Estoy preparando la edición de mi primera antología de cuentos 20 entre 4 que publicaré la semana que viene en Audiolibros y Mundo Sonoro Dom & Loy . Son cuatro cuentos que escribí durante la década de los 80 cuando yo viví mis veinte (de ahí el título: veinte años entre cuatro cuentos).
Siempre resulta curioso -o extraño- volver. El arte quizá tenga esa particularidad: que le permite al artista volver. Además, en mi caso, ocurre que yo -una vez que doy por terminada una obra- no la suelo releer, ni corregir (me parecería una forma de revisionismo). Así es que cuando hace unos días cogí las carpetas de los años 80 para hacer la selección, fue como zambullirme en alguien que fui yo y a quien apenas reconocía. Tuve sensaciones muy gratas. Me gustó el que yo era y también descubrí que, en efecto, el tiempo para quien busca le hace alejarse.
Una de los primeros impulsos fue ponerme a corregir (sobre todo adjetivos) y recordé aquel comentario de Jorge Luis Borges: Publicar sólo sirve para no seguir corrigiendo. Así, quitando algún error gramatical, todo se ha quedado como lo dejé cuando lo di por terminado.
El primer cuento se titula Mujer con Manzana y trata de los sentimientos amorosos del personaje de un cuadro por una modelo a la que siempre ve de espaldas. Es un cuento en el que la influencia de Julio Cortázar no puede ni quiere ser ocultada. Lo escribí a los diecinueve años.
El segundo cuento se llama Helena. Lo escribí con veinte años y es una historia púramente romántica en la que un hombre no puede dejar de amar a una mujer llamada Helena que ya está muerta. De ese cuento siempre me gustó la ambientación, el lugar donde ocurren los hechos. En la época en que lo escribí participaba junto con algunos amigos en una tertulia literaria y recuerdo que el día que lo leí me aplaudieron y me pidieron que lo volviera a leer. En este cuento hay una clara influencia de Edgar Allan Poe.
El tercer cuento se titula Claroscuro. Lo escribí a principios de 1987 con veintiseis años. Quizás este cuento sea el primero en el que las influencias son ya subterráneas y donde mi propio estilo se adueña de la narración tanto formal como conceptualmente. Es un cuento abrumador.
El cuarto se titula A cinco semanas del invierno y es, en realidad, una novela corta donde aparecen influencias de dos autores que siempre me han fascinado: Honoré de Balzac y John Dos Passos. La novelita es un fresco de la ciudad de Madrid en 1987 -está escrito a finales de ese mismo año- y se articula en base a una pareja en descomposición. Su estilo es seco y eso ayuda mucho -creo que además es un acierto- a realzar la grisura de las vidas que pululan sobre el asfalto de las ciudades.
Siempre resulta curioso -o extraño- volver. El arte quizá tenga esa particularidad: que le permite al artista volver. Además, en mi caso, ocurre que yo -una vez que doy por terminada una obra- no la suelo releer, ni corregir (me parecería una forma de revisionismo). Así es que cuando hace unos días cogí las carpetas de los años 80 para hacer la selección, fue como zambullirme en alguien que fui yo y a quien apenas reconocía. Tuve sensaciones muy gratas. Me gustó el que yo era y también descubrí que, en efecto, el tiempo para quien busca le hace alejarse.
Una de los primeros impulsos fue ponerme a corregir (sobre todo adjetivos) y recordé aquel comentario de Jorge Luis Borges: Publicar sólo sirve para no seguir corrigiendo. Así, quitando algún error gramatical, todo se ha quedado como lo dejé cuando lo di por terminado.
El primer cuento se titula Mujer con Manzana y trata de los sentimientos amorosos del personaje de un cuadro por una modelo a la que siempre ve de espaldas. Es un cuento en el que la influencia de Julio Cortázar no puede ni quiere ser ocultada. Lo escribí a los diecinueve años.
