Quizá sea mañana y sin embargo es hoy (he traído a los ángeles conmigo en un libro; podría ser que muchos libros sean en sí mismos ángeles).
Dice Ramón Andrés en su Diccionario de música, mitología, magia y religión muchas cosas de los ángeles, habla páginas y páginas de los ángeles y yo no soy capaz de expurgar el texto y elegir lo que hoy me parezca más hermoso (adjetivo que es homenaje a la primavera).
También cómo se define el ser (Heidegger) podría ser una buena manera de terminar esta noche, de terminar este día que ha sido en todo semejante a un antiguo día de marzo lleno de vientos contrarios, nubes cargadas que en algún momento descargaban; he creído levantarme bien (ángel quiere decir, griegamente, 'mensajero', 'mensajero de dios -pondré a dios siempre con minúscula-' y también 'nuncio' y dice el maestro de lo que suena que el conjunto de los ángeles constituye un todo armónico) pero tras conversar con C. me ha entrado una tristeza inmensa que no tenía nada que ver con C. sino más bien con un estado de ánimo que tiene mucho que ver con la ausencia. Algún día, quizá mañana mismo, rastree etimológicamente ese término 'ausencia' que tanto me ciñe el corazón (no sólo piensa el cerebro, también el corazón piensa y el estómago y el bajo vientre piensan. Me gustaría argüir que también las rodillas piensan; Wittgenstein sabía argüirlo muy enrevesadamente). Decía que esa tristeza no viene de C. pero un poco de C. sí viene, no emana de ella, emana de mí y mi conversación con ella y también emana de una obra de teatro que estoy escribiendo. Yo quiero decir algo que seguramente ya habré dicho: la labor de la escritura es una labor ardua y cuando esa labor tiene un sustrato dramático suele conllevar una vida igualmente dramática mientras se desarrolla el drama escrito. La verdad -que es lo que busca este escritor- duele sobre todo porque la verdad no conoce verdades. (Dice Ramón Andrés que las doctrinas angeleológicas forman parte de diversas concepciones cosmogónicas y religiosas, particularmente instauradas en la antigua cultura persa aunque será en el seno del judaísmo -en el que el ángel es denominado mal'akh, que significa mensajero, por más que originalmente refirió una expresión que podría traducirse como 'el rostro oculto de dios'- y el cristianismo donde alcanzarán un profundo sentido teológico). Después de C. he entrado en un vaivén algo histérico de emociones y he llorado y he gritado un par de veces y me he jugado, obsesivamente, muchos problemas de ajedrez y he acariciado a Nilo con cierta actitud enfermiza y luego he tenido un arranque de sentido común y me he ido a hacer la compra y al volver creía que ya había pasado lo peor y que la ausencia y la obra de teatro y mis propias decisiones vitales no iban a llevarme por el camino de la amargura porque no hay nada por lo que amargarse, me decía, porque todo está bien, me decía, porque no tienes nada que entender, no hay nada que entender, me decía y en esos pensamientos tranquilizadores me he ido quedando dormido en el sofá justo después de comer y he soñado (los iranios conocieron un ángel portador de la virtud llamado Vohu Manah -Espíritu del Bien- que reveló su mensaje a Zoroastro. Seres similares aunque con caracteres propios, se hallan en el universo budista y en el hinduismo, caso de los gandharvas...) algo que me ha devuelto al tormento como ocurre en los antiguos días de marzo que tras la aparente limpieza del cielo se oculta el chaparrón que está a punto de llegar junto con un descenso abrupto de la temperatura. No me daba tiempo a hacerme un café. Había dormido demasiado. Tenía que venirme a trabajar y prepararlo todo: la comida, los trastos de Nilo, mis libros, mis plumas y lápices y libros -hoy me he traído libros muy sesudos que apenas he mirado-, la obra de teatro -cuyo realismo me aterra y lo rompo de las mejores maneras posibles que soy capaz de idear- y los tabacos, mecheros, papelillos y filtros. Y he salido de casa con una tristeza inmensa como si todo el cielo fuera la tristeza mía y los campos fueran mis cuitas y las nubes fueran mis quejas y el horizonte fuera la muerte y la carretera pedazos de asfalto sin continuidad