Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri

El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.


12 Me acuerdo

223
Me acuerdo del disco Abraxas de Santana.

224
Me acuerdo de los guateques en casa de Manolo. La sensación de sudor, de pieles brillantes. A los quince años. 

225
Me acuerdo de ir en la moto con Luis la noche del 28 de octubre de 1982. Levantamos el puño izquierdo por las calles de un Madrid entusiasmado.

226
Me acuerdo del mes de abril de 1977.  Hay un momento en uno de los días de Semana Santa en el que estoy sentado en la parada del autobús 51, en la cabecera, que la tenía en la Plaza del Perú. Pasa un Simca 1000 con la bandera del Partido Comunista flameando por la ventanilla. Los saludo y levanto mi puño derecho. El Partido acaba de ser legalizado.

227
Me acuerdo de la tarde en la que estaba destrozado por una muchacha de Gandía que no me quería y Julia, al verme, exclamó, ¡Menudo Don Juan de vía estrecha estás hecho! No tenía más de catorce años.

228
Me acuerdo de las grabaciones que le hago a Julia en las que me narra su vida. Ella está cocinando en la cocina de la casa de mis padres y mientras trajina, me cuenta.

229
Me acuerdo del cuaderno de notas del colegio de curas.

230
Me acuerdo de la excursión que hacía el Colegio a la Basílica del Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles el día del Hermano Policarpo que fue el fundador del Colegio a finales del siglo XIX.

231
Me acuerdo de la letra del himno del Colegio. Empezaba: Madrid corazón de España/ con una inquietud de amor/ renueva nuestra esperanza/ el Sagrado Corazón.

232
Me acuerdo de tres tipos que aparecen una mañana en el parque de Berlín con los abrigos de piel de Marujita Díaz por encima. Ocultas bajo los abrigos, asoman dos metralletas. Vienen de asaltar la casa de la folclórica.

233
 Me acuerdo de las timbas de póker en la casa de mis padres. Antonio juega bien, suele ganar. No debe haber cumplido los dieciocho años.

234
Me acuerdo de la partida de póker que jugaba mi madre todos los domingos por la tarde durante más de veinte años en casa de los Funes o los Torres Quevedo.

235
Me acuerdo de la repugnancia que me produce la tía María Cristina, hermana de mi madre.

236
Me acuerdo de una vuelta de vacaciones con mi tía Miki y mi tío José Luis. El tío José Luis no se da cuenta de la inclinación de una rasante y salimos volando en el coche.

237
Me acuerdo de las primeras tardes con Sina. Estamos en el cuarto de los niños, tumbados en mi cama. Julia, antes de entrar y supongo que sabiendo lo que estamos haciendo (darnos besos y acariciarnos), llama a la puerta.

238
Me acuerdo de Dicenta, la criada de mi tía María Cristina.

239
Me acuerdo del laboratorio de bicarbonato Torres Muñoz. Era de mis tíos. Estaba entre Pinto y Valdemoro.

240
Me acuerdo de la criada de mi tía Miki. Tira de una vagoneta en la nave del laboratorio. Es muy joven. Subidos en la vagoneta van los primos, primas, hermanos. Yo bajo (o no estoy subido). Giro una maroma sobre mi cabeza y cuando veo la vagoneta cerca la lanzo con la intención de que las ruedas de la vagoneta pasen por encima de la cuerda. Antes de que eso ocurra, la cuerda le da, como si fuera un látigo, en un ojo a la criada. Pega un grito. Vienen corriendo nuestros padres. Atienden a la criada, que llora y tiene el ojo muy enrojecido. Mi tío Carlos me dice, Como la hayas dejado tuerta o te casas con ella o le pones un kiosko. Lloro porque ni me quiero casar con ella ni tengo dinero para ponerle un kiosko. Debo de tener unos nueve años.

