Febrero
Regresaba
Se abre la puerta de la nevera. Aparecen personas sonrientes. Personas jóvenes. Alguno lleva en el hombro un fusil. El cielo, encima de ellos, camina muy rápido. Suena una canción.
Lo que estábamos esperando
Sucede.
Demasiados pocos desertores. Hay silencio. Un gran pasillo oscuro, con destellos que surgen sin ningún ritmo en diferentes puntos de los muros. Suena la misma canción. La lluvia cae intensa. Una joven desnuda corre y cae.
Los dos estaban borrachos.
Al día siguiente hizo un sol de invierno que templó el ánimo de algunos. Pero ella ya estaba muerta. Murió bien. En la calle. Su nombre no.
El narrador gira en torno y todas las luces se mueven. Vértigo. Una lágrima aumenta tras ella los poros de una piel. Las voces de un coro suenan. Al fondo, a contraluz de un sol rojo...
Se quemaron banderas y fotografías. Eran los líderes, eran ellos, eran quemados. Efectivos de la policía y el ejército controlaban todo el país.
Salieron para atacar.
Salieron para emborracharse.
La cama con dosel. Echados dos cuerpos jóvenes van apurando hasta el límite. Una tela blanca que cae a su alrededor oculta lo obvio. Pero una mano.
Lo suyo no fue así, no pudieron crear la vaporosidad de una muselina en torno a ellos; lo suyo fue mucho más frio y definitivo. Y borrachos amarse, sencillamente amarse mientras se iban mareando; borrachos, sueltos, caer...
Salieron para atacar la madrugada.
La música, la misma canción, volverá a sonar siempre.
Fueron miles de personas las que lo pedían ¿Fueron ellos?
150.000 pesetas de ahorro... modelos... tarifas... total descuento... nueva tarifa... Disfrute.
Lo importante era aquel puente.
El narrador se acerca a un joven que enciende un cigarrillo en una habitación de estudio, sobre la mesa de trabajo se amontonan unos cuantos libros, un cenicero, tres diccionarios, un recuerdo; él está sentado en la silla, desnudo de cintura para abajo; por su vientre, de fina curva donatelliana, se deslizan charquitos de semen, vagan hacia las ingles, hacia los rizos del vello.
Las armas químicas serán utilizadas. Pero ella ya no sabrá. Ya no está. Se quedó tendida en la encrucijada de dos calles un frio día de febrero, en la madrugada, cuando muy lejos, allí, la artillería descargaba su carga. Ella ya no sabrá qué ocurrió.
- Lo haría porque ahora soy feliz. No sé si dentro de muchos años cuando te vea arrugado, viejo. No sé si te querré entonces como hoy te quiero. Lo haría. Clausuraríamos la habitación y abriríamos la espita del gas.
- Me gustaría que muriéramos desnudos juntos en la cama.
32 2 3 3 20 65 8
64 2 96 55 28 576 501
¡Bombas de la mierda de los cojones de dios!
Suene la música, suene siempre.
Una Mujer fallece de Infarto tras Hacer el Amor en la Acera.
Corrígeme si me equivoco.
- No llores, no voy a hacerte daño, sólo quiero que la mames una vez más ¿Acaso no hubo un tiempo en que te gustaba? ¿Lo recuerdas? Entonces no llores. Es una vez más. La pistola no sirve para nada si tú no quieres ¿Qué haría?, ¿matarte? y ¿entonces?, ¿no entiendes?
Son tantos los borrachos por las ciudades. Desde el inicio muchos se habrán emborrachado y más de uno habrá quedado al llegar a la muerte a la izquierda.
Ella ya está esperando. Ya espera. No tenía ningún nombre para la historia, más bien es un nombre de fregona o de mujer de pueblo. Es un suelto en un periódico.
Acorazado. Bandera. Rostro de guerrero. Campanario. Mezquita. Viento y psicoanalista. Mujeres. Hombro con hombro. Refugiados tras un parapeto. Un informador. Tiembla. Fondo de cielo con francotiradores. Suene, siempre suene.
En la encrucijada de dos calles no podían más o no tenían donde ir; estaban tan borrachos, ella parece ser que más, que se tumbaron en la acera, él le levantó la falda y le bajó las bragas; ella abrió las piernas y su humedad despidió vaho; él entró, ella se excitó tanto que le dio un ataque al corazón; él se quedó dormido, encima de ella. No tuvo frio. Los encontró una patrulla. No tuvieron frio.
Murieron con las botas puestas.