ninguna. He llegado a la Fundación. (la lectura bíblica los muestra -a los ángeles- como un enlace entre el cielo y la tierra unidos por una escala, la de Betel, la que vio Jacob en sueños, y por la cual, formando un orden y equilibrio divinos, ascienden y descienden). En algún lugar de este extenso lugar puse la imagen de la escala de Betel representada en la fachada de una iglesia -creo que centroeuropea- de cuyo nombre no me acuerdo. Ha sido bueno poner en orden mi rutina en la Fundación y también que mientras escribía pudiera ver los Campeonatos de Atletismo de pista cubierta de Portland, Oregon, Estados Unidos. Me gusta el atletismo. Me gusta escribir mientras veo a jóvenes corriendo, saltando y lanzando que es en lo que consiste el atletismo. Esa mezcla de esfuerzo físico ajeno y esfuerzo mental propio -también he seguido haciendo problemas de ajedrez- me ha ido equilibrando, sosegando y así puedo decir que en las últimas seis horas y media tan sólo me he fumado tres cigarrillos y no he llorado ni una sola lágrima y no he pegado ni un solo grito y no he vuelto a sentir que la vida pierde una gran parte de su gracia si no existe alguien a quien hacerle partícipe de ese placer de vivir. Quizá los querubines sean de oro, de oro macizo. Y el ánimo tenga que ver con el inconsciente que al contrario que el consciente -según Jung- abarca miles de años y no está ceñido a las estrecheces del presente como le ocurre -y así ha de ser- al consciente. Y así en estas digresiones me va entrando el sueño. Voy a beber un poco de vino. Comeré una mandarina. Fumaré un cigarrillo. Y dormiré hasta mañana cuando temprano me levante y sepa que es domingo y que la ausencia tiene seguro una historia llena de interés.
Dice Ramón Andrés en su Diccionario de música, mitología, magia y religión muchas cosas de los ángeles, habla páginas y páginas de los ángeles y yo no soy capaz de expurgar el texto y elegir lo que hoy me parezca más hermoso (adjetivo que es homenaje a la primavera).
También cómo se define el ser (Heidegger) podría ser una buena manera de terminar esta noche, de terminar este día que ha sido en todo semejante a un antiguo día de marzo lleno de vientos contrarios, nubes cargadas que en algún momento descargaban; he creído levantarme bien (ángel quiere decir, griegamente, 'mensajero', 'mensajero de dios -pondré a dios siempre con minúscula-' y también 'nuncio' y dice el maestro de lo que suena que el conjunto de los ángeles constituye un todo armónico) pero tras conversar con C. me ha entrado una tristeza inmensa que no tenía nada que ver con C. sino más bien con un estado de ánimo que tiene mucho que ver con la ausencia. Algún día, quizá mañana mismo, rastree etimológicamente ese término 'ausencia' que tanto me ciñe el corazón (no sólo piensa el cerebro, también el corazón piensa y el estómago y el bajo vientre piensan. Me gustaría argüir que también las rodillas piensan; Wittgenstein sabía argüirlo muy enrevesadamente). Decía que esa tristeza no viene de C. pero un poco de C. sí viene, no emana de ella, emana de mí y mi conversación con ella y también emana de una obra de teatro que estoy escribiendo. Yo quiero decir algo que seguramente ya habré dicho: la labor de la escritura es una labor ardua y cuando esa labor tiene un sustrato dramático suele conllevar una vida igualmente dramática mientras se desarrolla el drama escrito. La verdad -que es lo que busca este escritor- duele sobre todo porque la verdad no conoce verdades. (Dice Ramón Andrés que las doctrinas angeleológicas forman parte de diversas concepciones cosmogónicas y religiosas, particularmente instauradas en la antigua cultura persa aunque será en el seno del judaísmo -en el que el ángel es denominado mal'akh, que significa mensajero, por más que originalmente refirió una expresión que podría traducirse como 'el rostro oculto de dios'- y el cristianismo donde alcanzarán un profundo sentido teológico). Después de C. he entrado en un vaivén algo histérico de emociones y he llorado y he gritado un par de veces y me he jugado, obsesivamente, muchos problemas de ajedrez y he acariciado a Nilo con cierta actitud enfermiza y luego he tenido un arranque