241
Me acuerdo de mi primera paja. Estoy dándome un baño. El placer es tal que no puedo terminar, me habría muerto.

242
Me acuerdo de la tarde en la que Juan, mi maestro, me enseñó el juego de lo teatral.

243
Me acuerdo de las mañanas en la Hemeroteca Municipal de Madrid en el antiguo cuartel del Conde Duque. Allí me documentaba para luego escribir los guiones de mi primer programa de radio, Sinalámbrico, se llamaba. Corría el año 1984. El programa recreaba los inicios de la radio en España mediante un tratamiento teatral de las noticias de la época. Junto a los actores y los técnicos hicimos un programa decente. En Onda Madrid cuando la emisora estaba en la calle García de Paredes, en el barrio de Chamberí.

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Memorias

Tags : Recuerdos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 12/03/2021 a las 22:13 | Comentarios {0}


A L.



Tus ojos verdes me llagan,
heridas tus ojos verdes;
tus ojos verdes alhajas,
milagros tus ojos verdes.
 

Poesía

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 09/03/2021 a las 21:36 | Comentarios {0}


El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.


Pinball Zoo
Pinball Zoo
209
Me acuerdo de lo mucho que el vinagre calma el dolor producido por las quemaduras del sol. Me lo aplica mi madre en los días de verano, en la infancia.

210
Me acuerdo de girarme en una cama y no saber, en absoluto, qué cama es, en qué cuarto estoy, qué etapa del día es, qué calle, qué barrio, qué ciudad...

211
Me acuerdo del bajo de la calle San Nicolás. Es una casa que me deja Imanol. Es la casa a la que me mudo tras estar una temporada en el atelier de César.

212
Imanol no es amigo mío. Lo conoce César del ajedrez. Ha jugado alguna vez con él. Es farmacéutico. Es vasco. Se vuelve a su pueblo. Me deja la casa mientras la vende. Imanol es un buen hombre. Es un acto de generosidad.

213
¡Qué oscuro el bajo! Sólo tiene dos ventanas a un interior que no se puede llamar patio. La bajante principal ocupa casi el cien por cien de ese espacio. ¡Qué húmedo el bajo! ¡Qué estupendo el barrio de la calle San Nicolás! En pleno barrio de los Austrias de la ciudad de Madrid. Calle del siglo XVI. Iglesia de San Nicolás.

214
Me acuerdo de un bar al que iba algunos días al caer la tarde. Había un pinball que me gustaba (o quizás era ya un video juego primitivo cuyos nombres nunca recuerdo). Creo que estaba en la plaza de Ramales.

215
Me acuerdo del bocadillos de pimiento y tortilla de patatas que me tomaba. Cenaba muchas noches un bocadillo del bar del pinball/video juego primitivo. Normalmente un bocadillo de lomo con pimientos verdes; a veces era de lomo frito con queso fundido; siempre le pido que me lo haga con pan tomaca. Cerca de la calle San Nicolás. Cuando tenía veinticinco años.

216
Me acuerdo de una escena muy extraña. Estoy en casa de Susana. Ambos hacemos un taller de teatro con Pierre Debauche que es, en ese momento, años 80 del siglo pasado, director del Centro Dramático de Reims. Susana y yo estamos preparando la primera escena de Esperando a Godot. Yo estoy haciendo un curso de actor porque quiero, como escritor, conocer su oficio. La ventana del salón está abierta a la calle Campomanes. Justo en la casa frontera, en el mismo piso, se encuentra la casa de su novio José Andrés. Él está escribiendo. Nosotros estamos ensayando. Susana lee la escena, tumbada en un sofá; está vestida con una camiseta vieja, con medias negras y bragas claras. Yo estoy en el extremo del sofá. El sofá está frente a la ventana. Y la ventana está frente a la ventana de su novio al otro lado de la calle. Susana me pone las piernas encima, coloca unos sus pies entre mis muslos, muy cerca de mi sexo. Confuso pienso si será un juego erótico entre ellos. Me quedo quieto.

217
Me acuerdo de la librería de viejo de Julián. La tardes de porros y ajedrez y buenos libros a precios tirados.

218
Me acuerdo de una fiesta terrible en El Molar. En casa de Pepito.

219
Me acuerdo de los madrugones a las cuatro de la mañana. En la calle Calatrava. Vivimos María, Andrés y yo. Un taxi me espera. He de estar a las cinco en Prado del Rey, en La Casa de la Radio, para presentar el programa despertador de Radio 3, La Calle del Ritmo. 1989-1990.

