Proust -para los puristas- sí habla de una magdalena que acompaña a un té, sólo que no es de su sabor de donde arranca Por el Camino de Swan y los recuerdos, densos de sintaxis, de la infancia del protagonista.
Purista es una palabra estrecha -parece ser que el siglo XX ha sido el de la impureza- que tiene a la par algo de elevado, de intenso o de recio.
Enrique Morente -símbolo de la impureza flamenca- muerto ayer sin que al parecer su hora hubiera tenido que ser ésa, habría sido tachado de loco si no hubiera tenido éxito. Porque la distancia entre estar loco y ser genio sólo reside en si se tiene o no éxito. Curioso mundo el de las palabras que otorga al loco la actitud (estar) y al genio la aptitud (ser).
Granada debe estar triste y más el Albaicín (y como si fuera un rizo más de los tópicos de cada pueblo, unos ladrones se aprovecharon de la enfermedad del cantaor para robar en su casa, ¡mal rayo les parta!).
Me gusta el flamenco aunque reconozco mi ignorancia supina y como sé que el flamenco es una cuestión de sutilezas, matices finísimos para discernir entre un palo y otro, sólo puedo decir que me gusta el flamenco como me gusta la música en general. Siempre me sentí orgulloso de conocer el compás de la bulería (que me enseñó en la juventud Etel, una muchacha que habrá celebrado la llegada de Morente a su tablao celestial) y de no haberlo olvidado. Eso debe de ser el flamenco: algo muy simple que no se olvida cuando se logra aprehender.
De Enrique Morente siempre me gustaron sus ojillos roedores y esa tendencia irrefrenable a acostarse ya de madrugada. No le habrá gustado morir en plena tarde, poco antes de la hora torera, enchufado a máquinas sin pellizco, rodeado de batas sin cola. Seguro que él sabía que ésa no era la hora.
Purista es una palabra estrecha -parece ser que el siglo XX ha sido el de la impureza- que tiene a la par algo de elevado, de intenso o de recio.
Enrique Morente -símbolo de la impureza flamenca- muerto ayer sin que al parecer su hora hubiera tenido que ser ésa, habría sido tachado de loco si no hubiera tenido éxito. Porque la distancia entre estar loco y ser genio sólo reside en si se tiene o no éxito. Curioso mundo el de las palabras que otorga al loco la actitud (estar) y al genio la aptitud (ser).
Granada debe estar triste y más el Albaicín (y como si fuera un rizo más de los tópicos de cada pueblo, unos ladrones se aprovecharon de la enfermedad del cantaor para robar en su casa, ¡mal rayo les parta!).
Me gusta el flamenco aunque reconozco mi ignorancia supina y como sé que el flamenco es una cuestión de sutilezas, matices finísimos para discernir entre un palo y otro, sólo puedo decir que me gusta el flamenco como me gusta la música en general. Siempre me sentí orgulloso de conocer el compás de la bulería (que me enseñó en la juventud Etel, una muchacha que habrá celebrado la llegada de Morente a su tablao celestial) y de no haberlo olvidado. Eso debe de ser el flamenco: algo muy simple que no se olvida cuando se logra aprehender.
De Enrique Morente siempre me gustaron sus ojillos roedores y esa tendencia irrefrenable a acostarse ya de madrugada. No le habrá gustado morir en plena tarde, poco antes de la hora torera, enchufado a máquinas sin pellizco, rodeado de batas sin cola. Seguro que él sabía que ésa no era la hora.
Autor Fotografía: Portillo Barrera
Al igual que no existe la magdalena de Proust, existen las Variaciones Goldberg. Y existe Glenn Gould que las interpreta (iba a escribir "que las toca" pero me ha parecido tan duro el verbo tocar que he decidido escribir interpretar que aunque con muchas erres, éstas se dulcifican al entrar en contacto con las demás letras) de forma tan extraordinaria que alguien las llamó en vez de Variaciones Goldberg, las Variaciones Gouldberg.
¿Quién dijo por vez primera que todo el torrente de recuerdos de En Busca del Tiempo Perdido parten del sabor de una magdalena? A este ingenioso falsario le vendría bien ese dicho italiano de se non è vero è ben trovato. Es tan bueno el hallazgo que todos lo utilizamos cuando queremos expresar la fuerza de un recuerdo que nos llega por un sabor o un paisaje o un olor.
¡Cuántas de estas falsedades corren como bulos ciertos (hermoso oxímoron) por estos mundos! Espero que no sea uno de ellos el que Bach compusiera estas variaciones para el conde Hermann Carl von Keyserlingk y que éste se las entregara a su clavicordista Johann Gottlieb Goldberg para que se las interpretara en sus largas noches de insomnio debidas a la gota que sufría. Y que el buen conde acaba durmiéndose no por lo temperado de las Variaciones, sino porque le dejaban extenuado.
