De la colección de poemas En Tercera Persona
VIII
Thomas Man,
sometido a la sugestión de su herencia,
dijo: “La enfermedad y el dolor
son fuentes de vida espiritual”.
No,
la vida espiritual sólo es posible
en el cuerpo alegre de sí mismo
por donde el tiempo pasa ciego
y el mundo transpira en cada poro.
El espíritu entonces
se aligera, desnuda las acciones de destino,
se eleva, se emociona y ya cansino
descansa en el campo de los sueños.
Porque sintió el dolor y estuvo enfermo
quiso creer a Man y propagarlo
pero al fin los años se acercaron,
le obligaron a vivir la frase dicha
y entonces supo, sólo entonces,
que aquella frase era una solemne desdicha
IX
Alegría, sugestión, belleza plena,
norte del día y de la noche sur,
caricia del alma y siempre al albur
del canto perverso de la sirena;
drogas, éxtasis, la noche, serena
memoria de una anciana augur
que echa el destino como buena tahur
sobre una mesa de azucenas llena.
Thomas Man,
sometido a la sugestión de su herencia,
dijo: “La enfermedad y el dolor
son fuentes de vida espiritual”.
No,
la vida espiritual sólo es posible
en el cuerpo alegre de sí mismo
por donde el tiempo pasa ciego
y el mundo transpira en cada poro.
El espíritu entonces
se aligera, desnuda las acciones de destino,
se eleva, se emociona y ya cansino
descansa en el campo de los sueños.
Porque sintió el dolor y estuvo enfermo
quiso creer a Man y propagarlo
pero al fin los años se acercaron,
le obligaron a vivir la frase dicha
y entonces supo, sólo entonces,
que aquella frase era una solemne desdicha
IX
Alegría, sugestión, belleza plena,
norte del día y de la noche sur,
caricia del alma y siempre al albur
del canto perverso de la sirena;
drogas, éxtasis, la noche, serena
memoria de una anciana augur
que echa el destino como buena tahur
sobre una mesa de azucenas llena.
Decidido: me voy a reformar. Sí, sí, sí. Sin dudarlo. Como si fuera septiembre con sus buenos deseos de que todo vaya mejor. Voy a reformarme. Porque tengo mucho que mejorar. Me voy a colocar frente a mí como si fuera un estudiante de quince años el cual ante la avalancha de buenas notas de sus amigos se hubiera dado cuenta de que siendo él igual de inteligente que los demás sin embargo sus notas son notoriamente inferiores.
Eso voy a hacer. Quizás este deseo de reforma venga por un sueño de la noche (sé que esta noche he soñado, tengo el regusto en los labios y no es un regusto malo. Hace años que sé que sueño pero apenas recuerdo lo soñado) en el cual unos seres seráficos han venido y han iluminado en mi pobre cerebro de humano la idea de la mejora.
Decidido pues. Agosto es un mes ideal para las buenas intenciones. No sé por qué pero así lo siento. Ahora mismo me voy a duchar y voy a hacer algo que podría haber hecho hace ya más de veinte días. Sí, señor, así se empieza. Ánimo, me digo, tú puedes. Siempre has podido. No hace falta más que un esfuercito de eso que algunos llaman voluntad.
Y no pienso ahora, no, no pienso en los dolores que anoche me aquejaban, no sé muy bien por qué. Dolores antiguos, casi evidencias que surgieron ante una película romántica y llena de buenas intenciones ¡ay, las buenas intenciones!
Bien, bien, vamos, tú puedes, a la ducha, venga, a la ducha.
Y hablando de la ducha, estoy en casa de mi amiga Pilar en la cual hay una ducha maravillosa, de agua muy caliente y caudalosa.
Quiero mi casa.
Quiero mi casa ya.
Aún me queda tiempo hasta tenerla.
Eso voy a hacer. Quizás este deseo de reforma venga por un sueño de la noche (sé que esta noche he soñado, tengo el regusto en los labios y no es un regusto malo. Hace años que sé que sueño pero apenas recuerdo lo soñado) en el cual unos seres seráficos han venido y han iluminado en mi pobre cerebro de humano la idea de la mejora.
Decidido pues. Agosto es un mes ideal para las buenas intenciones. No sé por qué pero así lo siento. Ahora mismo me voy a duchar y voy a hacer algo que podría haber hecho hace ya más de veinte días. Sí, señor, así se empieza. Ánimo, me digo, tú puedes. Siempre has podido. No hace falta más que un esfuercito de eso que algunos llaman voluntad.