220
Me acuerdo de una Nochebuena en el Rastrojillo, una finca a las afueras de Palencia. Salgo para hacer un pis bajo el cielo raso y nunca, nunca he sentido frío semejante. 

221
Me acuerdo de decir una de las frases más estúpidas que he pronunciado en mi vida en Las Merindades de Burgos. Fue una Nochevieja. Estábamos cenando Ester, su pareja Balín, Pedro, Pilar, Elena y yo. En casa de Ester y Balín. En mi exaltación exclamo, ¡Elena me quiere a morir! Recuerdo que la primera sorprendida fue ella. Los demás disimulan su vergüenza ajena. Por supuesto: No me quiso a morir... y así tenía que ser.

222
Me acuerdo que es tal la humedad del bajo de la calle San Nicolás que tras varios meses descubro que por las mañanas me duele tanto la espalda porque al tener el colchón de gomaespuma directamente sobre el suelo del dormitorio, condensa la humedad y un día, al levantarlo, descubro un charco de agua bajo él.

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Memorias

Tags : Recuerdos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 09/03/2021 a las 17:13 | Comentarios {0}


El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.


Mujer tumbada. Gustav Klimmt. 1912
Mujer tumbada. Gustav Klimmt. 1912

186
Me acuerdo de despertar a mitad de la noche con la sensación de que alguien me observa y descubrir, aterrorizado, cómo en el techo hay una trampilla semiabierta -que yo no conocía- desde donde alguien, en efecto, me observa.

187
Me acuerdo de follar con Isabel en el taller de César en la calle Amor de Dios impregnados del olor a aguarrás, blanco de España, cola de conejo y óleo.

188
Me acuerdo de unos cuadernillos de hojas satinadas en los que escribí algunos de mis mejores poemas.

189
Me acuerdo de: ¡Viento, viento del norte/ arrecia en las antenas parabólicas!

190
Me acuerdo de lo divertido que era follar entre pinturas. Es en una época en la que me he quedado sin casa y César me acoge en su taller. La habitación que me deja es el almacén de sus cuadros. Por eso Isabel y yo follamos entre pinturas y la habitación al terminar tiene un aroma que mezcla el sexo y el arte.

191
Me acuerdo de la casa de comidas La Sanabresa y lo ricas que hacían las berenjenas rebozadas.

192
Me acuerdo que en la misma calle, en la misma acera, en el portal contiguo al taller de César, había una escuela de flamenco. ¡Qué flamencas las flamencas en el bar de la esquina, a eso de las seis de la tarde, cuando César y yo bajábamos para tomarnos un café y las bailarinas hacían su receso! ¡Qué gitanos los gitanos! ¡Qué payos los payos! ¡Cuántos andares de pata! ¡Cómo las palmas de repente! ¡Cómo una guitarra de repente!

193
Me acuerdo de la amargura de un hombre sin mandíbula inferior.

194
Me acuerdo de Isabel en una casa que me habían dejado en la Calle de los Artistas, por Bravo Murillo. Es una mañana. Yo estoy escribiendo. Ella duerme en la habitación de al lado. La puerta del dormitorio comunica con la estancia donde yo escribo. En el dormitorio la luz entra por el lado izquierdo. Ella está desarropada, duerme de lado, está desnuda. Sobre su coño se posa la luz del sol.

195
Me acuerdo del accidente aéreo de Sondica.

196
Me acuerdo de llegar a una pensión en Cudillero. Estoy en la veintena. He tenido la suerte de vender unas pulseras que fabricaba con remaches y caucho (semipunkies) en una tienda de Gijón. Las he vendido todas. Con lo ganado podré vivir unos días. Me acuerdo de la pensión en Cudillero, casi en el puerto. Me duele la espalda-siempre me dolía la espalda-. Le pido a la dueña de la pensión una aspirina. Me dice con su precioso acento asturiano, Le voy a dar una aspirina fersvecente pero tenga cuidado al tomarla porque fersvecen.