de sentido común y me he ido a hacer la compra y al volver creía que ya había pasado lo peor y que la ausencia y la obra de teatro y mis propias decisiones vitales no iban a llevarme por el camino de la amargura porque no hay nada por lo que amargarse, me decía, porque todo está bien, me decía, porque no tienes nada que entender, no hay nada que entender, me decía y en esos pensamientos tranquilizadores me he ido quedando dormido en el sofá justo después de comer y he soñado (los iranios conocieron un ángel portador de la virtud llamado Vohu Manah -Espíritu del Bien- que reveló su mensaje a Zoroastro. Seres similares aunque con caracteres propios, se hallan en el universo budista y en el hinduismo, caso de los gandharvas...) algo que me ha devuelto al tormento como ocurre en los antiguos días de marzo que tras la aparente limpieza del cielo se oculta el chaparrón que está a punto de llegar junto con un descenso abrupto de la temperatura. No me daba tiempo a hacerme un café. Había dormido demasiado. Tenía que venirme a trabajar y prepararlo todo: la comida, los trastos de Nilo, mis libros, mis plumas y lápices y libros -hoy me he traído libros muy sesudos que apenas he mirado-, la obra de teatro -cuyo realismo me aterra y lo rompo de las mejores maneras posibles que soy capaz de idear- y los tabacos, mecheros, papelillos y filtros. Y he salido de casa con una tristeza inmensa como si todo el cielo fuera la tristeza mía y los campos fueran mis cuitas y las nubes fueran mis quejas y el horizonte fuera la muerte y la carretera pedazos de asfalto sin continuidad ninguna. He llegado a la Fundación. (la lectura bíblica los muestra -a los ángeles- como un enlace entre el cielo y la tierra unidos por una escala, la de Betel, la que vio Jacob en sueños, y por la cual, formando un orden y equilibrio divinos, ascienden y descienden). En algún lugar de este extenso lugar puse la imagen de la escala de Betel representada en la fachada de una iglesia -creo que centroeuropea- de cuyo nombre no me acuerdo. Ha sido bueno poner en orden mi rutina en la Fundación y también que mientras escribía pudiera ver los Campeonatos de Atletismo de pista cubierta de Portland, Oregon, Estados Unidos. Me gusta el atletismo. Me gusta escribir mientras veo a jóvenes corriendo, saltando y lanzando que es en lo que consiste el atletismo. Esa mezcla de esfuerzo físico ajeno y esfuerzo mental propio -también he seguido haciendo problemas de ajedrez- me ha ido equilibrando, sosegando y así puedo decir que en las últimas seis horas y media tan sólo me he fumado tres cigarrillos y no he llorado ni una sola lágrima y no he pegado ni un solo grito y no he vuelto a sentir que la vida pierde una gran parte de su gracia si no existe alguien a quien hacerle partícipe de ese placer de vivir. Quizá los querubines sean de oro, de oro macizo. Y el ánimo tenga que ver con el inconsciente que al contrario que el consciente -según Jung- abarca miles de años y no está ceñido a las estrecheces del presente como le ocurre -y así ha de ser- al consciente. Y así en estas digresiones me va entrando el sueño. Voy a beber un poco de vino. Comeré una mandarina. Fumaré un cigarrillo. Y dormiré hasta mañana cuando temprano me levante y sepa que es domingo y que la ausencia tiene seguro una historia llena de interés.
Porque nací en las grandes ciudades de occidente
mi corazón vuela hacia la tribu
Porque nací en el gran mundo que es el mundo
y donde mires y donde vayas el grupo
Esa mujer que se abraza a ese hombre
ese compañero que ayuda a su compañero
ese hermano, ¡ay, ese hermano! que consuela
en la noche tibia de un septiembre que ya empieza a agostar
Porque nací entre los hombres
mes semblables, mes fréres
agradezco el saludo del muchacho joven que camina todas las tardes con su perra
agradezco el saludo del hombre que monta a un caballo cuyo nombre es Turan
agradezco la conversación tras el trabajo
la risa con alguien que empieza a sufrir los rigores de la edad
Esta tribu que es el mundo
Esta tribu llena de colores y perfumes
Esta tribu que gira vertiginosamente alrededor de una estrella que muy pronto morirá
Esta tribu soñolienta que abona la tierra
