Divide partes de Dios y en si se produce el infinito. Se rompen los techos. Aparecen los ángeles. Se desparrama el mundo como el semen se desparrama sobre el vientre de la mujer que no quiere fecundar. El fin del mundo tiene cara de bebé. El fin del mundo se arquea como un poseso. El fin del mundo se saluda con un gesto atlético. Alardea de haber dado carpetazo. Luego llora sobre el barbecho de una tierra que quedará por siempre baldía. Arraigan las arqueobacterias en un limo primordial que no escupe fuego. Llegan densas nubes de amoniaco. Se lava las manos con gel y se mira en el espejo las partes ocultas. No quiere escarmentar. No quiere elevarse en brazos de las aspas de un helicóptero por cima de las montañas que a lo lejos parecen generar el lomo de un dragón. El cielo se vuelve bello tras el incendio. Las palabras se quejan de quedarse sordas. El rey de las calaveras se pone peluca y parece menestral en una corte dieciochesca. ¡Ay, si la nieve se diluyera en brillantes! ¡Ay, si los cristales fueran viscosos como si el mundo se hubiera convertido en un gigantesco horno cerámico! Todo derretido. Sus manos derretidas. Su esfuerzo derretido. Derretidas las cañerías por las que fluía el agua con heces, el agua con sangres, el agua con mucosas, el agua con algas. ¡Cianobacterias venid! Venid, queridas mías. Haceos grandes y mostrad vuestras maquinarias hasta que los ojos del mundo sean arrancados por una parte de la infinidad de Dios. Entonces recalará en una playa. La arena será un diamante machacado a fuerza de escoplos. El inmenso diamante de la felicidad. La eternidad de los puntos sobre las íes. La lágrima certera que acierta en el centro del corazón de la vieja. La vieja, sí, la vieja del parque, la que arrastra el carrito rojo de la compra siempre hasta arriba de desechos. La vieja que ya no es nada y que aún con todo lucha por vivir un día más en esta selva de hormigón y cables en la que los humanos se mueven como si fueran tordos.
Cuando todo se quede quieto: en el lago no hay ondas; no navega la hoja; el saltamontes se niega a trascender; el gorrión ahorcado denuncia a sus verdugos, las patas estiradas; la ahorcada se corre y el flujo que derrama de su coño se desliza por sus piernas hasta llegar al aire que lo dejará caer hasta la tierra para que sea absorbido, llegue hasta las raíces de un junco, sorban éstas sus nutrientes y nazca cuatro meses después un aborto de junco y mujer con patas de gorrión ahorcado. Cuando todo quede quieto: saliva suspendida; copo que no llega a amortiguarse; carrera vacía de gamo; vuelo sin recorrido de cernícalo; mandíbula abierta para siempre; sangre, sangra, sangra, sangre.
Cuando todo se quede quieto: en el lago no hay ondas; no navega la hoja; el saltamontes se niega a trascender; el gorrión ahorcado denuncia a sus verdugos, las patas estiradas; la ahorcada se corre y el flujo que derrama de su coño se desliza por sus piernas hasta llegar al aire que lo dejará caer hasta la tierra para que sea absorbido, llegue hasta las raíces de un junco, sorban éstas sus nutrientes y nazca cuatro meses después un aborto de junco y mujer con patas de gorrión ahorcado. Cuando todo quede quieto: saliva suspendida; copo que no llega a amortiguarse; carrera vacía de gamo; vuelo sin recorrido de cernícalo; mandíbula abierta para siempre; sangre, sangra, sangra, sangre.
Vivo en el fin de la tierra
donde habitamos los infelices que carecemos de patria.
El día que solté las amarras
se rompió mi corazón.
En este finisterre
la luna jamás aparece.
Cada noche espero,
con ansiedad de adolescente enamorado,
que su blanca esfera
o la mitad de ella,
menos aún: una faja fina
como el más fino albugo de la uña
del dedo meñique del pie de un bebé,
aparezca en el inicio del cielo nocturno
cuando aún quedan en él restos de azul.
