Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

Fue la constelación. Un apache en lo alto de loma. La visión de una imagen que provenía de la niñez. Fue al quedarse sin palabras (fuera caía una lluvia densa, la lluvia que cala las casas, la lluvia que suena a amenaza, la que desborda ríos, la que anega vaguadas, la que ante nada se detiene). Fue al contemplar durante horas el paso de la luz por una ventana. Fue el azar tuerto (sí, un azar que se levantara un poco la venda de sus divinales ojos y jugara un poco con la vida). Fue caer sin saber muy bien dónde se cae. Fue aturdimiento, mucho aturdimiento y muy constante; un estado físico que mantiene suspendidas las decisiones y que (quizás a ti, quizás a mí) hace creer que la duda no podrá dejar de socavar la esperanza. Fue una borrachera en silencio. El animal se encontraba en otra estancia. Todo estaba lejos. No llegaba a hacer frío pero podría hacerlo en cualquier momento. Fue la añoranza de lo que nunca fue (ni podrá ser nunca en el mundo fenoménico). Fue sentirse vieja en el vertedero que hay a las afueras de un pueblo al que las montañas amenazan con sus moles. Fue cuando pensó en el peso de las moles. Fue cuando pensó en sus ojos y el sonido que se producía en su corazón cuando la veía acercarse. Fue el asombro. Fue Shakespeare, una vez y siempre. Una vez y siempre Shakespeare. Fue sentir sus versos como verdades. Fue entender que hubo alguien que entendió en toda su dimensión la condición humana. Fue una lectura. Fue un saltamontes firmemente adherido a un muro. Fue el atardecer en las alturas, el oro viejo de un sol de otoño cuando noviembre se acerca y las brumas alcanzan la perfección. Fue nostalgia. Fue aviso. Fue ráfaga. Fue acurrucarse porque ha llegado la noche, una noche más, una noche en la que puede ser consciente de que es la noche. Fue la sopa con fideos. Fue el queso parmesano. Fue cerrar los ojos y no rezar. Fue no creer en Dios. Fue asistir atónito al vendaval. Fue maquillarse. Fue aniquilarse. Fue precipitarse. La aurora no había llegado. Los petirrojos no estaban en los árboles. El poste seguía caído. Las nubes barrían el aire. Fue el buitre en la roca. Fue el cormorán en su costa. Fue el faro en uno de los confines del mundo. Fue la pena. Fue la nena que se hundió en la mar. Fue un anillo. Fue un postigo. Fue el polvo que levanta las ruedas del carro. Fue la siesta en la era. Fueron los pasos por las galerías del museo. Fueron sus manos de cera. Fueron sus ojos plateados. Fueron las ganas de amar.
 

Ensayo poético

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/10/2023 a las 18:44 | Comentarios {0}


Primer texto escrito en la nueva casa -a la que mis amigos llaman "la casita de caramelo"- al sexto día de llegar


¿Rosa tirando a rojo? Fotografía de Olmo Z. Agosto 2014
¿Rosa tirando a rojo? Fotografía de Olmo Z. Agosto 2014

¿Es aquella niebla rosa? o ¿Lo rosa es niebla? ¿Es útil la contemplación de la libación de una mariposa? Escucha la música en la tarde. Un poco cool, sí, como de chill out en la playa de Trafalgar. Yo estuve en el faro de Trafalgar pero no pude revivir la batalla. Algún pecio he visto. He nadado por el Atlántico y he sentido cómo la corriente quería arrastrarme con ella hasta Tánger y allí vestirme con una chilaba, oscurecerme la piel, otorgarme el don de lenguas y hacerme caminar como moro por la calle de la Roca de Dradeb hacia mi casa cuya llave llevo en el bolsillo; una casa donde me espera una mujer que no podría dejar de llamarse Fátima y una caterva de chiquillos, más de ocho y menos de trece, que me reciben con los brazos abiertos y ganas de comer; sé el nombre de todos, sé la oraciones a Al-lāh, sé comportarme en la mesa y hacer que se comporten, sé dejarme hacer el amor por Fátima, sé quedarme dormido cuando sale la luna y sé, sé, sí, soñar en árabe con mitos y simbologías árabes; sé levantarme a la mañana siguiente y volver por donde he venido y nadar de nuevo en el Atlántico cuya corriente me devuelve a la costa española y al llegar me he vuelto claro, etc... ¿Es aquella niebla rosa? ¿Son los recuerdos algo? ¿Somos corrientes? ¿Naves al pairo somos?
 

Ensayo poético

Tags : Fantasmagorías Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/09/2023 a las 17:19 | Comentarios {0}



En su descargo dirá que sintió que la ruptura fue sobrevenida. No fue algo, dirá, que él sintiera como inevitable -podría haber ocurrido lo contrario o una situación intermedia o más cerca de la ruptura absoluta o más acá del encuentro constante-. Eso siente.

La enfermedad como resultado del dolor emocional. La enfermedad como camino. A veces le viene esa posibilidad: que el dolor de su ausencia le provoque un mal definitivo. También la muerte es camino. Sólo que no quisiera sentir que la vereda nueva, la vereda sin conciencia, se abre por los extraños camino de la ausencia.