cuyas ceniza se ventean al aire
Esta tribu que hace la vendimia y hornea el pan
y se besa bajo la tenue luz del lucero del alba
Esta tribu inmensa y laboriosa
Esta tribu que gira y gira y gira
en el espacio universal donde el ciclo habrá de renovarse una vez más
Esta tribu de artesanos, esta tribu de paisanos, esta tribu de bailarines, esta tribu de hechiceros, esta tribu de sacerdotes, esta tribu de placeres, esta tribu de vagabundos
Yo miro y me ahogo entre la multitud
y los ropajes y los tocados y las sandalias y las espuelas y los almedros y las encinas y las torres y lo campanarios y la mangosta y el astrolabio y el ladrido y el barrito y la laguna y la hechicera y la estación y la campana y el hogar y la azada y la mañana y el último día
Esta tribu
Estos perros que acompañan y sueñan una pelota que vuela y que rueda y que rueda y que vuela
Y los gatos con su afán de cura
Y los pájaros que alientan el aire con sus trinos
Y los peces que nos hacen soñar
Esta tribu de seres vivos en un planeta vivo que apenas importa lo que un segundo
Tribu de vida en este planeta de vida
Solitarios desde hace miles de años
Enclaustrados en este tierra mínima en un espacio ilimitado
es una tierra infinita llena de seres laboriosos que luchan tan sólo por vivir un rato más
Montañas y valles
ríos y regatos
ciénagas y lagos
mares y océanos
flores y hierbas
retratos y hartazgos
como una inmensa rueda cósmica
sometidos a nuestra particular forma de representarnos el mundo
Tribu en el planeta de vida
Tribu en el planeta de muerte
adornado con el sombrero blanco de luna
arropado por el manto oscuro jalonado de lucecitas de estrellas
Tribu solemne
Tribu ancestral
Tribu
mi amada gente
mi corazón vuela hacia la tribu
Porque nací en el gran mundo que es el mundo
y donde mires y donde vayas el grupo
Esa mujer que se abraza a ese hombre
ese compañero que ayuda a su compañero
ese hermano, ¡ay, ese hermano! que consuela
en la noche tibia de un septiembre que ya empieza a agostar
Porque nací entre los hombres
mes semblables, mes fréres
agradezco el saludo del muchacho joven que camina todas las tardes con su perra
agradezco el saludo del hombre que monta a un caballo cuyo nombre es Turan
agradezco la conversación tras el trabajo
la risa con alguien que empieza a sufrir los rigores de la edad
Esta tribu que es el mundo
Esta tribu llena de colores y perfumes
Esta tribu que gira vertiginosamente alrededor de una estrella que muy pronto morirá
Esta tribu soñolienta que abona la tierra
cuyas ceniza se ventean al aire
Esta tribu que hace la vendimia y hornea el pan
y se besa bajo la tenue luz del lucero del alba
Esta tribu inmensa y laboriosa
Esta tribu que gira y gira y gira
en el espacio universal donde el ciclo habrá de renovarse una vez más
Esta tribu de artesanos, esta tribu de paisanos, esta tribu de bailarines, esta tribu de hechiceros, esta tribu de sacerdotes, esta tribu de placeres, esta tribu de vagabundos
Yo miro y me ahogo entre la multitud
y los ropajes y los tocados y las sandalias y las espuelas y los almedros y las encinas y las torres y lo campanarios y la mangosta y el astrolabio y el ladrido y el barrito y la laguna y la hechicera y la estación y la campana y el hogar y la azada y la mañana y el último día
Esta tribu
Estos perros que acompañan y sueñan una pelota que vuela y que rueda y que rueda y que vuela
Y los gatos con su afán de cura
Y los pájaros que alientan el aire con sus trinos
Y los peces que nos hacen soñar
Esta tribu de seres vivos en un planeta vivo que apenas importa lo que un segundo
Tribu de vida en este planeta de vida
Solitarios desde hace miles de años
Enclaustrados en este tierra mínima en un espacio ilimitado
es una tierra infinita llena de seres laboriosos que luchan tan sólo por vivir un rato más
Montañas y valles
ríos y regatos
ciénagas y lagos
mares y océanos
flores y hierbas
retratos y hartazgos
como una inmensa rueda cósmica
sometidos a nuestra particular forma de representarnos el mundo
Tribu en el planeta de vida
Tribu en el planeta de muerte
adornado con el sombrero blanco de luna
arropado por el manto oscuro jalonado de lucecitas de estrellas
Tribu solemne
Tribu ancestral
Tribu
mi amada gente