Un... es sacado de entre los escombros de un edificio destruido por... los hombres que allí están se apresuran por si aún está vivo... se ve más destrucción..., ..., debajo o inmediatamente después se los ve sin poder abrir las alas, emprender vuelo, ni gritan, ... muy sucia como si se hubieran bañado todos el… juntos, como si se hubieran lavado el alma.
Lejos del centro neurálgico del mundo se ve un túnel azul y dos jóvenes de chaquetas de cuero y pantalón vaquero cogidos de la mano.
Se escucha: TU SOLO PIENSA EN EL AMOR
Y aparece: una caja de preservativos.
Los dos jóvenes caminantes del túnel azul se dirigen hacia la luz.
Sobre un todo blanco una gota de lo que luego se sabrá que es perfume va cayendo. Se intercala una mujer moderna de ciudad arrebatada llamando a un taxi. La gota continúa su caída. Se intercala una mujer exquisitamente sucia con un casco de minero. La gota continúa su caída. Se intercala una mujer moderna mirando de verdad a un hombre. La gota llega a su destino: la curva de una espalda de mujer. Se escucha: ... LA AGRESIVIDAD DEL AROMA. Se lee: Paris.
Noticias.
El narrador abre la puerta. Mentiríamos si dijéramos... Mentiríamos. El narrador avanza hacia la puerta segunda. Tras ella se escuchan sollozos, tras ella huele a incienso, a cera de cirio. Al entrar asiste al velatorio y no siente lástima de la joven viuda y los tres hijos huérfanos; sobre el ataúd hay una bandera; todo es negro y amarillo al mismo tiempo. Sobraría la música que siempre suena.
No hay noticias de la reacción de los familiares. Tampoco se sabe si los tenía.
Surfing.
Algo siniestro era que mientras todo se estaba destruyendo ellos hablaban de futuro.
En el parque el mono se acerca al pato y lo ahoga con sus propias manos. Sucedió en Pamplona.
Noticias:
Ahora ella estará desnuda en el depósito de cadáveres, en un compartimento frigorífico, con una sábana encima. Murió de infarto de miocardio tras hacer el amor en una acera, de madrugada, era invierno.
Suene un tango.
La desgracia.
Durante un tiempo me dediqué (habla el narrador) a elegir lo curioso y comenté: un aluvión, el universo, las corrientes, lo futuro, un hormiguero, una perra, estrechados... también... desde... y... 3 285 1095 & = ö.
Era la madrugada.
Se escuchaban campanadas.
Añil el cielo. Un barco a vapor. Una rueda de molino. Un gentilhombre. La caricia de un pañuelo.
Lo bueno que te sucede viene de Dios, lo malo que te sucede viene de ti mismo.
Un relámpago. Era la primera noche. Acaeció el frio. Sobrevino la sorpresa. No durmió. El automóvil roncaba. Roncó.
Como la guerra.
La música suena. Arrebatada. Inconmensurable. Abierta... a... tono.
Publicado en la revista literaria Ça s'écrit. Paris, 1994
Traducido al francés por Caroline Lahougue
Regresaba
Se abre la puerta de la nevera. Aparecen personas sonrientes. Personas jóvenes. Alguno lleva en el hombro un fusil. El cielo, encima de ellos, camina muy rápido. Suena una canción.
Lo que estábamos esperando
Sucede.
Demasiados pocos desertores. Hay silencio. Un gran pasillo oscuro, con destellos que surgen sin ningún ritmo en diferentes puntos de los muros. Suena la misma canción. La lluvia cae intensa. Una joven desnuda corre y cae.
Los dos estaban borrachos.
Al día siguiente hizo un sol de invierno que templó el ánimo de algunos. Pero ella ya estaba muerta. Murió bien. En la calle. Su nombre no.
El narrador gira en torno y todas las luces se mueven. Vértigo. Una lágrima aumenta tras ella los poros de una piel. Las voces de un coro suenan. Al fondo, a contraluz de un sol rojo...
Se quemaron banderas y fotografías. Eran los líderes, eran ellos, eran quemados. Efectivos de la policía y el ejército controlaban todo el país.
Salieron para atacar.
Salieron para emborracharse.
La cama con dosel. Echados dos cuerpos jóvenes van apurando hasta el límite. Una tela blanca que cae a su alrededor oculta lo obvio. Pero una mano.
Lo suyo no fue así, no pudieron crear la vaporosidad de una muselina en torno a ellos; lo suyo fue mucho más frio y definitivo. Y borrachos amarse, sencillamente amarse mientras se iban mareando; borrachos, sueltos, caer...
Salieron para atacar la madrugada.
