La Ciencia de la Vida. Tomo I. Escrito por Julian Huxley, H.G. Wells y G.P. Wells. 1ª edición, 1930
Libro 4. Cómo se originan los individuos.
Epígrafe 9. Qué se entiende por plasma germinal
De lo que hemos visto hasta ahora se deduce que, aunque sea sexual o asexual, hay una continuidad material entre una generación y la siguiente. El individuo es un trozo desprendido de sus padres.
En la última mitad del siglo pasado, Weismann, el gran zoólogo alemán, llamó la atención sobre el hecho de que la parte de un ser humano que se desarrolla para formar sus hijos sobrevive generalmente al resto de su persona. Y hay una pequeña parte de él que, a través de sus hijos, se desarrolla en sus nietos, y la supervivencia de ésta es aún mayor. Indudablemente un ser humano no muere por completo, a menos que no deje hijos. Un fragmento de él, una parte de su substancia viva, va pasando siempre de generación en generación.
Para este trozo inmortal del organismo, que continúa viviendo después de haber muerto el resto, inventó Weismann el apelativo de plasma germinal oponiéndolo al soma que es el resto mortal. Más del 99,9% del peso de un ser humano es substancia somática; una fracción de onza de la substancia de sus ovarios o de sus testículos es plasma germinal. El soma es el individuo, el cuerpo físico que vive y muere; el plasma germinal puede continuar viviendo indefinidamente.
El plasma germinal es potencialmente inmortal. Subsiste generación tras generación, produciendo cuerpos que lo alojan, lo alimentan y lo mantienen caliente, suscitando en ellos extraños anhelos y apetitos para salir de su interior y continuar sus aventuras. Evidentemente, lo que evoluciona es el plasma germinal, no los efímeros cuerpos individuales que está continuamente arrojando. La evolución del caballo fue una lenta modificación del plasma germinal equino; la evolución del hombre a partir de los monos fue también una tendencia del plasma germinal.
En realidad sólo hay un plasma germinal. Probablemente, la vida ha tenido un origen único: las cosas vivas que hoy conocemos son ramas divergentes de un tronco, vástagos del árbol del plasma germinal. En la armazón del espacio-tiempo, hay una verdadera continuidad material entre el hombre, su esposa, su gato y sus claveles.
Concentremos un momento nuestra atención sobre la obra de este plasma germinal.
Epígrafe 9. Qué se entiende por plasma germinal
De lo que hemos visto hasta ahora se deduce que, aunque sea sexual o asexual, hay una continuidad material entre una generación y la siguiente. El individuo es un trozo desprendido de sus padres.
En la última mitad del siglo pasado, Weismann, el gran zoólogo alemán, llamó la atención sobre el hecho de que la parte de un ser humano que se desarrolla para formar sus hijos sobrevive generalmente al resto de su persona. Y hay una pequeña parte de él que, a través de sus hijos, se desarrolla en sus nietos, y la supervivencia de ésta es aún mayor. Indudablemente un ser humano no muere por completo, a menos que no deje hijos. Un fragmento de él, una parte de su substancia viva, va pasando siempre de generación en generación.
Para este trozo inmortal del organismo, que continúa viviendo después de haber muerto el resto, inventó Weismann el apelativo de plasma germinal oponiéndolo al soma que es el resto mortal. Más del 99,9% del peso de un ser humano es substancia somática; una fracción de onza de la substancia de sus ovarios o de sus testículos es plasma germinal. El soma es el individuo, el cuerpo físico que vive y muere; el plasma germinal puede continuar viviendo indefinidamente.
El plasma germinal es potencialmente inmortal. Subsiste generación tras generación, produciendo cuerpos que lo alojan, lo alimentan y lo mantienen caliente, suscitando en ellos extraños anhelos y apetitos para salir de su interior y continuar sus aventuras. Evidentemente, lo que evoluciona es el plasma germinal, no los efímeros cuerpos individuales que está continuamente arrojando. La evolución del caballo fue una lenta modificación del plasma germinal equino; la evolución del hombre a partir de los monos fue también una tendencia del plasma germinal.
En realidad sólo hay un plasma germinal. Probablemente, la vida ha tenido un origen único: las cosas vivas que hoy conocemos son ramas divergentes de un tronco, vástagos del árbol del plasma germinal. En la armazón del espacio-tiempo, hay una verdadera continuidad material entre el hombre, su esposa, su gato y sus claveles.
Concentremos un momento nuestra atención sobre la obra de este plasma germinal.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 23/01/2011 a las 18:27 | {0}