Tras la lectura de Ébano de Ryszard Kapuszinscki me queda la sensación de haber asistido durante trescientas y tantas páginas a un espectáculo bellísimo de la crueldad y más bello aún porque no hay juicio de valor del autor sobre esa crueldad que describe con una maestría que me confirma de nuevo -y una vez más- en que una imagen NO, NO y NO vale más que mil palabras (o no necesariamente). De su mano y de su pluma he recorrido el continente africano tanto en su historia (breve, África en sí, es un continente sin historia) como en su geografía y he sentido constantemente un calor asfixiante, unos olores intensísimos, el color amarillo roto de repente por un verde colosal, la indolencia del hambre, el dolor de la sed, la locura de la malaria, la importancia del clan, la dependencia de la sombra (todo en el hombre es sombra. Siempre seremos sombra. No vemos más que sombras. Nuestros sentimientos son sombras de nuestro sentir. Sombra en los corazones. Sombras en las palabras. Sombra hueca muchas veces, tantas veces. Sombra densa que casi se convierte en materialidad. Sombra que quizá se desvanece si somos capaces de escuchar el corazón de las tinieblas, nuestro propio corazón), la sombra de un mango sin la cual una tribu desaparecería, sólo una tribu sobrevive si tiene cerca la sombra de un árbol. Esa crueldad digo, esa crueldad sin adjetivos, esa crueldad a la que asistimos cada día y cuya culpa limpiamos ahora en los confesionarios de las redes sociales, como si tuviéramos culpa, (jamás sirvieron para nada los confesionarios). Ideas preconcebidas del occidente. He descubierto con este autor polaco, maravilloso en su economía de medios a la hora de contar, que hay algunos pueblos del mundo que no saben lo que es el pecado, para los cuales el pecado es algo inconcebible y por eso las iglesias cristianas o musulmanas se las ven y se las desean para poder introducirse en sus mentes que ya están hechas que no son tan maleables como las de los niños, ¡ay, los niños! Y yo vivo aquí en este mundo occidental cuya crueldad, cuya castración, cuya ablación mental genera en nosotros la culpa, la culpa que no existe como no existe lo Perfecto, lo Ideal, lo Sublime, lo Bello, lo Pecaminoso, lo Infernal. Sólo existen dos conceptos para intuir el mundo en el que vivimos: crueldad e inocencia. Y esto dicho desde mi propia sombra, mi densa sombra a la que a veces miro de frente, de la que a veces huyo sin recordar que la sombra siempre te persigue y ¡ay del día en el que la sombra ya no te persiga! Mi propia sombra. Sombra amparo. Sombra refugio. Sombra canto. Sombra ignorancia. Sombra fe.
Pezón gris
Pluma de bucanero
Almohadón del rey
Gota en un limonero
Disolución ácuea
Milagro en los dedos
Clasificación mediana del enamorado
Altura de miras
Solaz e invierno
Maravilla de ojos
Densa insatisfacción en la página de contactos
La suma de todos los momentos
Volver, volver, volver
En sueños
Las manos frías alrededor del cuenco
Una ocasión perdida
Diálogo frente al público en el que se reconoce el miedo
Nunca más
Siempre
Sentada frente a la pantalla eligiendo el vestido
La lluvia que caía con cadencia de beso
La última oportunidad
Terraza. Montaña. Nevero.
Tierra removida por pezuña de jabalí
Cenicero, puñal y cruz de nuevo
El tiempo flota
La ardiente tierra del desierto
Desierto
Desierto
Sirenita 7
Estupenda 52
Lola 54
Rachel
Ojosgrises
Paraíso
Wesana se ha interesado
Las manos siempre frías
Los bolígrafos dispuestos
El teléfono mudo
Nena envía un flechazo
y Pepa y Anisia
Negra la mañana
Mañana tarde
En Orleans también ocurre
Una discusión
Otro nombre
Otro más
ha aparecido
Pluma de bucanero
Almohadón del rey
Gota en un limonero
Disolución ácuea
Milagro en los dedos
Clasificación mediana del enamorado
Altura de miras
Solaz e invierno
Maravilla de ojos
Densa insatisfacción en la página de contactos
La suma de todos los momentos
Volver, volver, volver
En sueños
Las manos frías alrededor del cuenco
Una ocasión perdida
Diálogo frente al público en el que se reconoce el miedo
Nunca más
Siempre
Sentada frente a la pantalla eligiendo el vestido
La lluvia que caía con cadencia de beso
La última oportunidad
Terraza. Montaña. Nevero.