197
Me acuerdo de la dueña de una taberna de Cudillero (la más cercana a la rada, a la derecha mirando de frente el mar). Era una mujer madura. Todos los días que estuve allí fui a su taberna. Cada vez que la miraba más me parecía que aquella mujer no podía ser tabernera, aquella mujer tenía que haber sido como mínimo Camille Claudel.

198
Me acuerdo del calor aplastante en los veranos que viví en la calle de Hermosilla. Hace tanto calor que a veces me saco el colchón a la azotea y duermo allí.

199
Me acuerdo de un ron blanco en la dominicana.

200
Me acuerdo de que Isabel se parecía a Elisabeth Taylor.

201
Me acuerdo de estar bailando con una mujer tan bruta que de repente me soltó mientras girábamos y acabé por los suelos, deslizándome hasta el otro lado de la pista.

202
Me acuerdo de una cena en Bagur. Fernando se ha ligado a una muchacha llamada Raquel. Yo le digo, No te preocupes, cena con ella y ya nos vemos luego. Fernando me dice, De eso nada, cenamos los tres. Cuando llega Raquel y se sienta le comenta a Fernando, ¿Qué pasa, que tienes que venir con carabina? y Fernando le responde, La carabina eres tú. La cena fue magnífica.

203
Me acuerdo del restaurante casa Anita en Cadaqués. Pocas veces he comido mejor, he bebido mejor y me he reído más.

204
Me acuerdo de ver a Cuqui tras muchos años sin saber de ella. No me reconoció. Iba por la calle con un niño en un carrito. Había adelgazado. Estaba pálida y con la mirada vítrea. Luego supe que estaba enferma, muy, muy enferma.

205
Me acuerdo del abrigo gris de Julia, mi tata.

206
Me acuerdo de mi padre saliendo del cuarto de baño tras darse su ducha de agua fría y gritando, ¡Un hombre en pelota!

207
Me acuerdo de Isidra, la modista que iba a trabajar una vez por semana a la casa de mis padres. Era, según expresión de mi tío Carlos, una real hembra. Mi padre entró en pelotas un día en la habitación donde cosía. Isidra se despidió.

208
Me acuerdo de mi padre colocando con todo el mimo del mundo el disco La Quinta sinfonía de Beethoven, editada por la Deutsche Gramophon, interpretada por la Filarmónica de Berlin bajo la dirección de Herbert von Karajan en el plato del tocadiscos. 

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Memorias

Tags : Recuerdos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 05/03/2021 a las 18:03 | Comentarios {0}


El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.


Cartel de Propaganda de la URSS
Cartel de Propaganda de la URSS

164
Me acuerdo de los pupitres de colores en la clase de párvulos. Al pasar a preparatorio desaparecía el color de los pupitres.

165
Párvulos, Preparatorio, Elemental, Ingreso, 1º de Bachillerato, 2º de Bachillerato, 3º de Bachillerato, 4º de Bachillerato, 5º de Bachillerato, 6º de Bachillerato, C.O.U. (Curso de Orientación Universitaria), Ingreso en la Universidad.

166
Me acuerdo de un domingo feliz por la mañana. Los cuatro hermanos jugamos con mi padre en la cama de matrimonio mientras mi madre prepara unas tostadas con mantequilla y tortillas francesas. A ella se la ve radiante.

167
Me acuerdo de Janis Ian y su canción At seventeen.

168
Me acuerdo de Chicago y su canción If you leave me now.

169
Me acuerdo de Serge Gainsbourg y Jane Birkin cantando Je t'aime, moi non plus.

170
Me acuerdo de mi madre cantando las canciones de María Dolores Pradera.

171
Me acuerdo de estar la pandilla en la sala de la casa de Andrés escuchando en su viejo tocadiscos a Silvio Rodríguez.