Durante muchos años las Variaciones Goldberg me gustaban mucho más al piano que al clavicordio. Últimamente las escucho para su instrumento original y he de reconocer que el efecto que buscaba Bach (agotamiento por exceso) se consigue mucho más en el clavicordio. Cuando quiero, simplemente, emocionarme, vuelvo a Gould, a su versión de 1981 (la de 1955 es más vivace).
Termina la Variación 26. Voy a desayunar una magdalena.
¿Quién dijo por vez primera que todo el torrente de recuerdos de En Busca del Tiempo Perdido parten del sabor de una magdalena? A este ingenioso falsario le vendría bien ese dicho italiano de se non è vero è ben trovato. Es tan bueno el hallazgo que todos lo utilizamos cuando queremos expresar la fuerza de un recuerdo que nos llega por un sabor o un paisaje o un olor.
¡Cuántas de estas falsedades corren como bulos ciertos (hermoso oxímoron) por estos mundos! Espero que no sea uno de ellos el que Bach compusiera estas variaciones para el conde Hermann Carl von Keyserlingk y que éste se las entregara a su clavicordista Johann Gottlieb Goldberg para que se las interpretara en sus largas noches de insomnio debidas a la gota que sufría. Y que el buen conde acaba durmiéndose no por lo temperado de las Variaciones, sino porque le dejaban extenuado.
Durante muchos años las Variaciones Goldberg me gustaban mucho más al piano que al clavicordio. Últimamente las escucho para su instrumento original y he de reconocer que el efecto que buscaba Bach (agotamiento por exceso) se consigue mucho más en el clavicordio. Cuando quiero, simplemente, emocionarme, vuelvo a Gould, a su versión de 1981 (la de 1955 es más vivace).
Termina la Variación 26. Voy a desayunar una magdalena.
Me desdigo. Me desdigo y me desdigo de mi hipótesis 1: CRISIS ECONÓMICA EUROPEA+WIKILEAKS+... y no porque que crea o deje de creer en lo que escribí sino porque hacer hipótesis de cuestiones economico-politico-mediáticas es lo mismo que elucubrar con el cardenal Rouco Varela acerca de la inexistencia de la Santísima Trinidad. Yo qué sé qué es Wikileaks ni quién es ese señor Assange al que han detenido por una cuestión de condones en mal estado, en asuntos sexuales parece ser que en Suecia que, de puertas adentro, debe de ser mucho más estrecha de lo que creíamos en España en los sesenta. No sé. No sé si es una excusa para luego, bueno, ya sabéis... A veces me gusta elucubrar. Tengo una iluminación, ¡malditas iluminaciones! y me pongo a urdir complots que como buen guionista (o mediocre) tiene que tener un final redondo y si es con una frase para la historia mejor que mejor ¿Que es Wikileaks? ¿Qué es Barak Obama? ¿Qué es el lobby judío? ¿Qué es Mastercard? ¿Es cierto que A.E.N.A. está a punto de quebrar? ¿Que los malones de los socialistas están a punto de venderla a los empresarios del Reino Unido y que el negocio del turismo en España va a caer en manos de la Pérfida Albión? ¿Es cierto que la tierra es redonda? ¿Es cierto que el Papa Benedicto XVI era un pedazo de inquisidor, guardián de la Doctrina de la Fe, al que se le ha incrustado un sonrisa que por mucho que quiera la cirugía nunca podrá llegar a ser beatífica? ¿Es cierto que Pepe Blanco es un prevaricador? ¿Es cierto que Marta Domínguez es una camella? ¿Es cierto que todo está bien? ¿Es cierto que hay que movilizarse por salvar al bueno de Assange de las manos de la C.I.A.? ¿Existe, decía, la C.I.A.? ¡Vamos, vamos, a las barricadas! ¿Qué encubren estas noticias? ¿Está en peligro nuestra hermosa democracia? ¿O nuestra hermosa lo que sea? ¿Zapatero es un zorrón? ¿Rubalcaba es el Richelieu del siglo XXI sin cardenalato? ¿España se hunde? ¿Se hunde España? o dicho de otra manera ¿Húndese España? Y cómo yo, con estas barbas, ando subiendo escaleras para quitarle los clavos a Assenge el australiano. Disculpas, queridos míos. No sé, ni que me hubiera metido un poquito de cristal (ya tú sabes) y hala, a escribir lírica.
¿∞◊⅞Ω®≥≈$@? ¡∀∂∜∩%≪∝∓∆∇!
