Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Terrorismo: Método de lucha política basado en el terror (Diccionario del español actual. Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos)

Terrorismo: Uso de la violencia, particularmente comisión de atentados, como instrumento político. (Diccionario de uso del español. María Moliner)

Política: II f 5 Actividad relativa al gobierno de la sociedad. (Diccionario del español actual. Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos)

¿Qué ha ocurrido en Oslo? La actuación de Anders Behring Breivik ¿se puede calificar de acto terrorista? Basado en las definiciones dadas, yo diría que no. Lo que ha hecho este asesino es asesinar (los motivos de los asesinos, por decirlo de alguna forma, forman parte de la instrucción del Sumario. No son el sumario en sí. No son el hecho en sí. En ocasiones, son atenuantes y en otras gravan la pena).
Tenemos, en Europa, un terrible sentimiento de culpa. De culpa antigua. Que a saber de dónde vendrá. Por lo que leo, tan sólo por las informaciones, yo aplicaría a este hombre los calificativos de perturbado, de criminal. Porque en su acto -solitario- no existe una relación con la actividad relativa al gobierno de la sociedad (política) sino un decisión de asesinar por cuestiones que -puedo equivocarme- son muy distintas de un mero enfoque político.
¿Qué siginifica asesinar la juventud?
¿Qué significa vestirse de orden? Iba disfrazado de policía.
No me parece saludable, ni alentador, que la masacre de un loco se tiña de política, de ataque a un sistema de vida; no me parece justo que sintamos miedo de vivir como vivimos. La sociedad occidental, muy lejos aún de los ideales democráticos, parece querer seguir esa vía y no será calificando como terrorismo cualquier acto de barbarie ejecutado por un hombre -es decir, como método de lucha política basado en el terror y por lo tanto con apoyo de un grupo porque es consustancial a la lucha política la existencia de una organización de personas- como podremos avanzar en nuestras justas aspiraciones. Creo que la democracia es la más justa de las aspiraciones de una sociedad.
En nuestro español más castizo diríamos que este hombre es un hijo de puta -con mis disculpas para las mujeres que ejercen tan digna profesión-. Tiempo habrá para que destapen el tarro de las esencias psicólogos, criminalistas y gentes que gusten de opinar.
A mí me da por pensar últimamente que la maldad se engendra en la ausencia de afectos y que ese hombre no pudo resistirse a la belleza de un grupo de jóvenes, en una isla hermosa, soñando y hablando su futuro, llenos de esperanza -que es condición humana- mientras él, en una granja, se retorcía las tripas con argumentos que, en vez de calmarle, le apretaban y supuraban su odio. Un odio que él tenía que resolver odiando y siendo, ahora sí, -justamente- odiado.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/07/2011 a las 11:10 | Comentarios {0}


Relato entresacado de la conferencia impartida por Roberto Juarroz titulada Poesía y Realidad, editada por Pre-textos/poética.

Jasud, en hebreo, quiere decir piadoso


Cuando el gran rabino Israel Baal Shem-Tov creía que se tramaba una desgracia contra el pueblo judío, tenía por costumbre ir a concentrar su espíritu en cierto lugar del bosque; allí encendía un fuego, recitaba cierta plegaria y el milagro se cumplía: la desgracia quedaba rechazada. Más adelante, cuando su discípulo, el célebre Maguid de Mezeritsch tenía que implorar al cielo por las mismas razones, acudía a aquel mismo lugar del bosque y decía: "Señor del Universo, préstame oído. No sé cómo encender el fuego, pero todavía soy capaz de recitar la plegaria". Y el milagro se cumplía. Más adelante, el rabino Moshe-Leib de Sassov, para salvar a su pueblo, iba también la bosque y decía: "No sé cómo encender el fuego, no conozco la plegaria, pero puedo situarme en el lugar propicio y esto debería ser suficiente". Y esto era suficiente: también, entonces, el milagro se cumplía. Después, le tocó el turno al rabino Israel de Rizsin de apartar la amenaza. Sentado en su sillón, se tomaba la cabeza entre las manos y hablaba así a Dios: "Soy incapaz de encender el fuego, no conozco la plegaria, ni siquiera puedo encontrar el lugar en el bosque. Todo lo que sé hacer es contar esta historia. Esto debería bastar". Y esto bastaba. Dios creo al hombre porque le gustan las historias.

