Atravesar. Doncella/planta/luna/animal. Tener que. Seguir.
Le buscó por todo el reino tres días y tres noches.
¿no es demasiado pequeño?
De anima mundi et natura. El universo dionisiaco. La gnosis y el tiempo.
Levantarse. Hacer lo que hay que hacer. Tener una voz que te escucha. Rendirse.Comer. El aliento. El diafragma.
La creencia otoñal del río llega a su tiempo.
La tarde. Ir. Volver. Acostumbrarse. La rojez de las hojas. Mirar. Respirar. La rabia dejátela dentro. Dilúyela de otra forma.
Argumenta el físico Craig Hogan: el espaciotiempo cuántico contiene un temblor, si consiguiésemos medirlo, probaríamos que el universo no es ese continuum suave que percibimos en nuestra escala sino que el espaciotiempo estaría compuesto por bits mínimos de información (como ocurre cuando te acercas mucho a la imagen de un televisor y la imagen se diluye para entrever los píxeles).
Seguir este domingo de abril. Deshacer lo que no se llegó a completar. Puzzle.
La normalidad es que el mundo vive de la muerte.
Le buscó por todo el reino tres días y tres noches.
¿no es demasiado pequeño?
De anima mundi et natura. El universo dionisiaco. La gnosis y el tiempo.
Levantarse. Hacer lo que hay que hacer. Tener una voz que te escucha. Rendirse.Comer. El aliento. El diafragma.
La creencia otoñal del río llega a su tiempo.
La tarde. Ir. Volver. Acostumbrarse. La rojez de las hojas. Mirar. Respirar. La rabia dejátela dentro. Dilúyela de otra forma.
Argumenta el físico Craig Hogan: el espaciotiempo cuántico contiene un temblor, si consiguiésemos medirlo, probaríamos que el universo no es ese continuum suave que percibimos en nuestra escala sino que el espaciotiempo estaría compuesto por bits mínimos de información (como ocurre cuando te acercas mucho a la imagen de un televisor y la imagen se diluye para entrever los píxeles).
Seguir este domingo de abril. Deshacer lo que no se llegó a completar. Puzzle.
La normalidad es que el mundo vive de la muerte.
Las máscaras de Dios. Joseph Campbell. Volumen 1º. Mitología Primitiva. Editado por Alianza Editorial, 1991.
Uno de los problemas principales del hombre, filosóficamente, es el de reconciliarse en sentimiento, así como en pensamiento con la monstruosidad del mundo tal cual es.
Invitados
Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/04/2012 a las 21:19 | {0}
Creo en el Hombre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra;
Creo en Jesucristo,
en Buda su hermano,
en Krishna su hermano,
en Kali su hermana,
en Artemisa su hermana,
en Krishnamurti su hermano,
en Mí, su hermano
y en cada Ser nacido en este Mundo,
Todos hijos del Hombre,
que fuimos concebidos por obra y gracia del Terror a la Crueldad y a la Naturaleza;
concebidos por la Caza y por la Agricultura;
concebidos por las Aldeas y el Barro seco
en el seno de la Santa Mujer Virgen
y padecimos bajo el poder de la Necesidad de Sustento, de Abrigo, de Techo, de Caricia, de Aceptación
y fuimos crucificados, muertos y sepultados;
descendimos a los Infiernos y al tercer día resucitamos de entre los muertos,
subimos a los cielos
y nos sentamos a la derecha del Hombre Todopoderoso.
Desde allí, un día, vendremos a juzgar lo Vivo y lo Muerto de nuestra Creación.
Creo en los Espíritus Santos,
en las Santas Iglesias,
en la Comunión con los Universos,
en el perdón de los Inexistentes Pecados
-Mayúscula Creación del Hombre Todopoderoso-
y que tantos bienes nos han dado;
creo en el valor esclavo de la Resurrección
y en la Salvaje poética de la Vida Eterna. Amén.
Creo en Jesucristo,
en Buda su hermano,
en Krishna su hermano,
en Kali su hermana,
en Artemisa su hermana,
en Krishnamurti su hermano,
en Mí, su hermano
y en cada Ser nacido en este Mundo,
Todos hijos del Hombre,
que fuimos concebidos por obra y gracia del Terror a la Crueldad y a la Naturaleza;
concebidos por la Caza y por la Agricultura;
concebidos por las Aldeas y el Barro seco
en el seno de la Santa Mujer Virgen
y padecimos bajo el poder de la Necesidad de Sustento, de Abrigo, de Techo, de Caricia, de Aceptación
y fuimos crucificados, muertos y sepultados;
descendimos a los Infiernos y al tercer día resucitamos de entre los muertos,
subimos a los cielos
y nos sentamos a la derecha del Hombre Todopoderoso.
Desde allí, un día, vendremos a juzgar lo Vivo y lo Muerto de nuestra Creación.
Creo en los Espíritus Santos,
en las Santas Iglesias,
en la Comunión con los Universos,
en el perdón de los Inexistentes Pecados
-Mayúscula Creación del Hombre Todopoderoso-
y que tantos bienes nos han dado;
creo en el valor esclavo de la Resurrección
y en la Salvaje poética de la Vida Eterna. Amén.