El segundo cuento se llama Helena. Lo escribí con veinte años y es una historia púramente romántica en la que un hombre no puede dejar de amar a una mujer llamada Helena que ya está muerta. De ese cuento siempre me gustó la ambientación, el lugar donde ocurren los hechos. En la época en que lo escribí participaba junto con algunos amigos en una tertulia literaria y recuerdo que el día que lo leí me aplaudieron y me pidieron que lo volviera a leer. En este cuento hay una clara influencia de Edgar Allan Poe.
El tercer cuento se titula Claroscuro. Lo escribí a principios de 1987 con veintiseis años. Quizás este cuento sea el primero en el que las influencias son ya subterráneas y donde mi propio estilo se adueña de la narración tanto formal como conceptualmente. Es un cuento abrumador.
El cuarto se titula A cinco semanas del invierno y es, en realidad, una novela corta donde aparecen influencias de dos autores que siempre me han fascinado: Honoré de Balzac y John Dos Passos. La novelita es un fresco de la ciudad de Madrid en 1987 -está escrito a finales de ese mismo año- y se articula en base a una pareja en descomposición. Su estilo es seco y eso ayuda mucho -creo que además es un acierto- a realzar la grisura de las vidas que pululan sobre el asfalto de las ciudades.
Alberto Giacometti Dibujo
Sugiero el mundo y una pata de palo
Sugiero el análisis y la voz de la palabra
Sugiero la broma en el funeral del martes
Sugiero la calma con chicharrones
Sugiero el verbo sin paloma y la estrechez del sendero en vez de la anchura de las carreteras
También sugiero la caricia a contrapelo y un alarde: ¡Idiotas, chitón!
Sugiero un cisma entre la tijera y la taza
Sugiero que las heridas se mantengan calladas no vaya a ser que supuren babas
Sugiero la contemplación en el camino de vuelta a casa y el amargor, tan dulce, del vino rojo en vaso pequeño sin acompañamiento sólido
Sugiero la lectura lenta de las ideas largas y dejar la mancha que cayó con descuido sobre la página -es una marca-
La anatomía sugiero (no la esperanza. Nunca la esperanza) y las faldas
Sugiero la comitiva por la arena, el callo en los dedos, la herramienta, el reconocimiento de la existencia de Isaac Alexander, el muérdago en su tronco, la jara en la ladera
Y ante todo te sugiero que hoy lo vuelvas a intentar
a Ellos.
Esa nube es un simulacro como el roce de tu voz en su herida
Su herida es profunda, nace del aire de los días
se mantiene en el éter y deja un reguero (como pasos dados al traspiés)
Lo nefasto es la Idea no la copia de la Idea
La Idea como sublimación
Porque la Idea no existe
y lo que pasa debería ser suficiente milagro o pasmo o alba
Es simulacro el espejo y tu mano acariciando sus costillas flotantes
o la lluvia y el rito que saja la base del pene para conformar la vagina
También la flor del loto
o las últimas palabras del lama al oído del moribundo
Te exhortaría a que le besaras sin decir una sola palabra (simulacros)
A él le diría:
¿recuerdas la luz de esta mañana en lo alto de la cuesta con el fondo de montañas
y el viento que agitaba tu barba y las niñas que se acercaban corriendo camino
de la escuela
y el anciano de gesto amable que tomaba de la mano a su nieto
y tenía tiempo para sonreírte
y luego un perro que parecía el negativo de otro
y por supuesto la calle hermosa?