Ensayo

Tags : Sobre las creencias Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/07/2011 a las 18:50 | Comentarios {0}


Extracto de la carta escrita por C. G. Jung a la edad de setenta años a la señora Frobe que se sentía atrapada en el conflicto entre su profesión y su familia


Querida señora Frobe
Querida señora Frobe:

... No hay solución, sólo cabe tener paciencia con los opuestos, que provienen al fin y al cabo de su propia naturaleza. Usted misma es un conflicto que se enfurece en y contra sí misma, a fin de fundir en el fuego del sufrimiento sus substancias incompatibles, lo masculino y lo femenino, y crear así esa forma fija e inalterable que es la meta de la vida. Todo el mundo pasa por ese trance, consciente o inconscientemente, voluntariamente o por la fuerza. Estamos crucificados entre los opuestos y librados al tormento hasta que tome forma el tercero que concilia. No dude de que los dos lados que alberga en su interior merecen la pena y deje que lo que vaya a suceder suceda, sea lo que sea. El conflicto, en apariencia insoportable, es la demostración del valor de su vida. Una vida sin contradicción interior sólo es media vida o una vida en el Más Allá, destinada exclusivamente a los ángeles. Pero Dios ama más a los seres humanos que a los ángeles.

Mi más cordial saludo,
C. G. Jung

Invitados

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/07/2011 a las 12:12 | Comentarios {0}


Desde la octava hasta la decimosexta hora
El uniforme de La Hamburguesa Feliz se compone de unos zuecos blancos, pantalón blanco de marinero, camisa blanca de manga corta, delantal de hule con fondo azul y dibujo de una hamburguesa en marrón y rojo y gorra azul. Al principio sentía pudor al ponérmelo; me entraban ganas de mascar chicle y hablar en tejano. Nunca me gustó, además, dejar mis brazos desnudos. Me recordaba a la vergüenza que sentía el bueno de Andreas Kartak cuando buscaba, por las callejuelas de un Paris de los años 30, a Santa Teresita de Lisieux para devolverle una deuda -200 francos- que había contraído no sabía cuándo. La vergüenza. Alguien dijo: Nunca te avergüences de un trabajo honrado. Yo siento vergüenza de mis brazos desnudos.
En la undécima hora ha pasado algo que a mí me ha sorprendido. Soy un hombre de cincuenta y seis años aunque es cierto que mi sufrimiento, lo amargo de mi existencia, mi alejamiento del contacto humano, me hacen parecer más joven, mucho más joven (lo que realmente envejece es la tranquilidad). A esa hora, digo, ha entrado en La Hamburguesa Feliz una madre con dos hijas. Las niñas tendrían doce años y parecían mellizas. Venían excitadas de ver una película, Amanecer, si no me equivoco y a la madre le ha sido difícil hacer que se concentraran un instante para que le dijeran qué querían merendar. Una vez conseguido las niñas se han ido a una mesa y frente a mí se ha quedado ella. Es una mujer de unos cuarenta y cinco años con el pelo negro azabache y unos inmensos ojos verdes, un verde oscuro de helecho; sus manos son finas; su cuerpo es menudo; su voz es dulce. En ese momento había pocos clientes. He pedido su merienda y ha habido un instante en que, hasta que llegaban los menús preparados por el coreano, no he tenido nada que hacer. No me he atrevido a quedarme frente a ella, ni he querido pasar una balleta o hacer cualquier otra cosa porque lo que realmente deseaba era sentir la presencia de esa mujer y sentir al mismo tiempo que ella también deseaba la mía. Entonces he escuchado que ella me decía:
- Perdone que le diga pero es usted el vivo retrato de un personaje de ficción.
- ¿Yo?
- Sí, usted, llevo buscándole un cuerpo desde hace un mes y... y es usted.
- ¿Y qué personaje es?
- Bueno, no lo conocerá usted. Se llama Andreas Kartak.
- Y ¿por qué le busca un cuerpo? Si le puedo preguntar.
- Sí, es que estoy haciendo una adaptación al teatro, el personaje es de una novela y... bueno me ha sorprendido tanto.
- ¡Do menú infailes! ¡Hambuguesa felí y patata flita!, ha gritado el coreano.
Las he recogido. Las he puesto en la bandeja donde esperaban las bebidas. He cobrado a la madre. Y al darle la vuelta no he podido aunque he querido, evitar decirle:
- Ya sabe, ese es el tipo de milagros que hace Teresita de Lisieux.
La mujer ha sonreído una sonrisa franca y hermosa como un plenilunio, de tan blancos sus dientes y tan perfectos y al marcharse ha dejado en el aire su último comentario:
- Al final me van a acabar gustando las hamburguesas.
El orden en que he contado esta anécdota ha sido exactamente así. No lo he preparado para que resultara impactante. Siempre fui un mal escritor. Primero pensé en Andreas y luego vino la mujer que le buscaba un cuerpo. No he querido creer que la casualidad es el orden natural de las cosas. Reniego de la esperanza.

