Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Desierto de Somalia
Desierto de Somalia
La palabra secreta no sale de mis labios. En el alba, cuando los vencejos vuelan y comen, la palabra secreta digiere contenidos y sonríe a este mundo bellísimo e infame donde cuerdas y alambradas, segmentos y longanizas, lombardas y estrellas, manos y espaldas se entrecruzan a un ritmo frenético y luego, lentamente, en la noche -metáfora en este caso de descanso y silencio- se desligan y vagan por los alrededores de los encuentros y las alamedas.
La palabra secreta, La que no se pronuncia, adquiere el tono de los colores de la tarde, aquéllos del otoño cuando es verano o aquéllos del invierno cuando dos galaxias, en los bordes del Universo, se encuentran y crean un agujero negro supermasivo. La palabra secreta alienta los dones de los hombres sin ser jamás pronunciada. Hay algo en ella de ancestral, de tiempo de caverna, de bajo que marca la pauta de un ritmo africano, de seda en la calma del gusano, de aire en los vientos australes, de rapsoda en los desiertos más solitarios.
Nunca sometida. Siempre libre. Siempre jocosa. Puerto. Casa. Refugio.
En la invocación libre. Cuando el quehacer de un hombre desrritualiza lo que en sí, realmente, no trasciende. Sobre la mar de los pensamientos libres. Agua clara. Fuego limpio. Aire envuelto en densidades. Tierra fértil. ¡Verde, verde, verde, verde! Madera en el bosque virgen.
Música sin elaboración. Musgo sin sol. Camino que se cierra y se abre a merced de un ritmo sin medida. Eléboro. Madreselva. Jipi-japa. Caftán. Soliloquio. Faro.
La palabra secreta no guarda ningún misterio.
Ni es ningún arcano.
Ni se somete a arquetipo alguno.
Ni es propiedad de los iniciados.
No es dominada por soberbios sacerdotes.
Ni casta alguna la atesora.
Ni viento la levanta, ni ola la cubre, ni fuego la quema, ni tierra la germina.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 02/07/2011 a las 10:51 | Comentarios {1}


Astronauta

Composición

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 30/06/2011 a las 18:20 | Comentarios {0}


Un folletín cibernético

Capítulo 1. DESPEDIDA y GUERRA


El teniente Alfred Coustom estaba en su apartamento, cerca del cuartel de los Ejércitos Aliados. El barrio donde vivía era de casas bajas con una mayoría de vietnamitas y laosianos. Tras un par de años viviendo allí se había acostumbrado a cocinar con boj y a pedir los alimentos en los idiomas de los tenderos. Desde niño había tenido buen oído para las lenguas y, sin quererlo, ese don marcó su vida. No ingresó en el ejército por propia voluntad sino que tras la crisis del Octubre Letón, cuando el planeta estuvo a punto de caer en el caos, fue buscado por el ejército de su país, Nueva Zelanda, para que creara una élite de lingüistas y expertos en idiomas y evitar de este modo que, en las conversaciones de paz que se iniciarían seis meses más tarde, no se volvieran a producir errores en la traslación de un idioma a otro los cuales habían sido la causa (quizá la excusa) de la crisis del Octubre Letón.
Hasta ese momento Alfred Coustom se dedicaba a la enseñanza del inglés en una escuela de Christchurch en la rica región de Canterbury. Era un joven algo esmirriado, con gafas de miope y por lo tanto con una mirada intensa de sus ojos verdes. Sus manos eran de una delicadeza femenina y su piel era blanca como el mármol blanco. Tenía un color de voz muy hermoso que evocaba, al escucharle, a los viejos trovadores que recorrieron Europa cuando, según dicen, el mundo era más inocente. Su timidez le dolía porque tenía un gran vigor -como todo joven por otra parte- sexual que él confundía con profundos e imposibles amores y así se le solía ver mohíno por las calles de Christchurch, las cuales, por cierto, frecuentaba poco. Por eso cuando llamaron a su puerta un par de oficiales del ejército newzelandés y le hicieron la oferta de un cambio de vida tan radical, en la cual, además, tendría un puesto de responsabilidad y un buen salario, no lo dudó y a los quince días se trasladó a la base de reclutamiento de los Ejércitos Aliados en Cádiz, España, y allí comenzó su instrucción militar para luego ser trasladado a Bruselas donde tenía su base el Cuerpo de Expertos en Idiomas del Mundo (el C.E.I.M.). Durante la conferencia de paz en la que los ejércitos del mundo decidieron aliarse por un periodo de cinco años, conoció a la capitana Julia Bulagua. Él se enamoró, claro, pensando que ese amor sería como todos: platónico. No fue así porque a la capitana le gustaban los tímidos y en una noche de invierno, en la rue de la Vierge Noire, en la habitación 323 de un hotel de 90 € la noche, el ya teniente Alfred Coustom perdió la virginidad y un poquito de su timidez. Por supuesto no se lo reconoció a Julia, de hecho, aún no se lo ha dicho. Y fue este primer amor (o encuentro sexual que nunca se sabe dónde se encuentra el límite) el que le llevó a alistarse, cumplida su misión en la Conferencia de Paz, en la unidad de la capitana Julia Bulagua perteneciente al IV Batallón Aeroespacial de los Ejércitos Aliados. Todo lo antedicho nos ha hecho falta para explicar que el teniente Alfred Coustom no era un soldado de vocación y que, ante la misión que les había esbozado su capitana, estaba sencillamente aterrorizado.
Todo tímido es en el fondo calculador y avaro de sí. Él había deducido que si todos los ejércitos del mundo se habían aliado, era imposible participar en batalla alguna y por eso le fue tan fácil aceptar formar parte de un cuerpo de élite donde se necesitaban sus conocimientos. Ahora, mientras esperaba la llegada de su amante, apenas podía mantenerse en pie. Pronto darían las cinco y ella llamaría a la puerta. La puntualidad de Julia era proverbial.

