01 Lluvia en Galapagar (3.62 Mb)
He llegado hasta esta noche. Me crujen las articulaciones. Apenas he dicho unas cuantas palabras a lo largo del día. He dormido por la tarde, yo que detesto las siestas. Aunque no ha sido una siesta. Ha sido querer dormir. Se me ha secado la garganta. Creo haber estado un buen rato dormido bocarriba. Los sueños han sido inquietos. Al despertar -eran las seis y media- he bebido un zumo muy fresco que me ha devuelto la sensación de estar vivo. No he bebido un café. He intentado volver a lo cotidiano. ¿Qué es lo cotidiano? Me he preguntado ante la pantalla del ordenador. Y he sentido. Antes he jugado al ajedrez. Antes he intentado continuar el trabajo. He grabado la lluvia que escuchas. La lluvia que escuchas.
Té verde. Las nubes se irán. Sigue. Estrechamente. ¿Cuáles? No dirá tu nombre. Proceso. Hablar en latín. Otro punto. Estuvo con el amigo y le quedó un regusto amargo. Frase hecha. ¡Pum! Vuela y aterriza (ameriza). El mundo del sábado. Lista. Los libros. Cogerlos. No cogerlos. Escucha una retrasmisión... deportiva. Le ha gustado la palabra trasmisión. No llueve. Mira. No llueve. Mira. El cigarrillo. Las dos eles. Transmisión. También griego. Καλος. Una tarde un médico enumeraba la cantidad de palabras griegas que confluían en su oficio. Oficio no profesión. Luego. El siglo. La destrucción. La historia natural de la destrucción. Volver a escuchar. Piensa. Recuerda consejos en su infancia. Y una casa. Represión. Siente la tentación de romper las ataduras. Frase hecha. ¡Pum! Lanzarse. Al mundo. ¿Qué es el mundo? Una tarde. Ha conseguido no decir nada. Bravo. Aplausos. Fin
Fuente
Agua dulce
Murmullo de la madrugada
Mirada
Vida
Carrera
Brillo
Aliento
Sueño
Mañana
Nacida
Agua dulce
Murmullo de la madrugada
Mirada
Vida
Carrera
Brillo
Aliento
Sueño
Mañana
Nacida
Manifestaciones que hace el bueno de Isaac Alexander mientras pide limosna en la calle de Alcalá
Querido míos:
Manifiesto mi escepticismo ante los acontecimientos por venir.
Unos alardean las peores desgracias.
Otros alientan la espera.
La verdad podría ser que el engaño es pavoroso.
Yo no pido para mí, pido para un hombre desesperado que mira a sus hijos con vergüenza; pido para una niña desahuciada de un barrio llamado Tetuán de las Victorias; pido para la vieja que se muere sola en un pisito del arrabal; pido para el enfermo de SIDA, extranjero en este país que no existe y el cual, en cuanto le arrebaten la tarjeta sanitaria, quedará a merced del virus que está al acecho de sus células.
No quiero que os levantéis contra el poderoso. No quiero que incendiéis las sedes bancarias. Tampoco que le pongáis un petardo en el culo al ministro del Interior o que le cosáis la boca al ministro de Hacienda, por hijoputa mentiroso. No quiero que denostéis de este monarquía ni tan siquiera que os burléis de ella. No, no, eso dejadlo para cuando arda el horizonte y la lluvia de metal y la turbamulta, llena de desesperación, asalte bancos, ministerios y palacios y mientras tanto seamos desobedientes, es decir: no tengamos miedo, compremos golosinas, dejemos paso a las fotos de Margareth Tatcher; glorifiquemos a Emilio Botín y aplaudamos sus bólidos rojos los cuales, como flechas ensangrentadas, giran una vez y otra por el mismo circuito. Cebemos su codicia. Dejemos que engorden para que se vuelvan lentos y confiados y mientras, compremos golosinas, miremos la mañana, escribamos un poema mínimo, acariciemos la mano que tiembla, rebajemos la fiebre del enfermo, atendamos a los que tenemos cerca. Una limosna. Una limosna.