Alguna mañana mira las montañas e intenta calcular el peso de cada una de ellas. ¡Cuántos miles de toneladas ha de pesar una montaña de roca calcárea! Esos pesos que sin embargo no logran aplastar la corteza de la tierra. ¿Y la tierra? ¿Aplastan las montañas la tierra?

La tardes de verano son un limbo y ahí -lugar de brumas, lugar de siluetas que nunca se resuelven en cuerpos definidos, lugar de sudores calientes y de sudores fríos, lugar de soledades, lugar de masturbaciones, lugar de duermevelas, lugar de esperas sin fin, lugar de añoranzas, lugar de quietud y parálisis, lugar de pecados originales, lugar infantil, lugar lechoso, lugar sin límites- ahí surge, quieta e inquieta, la extrañeza.

Las noches en cambio son tiempos de evasión. Nada recuerda a nada. Todo se puede dejar para mañana. La cama es el lugar del recogimiento. El sueño el gran unificador. Así el día, la tarde, la noche, el día, la tarde, la noche, el día, la tarde, la noche, serenada del tiempo, espera de la nueva vereda, deseo de saber.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/08/2023 a las 11:06 | Comentarios {0}



Vuelve a mirar las hierbas que ha arrancado. Se queda con ellas en la mano. Esa misma tarde corre el riesgo de matarse y termina con una mano magullada. El sol ya no pega tan fuerte. La tristeza se mantiene infinita.

Sueña con el amigo que tiene cáncer. Le llama de madrugada. El tiempo corre suyo en los sueños. Todo lo que aparenta ser se esconde. Se muere mientras calienta un arroz blanco.

El páncreas debe de ser. No llegarán las lluvias aunque las baile. Siente que la vida se le escapa. Siente que las horas le dicen algo. Balada de la muerte cantada en alto.

El murmullo del tren. Su tío carnal reposa en el féretro. No lo verá muerto. Era la juventud un afán. Era llegar un destino.

Ahora vuelve. Sabe que hoy caminar le dará miedo. Volverá su imagen a dejarle herido como aún le hiere no haberle honrado.

No era verano. No es invierno. No será en el otoño. No crecería en primavera. No hay estación  para esta espera.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/08/2023 a las 17:31 | Comentarios {0}



     ...si somos lenguaje, emoción y memoria... ¿qué hará? Hay mañanas en las que basta una brizna de brisa a destiempo para que la ausencia de memoria le produzca congoja. Deduce racionalmente: si no hay vida compartida, si no hay recuerdos, si no hay memoria, falta un tercio de la vida...

     ¿Cuál de las nueve hijas huirá primero? ¿Era Juana Inés de la Cruz la décima musa? ¿Así la llamaron? Cuál de ellas.

     Si no hay memoria no puede haber olvido. Si no hay memoria no puede haber emoción. Si no hay memoria no puede haber lenguaje para lo que se ignora. Sólo se puede decir lo que se puede decir. Ya nunca sabrá lo que te ocurrió un veintiséis de marzo de 2022. No hay memoria. No hija Musa que acuda a él y con ese recuerdo le inspire un cuadro, un verso, un canto. 

     No quiere ir a los libros de consulta y recordar el nombre y el arte de cada una de las nueve. Puede olvidarlos porque tiene memoria de ellos y así, si quisiera recordar, no tendría más que acudir a los grandes baúles de la memoria y buscar en el lugar correspondiente. ¿Pero lo que se ignora? ¿Dónde se busca? Olvido de ti sí, mas no ignorancia tuya escribió Cernuda y también escribió en otro poema, uno de los primeros poemas que cayeron en sus manos adolescentes y provocaron escalofríos y admiración, Donde habite el olvido/ en los vastos jardines sin aurora;/ donde yo sólo sea/ memoria de una piedra sepultada entre ortigas/ sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. ¡Si todo fuera olvido, la memoria podría ser recuperada! ¡Acudiría él a un hipnotizador o al más cruel de los psicoanalistas porque sabría que de su mano viajaría hasta el lugar donde mora el olvido y de entre sus raíces, en esa tierra dura como el pedernal, donde está arraigada la desmemoria arrancaría los recuerdos, por ejemplo aquel de un veintiséis de marzo de 2022! La ignorancia, en cambio, es el páramo de la memoria; en ella ni el más diestro zahorí podría encontrar el manantial oculto de los recuerdos; la ignorancia es una lobotomía radical.

     Porque lo ignora todo de ti, porque le dejaste sin recuerdos y por lo tanto sin la posibilidad del olvido, Las Musas no acuden en su ayuda, no llegan hasta esas simas y recuperan para él ese veintiséis de marzo de 2022; en esa fecha como en tantas otras -tú bien lo sabes- tan sólo hay la negrura de lo anterior al nacimiento, un dormir sin soñar, la muerte pura.
 

Ensayo poético

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/08/2023 a las 18:01 | Comentarios {0}


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