Y no pienso ahora, no, no pienso en los dolores que anoche me aquejaban, no sé muy bien por qué. Dolores antiguos, casi evidencias que surgieron ante una película romántica y llena de buenas intenciones ¡ay, las buenas intenciones!
Bien, bien, vamos, tú puedes, a la ducha, venga, a la ducha.
Y hablando de la ducha, estoy en casa de mi amiga Pilar en la cual hay una ducha maravillosa, de agua muy caliente y caudalosa.
Quiero mi casa.
Quiero mi casa ya.
Aún me queda tiempo hasta tenerla.
Mafalda y sus amigos. Quino
Cuando llega el final del mes las estadísticas se quedan en blanco. Es como si todo empezara de nuevo. Los países desaparecen. Los visitantes desaparecen. Las solicitudes también y el tráfico se pone a cero.
El último día del mes las estadísticas están llenas. Se ven las banderas de muchos países, de países muy lejanos y de mi país de origen y también un país sin enseña que se llama Desconocido desde el cual, sin embargo, se suele acceder a menudo.
Cuando llega el fin de mes me fijo en si he superado cuando menos la mitad de los días. En ocasiones incluso me peleo con récords de meses anteriores e intento superarlos pero de a poquitos porque la superación constante aunque no tenga techo puede ser adictiva.
Cuando llega el fin de mes está pagina renace de nuevo y por un lado me gusta y por otro me provoca cierta sensación de vacío y me asalta la misma pregunta: ¿Cuántas personas leerán el mes que viene Inventario? Por ejemplo este mes de agosto que dentro de nada empieza.
Dentro de un par de meses hará un año que se inició esta aventura y no escribo el término aventura como metáfora sino como realidad casi diaria de adentrarse en el mundo, de mostrarse al mundo, desde la terminal de un ordenador en red.
El último día del mes las estadísticas están llenas. Se ven las banderas de muchos países, de países muy lejanos y de mi país de origen y también un país sin enseña que se llama Desconocido desde el cual, sin embargo, se suele acceder a menudo.
Cuando llega el fin de mes me fijo en si he superado cuando menos la mitad de los días. En ocasiones incluso me peleo con récords de meses anteriores e intento superarlos pero de a poquitos porque la superación constante aunque no tenga techo puede ser adictiva.
Cuando llega el fin de mes está pagina renace de nuevo y por un lado me gusta y por otro me provoca cierta sensación de vacío y me asalta la misma pregunta: ¿Cuántas personas leerán el mes que viene Inventario? Por ejemplo este mes de agosto que dentro de nada empieza.
Dentro de un par de meses hará un año que se inició esta aventura y no escribo el término aventura como metáfora sino como realidad casi diaria de adentrarse en el mundo, de mostrarse al mundo, desde la terminal de un ordenador en red.
HM. me ha escrito esta mañana. Aún estaba dormido cuando el bueno de Juan ha entrado en mi alcoba y como si fuera con él la cita, nervioso, me ha espabilado moviéndome un poco el hombro derecho.
Señor, señor, me ha dicho, la muchacha francesa de ayer por la tarde... ¿Y tú cómo sabes que es de ella?, ¿Lo has abierto? No, no, señor, Dios me libre de ser indiscreto con mi amo, ¿no lo huele? ¿no huele su perfume...?
Bien, bien, le he dicho mientras me quitaba la bigotera, prepárame un buen desayuno y luego el baño, bien caliente, hace un frío de mil demonios. Juan, el mayordomo, se ha quedado quieto como esperando, Cada cosa a su tiempo, le he dicho, cada cosa a su tiempo y he dejado encima de la mesita el recado sin abrir.
Mientras saboreo un buen café cargado, releo: Jueves. Querido amigo, ¿quiere usted almorzar conmigo en el Automóvil Club el próximo domingo? Iré a buscarle a la salida de misa. Venga, sería para mí un gran placer tenerle conmigo ¿Me responde indicándome la iglesia y la hora de salida?
¡Ah, qué tendrán las hugonotes para mí! Pienso y aspiro el perfume ligero que ha quedado impregnado en el recado de escribir.
El domingo 26 de febrero, sí, sí, por supuesto que sí.
Señor, señor, me ha dicho, la muchacha francesa de ayer por la tarde... ¿Y tú cómo sabes que es de ella?, ¿Lo has abierto? No, no, señor, Dios me libre de ser indiscreto con mi amo, ¿no lo huele? ¿no huele su perfume...?
