Te diría palabras. Aire. Movimiento. Llovería mientras te hablara. Mantendría el gesto serio y urdiría alguna estrategia. El tiempo no sobraría. Bien lo sabes tú. Más lo sabrás cuando hayas avanzado un poco. La tarde ya no sería fría. La luna andaría desvanecida. Las estrellas apenas serían nada en la vasta oscuridad de un universo sin ti. Palabras. Sonidos por el aire. Aleteo de las cigüeñas que han vuelto a Castilla y siguen siendo una hermosura. Lo demás se escaparía como ocurre cuando la carta se va convirtiendo en monólogo y queda al final el rescoldo de algo que -el que la escribe es consciente- abarcaba mucho más. ¿Cuándo callaría? No lo sé. ¿Desaparecería la emoción que nació de una ausencia demasiado larga? No lo sé. ¿Sabría definir semejante emoción? Sí, exclamaría; sí, sabría, te lo sabría expresar mientras la seriedad de su gesto derivaba. Cuando se hubiera calmado el maremoto; cuando se hubieran retirado las aguas de ese cuerpo que hasta entonces había sido tierra; cuando las voces empezaran a significar algo; sobre una ola ya mansa; en las lindes de la espuma y sus días; a punto de escupir un alacrán te diría algunas cosas buenas para callar desde entonces hasta el final y bajaría los parpados y adoptarían su cuerpo y sus miembros la posición del loto y permanecería quieto durante aquello que no se puede medir, durante aquello inefable, durante los largos tránsitos entre una inspiración y la siguiente, durante el recorrido del ámbar por el mundo, esa faz, esos nombres, esas nadas. Quizá pronunciara palabras pero como quien avienta paja por un campo sin dueño; quizá moviera la boca (o sufriera en el dedo anular izquierdo un movimiento reflejo, ligera contracción que nada supone, sin acción entonces). Eso sería todo. Habrías de ser tú quien interpretara sus expresiones corporales; nombrarlas incluso como si con ello provocaras el sortilegio que libera la posibilidad de entender. Eso sería todo antes de que siguieras tu camino, convencida de que el monolito que dejas atrás era realmente de piedra.
Ventanas
Seriales
Archivo 2009
Escritos de Isaac Alexander
Fantasmagorías
Meditación sobre las formas de interpretar
¿De Isaac Alexander?
Libro de las soledades
Cuentecillos
Colección
Apuntes
Archivo 2008
La Solución
Aforismos
Haiku
Recuerdos
Reflexiones para antes de morir
Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Olmo Dos Mil Veintidós
Sobre las creencias
Jardines en el bolsillo
Listas
El mes de noviembre
Olmo Z. ¿2024?
Saturnales
Agosto 2013
Citas del mes de mayo
Sincerada
Reflexiones
Marea
Mosquita muerta
El viaje
Sobre la verdad
Sinonimias
El Brillante
No fabularé
Perdido en la mudanza (lost in translation?)
Desenlace
El espejo
Velocidad de escape
Derivas
Carta a una desconocida
Sobre la música
Biopolítica
Asturias
La mujer de las areolas doradas
La Clerc
Las manos
Tasador de bibliotecas
Ensayo sobre La Conspiración
Las homilías de un orate bancario
Las putas de Storyville
Archives
Últimas Entradas
Enlaces
© 2008, 2009, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023, 2024 y 2025 de Fernando García-Loygorri, salvo las citas, que son propiedad de sus autores
Cuento
Tags : Cuentecillos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/02/2025 a las 18:44 |