Cuento

Tags : La Solución Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/07/2011 a las 18:13 | Comentarios {0}


Incunable del año 1472
Incunable del año 1472
¿Dónde se encuentra? ¿y esa punzadita en el estómago? Hay que aceptarlo. Aunque cueste. Poco a poco lo voy consiguiendo. ¿A la fuerza ahorcan? Yo sabía que la forma era escandalosa y que en ocasiones ser autodidacta es una losa que no se puede levantar sin eso que se llama don de gentes. Importa. Duele en el orgullo quizá. ¿Dónde está el orgullo? ¿En el paso de los años? ¿En el empeñarse? ¿En una constancia ciega? ¿Qué han sido estos once años? ¿Habrá que olvidarse de todas las formas? ¿Desconocerlo todo? ¿Abandonar sin laceraciones? ¿O seguir jugando sin esperar nada? Un juego nada más que me libró de la realidad y que yo quise incluir en mi realidad provocando así un error de dimensiones -humanamente- considerables.
Hacer el duelo entonces. Despojarse del equipaje. Mirarla como se mira un esfuerzo que quedara ahí. Una rareza. Una especie de muro. Un largo soliloquio. Con un argumento fútil. Con un desarrollo anárquico. Pensé que había intentado unir en Las Últimas -mi última novela- dos tendencias novelísticas: la del naturalismo y la de la fantasía (o la literatura memorística y la literatura puramente imaginativa). Ingredientes que surgen al amparo de la distancia. Pensé que la había peinado suficientemente. Pensé que había mantenido el pulso narrativo -vacilante- con mano firme (es decir que la vacilación del discurso tenía sentido narrativo). Pensé que había largas parrafadas hermosas que mostraban la calidad del que escribe.
¿Qué es la calidad? me pregunto ahora. ¿Sólo por comparación? me digo. Una opinión no es la opinión, bien lo sé. Demasiado tiempo, quizá. ¿A quién me entrego? ¿A quién escucho?
¡Qué joven es mi cabeza! ¡Y mi corazón cómo late! ¡Y mis ganas cómo siguen ahí avisándome de que la dignidad es lo último que debe perderse! Ni siquiera es una cuestión de bueno o de malo sino de idóneo -vacilo tanto ahora que me cuestan los acentos-. ¿Cómo sería la crítica? ¿Qué es la crítica? Tan sólo esperaba como todo artista... Quizá no lo sea y ése haya sido el espejismo. Quizá sepa ver y no sepa recrear. Quizá sigo perdido y me alienta la búsqueda. Quizá haya de buscar siempre, siempre y el premio, como el viaje, no sea encontrar, llegar, sino seguir buscando, el recorrido. Alégrate entonces. Alégrate porque en la búsqueda está la emoción. Eso sí lo sé.
Espero aún el veredicto final. La sentencia firme. No abandonaré. La escritura es algo que está pegada a mí, y yo a ella. Es muy probable que mi forma no sea la idónea. Es muy probable que me falten recursos estilísticos. Es muy probable mi torpeza en el imaginar pero aún con todo me gusta escribir. Cada día la escritura llama a la puerta de mi gana y me siento aquí frente al teclado y empiezo a organizar en mi cabeza una idea que plasmo en palabras y unas veces las pongo en el mundo y otras las guardo en un cuaderno de tapas amoratadas. Y en ocasiones tomo mi pluma y, en tinta verde, escribo un verso. Y también escribo en el aire. Y también escribo en el tiempo.

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/07/2011 a las 11:51 | Comentarios {0}


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