Narrativa

Tags : Velocidad de escape Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 29/06/2011 a las 18:22 | Comentarios {0}


AVISO: no es poesía


El pie izquierdo obrero
El derecho elegante como amante tísica
La oscuridad sin fondo

¡Bailad, bailad niños!

La pasarela de los ejercicios ( circa 1962-1970)
marcadas las huellas del pie izquierdo en verde
y en blanco las del derecho sobre un fondo negro.

¡Bailad, bailad niños!

El patio de la escuela
los suspensos en el cuaderno de notas
el miedo a los viernes

¡Bailad, bailad niños!

La soledad no era eso
una tarde frente a un libro
el reposo o la escayola

¡Bailad, bailad niños!

Cuánto me habéis dado piernas
asimétricas
¡os amo como a la torpeza del primer amar!

¡Bailad, bailad niños!

Mis musas
mis buscadoras de ideas
mis remos para el Otro Mundo

¡Bailad, bailad niños!

Piernas y pies míos
¡cuánto nos hemos caído!
Y seguimos vivos

¡Bailad, bailad niños!

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/06/2011 a las 17:40 | Comentarios {0}


Un folletín cibernético

Capítulo 1 DESPEDIDA y GUERRA


Julia le pidió a Olmo que la dejara a solas con su hija. Olmo se fue a dar una vuelta. En una hora regresaría.
Clara estaba despierta. Julia la colocó en su regazo, sacó su pecho y comenzó a darle de mamar. La niña tenía hambre. Fuera las nubes habían ido cubriendo el cielo y, a lo lejos, anuncio de la ira de los dioses, se escuchó un trueno. Julia se levantó de la mecedora y con cuidado, para no alterar la alimentación de Clara, abrió las ventanas y el aire, que ya llevaba en sí la humedad de la lluvia, le recordó a Julia el día en que nació Clara. Volvió a la mecedora y mientras su hija succionaba la leche y Julia le acariciaba con un solo dedo la frente, le habló:
- Clara, niña mía, esta es la última vez que te voy a alimentar. Me voy muy lejos. Quizá no vuelva nunca y quizá cuando vuelva, tú no estés. Si vuelvo y tú estás, te recordaré este día -lo recordaremos- y acabaremos diciéndonos, dentro de muchos años, "¡Qué días tan angustiosos!". Si no vuelvo quiero que sepas que te amo y si voy al encuentro del enemigo es por este amor que te tengo: quiero que sepas que tu padre y yo nos amábamos cuando te engendramos. Recuerdo la tarde en que su semilla prendió en mi tierra; recuerdo el calor que nos envolvía y los abrazos que nos regalamos. Éramos el uno para el otro y aventurábamos porvenires dichosos. Olmo es un buen hombre y te cuidará bien. Sé que te hablará de mí y lo hará con cariño. Créele en lo que te aconseje y acepta su debilidad como una condición de los hombres.
La tormenta se acercaba. Julia calló y se fijó en la mano del bebé la cual apretaba con una dulzura infinita su otro pecho. Era un movimiento rítmico, suave como un nocturno de Chopin. Con mimo, Julia separó la boca de la niña de su pezón y la colocó en el otro pecho; Clara abrió los ojos y pareció sonreír, luego los cerró y volvió a alimentarse de su madre.
- Me falta capacidad de olvido y de perdón; no sé dominar mi rencor y algo de orgullo -o de soberbia- anida en mí de forma enfermiza. Recuerda estas palabras, bebé, Clara mía, corazón de tu madre que se quedará contigo cuando me haya ido. Cuando me haya ido seré una muerta que sigue viva con la esperanza de renacer al verte de nuevo. Sólo entonces reviviré. No seas tan inflexible como yo, hija mía. Aprende de tu padre su flexibilidad de junco y de mí recuerda que el acero brilla y a veces es fuerte, sólo a veces. Ahora me tengo que ir. Estos nueve meses a tu lado han sido los más felices de mi vida. Crece sana y si me echas de menos, acude a tu padre y en última instancia a tu abuelo al que le he negado el derecho a verte. Ya ves, así soy dura, fría y, aunque parezca imposible, sentimental.
Clara terminó de mamar. Julia la abrazó. Colocó la cabeza de Clara por encima de su hombro y la ayudó a eructar. Poco después, ahíta, la niña se quedó dormida. Julia la tuvo en su regazo, sentada en la mecedora hasta que volvió Olmo. La tormenta caía entonces sobre la ciudad. Los truenos no despertaban a la niña que se encontraba segura al abrigo de su madre. Julia se levantó y la dejó en la cuna. Olmo las observaba. Julia se giró, se acercó a Olmo y le abrazó. Fue un abrazo largo y lluvioso. Julia le dijo a Olmo:
- Perdóname.
Olmo la apretó contra sí y le contestó:
- Vuelve.

Narrativa

Tags : Velocidad de escape Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/06/2011 a las 11:41 | Comentarios {0}


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