Apaleados sin que sea, por supuesto, nada personal. La realidad y el deseo. O la idea de una historia sin relato.
Correr por unas carreteras que se ven por vez primera en busca de un pueblo donde se ha de celebrar una boda.
También escuchar la voz de una mujer lejana. Voz de mujer encrucijada.
Respirar el aire del primer otoño. Las primeras lluvias. Y la imagen de hombres golpeando contra una pared a otros hombres y la pared pintada con sus sangres.
Repasar la historia de la destrucción en la novela de Hermann Broch Retrato de grupo con señora. ¡Qué equilibrio en esa narración entre la risa y la emoción!
Que haya que escribir un libro que se llame El Respeto.
La noche ha sido fría. Un herido grave. Porque no se puede rodear el Congreso de los Diputados. Porque no se puede defender en la calle lo que es la calle.
Llegar al pueblo de la boda. El padrino llega tarde. El desconocimiento de los invitados. Del lugar. El hotel. La dueña, hermosa y casada. Los novios, aquellos...
El bombardeo de Dresde.
La ejemplar actuación de las fuerzas del orden.
No querría que mis hijos fueran religiosos.
No querría que mis hijos se dedicaran a ningún tipo de violencia legal.
Y no por oposición a delincuente sino por oposición a pensador, médico, submarinista, criminólogo.
Estas nubes de septiembre.
Apaleados.
En la noche de esta ciudad tan pueblerina llamada Madrid en una país llamado España, ¿Cuándo acabará España?
El padrino no se ha cambiado de traje para el enlace. No ha tenido tiempo.
Los diputados no contestan a la carta de un ciudadano. Ni uno solo.
Y esa sangre en la cara.

Hay tantas, tantas voces, que a veces parece que no existe el silencio
Ensayo
Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/09/2012 a las 10:26 |

Al ver la mancha me sentí limpia
Ensayo
Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/09/2012 a las 10:15 |
Carta que estoy enviando a todos los diputados del Congreso.
Señor Diputado:
He tomado la decisión que está usted leyendo, es decir le voy a escribir a usted. ¿Cómo se encuentra? ¿Desayunó bien esta mañana? Si tiene hijos, ¿los ha dejado en el colegio? ¿Ellos han desayunado? Y su pareja ¿qué tal? O su soledad, ¿le agrada? Son preguntas muy sencillas. Son preguntas de toda la vida. Preguntas de personas que saben que ese día volverán a casa, abrirán la nevera, picotearán algo… esas cosas.
Porque esa vida usted la vive, entonces al vivir usted esa vida no puedo llegar a creer eso que me dicen de que los políticos se encuentran alejados de la vida diaria del común de los mortales porque usted señor diputado es un simple y llano mortal y por lo tanto esa excusa de una especie de limbo social en el que ustedes viven no tiene sentido alguno. Apartada por lo tanto esta posible explicación del aparente descuido del sentir de los ciudadanos y suponiendo, por ahondar, en que obligación suya es saber de nuestra vida más que el común de los mortales, me atrevo a preguntar, ¿qué les lleva a comportarse de esta manera? ¿cómo atacan a quienes les dan de comer? Porque es el ciudadano el que le permite desayunar por las mañanas, llevar a sus hijos al colegio, picotear algo de la nevera. Porque usted, señor diputado, cobra un sueldo que sale de nuestros sueldos, ¿lo entiende usted?
Y ¿por qué digo atacar? Porque es el verbo más correcto. Mire, a mi me gusta mucho el diccionario de Autoridades, y en una de sus acepciones comenta que atacar es embestir al otro –le recomiendo que lea las otras acepciones. Metafóricamente con el asunto que estoy tratando no tienen desperdicio-. Ustedes están embistiendo nuestra forma de vida. Normalmente cuando se produce una embestida, la parte atacada puede recular, pero hay una ley física que avisa que la fuerza con la que se empuja genera una fuerza opuesta igual. Y dirá usted: si esto fuera así las fuerzas siempre estarían en equilibrio. Permítame recordarle la variable de dos fuerzas enfrentadas: la resistencia.
Usted lo habrá oído. Usted sabe que el sistema en el que vivimos ha estado sustentado en dos pilares básicos: el político y el económico. Dos pilares enfrentados. Dos pilares en lucha. ¿Se da usted cuenta de que la resistencia económica ha sido mayor que la política? ¿Se da usted cuenta de que el poder económico les está haciendo recular? ¿No es usted consciente de que el mayor aliado que podría usted encontrar para recuperar el poder perdido somos nosotros? O ¿se ha pasado usted al bando vencedor (de momento)? ¿No ha pensado que, en última instancia, si las cosas siguen haciendo aumentar el poder económico, se va a quedar usted sin trabajo?
