Soñamos la posibilidad. Casi en cada rincón. La huerta podría haber sido una metáfora. También el jardín lo es siempre. Lástima que seamos pesimistas. Hoy por ejemplo habríamos escrito: Esconde el anillo/ muerde la hierba del invierno;/ a su alrededor todo se derrama/ como mañana la canción se habrá dormido./ No asustes al niño./ Deja que sueñe verano, mar, noche cálida./ Porque siempre quisiste, quiere./ Porque nada está perdido, busca.
¡Qué desolación el verso que no queremos escribir! ¡Qué vacío en el mar cuando la ola no llega! Quisimos estar desnudos siempre. Tú lo sabes. No hay escudos ahora. Te lo prometemos. Mañana será igual. Mañana seremos pesimistas igual. En la mente vaga la palabra impresión. Desde la inmensidad. Desde lo inmenso sea lo que sea esa dimensión vasta, perenne, indiferente. Desde allí te hablamos. Desde esa sopa primordial. También pertenece a esta canción 26 la estrella que es gigante roja y el sonido del triángulo en una pieza musical decimonónica. El vestigio, pensaremos, tiene un peso. Quizá sea parte del hipotálamo. De la sección aúrea.
Que volábamos es cierto. Que no podríamos transmitir más, también lo es. Así si cantáramos ¡Pensar el jardín! ¡Añorar la huerta!/ ¡El aroma de azahar!/ ¡La higuera! ¡Septiembre! ¡La vera!/ Tanta belleza duele como su ausencia./ Hay en el camino una huella/ de tomillo y madreselva;/ en la tierra hay un rastro de romero y fresa./ ¡La huerta! ¡la huerta! ¡la huerta!
Volábamos. Créenos. Eran las mesetas. Espuma. Hielo. Niebla. Volábamos.
Escuchábamos una bocina. Créenos, tú tan ausente. Hay una oración que escuchamos. Y una admonición escuchamos con regusto bíblico. Nos estamos quedando... Hay más limpieza...
¡Qué desolación el verso que no queremos escribir! ¡Qué vacío en el mar cuando la ola no llega! Quisimos estar desnudos siempre. Tú lo sabes. No hay escudos ahora. Te lo prometemos. Mañana será igual. Mañana seremos pesimistas igual. En la mente vaga la palabra impresión. Desde la inmensidad. Desde lo inmenso sea lo que sea esa dimensión vasta, perenne, indiferente. Desde allí te hablamos. Desde esa sopa primordial. También pertenece a esta canción 26 la estrella que es gigante roja y el sonido del triángulo en una pieza musical decimonónica. El vestigio, pensaremos, tiene un peso. Quizá sea parte del hipotálamo. De la sección aúrea.
Que volábamos es cierto. Que no podríamos transmitir más, también lo es. Así si cantáramos ¡Pensar el jardín! ¡Añorar la huerta!/ ¡El aroma de azahar!/ ¡La higuera! ¡Septiembre! ¡La vera!/ Tanta belleza duele como su ausencia./ Hay en el camino una huella/ de tomillo y madreselva;/ en la tierra hay un rastro de romero y fresa./ ¡La huerta! ¡la huerta! ¡la huerta!
Volábamos. Créenos. Eran las mesetas. Espuma. Hielo. Niebla. Volábamos.
Escuchábamos una bocina. Créenos, tú tan ausente. Hay una oración que escuchamos. Y una admonición escuchamos con regusto bíblico. Nos estamos quedando... Hay más limpieza...
Sonríe cuando se fría el camarón
¿qué esperabas, alma cándida?
Puedes recorrer cientos de kilómetros y observar la silueta de los montes mientras en la radio suena la canción que canta Sarah Vaughan; puedes peinarte, peinarte una vez y otra vez; puedes sentir la redención de las uñas y la llamada de un burdel; puedes resistir la tentación mientras fuera nieva y todo es un gran salto; puedes permanecer callado; deberías permanecer callado; el silencio no arroja nada; el silencio es puro oscuro.
¿Quién dijo filete ruso?
¿Quién compuso salpìcón de marisco?
¿Qué riesgo en la cordura?
¿Por qué la noche se hizo tan larga?