La música, la misma canción, volverá a sonar siempre.
Fueron miles de personas las que lo pedían ¿Fueron ellos?
150.000 pesetas de ahorro... modelos... tarifas... total descuento... nueva tarifa... Disfrute.
Lo importante era aquel puente.
El narrador se acerca a un joven que enciende un cigarrillo en una habitación de estudio, sobre la mesa de trabajo se amontonan unos cuantos libros, un cenicero, tres diccionarios, un recuerdo; él está sentado en la silla, desnudo de cintura para abajo; por su vientre, de fina curva donatelliana, se deslizan charquitos de semen, vagan hacia las ingles, hacia los rizos del vello.
Las armas químicas serán utilizadas. Pero ella ya no sabrá. Ya no está. Se quedó tendida en la encrucijada de dos calles un frio día de febrero, en la madrugada, cuando muy lejos, allí, la artillería descargaba su carga. Ella ya no sabrá qué ocurrió.
- Lo haría porque ahora soy feliz. No sé si dentro de muchos años cuando te vea arrugado, viejo. No sé si te querré entonces como hoy te quiero. Lo haría. Clausuraríamos la habitación y abriríamos la espita del gas.
- Me gustaría que muriéramos desnudos juntos en la cama.
32 2 3 3 20 65 8
64 2 96 55 28 576 501
¡Bombas de la mierda de los cojones de dios!
Suene la música, suene siempre.
Una Mujer fallece de Infarto tras Hacer el Amor en la Acera.
Corrígeme si me equivoco.
- No llores, no voy a hacerte daño, sólo quiero que la mames una vez más ¿Acaso no hubo un tiempo en que te gustaba? ¿Lo recuerdas? Entonces no llores. Es una vez más. La pistola no sirve para nada si tú no quieres ¿Qué haría?, ¿matarte? y ¿entonces?, ¿no entiendes?
Son tantos los borrachos por las ciudades. Desde el inicio muchos se habrán emborrachado y más de uno habrá quedado al llegar a la muerte a la izquierda.
Ella ya está esperando. Ya espera. No tenía ningún nombre para la historia, más bien es un nombre de fregona o de mujer de pueblo. Es un suelto en un periódico.
Acorazado. Bandera. Rostro de guerrero. Campanario. Mezquita. Viento y psicoanalista. Mujeres. Hombro con hombro. Refugiados tras un parapeto. Un informador. Tiembla. Fondo de cielo con francotiradores. Suene, siempre suene.
En la encrucijada de dos calles no podían más o no tenían donde ir; estaban tan borrachos, ella parece ser que más, que se tumbaron en la acera, él le levantó la falda y le bajó las bragas; ella abrió las piernas y su humedad despidió vaho; él entró, ella se excitó tanto que le dio un ataque al corazón; él se quedó dormido, encima de ella. No tuvo frio. Los encontró una patrulla. No tuvieron frio.
Murieron con las botas puestas.
Un... es sacado de entre los escombros de un edificio destruido por... los hombres que allí están se apresuran por si aún está vivo... se ve más destrucción..., ..., debajo o inmediatamente después se los ve sin poder abrir las alas, emprender vuelo, ni gritan, ... muy sucia como si se hubieran bañado todos el… juntos, como si se hubieran lavado el alma.
Lejos del centro neurálgico del mundo se ve un túnel azul y dos jóvenes de chaquetas de cuero y pantalón vaquero cogidos de la mano.
Se escucha: TU SOLO PIENSA EN EL AMOR
Y aparece: una caja de preservativos.
Los dos jóvenes caminantes del túnel azul se dirigen hacia la luz.
Sobre un todo blanco una gota de lo que luego se sabrá que es perfume va cayendo. Se intercala una mujer moderna de ciudad arrebatada llamando a un taxi. La gota continúa su caída. Se intercala una mujer exquisitamente sucia con un casco de minero. La gota continúa su caída. Se intercala una mujer moderna mirando de verdad a un hombre. La gota llega a su destino: la curva de una espalda de mujer. Se escucha: ... LA AGRESIVIDAD DEL AROMA. Se lee: Paris.
Noticias.
El narrador abre la puerta. Mentiríamos si dijéramos... Mentiríamos. El narrador avanza hacia la puerta segunda. Tras ella se escuchan sollozos, tras ella huele a incienso, a cera de cirio. Al entrar asiste al velatorio y no siente lástima de la joven viuda y los tres hijos huérfanos; sobre el ataúd hay una bandera; todo es negro y amarillo al mismo tiempo. Sobraría la música que siempre suena.