Bien, bien, le he dicho mientras me quitaba la bigotera, prepárame un buen desayuno y luego el baño, bien caliente, hace un frío de mil demonios. Juan, el mayordomo, se ha quedado quieto como esperando, Cada cosa a su tiempo, le he dicho, cada cosa a su tiempo y he dejado encima de la mesita el recado sin abrir.
Mientras saboreo un buen café cargado, releo: Jueves. Querido amigo, ¿quiere usted almorzar conmigo en el Automóvil Club el próximo domingo? Iré a buscarle a la salida de misa. Venga, sería para mí un gran placer tenerle conmigo ¿Me responde indicándome la iglesia y la hora de salida?
¡Ah, qué tendrán las hugonotes para mí! Pienso y aspiro el perfume ligero que ha quedado impregnado en el recado de escribir.
El domingo 26 de febrero, sí, sí, por supuesto que sí.
En el Mausoleo del Palacio de Charlottenburg construido en 1810 se encuentra enterrada la reina Luisa ¿Quién era esta reina Luisa? ¿de quién era esposa? En aquel entonces Berlín era la capital de Prusia ¿Por qué elige E.E. -son las siglas con las que firma la postal quien yo supongo una mujer- el mausoleo de la reina Luisa?
¿Quedó con mi abuelo Ángel en la puerta del mausoleo? ¿O la cita que propone es en otra parte? Traducido del alemán el texto dice: ¿Quiere usted quedar el jueves en G. a las 5 y media? La segunda frase se me corta justo en el momento crucial. Entiendo ich würde mich sehr que quiere decir Yo sería muy pero entonces viene esa última palabra que no logro descifrar y que me impide saber si el sentimiento es de felicidad, ansiedad, frialdad o indiferencia. Esa palabra que puede ser branen o franen o hanen incluso frauin aunque creo que el punto de la i corresponde en realidad al número 29 que se encuentra justo encima.
La postal mezcla el romanticismo con cierto gusto por la asimetría al aparecer en la parte derecha un hombre uniformado (debe de ser el guardián del mausoleo) que rompe el equilibrio de los dos pinos, las cuatro columnas y la misma masa vegetal a ambos lados del edificio.
¿Qué era G.? ¿Dónde se encontraba? ¿Cómo transcurrió aquel dos de marzo de 1906? Sé que pocos días más tarde, el día 7 exactamente, el ministro ruso Topoff iba a presenciar desde la tribuna imperial la apertura del Reichstag para luego transmitir su funcionamiento al zar el cual había anunciado que quería presidir la apertura de la Duma (el parlamento ruso).
Mucho más interesante es que el 2 de marzo -es decir el día en que E.E. envía la postal- los Emperadores de Alemania Guillermo II y su esposa Augusta celebraban sus bodas de plata y saludaban a sus súbditos desde un balcón del Palacio Imperial ¿Asistirían E.E. y mi abuelo a la recepción posterior?
¿Quedó con mi abuelo Ángel en la puerta del mausoleo? ¿O la cita que propone es en otra parte? Traducido del alemán el texto dice: ¿Quiere usted quedar el jueves en G. a las 5 y media? La segunda frase se me corta justo en el momento crucial. Entiendo ich würde mich sehr que quiere decir Yo sería muy pero entonces viene esa última palabra que no logro descifrar y que me impide saber si el sentimiento es de felicidad, ansiedad, frialdad o indiferencia. Esa palabra que puede ser branen o franen o hanen incluso frauin aunque creo que el punto de la i corresponde en realidad al número 29 que se encuentra justo encima.
La postal mezcla el romanticismo con cierto gusto por la asimetría al aparecer en la parte derecha un hombre uniformado (debe de ser el guardián del mausoleo) que rompe el equilibrio de los dos pinos, las cuatro columnas y la misma masa vegetal a ambos lados del edificio.
¿Qué era G.? ¿Dónde se encontraba? ¿Cómo transcurrió aquel dos de marzo de 1906? Sé que pocos días más tarde, el día 7 exactamente, el ministro ruso Topoff iba a presenciar desde la tribuna imperial la apertura del Reichstag para luego transmitir su funcionamiento al zar el cual había anunciado que quería presidir la apertura de la Duma (el parlamento ruso).
Mucho más interesante es que el 2 de marzo -es decir el día en que E.E. envía la postal- los Emperadores de Alemania Guillermo II y su esposa Augusta celebraban sus bodas de plata y saludaban a sus súbditos desde un balcón del Palacio Imperial ¿Asistirían E.E. y mi abuelo a la recepción posterior?
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Poesía
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 03/08/2009 a las 12:21 | {0}