Escucha, querido, el son de tus emociones; hay una música y en esa música, aunque escondida, hay una melodía. Cálmate, sosiega el torrente de pensamientos que azotan tu cabeza y acepta, sinceramente, las muchas equivocaciones que como buen humano cometes; escucha, querido, el latir de tus pesares y acaricia y abraza y disfruta el latir de tus alegrías que son tantas si las buscas, como los desdenes y los fracasos; escucha una y otra vez; escucha sin sonrojarte; escucha amablemente como si fuera otro el que te cuenta, como si fuera otro el que te canta; y al escucharte descubrirás que hay aires nuevos y frescos y que ser joven en la madurez, ser potente en la madurez, es tan sólo cuestión de parar y escucharte porque escucharte es haber aprendido y no sonrojarte es haber asumido la fragilidad de ser humano. El alma grande es aquélla que alguna vez se quiebra entera y hecha pedazos se recompone a sí misma pieza a pieza. El pegamento del alma despedazada es la voz interior que recompone a base de verdades y presencias lo que aparentemente no tenía arreglo. Así lo han descubierto los físicos cuánticos al advertir que no hay imposibilidad absoluta en que un vaso estrellado contra el suelo no vuelva a estar al minuto siguiente en la encimera, en perfecto estado, sin una sola grieta.
Escúchate. Duélete si es lo que toca. Admira tu soledad como el bálsamo es admirado por quien siente sus efectos aunque al principio escueza o duela o aparentemente no haga nada. Dolerse es abismarse para surgir de nuevo, no como el que está a punto de ahogarse sino como el que descubre que en la sima aún respira y que puede subir despacio porque aún queda aire y la presión del fondo no acabará con sus pulmones.
Déjate llevar por tus verdades y descubrirás que al igual que no existe la equivocación tampoco existe el acierto, que todo es un fluir de movimientos lentos, que hay que practicar mucho para ejercer con dignidad el oficio de vivir.
Y así llegarás, querido amigo, al momento en que no tengas nada que perdonarte quizá tan sólo la falta de la inexperiencia, que es la falta más usual entre los hombres y que por supuesto no llega a delito.
Escúchate, amigo íntimo ¿ves que va surgiendo la melodía? Seguro que es aquélla que Platón quiso descubrir al escuchar el silencio del universo y ser consciente de que tal silencio era imposible.
Escúchate. Duélete si es lo que toca. Admira tu soledad como el bálsamo es admirado por quien siente sus efectos aunque al principio escueza o duela o aparentemente no haga nada. Dolerse es abismarse para surgir de nuevo, no como el que está a punto de ahogarse sino como el que descubre que en la sima aún respira y que puede subir despacio porque aún queda aire y la presión del fondo no acabará con sus pulmones.
Déjate llevar por tus verdades y descubrirás que al igual que no existe la equivocación tampoco existe el acierto, que todo es un fluir de movimientos lentos, que hay que practicar mucho para ejercer con dignidad el oficio de vivir.
Y así llegarás, querido amigo, al momento en que no tengas nada que perdonarte quizá tan sólo la falta de la inexperiencia, que es la falta más usual entre los hombres y que por supuesto no llega a delito.
Escúchate, amigo íntimo ¿ves que va surgiendo la melodía? Seguro que es aquélla que Platón quiso descubrir al escuchar el silencio del universo y ser consciente de que tal silencio era imposible.
Bobby McFerrin & Yoyo Ma - Rachmaninoff Vocalise.mp3 (5.89 Mb)
Escrito por ESTHER VILAR en el año 1971
Esther Vilar
Dedicatoria
Este libro está dedicado a las personas que no aparecen en él: a los pocos hombres que no se dejan amaestrar y a las pocas mujeres que no son venales. Y a los seres afortunados que no tienen valor mercantil, por ser demasiado viejos, demasiado feos o demasiado enfermos.
¿Qué es el amor? (Último capítulo del libro. No está mal empezar por el final)
El hombre está amaestrado de tal modo por la mujer que no puede vivir sin ella y hace, por tanto, todo lo que ella le exige. Lucha por la vida y llama a eso amor. Cada cual necesita al otro, y así parece que haya al menos un sentimiento común entre ellos. Pero las causas y la naturaleza de ese sentimiento, así como sus consecuencias, son del todo diferente en los dos casos.
Para la mujer, el amor quiere decir poder; para el varón significa sometimiento. Para la mujer, el amor es un pretexto de la explotación comercial; para el varón es una coartada emocional para justificar su existencia de esclavo. "Por amor" hace la mujer las cosas que le son útiles, y el varón las que le perjudican. La mujer deja de trabajar "por amor" cuando se casa; el varón cuando se casa, trabaja "por amor" para dos. El amor es para las dos partes lucha por la supervivencia. Pero una de las partes sobrevive sólo si vence, y la otra sólo si pierde. Es una ironía el que las mujeres se hagan con sus mayores ganancias en el momento de mayor pasividad, y que la palabra amor haga irradiar de ellas el halo de generosidad incluso cuando más despiadadamente están engañando al varón.