A ella le diría:
Acaricia su herida
Permite su mano en tu pecho (descúbrelo)
Acógele en ti
Descúbrele el matiz que media entre oscilación y péndulo
Ciérrale los ojos
Murmura las palabras que harían feliz
Túmbate a su lado
Ha llegado la vorágine
y el cabello se ha esparcido por la almohada
la tarde se envuelve en seda
caen copos (simulacro de algodón)
Dejarán que el tiempo pase
La herida abierta será besada
cada beso como un punto de sutura
que hiciera olvidar la usura
que la herida se cobraba
En la madrugada, ya sí,
podrá aullar el perro a la luna
y la gata sobre el tejado de uralita
se inclinará con respeto
mientras vuestras manos tomadas
vuestros talles juntos
en perfecto movimiento
un simulacro de eternidad
Esa nube es un simulacro como el roce de tu voz en su herida
Su herida es profunda, nace del aire de los días
se mantiene en el éter y deja un reguero (como pasos dados al traspiés)
Lo nefasto es la Idea no la copia de la Idea
La Idea como sublimación
Porque la Idea no existe
y lo que pasa debería ser suficiente milagro o pasmo o alba
Es simulacro el espejo y tu mano acariciando sus costillas flotantes
o la lluvia y el rito que saja la base del pene para conformar la vagina
También la flor del loto
o las últimas palabras del lama al oído del moribundo
Te exhortaría a que le besaras sin decir una sola palabra (simulacros)
A él le diría:
¿recuerdas la luz de esta mañana en lo alto de la cuesta con el fondo de montañas
y el viento que agitaba tu barba y las niñas que se acercaban corriendo camino
de la escuela
y el anciano de gesto amable que tomaba de la mano a su nieto
y tenía tiempo para sonreírte
y luego un perro que parecía el negativo de otro
y por supuesto la calle hermosa?
A ella le diría:
Acaricia su herida
Permite su mano en tu pecho (descúbrelo)
Acógele en ti
Descúbrele el matiz que media entre oscilación y péndulo
Ciérrale los ojos
Murmura las palabras que harían feliz
Túmbate a su lado
Ha llegado la vorágine
y el cabello se ha esparcido por la almohada
la tarde se envuelve en seda
caen copos (simulacro de algodón)
Dejarán que el tiempo pase
La herida abierta será besada
cada beso como un punto de sutura
que hiciera olvidar la usura
que la herida se cobraba
En la madrugada, ya sí,
podrá aullar el perro a la luna
y la gata sobre el tejado de uralita
se inclinará con respeto
mientras vuestras manos tomadas
vuestros talles juntos
en perfecto movimiento
un simulacro de eternidad
Cantinflas en una de sus películas -de cuyo nombre no logro acordarme- se encuentra en una fiesta con lo más granado de la profesión periodística enamoriscando a una mujer. De repente ésta nota que le han robado una pulsera; Cantinflas se sube a una mesa y con su particular acento y gracia avisa de que le han robado a su enamorada una pulsera y de que nadie saldrá del salón hasta que la pulsera sea devuelta a su legítima dueña. Un murmullo de protesta recorre la sala hasta que se oye una voz que resume lo que todas dicen: ¡Oiga, pero usted qué se ha creído. Impedirnos salir de esta sala. A nosotros. ¿Usted no sabe lo que es el cuarto poder? y Cantinflas le responde, ¿Y usted no sabe lo que es no poder salir de un cuarto?
Estos días en España aparecen informaciones que acusan a Luis Bárcenas, ex-tesorero del Partido Popular, de haber llevado una contabilidad B de las cuentas del partido en la que se detallaba unos sobresueldos que se repartían entre la cúpula del partido. El periódico El Pais publicaba la semana pasada los llamados Papeles Secretos del ex-tesorero en donde se podían leer los asientos contables que demostraban el pago de los sobresueldos. De inmediato los dirigentes del Partido Popular salieron en tromba, Presidente del partido y del gobierno Mariano Rajoy incluido, asegurando que esos papeles son apócrifos (o falsos).
Apócrifo es cosa falsificada o no auténtica. También persona falsa o fingida. E incluso apócrifo puede ser un texto no reconocido como canónico (y desde luego la contabilidad B de una empresa u organismo cualquiera jamás será la canónica)
Digamos entonces que se está produciendo en España una guerra (con muchas batallas) entre el primer y segundo poderes del Estado -Ejecutivo y Legislativo ya que en este segundo tiene la mayoría absoluta el Partido Popular- y el cuarto poder del Estado: la prensa.
En batallas de este tipo quien tendría que intervenir como mediador o arbitro tendría que ser el tercer poder del Estado: El Judicial. Porque si el primer y segundo poderes del Estado defienden aún con pruebas en contra la inocencia de lo suyo y el cuarto poder acusa con pruebas cuando menos no indubitables la culpabilidad de un ciudadano, el poder Judicial tiene como premisa y como base del buen funcionamiento de un Estado de Derecho, la presunción de inocencia. De donde se deduciría que Luis Bárcenas como ciudadano del Reino de España es inocente hasta que se demuestre lo contrario. También se deduciría que el Cuarto poder tiene el derecho y el deber de informar a los ciudadanos con los documentos y pruebas que obren en su poder pero tiene que admitir que lo que para ellos son pruebas de cargo para la Justicia pueden no serlo.
