Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
0.1.- El caso Bárcenas. El caso Urdangarín. El caso Gurtel. El caso de los ERE de Andalucía. No son casos de corrupción. Es la corrupción. El sistema está corrupto. Y sólo hablo de la corrupción española. ¿Dónde está el Derecho Internacional?
0.2.- Asistimos a la podredumbre del sistema capitalista.
0.3.- Los que lo defienden. Los que defienden este sistema de convivencia, los ortodoxos, sólo tienen y utilizan un arma: el miedo al cambio.
0.4.- Cuando los escucho hablar o argumentar siento lo mismo que debió sentir Copernico ante sus descubrimientos frente a los poderosos.
0.5.- No sé si los tiempos que vienen serán oscuros y violentos o si por el contrario se producirá un tránsito pacífico pero algo nuevo va a nacer.

1.1.- El cambio se produce cuando va surgiendo una percepción nueva del mundo.
1.2.- Pensamiento lateral.
1.3.- ¿Cuáles parecen ser las nuevas coordenadas?: Ciencia y Holística.
1.4.- La consciencia de una injusticia brutal genera que se produzcan actos de rebelión. Por ejemplo: una injusticia brutal es que se haga un funeral de estado que va a costar 11 millones de euros a la ex-primera ministra británica Margareth Tatcher.
1.5.- La denuncia de la miseria ante la casa de los políticos neo-liberales es un acto de desobediencia civil pacífica y justificada.

2.1.-  La corrupción del sistema capitalista se muestra en que con los datos en la mano los productos de la tierra y los medios de producción dan para abastecer a absolutamente todos los seres humanos de alimento, agua, salubridad y cobijo.
2.2.- En la actualidad la especulación del precio del arroz y el trigo ( a diez años vista) en las Bolsas de medio mundo está produciendo ya hambrunas en países de África y Asia.

3.1.- Ante tal estado de cosas los actos de desobediencia civil no sólo son razonables sino inevitables.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 16/04/2013 a las 17:31 | Comentarios {0}


¿Cuáles son los límites?
¿Quién decide los límites?
Escuchaba el otro día a una mujer de la clase media -periodista por más señas-  que ha recibido una orden desahucio, que el escrache era una forma pacífica de contener la rabia de muchos y por lo tanto su violencia.
También escuho que a finales de los años setenta España estaba en una situación peor que la actual. Creo que no es así porque a finales de los años setenta estábamos construyendo algo mientras que ahora, la sensación general, es que se está destruyendo a marchas forzadas.
También escucho un llamamiento a la ortodoxia en cuanto a las actitudes ciudadanas y poca veces escucho que este atisbo de heterodoxia -como pueda ser el escrache como forma de protesta- viene dado por la falta de ortodoxia de que han hecho gala los tres poderes principales de los estados, a saber: el político, el económico y el judicial, en nuestro país.
España es un país caciquil y de los polvos de la llamada reforma vienen estos lodos de corrupción (también evidentemente la moral católica). Ver Max Weber y su ética protestante.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/04/2013 a las 00:36 | Comentarios {0}



Es aquí.

(para llegar a esta conclusión he necesitado de un día quieto y de la visión de un collar  de perlas y una barca)

Ensayo

Tags : Meditación sobre las formas de interpretar Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/03/2013 a las 00:33 | Comentarios {0}


Panfleto escrito por Isaac Alexander un martes de marzo a lo lejos.


