¿Ha de caminar por el bosque siguiendo la huella del corzo?
¿Ha de perderse de los suyos?
¿Ha de llegar al soto? ¿Al manantial?
¿Ha de ver a las doncellas desnudas rodeando a la desnuda Diosa?
¿Ha de maravillarse?
¿Ha de ser descubierto?
¿Ha de ser metamorfoseado en ciervo?
¿Ha de ser olido por sus mastines y despedazado?
Capítulo II La iniciación. El encuentro con la diosa.
El héroe de las mil caras escrito por Joseph Campbell.
Editado por Fondo de Cultura Económica. 1ª edición 1959
La Diosa Kali
Página 107
nota a pie de página 31 Cf. J. C. Flüguel, The psycho-analityc study of the family
Existe una asociación muy general por una parte entre la noción de mente, espíritu o alma y la idea del padre y de la masculinidad, y por otra parte, entre la noción de cuerpo o de materia (materia, lo que pertenece a la madre) y la idea de la madre o principio femenino. La represión de las emociones y sentimientos relacionados con la madre (en nuestro monoteísmo judeo-cristiano) ha producido en virtud de esta asociación, una tendencia a adoptar una actitud de desconfianza, desprecio, asco u hostilidad hacia el cuerpo humano, la Tierra y todo el universo material, con una tendencia correspondiente a exaltar o acentuar demasiado los elementos espirituales, ya sea en el hombre o en el esquema general de las cosas. Parece muy probable que muchas de las más pronunciadas tendencias idealistas en filosofía deban la atracción que poseen para muchas mentes a esta reacción en contra de la madre, mientras que las más dogmáticas y estrechas formas de materialismo, a su vez, representan el regreso de los sentimientos reprimidos originalmente conectados con la madre.
Tan transparente era el agua del río
que las hojas de hierba se mecían
y brillaban como si no estuvieran
sumergidas en su fluir.
El arce japonés despliega sus hojas con una extraña semejanza a patas de gallo ¡Tan hermosas!
He visto.
La cremallera.
También un reflejo sobre el aluminio me ha hecho reflexionar sobre la mano que se acerca.
Y en el pensamiento...
Y en el sonido del mundo...
Y en la inconsciencia del mito que tiene como puerta de salida el sueño...
O ayer, a punto de morir o cuando menos de quedar alterada la rutina, en la carretera, la maniobra de un ser humano que a punto estuvo de estrellarme contra la mediana...
La sombra de morir.
El hermoso arce japonés.
Namaste.
He visto.
La cremallera.
También un reflejo sobre el aluminio me ha hecho reflexionar sobre la mano que se acerca.
Y en el pensamiento...
Y en el sonido del mundo...
Y en la inconsciencia del mito que tiene como puerta de salida el sueño...
O ayer, a punto de morir o cuando menos de quedar alterada la rutina, en la carretera, la maniobra de un ser humano que a punto estuvo de estrellarme contra la mediana...
La sombra de morir.
El hermoso arce japonés.
Namaste.
Ensayo
Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/03/2012 a las 11:58 | {0}
Ante el notario declaro lo siguiente:
1.- Nada sé. Mi ignorancia es tan palmaria que ya ni me avergüenza ni extraigo de ella sabios consejos y formas audaces de continuar mi vida. La ignorancia es una piedra preciosa rodeada de bastedades; la ignorancia alberga, en todo caso, la posibilidad del conocimiento.
2.- En mi vida he llegado a grado tal de arrogancia que creí en un instante poder enseñar algo.
3.- Pido disculpas por ello. He de reconocer que mi curiosidad me ha llevado al conocimiento de algunos hechos, de algunas causas, incluso de efectos veraces (no sé si verdaderos) que apliqué en mí como se aplica la arnica sobre el músculo inflamado para aliviar el espasmo.
4.- Sé que caeré de nuevo una y mil veces en el mismo error pero declaro, ante este ilustre y barbado notario, que no es mala la intención que persigo, ni guardo en mí aviesas intenciones -como en otro tiempo sí hice y de ahí mi amargura y mi desencanto- sino más bien persigo una dulce calma que a nadie perturbe su respiración.
5.- Creo firmemente junto a Antonio Machado que el arte es largo y además no importa.