172
Me acuerdo del dulzor de la bebida morada Parfait d'amour.

173
Me quedan unos cientos de kilómetros para llegar a Paris. Llevo tres días haciendo dedo. Vengo desde Madrid. Mi única distracción en las largas horas de espera es tocar una armónica. Se detiene un coche. Es un hombre alemán que me dice en un francés fuerte que va a hacia Paris. ¡Por fin! pienso. Sólo hay un pero: me cuenta el hombre que él a las siete en punto de la tarde, esté donde esté deja de conducir. Como mucho busca un sitio donde apartarse de la carretera. Me dice que si antes de esa hora hemos llegado estupendo y que si no me puedo quedar a dormir en el coche o seguir mi camino. Me invita a comer. Se alegra de que yo esté aprendiendo alemán. Hablamos un poco en su idioma. Aquella tarde, antes de las siete, llegamos a Paris. Me deja en la Porte d'Italie.

174
Me acuerdo de la buhardilla que alquilé en una pensión de la Rue Gay Lussac.

175
Me acuerdo que en aquel primer viaje a Paris anduve por la ciudad con una zapatilla deportiva en el pie derecho y un mocasín en el pie izquierdo.

176
Me acuerdo de Naya, al principio de ser amantes. Ella era actriz. Yo era escritor (seguimos siéndolo). Interpretábamos papeles. Por ejemplo ella hacía de alumna que venía a mi casa para recibir lecciones. Yo era el profesor que la deseaba con pasión. Vivimos juntos dos años en su casa de la calle Canillas en el barrio de la Prospe, en Madrid.

177
Me acuerdo de un día que fuimos a comer con los padres de Naya. Naya se llama así porque ha nacido en Moscú. Sus padres fueron exiliados de la Guerra Civil española. Tomás, su padre, fue estajanovista; un hombre que se vestía por los pies. Comunista aguerrido que luchó con los soviets contra la Whermacht de Hitler. Nadiesda quiere decir en castellano Esperanza -Naya es el diminutivo cariñoso-. Imagino que le pusieron ese nombre porque deseaban que su hija viese el triunfo de la Revolución. Pues bien, en aquella cena, -creo que ellos tenían su casa en la calle Conde Peñalver- Tomás me dice una de las frases que más me han hecho recapacitar a lo largo de toda mi vida. Tomás me dice, Fernando, un hombre empieza a ser hombre cuando aprende a decir no.

178
Tomás era un hombre bueno. Siento no recordar cómo se llamaba su mujer pero también la recuerdo como una mujer buena.

179
Me acuerdo de un caballo de cartón que me regaló mi tía Isabel -la hermana de mi padre, no la amante de mi tío Carlos-. Era tan grande como un poney y Julia me llevaba montado en él tirando de las bridas por el pasillo de casa.

180
Me acuerdo del olor de un dormitorio tras haber amado mucho.

181
Me acuerdo de la historia que contaban de mi tío Carlos. Una historia de antes de la Guerra. Contaban que entró a caballo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en busca de uno que le había birlado una novia.

182
Me acuerdo del campamento indio de Lola en Trebaluger. Allí conocí a Arnau y también a un artesano de máscaras venecianas de cuyo nombre no logro acordarme.

183
Me acuerdo de una tarde en el gimnasio de recuperación del doctor Quintana. Tengo siete años. Estoy con las dos piernas dentro de la pileta. No sé cómo me escurro y caigo dentro de ella. Empapo los calzoncillos. Paquita, la enfermera, me saca. Me quita los calzoncillos delante de todos los niños y niñas y me pone unas bragas rojas. Me dice, Así aprenderás. Los niños y las niñas se ríen de verme en bragas. A mí me llama la atención. No me atrevo a escribir con rotundidad que me excita pero es un sentimiento muy cercano a la excitación.

184
Me acuerdo del dolor cuando había que dar los primeros pasos en la pasarela tras una operación.

185
Me acuerdo de tía Mari -no era mi tía, era la tía de una íntima amiga de mi madre- que dejó de coger trenes cuando una vidente le dijo que moriría en uno. La tía Mari murió en el sofá de su casa mientras veía pasar un tren por la televisión. Eso me contó mi madre.

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Memorias

Tags : Recuerdos Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 01/03/2021 a las 18:17 | Comentarios {0}


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