A veces se pone tanta emoción en lo que se escribe que, cuando se vuelve a leer, se recuerda el subtexto, de dónde viene todo aquello.
A veces el aliento de un ser muerto llena tanto el espacio que parece abrazarte y vuelve a ti y te acompaña.
A veces quisiera que Julia no hubiera vivido esos últimos días.
A veces es martes por la tarde, en un mes de febrero. Ha lucido el sol y he dado un paseo.
A veces el viento helado de la sierra, las largas praderas de un Kentucky inventado, las sabias palabras de Ojos de Gris, el chamán de los knowees, y la melancolía de Muso, me llevan a Julia, a su indefensión los últimos días de su vida, a la tarde que lloraba porque la habían duchado contra su voluntad.
A veces los días saltan de año. Este martes de hoy ha sido un martes de hace casi cuatro años. He ido a visitar a Julia a la residencia de ancianos. Al llegar me ha dicho, ¡Ay, hijo, cuánto te estaba esperando! Y yo le he contestado, Pues ya estoy aquí y he besado su frente. Luego nos hemos dado la mano. Ella la tiene muy fria. Tras un silencio, ha dicho, Bueno, ya estás aquí. Y yo le he contestado, Sí, ya estoy aquí. Perdóname por no haber venido ayer. Tendrías cosas que hacer, ha dicho y yo he pensado, No, no tenía nada que hacer. Es que me duele mucho venir. Me duele tanto.
A veces pasan estas cosas. Este martes de hoy he estado con ella hasta la hora de la cena. Acabo de llegar a casa. En el trayecto han pasado casi cuatro años.
A veces el aliento de un ser muerto llena tanto el espacio que parece abrazarte y vuelve a ti y te acompaña.
A veces quisiera que Julia no hubiera vivido esos últimos días.
A veces es martes por la tarde, en un mes de febrero. Ha lucido el sol y he dado un paseo.
A veces el viento helado de la sierra, las largas praderas de un Kentucky inventado, las sabias palabras de Ojos de Gris, el chamán de los knowees, y la melancolía de Muso, me llevan a Julia, a su indefensión los últimos días de su vida, a la tarde que lloraba porque la habían duchado contra su voluntad.
A veces los días saltan de año. Este martes de hoy ha sido un martes de hace casi cuatro años. He ido a visitar a Julia a la residencia de ancianos. Al llegar me ha dicho, ¡Ay, hijo, cuánto te estaba esperando! Y yo le he contestado, Pues ya estoy aquí y he besado su frente. Luego nos hemos dado la mano. Ella la tiene muy fria. Tras un silencio, ha dicho, Bueno, ya estás aquí. Y yo le he contestado, Sí, ya estoy aquí. Perdóname por no haber venido ayer. Tendrías cosas que hacer, ha dicho y yo he pensado, No, no tenía nada que hacer. Es que me duele mucho venir. Me duele tanto.
A veces pasan estas cosas. Este martes de hoy he estado con ella hasta la hora de la cena. Acabo de llegar a casa. En el trayecto han pasado casi cuatro años.
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/02/2011 a las 20:12 |