No hay noticias de la reacción de los familiares. Tampoco se sabe si los tenía.
Surfing.
Algo siniestro era que mientras todo se estaba destruyendo ellos hablaban de futuro.
En el parque el mono se acerca al pato y lo ahoga con sus propias manos. Sucedió en Pamplona.
Noticias:
Ahora ella estará desnuda en el depósito de cadáveres, en un compartimento frigorífico, con una sábana encima. Murió de infarto de miocardio tras hacer el amor en una acera, de madrugada, era invierno.
Suene un tango.
La desgracia.
Durante un tiempo me dediqué (habla el narrador) a elegir lo curioso y comenté: un aluvión, el universo, las corrientes, lo futuro, un hormiguero, una perra, estrechados... también... desde... y... 3 285 1095 & = ö.
Era la madrugada.
Se escuchaban campanadas.
Añil el cielo. Un barco a vapor. Una rueda de molino. Un gentilhombre. La caricia de un pañuelo.
Lo bueno que te sucede viene de Dios, lo malo que te sucede viene de ti mismo.
Un relámpago. Era la primera noche. Acaeció el frio. Sobrevino la sorpresa. No durmió. El automóvil roncaba. Roncó.
Como la guerra.
La música suena. Arrebatada. Inconmensurable. Abierta... a... tono.
Publicado en la revista literaria Ça s'écrit. Paris, 1994
Traducido al francés por Caroline Lahougue
Recitábamos a coro los tiempos del verbo. Traqueteaba la diligencia de firme. Al fin una aldeana vieja que llevaba una cesta sobre el balda, halló acomodo reclinando la cabeza sobre mi hombro. Cruzándole el pecho con adornos de metal o piques de navaja. Ya llegaba el pipero: - Muy buenos días tengan ustedes... ¿qué les pongo?. – Pues cacahués. No es extraño que después de un perrito caliente alguien pida una vaca verde –combinación de leche y pipermín-. Menudo pájaro. Perillán, que es usted un perillán. Aceptan profesores de francés porque llevan perilla. La primera lectura de la última dominica de adviento es una perícope del profesor Miqueas, que vio siempre el mismo llanto de niños en los que la muerte se ceba, el mismo linaje perdido, separado del mundo, que nace, que vive, que muere encerrado en la campiña mezquina de unos lóbregos valles. Su posesión fue disputada sucesivamente por egipcios, hititas, micénicos, fenicios, asirios y griegos.
Cubierta de nieve y entre una nevazón lenta pero persistente, avanzaba la tartana grande de doña Carmen; Willi, que es cuarto y mitad de hombre y el resto de neutro, intentaba poner de moda un baile, el ragueing. - ¡A ese ya no le echas la garfa! Pero volvieron a tropezarse. Se abrazaron entre acometidas feroces, escondidos en matorrales, como amantes salvajes; chocan los cuernos, se cruzan las garcetas, cargan todo el poder de la vaca con su corona de candiles, forcejean macho y macho, las bocas abiertas, jadeantes.
El mirlo, al ver el oro, se puso a silbar una marcha solemne que marcaba los graves pasos o el golpe mismo de los remos; no sentía más que los golpes, pesados también, de su corazón. - ¿Y si le doy un golpe en la cabeza?, me dijo. Y sopesé el candil. Parecía de oro macizo. Se santiguará y se dará golpes de pecho al par que el Celebrante. Entonces la tabernera empuña la faltriquera. La Vitora manipulaba en la cocina y el fogón y había sobre el hornillo una cazuela de aluminio que humeaba y ella colocó sobre el hornillo grande otra cazuela.
Cubierta de nieve y entre una nevazón lenta pero persistente, avanzaba la tartana grande de doña Carmen; Willi, que es cuarto y mitad de hombre y el resto de neutro, intentaba poner de moda un baile, el ragueing. - ¡A ese ya no le echas la garfa! Pero volvieron a tropezarse. Se abrazaron entre acometidas feroces, escondidos en matorrales, como amantes salvajes; chocan los cuernos, se cruzan las garcetas, cargan todo el poder de la vaca con su corona de candiles, forcejean macho y macho, las bocas abiertas, jadeantes.
El mirlo, al ver el oro, se puso a silbar una marcha solemne que marcaba los graves pasos o el golpe mismo de los remos; no sentía más que los golpes, pesados también, de su corazón. - ¿Y si le doy un golpe en la cabeza?, me dijo. Y sopesé el candil. Parecía de oro macizo. Se santiguará y se dará golpes de pecho al par que el Celebrante. Entonces la tabernera empuña la faltriquera. La Vitora manipulaba en la cocina y el fogón y había sobre el hornillo una cazuela de aluminio que humeaba y ella colocó sobre el hornillo grande otra cazuela.