Y si llega la debacle y si el futuro no nos alcanza y si los fantasmas nos invaden y si nuestros indefensos caen muertos de rabia y tifus y si la cola de los pedigüeños se hace eterna y si los yates se vuelven dioses de la modernidad y si nos comemos las uñas y si estimamos en nuestra memoria el recuerdo de un bistec, si todo eso ocurre entonces os propongo que acechemos la casa de un poderoso, disfrazados de ramas de árbol y en un descuido, hijo de su fatuidad y su gordura, lo atrapemos, lo arrastremos, lo deshollemos, lo descuarticemos y lo asemos en una pira de papeles financieros y repartamos su carne entre los famélicos y vitoreemos lo bien que se cebó y degustemos sus proteínas conseguidas a base de nuestra desesperación.
¡Una limosna para la trabajadora que tiene que chuparle la polla a su dominador!
¡Una limosna para el trabajador que tiene que ponerle el culo a su dominador!
¡Una limosna para la trabajadora niña que será despedida en cuanto le crezcan las manos!
¡Una limosna para el trabajador niño que será despedido en cuanto no quepa por el estrecho hueco!
¡Una limosna para el redactor que ha de escribir la noticia al dictado!
¡Una limosna para el juez que ha de dictar sentencia para mantener su estatus!
¡Una limosna para el médico que retrasa la prueba del enfermo por mor de la efectividad de unas cuentas!
¡Una limosna para el broker que se mete rayas en los baños marmóreos del Banco de Santander!
¡Una limosna para el presidente del gobierno que ha olvidado lo de: cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar!
¡Bendito seas, amigo, gracias!
Manifiesto mi escepticismo ante los acontecimientos por venir.
Unos alardean las peores desgracias.
Otros alientan la espera.
La verdad podría ser que el engaño es pavoroso.
Yo no pido para mí, pido para un hombre desesperado que mira a sus hijos con vergüenza; pido para una niña desahuciada de un barrio llamado Tetuán de las Victorias; pido para la vieja que se muere sola en un pisito del arrabal; pido para el enfermo de SIDA, extranjero en este país que no existe y el cual, en cuanto le arrebaten la tarjeta sanitaria, quedará a merced del virus que está al acecho de sus células.
No quiero que os levantéis contra el poderoso. No quiero que incendiéis las sedes bancarias. Tampoco que le pongáis un petardo en el culo al ministro del Interior o que le cosáis la boca al ministro de Hacienda, por hijoputa mentiroso. No quiero que denostéis de este monarquía ni tan siquiera que os burléis de ella. No, no, eso dejadlo para cuando arda el horizonte y la lluvia de metal y la turbamulta, llena de desesperación, asalte bancos, ministerios y palacios y mientras tanto seamos desobedientes, es decir: no tengamos miedo, compremos golosinas, dejemos paso a las fotos de Margareth Tatcher; glorifiquemos a Emilio Botín y aplaudamos sus bólidos rojos los cuales, como flechas ensangrentadas, giran una vez y otra por el mismo circuito. Cebemos su codicia. Dejemos que engorden para que se vuelvan lentos y confiados y mientras, compremos golosinas, miremos la mañana, escribamos un poema mínimo, acariciemos la mano que tiembla, rebajemos la fiebre del enfermo, atendamos a los que tenemos cerca. Una limosna. Una limosna.
Y si llega la debacle y si el futuro no nos alcanza y si los fantasmas nos invaden y si nuestros indefensos caen muertos de rabia y tifus y si la cola de los pedigüeños se hace eterna y si los yates se vuelven dioses de la modernidad y si nos comemos las uñas y si estimamos en nuestra memoria el recuerdo de un bistec, si todo eso ocurre entonces os propongo que acechemos la casa de un poderoso, disfrazados de ramas de árbol y en un descuido, hijo de su fatuidad y su gordura, lo atrapemos, lo arrastremos, lo deshollemos, lo descuarticemos y lo asemos en una pira de papeles financieros y repartamos su carne entre los famélicos y vitoreemos lo bien que se cebó y degustemos sus proteínas conseguidas a base de nuestra desesperación.
