Ser otro siempre; un hombre que vive en un puerto de mar. Dándose cuenta de sus propias limitaciones abandona sus sueños de juventud y descubre que la realidad suya es la de estar junto a la gente. Conoce a alguien por casualidad. Alguien que es el futuro. Alguien que está indefenso en un mundo en absoluto desconocido para él. Hay que proteger ese futuro y si es necesario hay que hipotecar el propio presente porque ese término propio presente en realidad no existe. La vida. El mar. La distancia. Los pescadores. Las mujeres. Las mujeres que saben algo de la vida que los hombres nunca alcanzaremos a saber. Ser una mujer que escribe: CIERTA GENTE Cierta gente huyendo de cierta gente./ En cierto país bajo el sol/ y bajo ciertas nubes.// Dejan tras de sí su cierto todo,/ campos sembrados, ciertas gallinas, perros,/ espejos en los que justamente se contempla el fuego.// Llevan en la espalda cántaros y hatillos,/ cuanto más vacíos, cada día más pesados.// Tiene lugar calladamente el detenerse de alguien,/ y en el tumulto, el arrancarle el pan alguien a alguien/ o el sacudir al niño muerto de alguien.// Continuamente ante ellos un cierto no hacia allá,/ un no es éste el puente que hace falta/ sobre un río extrañamente rosa./ Alrededor ciertos disparos, más lejos o más cerca,/ y en lo alto un avión que, un poco, se balancea.// No estaría mal una cierta invisibilidad,/ una cierta parda pedregosidad,/ y aún mejor un cierto no-haber-sido/ por un tiempo corto o hasta largo.// Algo ocurrirá todavía, pero dónde y qué./ Alguien les saldrá al paso, pero cuándo, quién,/ de cuántas formas y con qué intenciones./ Si es que puede elegir,/ quizás no quiera ser un enemigo/ y los deje con una cierta vida.// Ser esa mujer y llamarse entonces Wislawa Szymbosrska y ser premio Nobel y aguardar el fin como tantos otros mientras repasa en sus poemas la condición humana con la precisión de una rosa. Ser ahora un hombre que debiera darse por vencido y alegrarse de las derrotas; alzar los brazos y mirar la bruma que está cayendo y dejarse abrazar por la humedad del mundo; ser ese hombre que ha tenido la dicha de aportar su simiente para la criatura nueva, la que ahora ha tomado una decisión y se siente feliz porque lo ha hecho; ser ese hombre que no supo; ser ese hombre tan imperfecto y tan cobarde y tan humano; ser ese hombre que admira; ser ese hombre que cuando menos siente la belleza como si fuera suya. Y ahora, ahora, ser el hombre que duerme y la mujer que añora y la perra que sueña y el escorpión que acecha y la rana que sabe que en su inmovilidad está su salvación y ser la inspiración del pintor y la tragedia del ahogado y el vendido como esclavo y el amante de la esquina y el panadero ebrio y la verdulera hermosa. Y ser tantos hasta morir como dicen que mueren los que han amado mucho (ser en la última frase -que es un verso-, entonces, un tal Gil de Biedma).
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 31/03/2014 a las 19:42 | {0}