Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Trabajar

Leo hoy en El País que una estudiante, para defender la vigencia y utilidad de las becas Erasmus comenta: "La acusación de que estás todo el día de juerga es absurda". Ese comentario me ha recordado un anécdota que me ocurrió hace ya algunos años.
En el año 2000 me contrataron para escribir una serie llamada Paraíso que se emitió entre los años 2000-2003 durante la temporada estival en La 1 de Televisión Española. Como me comentó su director Javier Elorrieta, él quería amor, humor y aventura. Y así lo hice. Era una serie menor para pasar la calurosa noche de los veranos españoles. Paraíso se grababa en la República Dominicana, en un resort llamado Bahía Príncipe que se encuentra en el nordeste de la isla. Ya la primera temporada, Javier me pidió si quería ir allí para tener él un guionista por si había que hacer cambios durante la grabación. Yo acepté gustoso. Vieja aspiración de todo escritor es hacerlo bajo una palmera rodeado de hermosas mujeres y embriagadoras bebidas.
Todo el equipo de rodaje teníamos derecho a utilizar las zonas vip del resort y la verdad es que para mí fue fantástico estar trabajando en una serie a pie de rodaje (para quien no lo sepa a los guionistas no nos quieren ver en los rodajes. Los directores huyen de nosotros como de la peste) y vivir ese ambiente que normalmente nos está vedado. 
No quiero extenderme mucho porque quiero ir al meollo del asunto que hoy me trae a Inventario. Yo soy de los escritores que considera que si ha de escribir de un sitio, lo mejor que puede hacer es conocerlo. Parece una obviedad pero no lo es. De hecho dos fuimos los únicos guionistas -de los cinco o seis que éramos- que viajamos allí. Bien, como jefe de producción -que para el común de los mortales es el contable de una empresa- estaba un tal F. B., un tipo lameculos con los actores y un cabrón con el equipo técnico; era un hombre mayor, gordo, medio calvo, con pinta de chupatintas, con aires fascistas y ante todo y sobre todo maleducado.
Recuerdo que aún habiendo sido llevado allí por orden del director, a mí nadie me habló de hacerme un seguro médico -como sí tenían todos los demás- Esa gestión tendría que haberla hecho el contable B. Lo que sí conseguí es que me dieran dietas. Cuando recibí la primera me di cuenta de que me habían dado unos cuantos dólares de más. Yo ya había tenido algún encontronazo con B. y para no tener más fui con lo que sobraba a su oficinita para devolvérselo. Llamé. Se lo di y sin levantar la vista me dijo, Eso te lo metes por el culo. Entonces yo me senté y le contesté: La próxima vez que me hables en ese tono te meto una hostia que sales por la ventana. Entonces levantó la vista y empezó a despotricar porque yo me divertía en vez de estar todo el día metido en mi habitación escribiendo (quiero dejar constancia aunque no creo que haga ni falta, que jamás faltó una página de guión en su día y es más escribí un guión en 48 horas porque el que tenían resultó no valer. Cada capítulo costaba unos 500.000 €. Eso es lo que hubieran perdido si no  llego a tener terminado en dos días un guión de 1 hora de duración. Normalmente un guión de ese tipo se tarda en escribir entre tres y cuatro semanas). Así es que dejé de escucharle y zanjé la conversación diciendo: Yo pertenezco al equipo de dirección no al tuyo. Si tiene alguna queja que me lo diga Javier Elorrieta (el director). Lo curioso de todo este asunto es que al salir me encontré con que la mujer del contable había estado escuchando tras de la puerta y me empezó a aplaudir y a felicitar por haberme enfrentado con el pieza hijo de la chingada de su marido.
Fin de la anécdota.
Hablando ayer con Liana, le decía que yo he trabajado muy poco en mi vida y que siempre me he sentido millonario de tiempo que es la única fortuna de la que realmente dispone cada hombre (idea extraída de Momo de Michael Ende) y he trabajado poco porque sobre todo me he ganado la vida escribiendo y escribir no es trabajar. El trabajo tal y como yo lo considero consiste en vender tu tiempo a otro para comprar tu sustento, tu cobijo y un poco de tu propio tiempo. Entendido así he trabajado poco porque el escribir es justamente el aprovechar el tiempo siempre en tu beneficio (beneficio temporal sólo si se quiere).
Sí considero la escritura una labor pero no un trabajo. A veces las etimologías son como la quintaesencia de lo que inconscientemente vivimos. Así nos descubren Corominas y Pascual la etimología del verbo trabajar.
Trabajar: del lat. vg. tripaliare 'torturar', derivado de tripalium 'especie de cepo o instrumento de tortura' compuesto de tres  y palus por los tres maderos que formaban dicho instrumento; en castellano antiguo y aun hoy en día conserva el sentido de 'sufrimiento, dolor, pena'; de la idea de 'sufrir' se pasó a 'esforzarse' y 'laborar'.
Vivimos pues en una etapa de nuestra civilización -no evolución, no progreso- basada en la tortura y curiosamente compuesta por tres palos como la cruz.
Así lo entienden quienes acusan a los jóvenes de salir y divertirse en las ciudades donde estudian. ¿Cómo si no van a conocer el país al que han ido? ¿No están para eso las becas Erasmus? Para hacer conscientes a los jóvenes europeos de que todos somos Europa.
Así lo entendía el gran hijo de la chingada F. B. -excepto para los que tenían un nombrecillo como actores-.
Me divertí lo indecible en la República Dominicana y puedo decir con orgullo que los capítulos que escribí siempre estuvieron entre los de mayor audiencia de la serie. Porque la labor del arte no es cosa de números sino de percepciones y éstas no se suelen encontrar encerrado en la habitación de un resort, cosa que por supuesto no podía ni intuir un jefe de producción tan vacío y amargo como el que tuvimos en el paraíso.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/11/2013 a las 11:30 | Comentarios {1}








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