Puedes desentumedecer los músculos; puedes preguntarte una y otra vez cuál es la deriva etimológica de la palabra embarazo; ¿por qué de la torpeza, de la confusión, de la dificultad se deriva el estado de preñez?; puedes volver a caminar por los montes; puedes estudiar hasta la extenuación una materia aunque no te diga nada; puedes escuchar de nuevo el celofán que envuelve el caramelo y desesperarte y saber que en el fondo de aquella sima no existe nada que te vaya a aclarar; porque todo permanecerá oscuro; porque no tienes salvación; porque no tienes un puto padre al que preguntar por su abandono; porque la visión de una encimera es el lugar; no intentes llegar al principio del filete ruso; no quieres desentrañar cuándo una persona decidió que el olor a pedo de la coliflor cociéndose sería un buen alimento; nada de lo que a tu alrededor; todo desierto; mínimo desierto; ínfimo desierto; protuberancia de filete ruso; luz de la mañana en diciembre; fin de todas las cosas; de todas las cosas que no entiendes, a las que te has adherido; no vaciles; estás condenado; no eres nadie; no hay luz al final del túnel; no hay nada; desiertos y filetes rusos; crema de puerros; arroz a banda; huesos de santo; yemas de Santa Teresa; piensa en ello; piensa en el estofado de perdiz pero no quieras alcanzar iluminación ninguna; ya ha venido de nuevo; ya está aquí de nuevo mientras fuera en lo ardedores de Alpha-Centauro llueve ácido y la energía hace de las suyas; no vengas a quejarte; no vengas a escudarte; lo sabías; nada te llamó a engaño; desertificación del filete ruso era todo; una mezcla de carne; un poco de harina, si quieres huevos; aceite de oliva en abundancia; freírlo todo; comer a gusto; patatas fritas para acompañar; cosas sencillas; cosas de siempre; nada te engaña; es todo luz; el abismo es luz; la puta mierda es luz; en los cojines hay luz; también en la toalla hay luz; en la rata hay luz, ¡Oh, Jesús danos tu luz! cae si quieres hasta la sima porque hasta en ella encontrarás la luz; la puta luz de los cojones; la luz de la inmundicia; la luz de vírgenes cerdas y castos babosos; última estación Olvido.
¿qué esperabas, alma cándida?
Puedes recorrer cientos de kilómetros y observar la silueta de los montes mientras en la radio suena la canción que canta Sarah Vaughan; puedes peinarte, peinarte una vez y otra vez; puedes sentir la redención de las uñas y la llamada de un burdel; puedes resistir la tentación mientras fuera nieva y todo es un gran salto; puedes permanecer callado; deberías permanecer callado; el silencio no arroja nada; el silencio es puro oscuro.
¿Quién dijo filete ruso?
¿Quién compuso salpìcón de marisco?
¿Qué riesgo en la cordura?
¿Por qué la noche se hizo tan larga?
Puedes desentumedecer los músculos; puedes preguntarte una y otra vez cuál es la deriva etimológica de la palabra embarazo; ¿por qué de la torpeza, de la confusión, de la dificultad se deriva el estado de preñez?; puedes volver a caminar por los montes; puedes estudiar hasta la extenuación una materia aunque no te diga nada; puedes escuchar de nuevo el celofán que envuelve el caramelo y desesperarte y saber que en el fondo de aquella sima no existe nada que te vaya a aclarar; porque todo permanecerá oscuro; porque no tienes salvación; porque no tienes un puto padre al que preguntar por su abandono; porque la visión de una encimera es el lugar; no intentes llegar al principio del filete ruso; no quieres desentrañar cuándo una persona decidió que el olor a pedo de la coliflor cociéndose sería un buen alimento; nada de lo que a tu alrededor; todo desierto; mínimo desierto; ínfimo desierto; protuberancia de filete ruso; luz de la mañana en diciembre; fin de todas las cosas; de todas las cosas que no entiendes, a las que te has adherido; no vaciles; estás condenado; no eres nadie; no hay luz al final del túnel; no hay nada; desiertos y filetes rusos; crema de puerros; arroz a banda; huesos de santo; yemas de Santa Teresa; piensa en ello; piensa en el estofado de perdiz pero no quieras alcanzar iluminación ninguna; ya ha venido de nuevo; ya está aquí de nuevo mientras fuera en lo ardedores de Alpha-Centauro llueve ácido y la energía hace de las suyas; no vengas a quejarte; no vengas a escudarte; lo sabías; nada te llamó a engaño; desertificación del filete ruso era todo; una mezcla de carne; un poco de harina, si quieres huevos; aceite de oliva en abundancia; freírlo todo; comer a gusto; patatas fritas para acompañar; cosas sencillas; cosas de siempre; nada te engaña; es todo luz; el abismo es luz; la puta mierda es luz; en los cojines hay luz; también en la toalla hay luz; en la rata hay luz, ¡Oh, Jesús danos tu luz! cae si quieres hasta la sima porque hasta en ella encontrarás la luz; la puta luz de los cojones; la luz de la inmundicia; la luz de vírgenes cerdas y castos babosos; última estación Olvido.