Recapacite. Y recuerde que si es cierto que la insatisfacción genera consumo –según estudios realizados en el año 1925-, la desesperación conlleva alzamientos y ustedes con su actitud están provocando la desesperación en cientos de miles de ciudadanos. Imagine: hoy no tiene desayuno. Los niños no van a ir a la escuela. Su vida se pudre en la desesperación de no poder darle lo mínimo a los suyos ni a sí mismo. Y alrededor unos pocos pasean su vida en la abundancia. ¿No le suena? ¿Leyó historia? ¿Es lo que busca?
Reaccione señor diputado por nosotros y para usted.
Suyo afectísimo:
Fernando García-Loygorri Gazapo
He tomado la decisión que está usted leyendo, es decir le voy a escribir a usted. ¿Cómo se encuentra? ¿Desayunó bien esta mañana? Si tiene hijos, ¿los ha dejado en el colegio? ¿Ellos han desayunado? Y su pareja ¿qué tal? O su soledad, ¿le agrada? Son preguntas muy sencillas. Son preguntas de toda la vida. Preguntas de personas que saben que ese día volverán a casa, abrirán la nevera, picotearán algo… esas cosas.
Porque esa vida usted la vive, entonces al vivir usted esa vida no puedo llegar a creer eso que me dicen de que los políticos se encuentran alejados de la vida diaria del común de los mortales porque usted señor diputado es un simple y llano mortal y por lo tanto esa excusa de una especie de limbo social en el que ustedes viven no tiene sentido alguno. Apartada por lo tanto esta posible explicación del aparente descuido del sentir de los ciudadanos y suponiendo, por ahondar, en que obligación suya es saber de nuestra vida más que el común de los mortales, me atrevo a preguntar, ¿qué les lleva a comportarse de esta manera? ¿cómo atacan a quienes les dan de comer? Porque es el ciudadano el que le permite desayunar por las mañanas, llevar a sus hijos al colegio, picotear algo de la nevera. Porque usted, señor diputado, cobra un sueldo que sale de nuestros sueldos, ¿lo entiende usted?
Y ¿por qué digo atacar? Porque es el verbo más correcto. Mire, a mi me gusta mucho el diccionario de Autoridades, y en una de sus acepciones comenta que atacar es embestir al otro –le recomiendo que lea las otras acepciones. Metafóricamente con el asunto que estoy tratando no tienen desperdicio-. Ustedes están embistiendo nuestra forma de vida. Normalmente cuando se produce una embestida, la parte atacada puede recular, pero hay una ley física que avisa que la fuerza con la que se empuja genera una fuerza opuesta igual. Y dirá usted: si esto fuera así las fuerzas siempre estarían en equilibrio. Permítame recordarle la variable de dos fuerzas enfrentadas: la resistencia.
Usted lo habrá oído. Usted sabe que el sistema en el que vivimos ha estado sustentado en dos pilares básicos: el político y el económico. Dos pilares enfrentados. Dos pilares en lucha. ¿Se da usted cuenta de que la resistencia económica ha sido mayor que la política? ¿Se da usted cuenta de que el poder económico les está haciendo recular? ¿No es usted consciente de que el mayor aliado que podría usted encontrar para recuperar el poder perdido somos nosotros? O ¿se ha pasado usted al bando vencedor (de momento)? ¿No ha pensado que, en última instancia, si las cosas siguen haciendo aumentar el poder económico, se va a quedar usted sin trabajo?
Recapacite. Y recuerde que si es cierto que la insatisfacción genera consumo –según estudios realizados en el año 1925-, la desesperación conlleva alzamientos y ustedes con su actitud están provocando la desesperación en cientos de miles de ciudadanos. Imagine: hoy no tiene desayuno. Los niños no van a ir a la escuela. Su vida se pudre en la desesperación de no poder darle lo mínimo a los suyos ni a sí mismo. Y alrededor unos pocos pasean su vida en la abundancia. ¿No le suena? ¿Leyó historia? ¿Es lo que busca?
Reaccione señor diputado por nosotros y para usted.
Suyo afectísimo:
Fernando García-Loygorri Gazapo
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Ensayo
Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/09/2012 a las 23:07 |