Cuento
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/10/2008 a las 15:10 | {0}
Son extraños los caminos para llegar a la creación.
¿Cómo se ejercita la mente?
Hay que dejarla que se sienta como ella ha de sentirse para que al final eso que algunos llaman inspiración llegue. La inspiración sin embargo no es como el tomar aire. La inspiración conlleva un dejarse ser y si en ese dejarse ser se incluye la lucha por no dejarse ser hay que aceptarlo, acatar la orden y luchar contra uno mismo a sabiendas de que es una lucha artificial, pura tramoya la cual sin embargo nos llevará a la verdad y entonces sí, entonces la inspiración toma vuelo y las letras o los colores o los volúmenes o las notas o el paso planean por una mente que ya sólo sirve para ejecutar, de forma ordenada, las ideas.
¿Cómo se ejercita la mente?
Hay que dejarla que se sienta como ella ha de sentirse para que al final eso que algunos llaman inspiración llegue. La inspiración sin embargo no es como el tomar aire. La inspiración conlleva un dejarse ser y si en ese dejarse ser se incluye la lucha por no dejarse ser hay que aceptarlo, acatar la orden y luchar contra uno mismo a sabiendas de que es una lucha artificial, pura tramoya la cual sin embargo nos llevará a la verdad y entonces sí, entonces la inspiración toma vuelo y las letras o los colores o los volúmenes o las notas o el paso planean por una mente que ya sólo sirve para ejecutar, de forma ordenada, las ideas.
Guión
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/10/2008 a las 11:59 | {0}
Esta imagen (por fin la imagen ha sido mostrada y puedo dedicarme tras los tecnicismos a escribir lo que quiero con respecto a este día tan particular o tan artificial aunque sepamos que todos los días, en cuanto medición de tiempo son artificiales. Uno de los descubrimientos más interesantes de los hombres es el de la medición del tiempo. Recomiendo el libro de Daniel J. Boorstin Los Descubridores en dos tomos de la Editorial Mondadori para ir sorprendiéndose con los esfuerzos humanos por dominar a base de mediciones todo lo habido y por haber. En fin eso será objeto de otro comentario) la conseguí a partir de un vídeo que hice en la navidad de hace unos años. Estaba jugueteando en el programa de montaje del ordenador -que es a los programas de montaje como el maletín de la señorita Pepis al maquillaje (aunque ya casi nadie recordará lo que es eso del maletín de la señorita Pepis, cosas de la edad)- cuando congelé un fundido y surgió este gesto en la cara de mi tía Isabel ¿Qué hay en este gesto y en estos tonos difuminados de gris y sepia? Algo y melancolía, exactamente lo mismo que me produce este día, el último sábado de octubre cuando sabemos que cuando entre la madrugada nuestros relojes serán retrasados una hora y mañana domingo la noche llegará antes, la tarde se hará más corta y eso marcará de forma brutal e impuesta la entrada en las fauces del tiempo frío.
Diario
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/10/2008 a las 18:30 | {0}
octubre/93
Un aroma a rosas y a mamá muerta
una visión fugaz de flor marchita
el tacto del limón allá en la huerta
la forma de tu boca escrita;
un rumor roto, un reguero
de cirros en comandita,
la sonrisa forzada de un enero
ante la pálida faz de la proscrita;
un alud de dedos, una oferta
generosa de tientos y milagros,
la calma de la tarde en un cigarro,
la copa del árbol descubierta;
¡remotos signos de musgo y caracola,
astral sensación de abrevadero,
una cruz, un puñal y un cenicero!
Un aroma a rosas y a mamá muerta
una visión fugaz de flor marchita
el tacto del limón allá en la huerta
la forma de tu boca escrita;
un rumor roto, un reguero
de cirros en comandita,
la sonrisa forzada de un enero
ante la pálida faz de la proscrita;
un alud de dedos, una oferta
generosa de tientos y milagros,
la calma de la tarde en un cigarro,
la copa del árbol descubierta;
¡remotos signos de musgo y caracola,
astral sensación de abrevadero,
una cruz, un puñal y un cenicero!
Poesía
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/10/2008 a las 20:39 | {0}
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Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
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Reflexiones
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La mujer de las areolas doradas
La Clerc
Velocidad de escape
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Cuento
Tags : Archivo 2008 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 28/10/2008 a las 15:39 | {0}