Estancia Recuerdo Descanso Hacer Libros Mundo Reglas Suciedad (y limpieza) Reino Vino Plumas Pantallas Mesas Cuadernos Compañía Luz Sueño (y pesadilla) Amor Amar Desear Olvido Soledad Lejanía Refugio (y subterfugio) Morada Destino Manos Condimento Cocinar Ropa Almohada Fotografías Archivo Fumar Escuchar Caminar Esperar Meditar Dormitar Escudriñar Alterar Cambiar Acumular Prisma Pintura Oler Olor Agenda Lámparas Bronce Ablución Sensación Seguridad El Otro
Hay una estrella que parece abrirse como se abren las estrellas, así, de a poquitos, así, de a millones de años se abren
Sobre la espalda de la ballena jorobada se ha batido una ola y ha caído llana
La mar tiene nombre de hada
Ven con tu mano abierta, tus dedos espátula como la herramienta de los albañiles, como la herramienta de lo pintores
Hay en la almohada un círculo blanco alrededor del cual el oso del Ártico baila
Serenata en las palmas
Pavana
Duerme el niño con cierto brío como los caballitos en los tiovivos
¿Escuchaste la música de las vocales?
¿Te atreves a besarme la única piel que tengo?
¡Ay, silencio, gracias!
Nos devolverá el violín cierta marea
y al fondo la percusión, audaz como las madres que aman, se erguirá y calmará el vaivén de los vientos
Que no quiero más de ti, la escarcha y la bruma en el páramo son presencia tuya suficiente... y bendita
¡Baile la pantalla árabe de Fortuny!
¡Baile el número 20.642.556!
La serpiente no alcanzará a la última iguana
Las piedras duermen
Duerme, mi bien, duerme
Sobre la espalda de la ballena jorobada se ha batido una ola y ha caído llana
La mar tiene nombre de hada
Ven con tu mano abierta, tus dedos espátula como la herramienta de los albañiles, como la herramienta de lo pintores
Hay en la almohada un círculo blanco alrededor del cual el oso del Ártico baila
Serenata en las palmas
Pavana
Duerme el niño con cierto brío como los caballitos en los tiovivos
¿Escuchaste la música de las vocales?
¿Te atreves a besarme la única piel que tengo?
¡Ay, silencio, gracias!
Nos devolverá el violín cierta marea
y al fondo la percusión, audaz como las madres que aman, se erguirá y calmará el vaivén de los vientos
Que no quiero más de ti, la escarcha y la bruma en el páramo son presencia tuya suficiente... y bendita
¡Baile la pantalla árabe de Fortuny!
¡Baile el número 20.642.556!
La serpiente no alcanzará a la última iguana
Las piedras duermen
Duerme, mi bien, duerme
Decidle si el ave ha volado hoy
Ayer le dijeron aleteo (y algo sonó -una llama, el aire del fuego- en su cabeza mientras pisaba una y otra vez)
Aseguradle que es cierto que hubo un tiempo de poesía grosera donde la belleza no radicaba en la belleza sino en otra cosa (podría ser como el hielo quema)
No le dejéis esconderse. Sacadle a campo abierto donde ahora el amarillo tiende al gris
Hay que avisarle de que acabó el verano
Tranquilizadle con la aparente lejanía de otra guerra
Nosotros, entretanto, coceremos las primeras ramas de fresno en la marmita de barro
Nosotros abriremos el libro maestro por donde corresponda y anotaremos sin descanso los balances
Nosotros haremos que la nave navegue rumbo al último planeta
y seremos locuaces en la nana
como la rana, a merced de la corriente, apenas pudo serlo con el escorpión a cuestas
Nosotros venderemos cara nuestra piel
Decídselo para que pueda disfrutar del aleteo del ave
si es que hoy el ave aletea
Y si no: nostalgia o caída o como el colibrí, fragilidad
Ayer le dijeron aleteo (y algo sonó -una llama, el aire del fuego- en su cabeza mientras pisaba una y otra vez)
Aseguradle que es cierto que hubo un tiempo de poesía grosera donde la belleza no radicaba en la belleza sino en otra cosa (podría ser como el hielo quema)
No le dejéis esconderse. Sacadle a campo abierto donde ahora el amarillo tiende al gris
Hay que avisarle de que acabó el verano
Tranquilizadle con la aparente lejanía de otra guerra
Nosotros, entretanto, coceremos las primeras ramas de fresno en la marmita de barro
Nosotros abriremos el libro maestro por donde corresponda y anotaremos sin descanso los balances
Nosotros haremos que la nave navegue rumbo al último planeta
y seremos locuaces en la nana
como la rana, a merced de la corriente, apenas pudo serlo con el escorpión a cuestas
Nosotros venderemos cara nuestra piel
Decídselo para que pueda disfrutar del aleteo del ave
si es que hoy el ave aletea
Y si no: nostalgia o caída o como el colibrí, fragilidad
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/12/2016 a las 21:58 | {0}