Roto el corazón
-en realidad siempre
(la palabra no es exageradamente larga)
lo estuvo-
he de dejar que la pena me ahogue
y desagüen mis ojos la justa para no anegarme.
Seguiré respirando. Lo sé.
Ayer mismo reí
como si el día anterior
mi hermano me hubiera hecho un arrumaco.
Sé, en todo caso,
que el hígado se estaba pudriendo,
le mente generaba sinapsis para sobrevivir,
la soledad y el frío se aliaban conmigo
y los jabalíes
corriendo a mi vera libres y hermosos
me animaban a no temer nada.
Quizá si me hubieran advertido
de que nunca más vería la luna
me habría dejado pisotear
hasta que mis costillas rotas
me otorgaran el consuelo de morir.
¡Qué cerca está el invierno!
¡Si hubiera tenido una patria,
habría conquistado el mundo!
Al carecer de ella fui invadido.
Ahora daría la patria que nunca tuve
por mirar la luna que ya no veo.
Se puede viajar dentro de la hoja y también sentarse al mediodía sobre la hierba de otoño mientras el perro escarba, llega hasta la tierra húmeda y hunde en ella su hocico. Pienso cómo será el olor de la tierra húmeda con el olfato de un perro (¿por qué se utiliza tantas veces a este animal como metáfora de ser tratado de forma despreciable?
¿Ya nunca habrá una revolución en Europa? ¿Una revolución de la magnitud de la francesa del siglo XVIII?
Observar a una mujer joven con dos niños en el Reino Unido, en algún lugar de Inglaterra, pobre y necesitada y también lo suficientemente bonita como para poder trabajar de puta. Corre el año 2017. ¿Y la joven con dos hijos más fea que Picio? ¿Qué puede hacer esa criatura? ¿Cómo alimenta a sus dos hijos? ¿Cómo se alimenta ella? (Lucubración a partir de Yo Daniel Blake de Ken Loach) .
La miseria y la desigualdad en el disfrute de la riqueza debería levantarnos; debería abrirnos el apetito de asaltar las fábricas de monedas, las grandes villas, las precisas cajas fuertes, ir como un solo hombre, sin alharacas, sin grandes violencias, incluso puramente pacíficos, sólo siendo tal masa que empuja que es capaz de derribar cualquier defensa.
La sociedad opulenta versus las Oficinas de Empleo.
Pasa un Ferrari o se lavan tres mil toallas diarias en un hotel de lujo de Singapur ¿Qué es Singapur? ¿Qué quiere decir las guerras por las fuentes de energía en Asia? ¿Intentan los poderosos catalanes hacer una revolución de los colores, en este caso la Revolución Amarilla?
Luego están las palabras, las palabras, las palabras... (cuando las imagino me viene a la memoria el mito de Eco y Narciso)
¿Ya nunca habrá una revolución en Europa? ¿Una revolución de la magnitud de la francesa del siglo XVIII?
Observar a una mujer joven con dos niños en el Reino Unido, en algún lugar de Inglaterra, pobre y necesitada y también lo suficientemente bonita como para poder trabajar de puta. Corre el año 2017. ¿Y la joven con dos hijos más fea que Picio? ¿Qué puede hacer esa criatura? ¿Cómo alimenta a sus dos hijos? ¿Cómo se alimenta ella? (Lucubración a partir de Yo Daniel Blake de Ken Loach) .
La miseria y la desigualdad en el disfrute de la riqueza debería levantarnos; debería abrirnos el apetito de asaltar las fábricas de monedas, las grandes villas, las precisas cajas fuertes, ir como un solo hombre, sin alharacas, sin grandes violencias, incluso puramente pacíficos, sólo siendo tal masa que empuja que es capaz de derribar cualquier defensa.
La sociedad opulenta versus las Oficinas de Empleo.
Pasa un Ferrari o se lavan tres mil toallas diarias en un hotel de lujo de Singapur ¿Qué es Singapur? ¿Qué quiere decir las guerras por las fuentes de energía en Asia? ¿Intentan los poderosos catalanes hacer una revolución de los colores, en este caso la Revolución Amarilla?
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el agua, condensada
en nube, calma
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Poesía
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/08/2020 a las 13:02 | {0}