Lo abrumador de lo que estamos viviendo es que pocos creen en la infalibilidad de la Justicia y en la justicia de la ley desde el momento en que si un raterillo confiesa que ha robado un pollo, el juez le manda a prisión y si un ex-tesorero del Partido Popular admite que tiene una cuenta en Suiza de 22 millones de euros cuya procedencia se niega a detallar, sale a la calle tras la declaración y se va a desayunar a la Costa Azul.
Y de repente yo siento que estamos como aquellos burgueses de El Ángel Exterminador de Luis Buñuel: encerrados en un salón sin saber por qué no pueden atravesar la puerta y cómo poco a poco todo se va llenando de inmundicias, carencias, hambre y sed y se me mezcla la imagen de Cantinflas exigiendo la pulsera robada en una fiesta de periodistas que tiene toda la pinta de acabar muy mal.
Estos días en España aparecen informaciones que acusan a Luis Bárcenas, ex-tesorero del Partido Popular, de haber llevado una contabilidad B de las cuentas del partido en la que se detallaba unos sobresueldos que se repartían entre la cúpula del partido. El periódico El Pais publicaba la semana pasada los llamados Papeles Secretos del ex-tesorero en donde se podían leer los asientos contables que demostraban el pago de los sobresueldos. De inmediato los dirigentes del Partido Popular salieron en tromba, Presidente del partido y del gobierno Mariano Rajoy incluido, asegurando que esos papeles son apócrifos (o falsos).
Apócrifo es cosa falsificada o no auténtica. También persona falsa o fingida. E incluso apócrifo puede ser un texto no reconocido como canónico (y desde luego la contabilidad B de una empresa u organismo cualquiera jamás será la canónica)
Digamos entonces que se está produciendo en España una guerra (con muchas batallas) entre el primer y segundo poderes del Estado -Ejecutivo y Legislativo ya que en este segundo tiene la mayoría absoluta el Partido Popular- y el cuarto poder del Estado: la prensa.
En batallas de este tipo quien tendría que intervenir como mediador o arbitro tendría que ser el tercer poder del Estado: El Judicial. Porque si el primer y segundo poderes del Estado defienden aún con pruebas en contra la inocencia de lo suyo y el cuarto poder acusa con pruebas cuando menos no indubitables la culpabilidad de un ciudadano, el poder Judicial tiene como premisa y como base del buen funcionamiento de un Estado de Derecho, la presunción de inocencia. De donde se deduciría que Luis Bárcenas como ciudadano del Reino de España es inocente hasta que se demuestre lo contrario. También se deduciría que el Cuarto poder tiene el derecho y el deber de informar a los ciudadanos con los documentos y pruebas que obren en su poder pero tiene que admitir que lo que para ellos son pruebas de cargo para la Justicia pueden no serlo.
Lo abrumador de lo que estamos viviendo es que pocos creen en la infalibilidad de la Justicia y en la justicia de la ley desde el momento en que si un raterillo confiesa que ha robado un pollo, el juez le manda a prisión y si un ex-tesorero del Partido Popular admite que tiene una cuenta en Suiza de 22 millones de euros cuya procedencia se niega a detallar, sale a la calle tras la declaración y se va a desayunar a la Costa Azul.
Y de repente yo siento que estamos como aquellos burgueses de El Ángel Exterminador de Luis Buñuel: encerrados en un salón sin saber por qué no pueden atravesar la puerta y cómo poco a poco todo se va llenando de inmundicias, carencias, hambre y sed y se me mezcla la imagen de Cantinflas exigiendo la pulsera robada en una fiesta de periodistas que tiene toda la pinta de acabar muy mal.
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Poesía
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/02/2013 a las 00:27 | {0}