Tierra removida por pezuña de jabalí
Cenicero, puñal y cruz de nuevo
El tiempo flota
La ardiente tierra del desierto
Desierto
Desierto
Sirenita 7
Estupenda 52
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Rachel
Ojosgrises
Paraíso
Wesana se ha interesado
Las manos siempre frías
Los bolígrafos dispuestos
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Nena envía un flechazo
y Pepa y Anisia
Negra la mañana
Mañana tarde
En Orleans también ocurre
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Texto enviado por Olmo Z. desde su internamiento en el manicomio de Acra
He pensado. No te lo creerás pero aún soy capaz de pensar y de pensar en ti como pensaba en los días de hace dos veranos cuando navegabas por Australia ¿era por Australia? y aún no tenías miedo de mí. Porque hay algo de verdad en eso que algunos dicen: lo contrario del amor no es el odio sino el miedo. No te puedes imaginar lo que cuesta pensar en el infierno. No sería capaz de transmitirte el horrible horno en el que vivo, yo que soy oriundo de Tirana (cuánto me recuerda ese nombre a ti), centroeuropeo, acostumbrado al frío, amado por él; aquí en Acra tan sólo al alba -el momento más hermoso de África- el mundo parece la tierra y no el infierno y es en ese momento tan breve cuando una leve brisa parece prometer un día en el que el cuerpo no se diluya en líquido, cuando he ensoñado el ensueño de un loco: ¿Sabes? -me decía el enfermero, el que me mantiene atado por las noches con una camisa de fuerza y me escupe a veces por ser blanco- Mañana viernes 11 de marzo de 2016 entre las siete y media y las ocho y media de la tarde va a venir la que fue tu mujer a visitarte. Te vamos a lavar. Te vamos a afeitar y te vamos a dejar una ropa limpia. Os dejaremos solos hasta las diez y media y luego ella tendrá que irse y a ti te volveré a atar. ¡Oh, no sabes cómo han caído esas palabras en mi ánimo! ¡No sabes cómo te he revivido! ¡No sabes cuánto te he agradecido que por fin rompieras tu silencio y vinieras a mí, hasta este lugar perdido para siempre, sin encanto ninguno, a merced de la enemistad por razones de raza! El alba ha pasado y ha comenzado el suplicio del sol y he gozado los siguientes espejismos:
1.- Suena un timbre que es el timbre del portal y tú disimulas la voz para que te abra sin que sepa que eres tú pero yo lo sé y aún así juego a no saberlo.
2.- Yo mantengo mi ojo izquierdo pegado a la mirilla de la puerta de mi casa y te veo aparecer en el último tramo de las escaleras. Caminas despacio y con la cabeza alta.
3.- Te ofrezco un té y tu dices, Con hierbabuena.
4.- Un detalle de tu muñeca.
5.- Tomas la taza de té con las dos manos y antes de probarlo dices, ¡Qué bien huele!
6.- Te ríes
7.- Estamos los dos frente al ventanal y miramos en silencio el principio de la noche. Tú dices, Alguna vez fuimos... estuvimos a gusto juntos.
8.- No me atrevo a cogerte la mano.
9.- Me coges la mano.
10.- Te quedas a dormir.
11.- Estás dormida.
Cada espejismo se dilata tanto en el calor tórrido de África que cuando estoy gozando el último -tú dormida- el enfermero ya me está atando con la camisa de fuerza y entonces me río y le digo, Idiota, mañana viene. Mañana va a venir y tomaremos un té con hierbabuena.
1.- Suena un timbre que es el timbre del portal y tú disimulas la voz para que te abra sin que sepa que eres tú pero yo lo sé y aún así juego a no saberlo.
2.- Yo mantengo mi ojo izquierdo pegado a la mirilla de la puerta de mi casa y te veo aparecer en el último tramo de las escaleras. Caminas despacio y con la cabeza alta.
3.- Te ofrezco un té y tu dices, Con hierbabuena.
4.- Un detalle de tu muñeca.
5.- Tomas la taza de té con las dos manos y antes de probarlo dices, ¡Qué bien huele!
6.- Te ríes
7.- Estamos los dos frente al ventanal y miramos en silencio el principio de la noche. Tú dices, Alguna vez fuimos... estuvimos a gusto juntos.
8.- No me atrevo a cogerte la mano.
9.- Me coges la mano.
10.- Te quedas a dormir.
11.- Estás dormida.
Cada espejismo se dilata tanto en el calor tórrido de África que cuando estoy gozando el último -tú dormida- el enfermero ya me está atando con la camisa de fuerza y entonces me río y le digo, Idiota, mañana viene. Mañana va a venir y tomaremos un té con hierbabuena.
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Reflexiones que Olmo Z. le escribe a su mujer en plena crisis
Reflexiones para antes de morir
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Olmo Dos Mil Veintidós
El mes de noviembre
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Olmo Z. ¿2024?
Agosto 2013
Saturnales
Citas del mes de mayo
Reflexiones
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Mosquita muerta
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El Brillante
El viaje
No fabularé
El espejo
Desenlace
Perdido en la mudanza (lost in translation?)
La mujer de las areolas doradas
La Clerc
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Diario
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/03/2016 a las 00:31 | {2}