¡Una limosna para la trabajadora que tiene que chuparle la polla a su dominador!
¡Una limosna para el trabajador que tiene que ponerle el culo a su dominador!
¡Una limosna para la trabajadora niña que será despedida en cuanto le crezcan las manos!
¡Una limosna para el trabajador niño que será despedido en cuanto no quepa por el estrecho hueco!
¡Una limosna para el redactor que ha de escribir la noticia al dictado!
¡Una limosna para el juez que ha de dictar sentencia para mantener su estatus!
¡Una limosna para el médico que retrasa la prueba del enfermo por mor de la efectividad de unas cuentas!
¡Una limosna para el broker que se mete rayas en los baños marmóreos del Banco de Santander!
¡Una limosna para el presidente del gobierno que ha olvidado lo de: cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar!
¡Bendito seas, amigo, gracias!
Ensayo
Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/05/2012 a las 14:21 | {0}
Al inicio de la primera noche piensa: "Escribiré unos versos a la muchacha que me espera"
En la noche primera piensa: "El aullido del lobo suena a presencia"
En la madrugada primera piensa: "¿Por qué no duermo?"
En la alborada piensa: "Los colores del fuego"
Durante la segunda mañana piensa: "La pata de un cordero"
A lo largo de la segunda tarde piensa: "Me muero, me muero"
Al ocaso del segundo día piensa: "El cuello es algo nuevo"
En la noche segunda piensa: "La oscuridad del vello"
En la madrugada segunda piensa: "¿Por qué me duermo si las alimañas acechan para sorberme el cerebro?"
En la segunda alborada piensa: "Los colores del fuego"
A lo largo de la tercera mañana piensa: "Me quedo ciego. Ya no veré el cuerpo desnudo de la muchacha de la aldea".
En la tarde tercera piensa: "Un poco maíz".
Al terminar la tarde del tercer día piensa: "En el lago crecí y entre los juncos vi"
Durante la noche tercera piensa: "Ya vienen, ya vienen, me lavarán el cuerpo, me proveerán de alimento, no se reirán".
Durante la madrugada tercera apenas piensa. Sólo un: "¡Venid! ¡Entrad!".
Durante la cuarta alborada duerme.
Durante la cuarta mañana duerme.
Durante la cuarta tarde duerme.
En el ocaso cuarto duerme.
En la noche cuarta duerme.
En la madrugada cuarta duerme.
En la alborada quinta despierta y piensa: "Nunca más".
En la noche primera piensa: "El aullido del lobo suena a presencia"
En la madrugada primera piensa: "¿Por qué no duermo?"
En la alborada piensa: "Los colores del fuego"
Durante la segunda mañana piensa: "La pata de un cordero"
A lo largo de la segunda tarde piensa: "Me muero, me muero"
Al ocaso del segundo día piensa: "El cuello es algo nuevo"
En la noche segunda piensa: "La oscuridad del vello"
En la madrugada segunda piensa: "¿Por qué me duermo si las alimañas acechan para sorberme el cerebro?"
En la segunda alborada piensa: "Los colores del fuego"
A lo largo de la tercera mañana piensa: "Me quedo ciego. Ya no veré el cuerpo desnudo de la muchacha de la aldea".
En la tarde tercera piensa: "Un poco maíz".
Al terminar la tarde del tercer día piensa: "En el lago crecí y entre los juncos vi"
Durante la noche tercera piensa: "Ya vienen, ya vienen, me lavarán el cuerpo, me proveerán de alimento, no se reirán".
Durante la madrugada tercera apenas piensa. Sólo un: "¡Venid! ¡Entrad!".
Durante la cuarta alborada duerme.
Durante la cuarta mañana duerme.
Durante la cuarta tarde duerme.
En el ocaso cuarto duerme.
En la noche cuarta duerme.
En la madrugada cuarta duerme.
En la alborada quinta despierta y piensa: "Nunca más".
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Diario
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/05/2012 a las 22:10 | {0}