 
Yo no quisiera levantaros en armas. Ni tan siquiera sé si las armas levantadas tendrían sentido en vuestras vidas ni si vuestras vidas os dan fuerzas para levantar nada. Sé que existe el Cosmos porque lo dicen un día y otro y también sé que la esperanza es la bala en la recámara de los poderosos. No tengáis esperanza. La esperanza es la condición indispensable del esclavo. Os hablo a vosotros porque yo aún no soy pobre lo que no quiere decir que cualquier día de éstos que tan miserables están siendo, me vea a vuestro lado y entonces, si así ocurriera, os pediría que me enseñarais la dignidad de vuestras actitudes, la elegancia de vuestra ausencia, la quietud de vuestras lamentaciones. Hay días en que siento que la pobreza es la llave maestra de la humildad; otros en cambio siento emociones intensas acerca de la injusticia igualitaria (porque la idea de justicia no es una y sola. Hay una justicia que apela a la igualdad entre iguales, es decir una igualdad entre ricos o entre tenderos o entre sacerdotes que está en franca oposición con la justicia humanitaria que apela a la igualdad entre los seres humanos sea cual sea su condición).
Yo soy pobre en palabras. Mis cantos tienen más de persecución de meta que más que acercarse siempre se aleja. Y por ser pobre en elocuencia os deseo que un rapsoda –que en una de sus antiguas acepciones tiene el sentido de zurcidor- sepa hilvanar con hermosos hilos el discurso de vuestra humanidad, esa ausencia de odio que tanto se parece a la resignación sin serlo. ¡Yo invoco a Homero a que se deje de monsergas sanguinarias y acuda al alma viva de los que menos tienen para cantar sus hazañas cotidianas: el hijo que lleva los pantalones rotos; la notificación del desahucio, el abandono del hogar con cuatro trapos y una cacerola, acompañados eso sí por otros pobres que enlazados por los brazos intentaron impedir a las Fuerzas del Orden que tirasen la puerta de su hogar y los sacaran a rastras de su refugio; los hijos que hacen un llamamiento desesperado en los puestos de trabajo de sus padres para que les permitan tener vida; el enfermo del pequeño pueblo sin ambulatorio que en la noche siente el miedo de morir como un perro mientras otros, los que se atreven a acusar a los miserables de haber vivido por encima de sus posibilidades, alardean de esquiar en Canadá y de gastarse casi una millonada en confetis para el cumpleaños de uno de los suyos! ¡Yo invoco a Homero a que deje su ceguera y abra los ojos a los que al ser despedidos de su única fuente de alimento, se sienten culpables y rumian en la noche y maldicen el día en que nacieron para que sepan ver a los verdaderos urdidores de su desgracia! Porque si bastante desgracia es trabajar para malvivir peor es aún sentirse responsable de no poder siquiera vivir mal.
Os diría: La tierra es rica y hay para todos. Y no mentiría. Bien sabéis vosotros que no miento. Os pediría: Enseñadme vuestra hidalguía y la paciencia cuando el frío os hace juntaros y fuera nieva y la calefacción está apagada. Enseñadme la caricia en la carencia, el abrazo en la oscuridad, la sonrisa al peque. Enseñadme cómo se regala como única la muñeca encontrada en la basura. Enseñadme cómo se aguantan las lágrimas y la desesperación a la hora de las comidas. Enseñadme vuestro orgullo sin peinetas, vuestra religión sin dios, vuestra fe sin hábitos. Enseñadme esa humanidad que hoy de nuevo, como tantas otras veces en la historia de los hombres, se quiere exterminar.

Ensayo

Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/03/2013 a las 17:30 | Comentarios {0}


A propósito de The Master, película escrita y dirigida por Paul Thomas Anderson


Fragilidad (2)
¿Cuánto, dime tú ¡Oh, Diosa!, habremos de no saber nunca?
¿Está en el mar, turquesa, el secreto? O es en las bolsas de basura, innumerables como las naves de los argivos, donde se encuentra el secreto: somos sujetos de fragilidad.
Un hombre solo siempre será frágil.
Un hombre en grupo aparentará fortaleza.
¿Qué hiciste, ¡Oh, Sócrates!, al descubrir la individualidad (o alma) humana? ¿A qué abismos de creencias -u opiniones- nos lanzaste?
Frágil, ése es el término (y el inicio).
Donde la naturaleza nos enseña de continuo su Fuerza (la fuerza de las olas, la fuerza de las tierras, la fuerza de los aires, las terribles lenguas de los fuegos). Donde, sometidos a la existencia, aciaga, de ser siempre, cada uno, el Primer Hombre (genérico), apenas el tiempo (eso que mata sin ser) nos da su jugo para exprimir en algo lo que el corazón anhela.
¡Oh, Estafadores! Permitidme entenderos y compadecer vuestra instrucción y vuestras alas... rotas.
¡Oh, Estafados! Seguid junto a vuestros Maestros. No os lamentéis nunca del muro ciego, de la congoja en el pecho, del atardecer quemado por Visiones del Cosmos. Nuestra fragilidad nos exculpa de ser audaces.
Porque el ocaso en soledad es menos ocaso.
Porque el descubrimiento en soledad descubre menos.
Porque el amor en soledad es un oximoron.
Si yo pudiera, si en mi vibrara el acero, afirmaría: la vida es esto. Y cerraría los ojos y observaría el miedo pánico a las selvas nocturnas, a la noche del alma (la individualidad). Y diría: ¿Cómo no aterrarse (quedarse sin tierra) ante las jaurías? ¿Cómo no temblar ante la sentencia de la Hembra Implacable, la Adoradora del Grupo, la Generadora de Tribus? Si frágiles y solos, el ser humano implica estar roto.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/03/2013 a las 09:33 | Comentarios {1}


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