Audiolibros y Mundo Sonoro Dom & Loy (si haces un click en el texto resaltado en verde accederás de inmediato a la web de la editorial) publicamos Bola de Sebo la novela que Guy de Maupassant publicó en 1880 y que le lanzó directo a la fama y a la riqueza.
Bola de Sebo narra la historia de unos viajeros en una diligencia. También narra la situación de Normandía durante la ocupación prusiana del año 1870, en una de las muchas guerras que Francia y la actual Alemania han mantenido a lo largo de su historia. Bola de Sebo narra la codicia del ser humano y también la lealtad. Y también el deseo vehemente que por el cuerpo de una mujer han tenido siempre los hombres.
Guy de Maupassant, discípulo de Flaubert, con un estilo directo, casi seco, y frío, como el paisaje que nos describe, abre en canal a la sociedad francesa de su tiempo y muestra las miserias de lo que en realidad no es patrimonio exclusivo de los franceses sino de la humanidad entera: la codicia y la indiferencia ante el sacrificio de un ser humano por conseguir nuestros propios fines. Sólo que en mitad de tanta hipocresía, surge carnal, deliciosa y honrada la figura de Bola de Sebo, una puta más decente que todas las señoras, monjas, caballeros y revolucionarios de medio pelo que la empujan al abismo y luego la abandonan.
Bola de Sebo narra la historia de unos viajeros en una diligencia. También narra la situación de Normandía durante la ocupación prusiana del año 1870, en una de las muchas guerras que Francia y la actual Alemania han mantenido a lo largo de su historia. Bola de Sebo narra la codicia del ser humano y también la lealtad. Y también el deseo vehemente que por el cuerpo de una mujer han tenido siempre los hombres.
Guy de Maupassant, discípulo de Flaubert, con un estilo directo, casi seco, y frío, como el paisaje que nos describe, abre en canal a la sociedad francesa de su tiempo y muestra las miserias de lo que en realidad no es patrimonio exclusivo de los franceses sino de la humanidad entera: la codicia y la indiferencia ante el sacrificio de un ser humano por conseguir nuestros propios fines. Sólo que en mitad de tanta hipocresía, surge carnal, deliciosa y honrada la figura de Bola de Sebo, una puta más decente que todas las señoras, monjas, caballeros y revolucionarios de medio pelo que la empujan al abismo y luego la abandonan.
Volveré mañana, querida, hoy, hoy la palabra se ha vuelto esquiva. No sabes cómo me hubiera gustado abrir la boca y modular como siempre la letra O. La boca, querida, se ha quedado helada como las tierras de Kelvala en las largas noches del Norte.
Volveré mañana y cual bardo viejo y sabio entonaré loas a la belleza y descripción de pájaros y espaldas; miraré de frente la luz del sol que acaricia faúnica la duna y cantaré los undosos versos de una diosa que cayó al mar desde el cielo y se dejó mecer por las olas durante milenios.
Volveré, sí, porque siempre vuelvo. Me acogeré para mi ausencia de hoy al concepto de sombra. Sombra la palabra que se asombra de mi semblante sombrío. Sombra la longitud de mi dicha. Sombra Casiopea y sombra Cassandra y sombra Pandora y sombra Escarlata. Y aún así, en los fríos de esta tumba, arañando con mis uñas largas la tierra que me ahoga, volveré mañana afeitado y limpio, con la arrogancia del que sabe que le late el corazón.
Volveré mañana y cual bardo viejo y sabio entonaré loas a la belleza y descripción de pájaros y espaldas; miraré de frente la luz del sol que acaricia faúnica la duna y cantaré los undosos versos de una diosa que cayó al mar desde el cielo y se dejó mecer por las olas durante milenios.
Volveré, sí, porque siempre vuelvo. Me acogeré para mi ausencia de hoy al concepto de sombra. Sombra la palabra que se asombra de mi semblante sombrío. Sombra la longitud de mi dicha. Sombra Casiopea y sombra Cassandra y sombra Pandora y sombra Escarlata. Y aún así, en los fríos de esta tumba, arañando con mis uñas largas la tierra que me ahoga, volveré mañana afeitado y limpio, con la arrogancia del que sabe que le late el corazón.
Busco el encuentro entre dos palabras (o los conceptos que encierran) como otro busca entre la basura un zapato del pie izquierdo.
¿A qué ese afán?
También busco en los sonidos la sensación de que la vida existe más allá de la imagen.
Me aturde la distancia entre lo que creo saber y lo que creo no saber.
Me aturde el concepto mismo de saber.
No acabo de entender el placer que puedo llegar a sentir si se me llama desde lejos cuando yo paseaba por una avenida en una ciudad extranjera y las nubes se estaban volviendo caprichosas.
¿Por qué esa sonrisa eleva? ¿Por qué ese ceño fruncido tiene el color de la mora madura?
