicadas. Como ahora escucho la Misa en Mi menor  de Bach) con gente que lo valoró. He de reconocerte que al salir de la primera entrevista se me llenaron los ojos de lágrimas. Pura emoción. Me emociona mi trabajo. Iba satisfecho. Miraba la mañana en la ciudad y sonreía camino del segundo encuentro en donde se iban a mezclar mi labor como escritor y mi labor como editor. Y de nuevo sentí, cuando menos, la simpatía. Entregué a Constantino Bertolo, editor de Random House Mondadori, mi novela Las Últimas y luego le comenté la posibilidad de colaborar con su editorial desde el punto de vista de editor de audiolibros. Y la propuesta no cayó en saco roto. Y salí de nuevo satisfecho. Y llegué a casa de vuelta de haber hecho mi trabajo.

El tiempo se ha despejado. Decían que iba a llover. Hace frío. Ha sido una mañana, hasta ahora, de limpieza (también esto que escribo, estas reflexiones tiene algo de limpieza).

Te abrazo.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/03/2013 a las 10:13 | Comentarios {0}


Serotonina

¿Es esto lo que nos calmará? La porosidad de la roca. La que exuda humedad. La que crea estalactitas. Este sonido de juguete. Este tacto de otro tacto.
¿Es el mediodía con lluvia? La que llena el embalse. La que nos augura el agua en verano. Y el deshielo cercano. En las altas montañas que se ven poniendo la mano sobre las cejas a modo de visera.

O el alejarse del Averno, esos lugares en los cuales a causa de sus emanaciones mefíticas provocaban la muerte de las aves que sobre ellos volaban.
Es el pájaro entonces. El pájaro vivo. El pájaro que bate sus alas.

¿Es en la sala oscura con pantalla?
¿Es la pantalla?

O sea la copa de vino. O sea la conversación por medio de la que fluyen pasados.
Deja la mano.
Recorre la uña.
Delinea las tres falanges. Mira con el tacto la geografía del nudillo. La inmensa geografía del nudillo.

Luego la humedad habrá dejado el agua suspendida del aire.
Despedirse.
Las máquinas.
Y no entender por qué en la isla de Cumas hay montes que humean, rellenos de sofocante auzfre y ricos en fuentes calientes.

La noche ha llegado.
La casa de siempre (siempre puede ser tan sólo veinte días).
El letargo de la mano desnuda.
La respiración que ha quedado convertida en sol que todo lo alumbra y funde al calor de sus rayos el frío de la noche argentina.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/03/2013 a las 10:28 | Comentarios {0}


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