Éste disimula con el amor su cobarde autoengaño y se convence de que su absurda esclavitud por su mujer y sus rehenes es una cosa honrosa y tiene un sentido elevado. El varón está contento con su papel. Al ser esclavo alcanza la meta de sus deseos. Y como la mujer no obtiene sino ventajas de ese sistema, no va a cambiar nada; el sistema le impone la corrupción, pero nadie se escandaliza por ello. Lo único que es justo esperar de una mujer es amor (mientras pueda trocar por él todo lo demás). Y los esfuerzos del varón amaestrado para esclavo no le adelantarán nunca más que en el sentido de su doma, jamás en el de su beneficio. El varón seguirá rindiendo cada vez más, y cuanto más rinda, tanto más se alejará de él la mujer. Cuanto más se le rinda, tanto más exigente se hará ella. Cuanto más la desee, tanto menos deseable será él para ella. Cuanto mayor sea el confort con que la rodee, tanto más comodona, tonta e inhumana se volverá ella, y tanto más solo se quedará él.
Sólo las mujeres podrían romper el círculo infernal de la doma y la explotación. No lo harán nunca, porque no tienen ningún motivo racional para hacerlo. Y no se puede confiar en sus sentimientos, pues las mujeres son frías emocionalmente y no sienten compasión. Y así el mundo se irá hundiendo progresivamente en esa cursilería, en esa barbarie, en ese cretinismo de la feminidad, y los hombres, soñadores admirables, no se despertarán nunca de sus sueños.
Este libro está dedicado a las personas que no aparecen en él: a los pocos hombres que no se dejan amaestrar y a las pocas mujeres que no son venales. Y a los seres afortunados que no tienen valor mercantil, por ser demasiado viejos, demasiado feos o demasiado enfermos.
¿Qué es el amor? (Último capítulo del libro. No está mal empezar por el final)
El hombre está amaestrado de tal modo por la mujer que no puede vivir sin ella y hace, por tanto, todo lo que ella le exige. Lucha por la vida y llama a eso amor. Cada cual necesita al otro, y así parece que haya al menos un sentimiento común entre ellos. Pero las causas y la naturaleza de ese sentimiento, así como sus consecuencias, son del todo diferente en los dos casos.
Para la mujer, el amor quiere decir poder; para el varón significa sometimiento. Para la mujer, el amor es un pretexto de la explotación comercial; para el varón es una coartada emocional para justificar su existencia de esclavo. "Por amor" hace la mujer las cosas que le son útiles, y el varón las que le perjudican. La mujer deja de trabajar "por amor" cuando se casa; el varón cuando se casa, trabaja "por amor" para dos. El amor es para las dos partes lucha por la supervivencia. Pero una de las partes sobrevive sólo si vence, y la otra sólo si pierde. Es una ironía el que las mujeres se hagan con sus mayores ganancias en el momento de mayor pasividad, y que la palabra amor haga irradiar de ellas el halo de generosidad incluso cuando más despiadadamente están engañando al varón.
Éste disimula con el amor su cobarde autoengaño y se convence de que su absurda esclavitud por su mujer y sus rehenes es una cosa honrosa y tiene un sentido elevado. El varón está contento con su papel. Al ser esclavo alcanza la meta de sus deseos. Y como la mujer no obtiene sino ventajas de ese sistema, no va a cambiar nada; el sistema le impone la corrupción, pero nadie se escandaliza por ello. Lo único que es justo esperar de una mujer es amor (mientras pueda trocar por él todo lo demás). Y los esfuerzos del varón amaestrado para esclavo no le adelantarán nunca más que en el sentido de su doma, jamás en el de su beneficio. El varón seguirá rindiendo cada vez más, y cuanto más rinda, tanto más se alejará de él la mujer. Cuanto más se le rinda, tanto más exigente se hará ella. Cuanto más la desee, tanto menos deseable será él para ella. Cuanto mayor sea el confort con que la rodee, tanto más comodona, tonta e inhumana se volverá ella, y tanto más solo se quedará él.
Sólo las mujeres podrían romper el círculo infernal de la doma y la explotación. No lo harán nunca, porque no tienen ningún motivo racional para hacerlo. Y no se puede confiar en sus sentimientos, pues las mujeres son frías emocionalmente y no sienten compasión. Y así el mundo se irá hundiendo progresivamente en esa cursilería, en esa barbarie, en ese cretinismo de la feminidad, y los hombres, soñadores admirables, no se despertarán nunca de sus sueños.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/12/2010 a las 10:27 | {0}