La tensión en las calles principales.
Las bocinas que suenan con rabia. La prisa. La prisa. La prisa.
El auditorio de madera en un edificio todo vacío. Nada es más desolador que una Casa de Correos con los mostradores vacíos y la ausencia del sonido del tampón del matasellos. Aunque corriera un niño por su suelo de mármol. O aunque llorara un niña porque el globo que tenía se elevó sin permiso. El vacío de la Casa de Correos produce ecos como es el planto a la vida.
Ahora el agua. La mañana de octubre presa en sus humos de septiembre. La tardanza en la comida. El gesto de la camarera.
Quo vadis?
¿A qué ese afán?
También busco en los sonidos la sensación de que la vida existe más allá de la imagen.
Me aturde la distancia entre lo que creo saber y lo que creo no saber.
Me aturde el concepto mismo de saber.
No acabo de entender el placer que puedo llegar a sentir si se me llama desde lejos cuando yo paseaba por una avenida en una ciudad extranjera y las nubes se estaban volviendo caprichosas.
¿Por qué esa sonrisa eleva? ¿Por qué ese ceño fruncido tiene el color de la mora madura?
La tensión en las calles principales.
Las bocinas que suenan con rabia. La prisa. La prisa. La prisa.
El auditorio de madera en un edificio todo vacío. Nada es más desolador que una Casa de Correos con los mostradores vacíos y la ausencia del sonido del tampón del matasellos. Aunque corriera un niño por su suelo de mármol. O aunque llorara un niña porque el globo que tenía se elevó sin permiso. El vacío de la Casa de Correos produce ecos como es el planto a la vida.
Ahora el agua. La mañana de octubre presa en sus humos de septiembre. La tardanza en la comida. El gesto de la camarera.
Quo vadis?
Existe una forma de narrar que tiene en común con la vida la aleatoriedad...
Un día sentí, cuando acababa de cumplir los seis meses, que dios me dejaba de soñar...
Ha surgido en mi vida la risa y la cercanía y el gozo con L. y quiero agradecérselo a A. y a R. (bueno y también a Ólafur Arnalds)...
V. y yo hacemos el ganso en la cocina...
Ahora que la tarde del domingo va hacia la noche...
Las gafas descansan donde deben descansar y han recogido de las aguas un cadáver más...
Y llegará el día... sí, llegará el día...
Echo de menos a Julia porque escribo a Helga...
Cuando dios te deja de soñar, nace la obligación de construir el mundo y en esa construcción todo se convierte en representación. Hasta el mismo dios, silente, es sólo forma...
Soy parte de la voluntad de ser... (una voluntad que tampoco me sueña y se empeña en mantenerme en la vida)...
La lámpara, la taza, la pluma, el boudoir, la estantería, el mechero y un dedal...
Un día sentí, cuando acababa de cumplir los seis meses, que dios me dejaba de soñar...
Ha surgido en mi vida la risa y la cercanía y el gozo con L. y quiero agradecérselo a A. y a R. (bueno y también a Ólafur Arnalds)...
V. y yo hacemos el ganso en la cocina...
Ahora que la tarde del domingo va hacia la noche...
Las gafas descansan donde deben descansar y han recogido de las aguas un cadáver más...
Y llegará el día... sí, llegará el día...
Echo de menos a Julia porque escribo a Helga...
Cuando dios te deja de soñar, nace la obligación de construir el mundo y en esa construcción todo se convierte en representación. Hasta el mismo dios, silente, es sólo forma...
Soy parte de la voluntad de ser... (una voluntad que tampoco me sueña y se empeña en mantenerme en la vida)...
La lámpara, la taza, la pluma, el boudoir, la estantería, el mechero y un dedal...
En Lampedusa los inmigrantes ahogados. El negocio de los inmigrantes desde el que vende la plaza en la barca hasta el que cuenta la noticia en los medios de comunicación. Y los llantos de la ministra de integración en Italia, Cecile Kyenge, que no podía por menos que ser mujer, negra y de ascendecia congoleña. ¡Ah, y también Ángels Barceló que tenía que estar allí para ver cómo sacan a los cadáveres del mar y contárnoslo luego con voz compungida y serena, eso sí, muy profesional, en la cadena SER! Y los marineros de Lampedusa que se muestran ofendidos por no sé qué cuestión de honras y salvamentos y la ley italiana que prohibe a los barcos ayudar a los inmigrantes y Durao Barroso que va a ir allí mañana para hacerse la foto. Y en el fondo del mar matarile rile rile, los peces comiéndose las carnes de los negros; los peces que se comen primero los pechos de las mujeres negras y los testículos de los hombres negros...
Echo de menos a Julia...
Echo de menos a Julia...
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Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/10/2013 a las 10:03 | {0}