Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
...entonces lo sabe. La gata negra de ojos verdes roza su pierna. Lleva la cola enhiesta y ronronea. Olmo decide ponerle un nombre y no pronunciarlo jamás. Piensa Olmo, La llamaré Lilith. A lo largo del día lo ha ido descubriendo. Más o menos -porque no estamos dentro de su pensamiento aunque pudiéramos. Nosotros permitimos que nuestros personajes puedan ocultarse. O mejor expresado: nosotros ofrecemos la posibilidad de que un personaje pueda ocultársenos- éste ha sido su discurrir, ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué esta soledad? ¿Qué me lleva a luchar contra el mar? ¿Por qué cuando acabaron los indolentes días del verano no hice mi mochila como los demás, me volví a mi ciudad y volví a prepararme para ser un hombre de provecho, dándome tan sólo la libertad de ser libre durante el periodo de vacaciones? ¿Qué me lleva a ese túnel submarino? ¿Por qué no lo descubrimos cuando en los alegres días del verano recorrimos una vez y otra la bahía y juntos decidimos explorarlo, arriesgarnos juntos como hacen los hombres con los hombres? ¿O no existía esa oquedad? ¿O esa oquedad se ha hecho tras la marcha de los alegres jóvenes libertarios de verano? ¿Qué sentido tiene la marca de la lucha en mi rostro? ¿A dónde me lleva la fiebre y el dolor? ¿Qué interpretación he de sacar de mi encuentro con dos figuras falsas de una historia falsa y la posterior huella de esa falsedad bajo el cedro? ¿Por qué siento que Lilith me invita a visitar esta noche la oquedad y atravesar el túnel del cual desconozco distancias y peligros? ¿Por qué lo voy a hacer? ¿Por qué una vez hecho si me mantengo con vida sé que ésta habrá cambiado de forma irreversible como cambiará si me quedo atrapado en el túnel y muero ahogado que dicen es una de las formas de morir más agónicas? ¿Por qué cuando la luna decrece? ¿Qué hago aquí? ¿Qué desasosiego me ha traído a las cuevas? ¿He de buscar explicación también al hecho de haberme encontrado esta mañana con una serpiente? ¿Y si fuera la entrada al Paraíso? ¿Y si fuera la entrada a Gehena? ¿Y si fuera un túnel sin salida? ¿Por qué establezco una analogía entre atravesar ese túnel y atravesar el coño de mi madre? ¿Por qué cojones me estoy poniendo místico? ¿La soledad lleva al misticismo? ¿Por qué me resisto a ser un místico? ¿Por qué deduzco que la mejor forma de alejarme del misticismo es masturbarme? ¿Por qué me está invadiendo un frenesí erótico?
El pensamiento de Olmo se acalló en ese instante y mirando con sus ojos oscuros a los verdes ojos de la gata negra pronunció en voz alta la única frase de aquel día, Iré.

Cuento

Tags : Marea Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/06/2016 a las 13:28 | Comentarios {0}








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