Ensayo
Tags : Sobre las creencias Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/04/2012 a las 00:34 | {3}
El polvo sobre el teclado. Era una pared de color verde cuando tenía diecisiete años. Era su cuarto y el de sus hermanos. Tras haber comido era. Desde entonces hasta ahora. Ha pasado el tiempo, es cierto. Los tiempos. Ha pasado el espacio, es cierto. Los espacios. Recuerda la casa de la calle Canillas y la de la calle Zurbano y la de la calle Fernando el Católico y la de la calle San Nicolás y la de la calle Amor de Dios y la de la calle Hermosilla y la de la calle Mayor y la de cala Blanca y la buhardilla en la rue Gay Lussac y la de la calle Prado Verde y la cueva en Fustán. Y recuerda el tiempo de la Rosa y el tiempo de Menorca y el tiempo de París y once años de tiempo y cuando aprendía y cuando amaba y cuando detestaba y recuerda las enfermedades y los amigos y las playas y las montañas y los ríos y recuerda el polvo en el teclado y la Olivetti lettera 47 y recuerda el tiempo de Julia y el espacio de Lagasca. El recuerdo no es la memoria del pasado sino la visión que sobre él se tiene en el presente. Y ahora recuerda de otra forma, como si ya fuera del todo consciente de que la cima ha quedado atrás y sabe que el descenso es mucho más arriesgado que el ascenso. Lo sabía al subir. No lo supo al llegar a la cima porque no fue consciente de que había llegado. No plantó ninguna bandera. Ni cantó ningún himno. Ni rezó ninguna oración. Ni se quedó mirando el paisaje a sus pies. Más bien tiene la sensación de que hubo de llegar una noche de luna nueva, que la cima era una planicie, que anduvo por ella varias horas y que el descenso fue, al principio, tan suave que no era consciente de que descendía. Fue con las primeras luces del día. Fue entonces. La cima quedaba de nuevo sobre él. No podía dar marcha atrás. Ahora ve frente a él, no sabe a cuánta distancia, en lo hondo de un valle estrecho, junto a la ribera de un río pequeño y claro, las luces de un pueblo. Lo corona una torre cuadrada. No tiene campanario. El polvo sobre el teclado piensa mientras respira la vida de las plantas y vuelve a mirar atrás y sonríe como cuando se es muy mayor y un joven dice algo que recuerda a la propia vida: una carretera en un país extranjero, los ojos de una mujer al fondo de la barra, el brazo del amigo sobre el hombro, el frío del cementerio del Sur o el nacimiento de una ilusión. Sabe que debe seguir el sendero; seguir bajando, apretar los dientes si es necesario y beber agua de vez en cuando. Más noches llegarán, piensa. Y vuelve a pensar, Aún llegarán más noches y sigue pensando, Ese pueblo queda lejos, muy, muy lejos. Cuando llegue descansaré en la fonda, seguro que hay una, y llamaré para que alguien le quite el polvo al teclado y engrase el mecanismo de las letras y cambie la cinta de la tinta para sentarme ante ella y recordar la tarde en... Todo es naturaleza. Hace vivaq protegido del viento por un arce y al quedarse dormido recuerda que el descenso es más peligroso que la subida y que el polvo en el teclado no lo ensucia.
Sin espadas de filo afilado
ni yelmos que cubran las debilidades;
Sin petos de liviano bronce
ni grebas de plata;
Sin hacha de doble faz
ni lanza de madera noble;
Sin martillo
ni daga escondida;
Sin red en la espalda
ni tridente mortífero;
Sin caballo alazán
ni yegua nerviosa;
Sin pares
ni ejércitos,
se hacen sangre
en el campo de batalla sin paisaje;
se hieren los muslos
en el campo de batalla sin límites;
se miran los cetros
en el campo de batalla sin cielo;
se lanzan el uno contra la otra (o viceversa)
en el campo de batalla sin bosque ni costa;
con el abrazo mortal de los guerreros se atacan
en el campo de batalla sin estandartes ni fanfarrias;
se fatigan, ejecutan sus artes, se despedazan por fin
en el campo de batalla sin tierra, ni hierba, baldío;
y mueren una vez y otra, un renacimiento y otro
en el campo de batalla sin raíces ni luz.
ni yelmos que cubran las debilidades;
Sin petos de liviano bronce
ni grebas de plata;
Sin hacha de doble faz
ni lanza de madera noble;
Sin martillo
ni daga escondida;
Sin red en la espalda
ni tridente mortífero;
Sin caballo alazán
ni yegua nerviosa;
Sin pares
ni ejércitos,
se hacen sangre
en el campo de batalla sin paisaje;
se hieren los muslos
en el campo de batalla sin límites;
se miran los cetros
en el campo de batalla sin cielo;
se lanzan el uno contra la otra (o viceversa)
en el campo de batalla sin bosque ni costa;
con el abrazo mortal de los guerreros se atacan
en el campo de batalla sin estandartes ni fanfarrias;
se fatigan, ejecutan sus artes, se despedazan por fin
en el campo de batalla sin tierra, ni hierba, baldío;
y mueren una vez y otra, un renacimiento y otro
en el campo de batalla sin raíces ni luz.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/04/2012 a las 15:52 | {2}