6.- Declaro también y dejo constancia que me enamoro a menudo y que, siendo cierta una pulsión sexual, atrabiliaria y obscena, busco en ese enamorarse la caricia que da calor, el beso que aumenta la felicidad, el abrazo puro, el abrazo de una piel junto a otra pìel que produce, en la fluidez de la biología de las pasiones, la sensación de que la emoción intensa tiene, en el mundo de los hombres, un lugar donde expandirse.
7.- Declaro mi barbarie. Declaro mi desconsuelo. Declaro mi esperanza. Declaro mi navío. Declaro mi océano. Declaro mi deriva. Declaro mis ojos. Declaro mi osadía. Declaro mi cólera. Declaro mi timidez. Declaro mis creencias sorprendidas una mañana de marzo en brazos de la utopía. Declaro mi nostalgia. Declaro mi terror. Declaro mi calma y el placer que siento al comprar un libro que desde hace años deseaba.
8.- Estoy perdido, señor notario, y me da pena que con mis años me muera sin tiempo ya a albergar el sueño de los justos (yo que nunca lo fui), o la idea del amor (yo que nunca amé) o la posibilidad de reconciliarme con el odiado (yo que nunca supe perdonar).
9.- Y así, a tantos de tantos de tantos, ruego deje constancia de estos no-esfuerzos, de estas ebriedades de un espíritu impuro, que nunca fluyó hacia el manantial, que jamás tuvo alma de salmón y nunca se agotó en la quietud, en las no-formas, en la indiferencia.
1.- Nada sé. Mi ignorancia es tan palmaria que ya ni me avergüenza ni extraigo de ella sabios consejos y formas audaces de continuar mi vida. La ignorancia es una piedra preciosa rodeada de bastedades; la ignorancia alberga, en todo caso, la posibilidad del conocimiento.
2.- En mi vida he llegado a grado tal de arrogancia que creí en un instante poder enseñar algo.
3.- Pido disculpas por ello. He de reconocer que mi curiosidad me ha llevado al conocimiento de algunos hechos, de algunas causas, incluso de efectos veraces (no sé si verdaderos) que apliqué en mí como se aplica la arnica sobre el músculo inflamado para aliviar el espasmo.
4.- Sé que caeré de nuevo una y mil veces en el mismo error pero declaro, ante este ilustre y barbado notario, que no es mala la intención que persigo, ni guardo en mí aviesas intenciones -como en otro tiempo sí hice y de ahí mi amargura y mi desencanto- sino más bien persigo una dulce calma que a nadie perturbe su respiración.
5.- Creo firmemente junto a Antonio Machado que el arte es largo y además no importa.
6.- Declaro también y dejo constancia que me enamoro a menudo y que, siendo cierta una pulsión sexual, atrabiliaria y obscena, busco en ese enamorarse la caricia que da calor, el beso que aumenta la felicidad, el abrazo puro, el abrazo de una piel junto a otra pìel que produce, en la fluidez de la biología de las pasiones, la sensación de que la emoción intensa tiene, en el mundo de los hombres, un lugar donde expandirse.
7.- Declaro mi barbarie. Declaro mi desconsuelo. Declaro mi esperanza. Declaro mi navío. Declaro mi océano. Declaro mi deriva. Declaro mis ojos. Declaro mi osadía. Declaro mi cólera. Declaro mi timidez. Declaro mis creencias sorprendidas una mañana de marzo en brazos de la utopía. Declaro mi nostalgia. Declaro mi terror. Declaro mi calma y el placer que siento al comprar un libro que desde hace años deseaba.
8.- Estoy perdido, señor notario, y me da pena que con mis años me muera sin tiempo ya a albergar el sueño de los justos (yo que nunca lo fui), o la idea del amor (yo que nunca amé) o la posibilidad de reconciliarme con el odiado (yo que nunca supe perdonar).
9.- Y así, a tantos de tantos de tantos, ruego deje constancia de estos no-esfuerzos, de estas ebriedades de un espíritu impuro, que nunca fluyó hacia el manantial, que jamás tuvo alma de salmón y nunca se agotó en la quietud, en las no-formas, en la indiferencia.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/04/2012 a las 11:43 | {2}