No es olvido. Son los ojos que andan cansados. Las horas ante el ordenador. Luego llego. Quiero descansar los ojos. Miro tanto. No sé cuánto veo. No es olvido. Siempre está aquí. Lo ojeo. Lo recorro. Sueño con él. Llega la noche. Tras un día. Todo tan distinto. Quisiera que siguiera así mucho tiempo. Sí, lo quisiera. No es olvido. La suerte se echa unos días hacia un lado. No sé. Sí observo. Voy entrando. Luego salgo. Los días. Hoy, quizá, más cansado. Sí bastante más cansado. Pero antes de irme hasta mañana quería saludar. Sigo aquí. En cuanto me haya acostumbrado. No me olvido. Suena una hermosa música. Echo de menos muchas cosas.
Serenada la tarde se había cubierto de nubes. Antes había sido el viento. Luego llegaron los hombres. Quisieron atravesar las aguas y todos murieron ahogados cuando se acercaron a la orilla. Quedó flotando un rato la cabellera dorada de una niña y sólo por su color. El silencio vino pronto. Los pájaros hicieron el rito funeral y algo parecido a una mangosta acercó su hociquillo y el lago le dejó beber. Callado el ocaso. Callado el silencio. Callado el mundo. Por callado se dejó ver el avión del comandante Sse, su áurea carlinga emitía destellos de pez abisal que se expandían por el lago, lentamente, casi dulcemente mientras a su alrededor se iba haciendo oscuro, la noche en un lugar perdido de la China la cual sin embargo era incapaz de apagar el dorado rumor de las aguas del lago Hoo Shon.
Narrativa
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/05/2009 a las 16:02 | {0}
Sit zu
La araña meditando su crimen es un color de tela que se ofrecía en la Inglaterra restauradora del siglo XVIII. También lo eran sapo enamorado y ratón asustado. Podría subir los escalones y mirar desde arriba. Vivir las sensaciones de este extraño fin de semana. Muy extraño por muchas cosas. Sobre todo por el vaivén de la vida, por los recuerdos que me han invadido y por los lugares donde he estado, donde he dormido. Color de vida tan extraño como los arriba reseñados. Es como si no supiera a qué carta emocional quedarme (si se me permite decirlo de esta forma un tanto cursi). El día es largo en emociones. Cambiantes como los cielos que han inundado de tormentas la tierra de Madrid. Con viento y sin él. Por la noche del viernes conduciendo por la carretera de El Escorial y al fondo truenos y rayos. O al volver hacia Madrid una tromba de agua tan intensa como la tristeza o la nostalgia o el simple deseo de unas horas antes. Luego el sábado fue volver. El viernes ya me inundó la jara. El sábado seguía inundado. El olor atrae el recuerdo como la miel a las moscas. Recuerdos, hermosos recuerdos, ¡qué bella! Luego ese mismo sábado todo fue cambiando o, mejor dicho, como todos los días todo fue cambiando, sin saber a qué carta quedarme. Estábamos en una casa donde nunca había estado. Habíamos sido invitados por dos perras sitzus. Pasamos la tarde y al final también la noche. Dormí en un sofá. Sin saber dónde estaba, sin querer saber qué eran los sonidos que escuchaba (suspiros, palabras a media voz, carreras, gemidos, risas, vuelos), despertándome, durmiéndome, soñando o no hasta que llegó la mañana y las emociones fluctuaban y seguí haciendo lo que tenía que hacer. Nos fuimos de la casa y dejamos en ella a nuestras anfitrionas y a una amiga que iba a pasar un rato más con ellas. Una hermosa casa, en una urbanización aislada allá por Valdemorillo. Dejé a la amiga con su madre, dejé a mi hija con su madre, dejé el coche donde debe estar y ella me trajo de vuelta a Madrid y miré su perfil y recordé su piel y la bondad suya y los tiempos juntos y lo hermosa que es. Llegué a casa. Había pasado de nuevo toda una vida en menos de treinta y seis horas. No supe qué hacer. Me quedé en blanco. Me sentí cansado y recordé entonces el color araña meditando un crimen y ese nombre me sugirió la sensaciones que ahora siento, indefinidas a no ser que por un azar de la vida alguien (o algo) me mostrara ese color como debía hacer el sastre cuando ante la curiosa mirada de la clienta, le enseñara el catálogo de colores y pudiera ver por fin ese último color llegado, seguramente, de París.
Diario
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/05/2009 a las 19:45 | {1}A Raúl
Ya caía el sol
en la azotea
pasaban unas gambas
sonaban unas trompetas
y nadie decía nada
y nadie sonreía alto
Allí estábamos
callados
al calor
de unos versos
que siempre supimos
que existían.
Poesía
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/05/2009 a las 12:02 | {1}
Haré
el estanque
quieto
luego
alguien
vendrá
el estanque
quieto
luego
alguien
vendrá
Poesía
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 19/05/2009 a las 00:12 | {1}
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Diario
Tags : Archivo 2009 Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 04/06/2009 a las 21:33 | {0}