Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
Distorsión 01. Fotografía de Olmo Z. Mayo 2015
Distorsión 01. Fotografía de Olmo Z. Mayo 2015
La tarde se había detenido en una palabra: intolerancia.
La noche derivó en los silencios que ya no eran cotidianos.
Por la mañana sonó un mensaje que resultó no ser el esperado.
En el paseo la respiración apaciguó la espera.
Hubiera querido ser el halcón que sobrevoló su cabeza. También la pelota roja. Y un arbusto.
Se revolvió en su asiento.
Miró la mañana.
Terminaba mayo.
Se metió bajo la cama y escuchó.
Había polvo.
No derramó nada.
Le dolía el tobillo derecho. Había hecho un esfuerzo. Lo notaban sus músculos (los de la espalda ante todo). Las nubes que lamen las cimas de las montañas por la mañana, hoy no estaban. La brisa sí. Una lagartija sí. Muchas hormigas sí. Muchas moscas sí.
A pesar de todo, se decía, no hay pesar más intenso... no lo hay.
Recordó el rostro de su anciana y su labor constante: cribar lentejas; quitarle la hebra a la vaina de las judías; freir patatas; planchar la ropa (casi toda blanca); quejarse del tiempo mayúsculo de la Intolerancia; ponerse el abrigo; el suburbano una vez más.
Quiso sentirse íntegro.
Quiso saberse a salvo.
Tenía las uñas sucias y había tropezado.
Y ahora, en el silencio, sabe que no hay pesar más intenso y por asociación se deja e imagina una carabela, sus tres palos, una bandera.
No hay mucho más tras la puerta, piensa.
Dicen que volverán las aguas, piensa.
El pesar le lleva a apretar las mandíbulas.
Se ha sentido joven. Le incumbe.

Miscelánea

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/05/2015 a las 12:18 | Comentarios {0}


Ruido. Fotografía de Olmo Z Agosto 2015
Ruido. Fotografía de Olmo Z Agosto 2015
¡Andurriales! ¡Andurriales! Me quemé la minga. Desparramé lágrimas. Y las faldas se levantaron justo tras las ortigas. ¡A las armas! ¡Desnudas las varices! No, no me arrepiento. Seguiré desnuda con los cojones colgando. Hay en el prado una mentira morada y dicen los aldeanos que se retuercen las vides. Yo no lo sé. Sólo salto a la comba. Unas veces del derecho y otras veces del revés. Mil años. Una docena. Porque me levanté con el miedo en los ijares y sentí las bridas metiéndoseme por las grupas como alfileres muy pequeños que pincharan mis médulas. No digas más veces alto. No sosiegues a las caballerías. Llegaré en el carro más tarde y te convenceré de que siendo viejo llevo bragas. No me avergüenza. Ni siquiera cuando en la roca alta me detengo; levanto mis faldas; bajo mis bragas; cuelgan mis huevos y cago a mis anchas mientras por el camino los romeros entonan unas loas a no sé qué puñetero dios al que le deben todo. Yo no no me avergüenzo. Lo repito. Porque nací sin sesgo y me mordí las uñas. Porque estoy dispuesta a poner el culo para que el caballo fiero me penetre entera. Yo no me caí de yegua. Yo no recogí abono de comadreja. Yo no escupí sangre. Yo no me sentí linda. Soy un viejo, nada más. Soy un viejo que sueña con la alfombra de un sha. Soy un viejo que mea a horcajadas. Soy una niña que se cepilla como si fueran los pelos hilos de seda en el telar. Y mis barbas las afeito. Y mi pecho lo refuerzo con algodoncillos como es tierna la melena de los buzos. Y me sosiega la esperma. Y me sosiega la última balada del poeta vagabundo. Y duermo como una bendita las noches de tormenta, a campo abierto, abiertas las piernas por si un rayo misericordioso cayera en mis pelotas y las fulminara para siempre entre abrojos y ojos de ternero. No arriendo la ganancia porque nada gané y cuando se me caen los dientes alabo la bendita figura del universo que es panza de burro alrededor de eje de un mundo. De cualquier mundo, de cualquiera. No alardeo. No me enervo cuando pasan los días sin alimento y reconozco mi miedo a la lluvia mansa y a las fieras insecto que son las dueñas de todo lo que creemos nuestro. Ven a mí, cariño, que me ha tocado la pedrea y la he guardado en el refajo, lejos de miradas discretas que son las más rijosas de cuantas caigan sobre ti. Porque no puedo creer en las obras de los hombres. Porque entendí la importancia de Napoleon y vomité durante años. Millones dijo una que me tocaba los huevos y extrañada se repetía mientras me enseñaba a otros, Pero si es un niña y miradla que par de testículos, llenitos, llenitos de simiente. ¿Dónde está la tierra para ser preñada? ¿Qué tierra tiene la vagina lo suficientemente grande como para albergar tal río de lefa? ¿Qué río no se haría con los líquidos de esta criatura? Así iba yo ufana, con mi barba de días, mi falda floreada, mi atroz ronquera. Dormía en pajares. Venían los mozos. Me tomaban y sentían asco. Me apedrearon. Me abrieron la crisma. Sentí la muerte que entraba por la frente. Y al dejarme ir volvía de nuevo. Sé que me dirás que no he conocido las neveras, ni sé nada del gas. Sé que tendrás muy buenas razones para azotarme. Azótame. Desángrame. Sácame las tripas. Ponme una compresa. Atiende mi fiebre. Arráncame la cabeza. Sé atronador. Sé inclemente. Dime que te rece. Dime que te adore. Hazme caer de hinojos. Pasa un hisopo por sobre mi testuz. Desencalla mi voz. Desnuda mi espalda. Latígame. Más. Más. Que me corro. Que soy manatial de vida mezclado en sangre. Que soy roca. Que me mareo. Que caigo en la espesura. Que me pudro por dentro. Que estoy sediento de crema de güisqui. Que te cantaré unas soleá con mi voz de princesa. Sin guisante. Ni un ladrillo sentirían mis riñones. Mis riñones hembra. Mi barba macho. Cabrón. Piojoso. Abandonadme. Porque no sabéis cómo, cómo y aquí estoy abierta de piernas con los cojones colgando. Amarilla por dentro. Con ganas de saltar. Me robaron la comba. Haré un patín y volaré por el camino de piedras, el que lleva al Leteo y al olvidarme de mí seré por fin quien era. No conseguiréis atarme a la cama. No valdrán de nada esos barrotes. La cárcel es sólo para cobardes. El verdadero peligro está en la calle. Yo te lo digo que soy viejo y llevo trenzas; que me hago llamar Paulina cuando llega junio y justo al empezar noviembre me nombro Estela y cuando cae abril me hundo en mí.  Decídselo a todos. Yo me voy a la cueva a mirar la sombra porque la verdad no existe y mi cabeza está a punto de estallar. ¡Al alba, lucero, al alba!

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/05/2015 a las 12:28 | Comentarios {0}


Análisis de Issac Alexander


A.- ENTENDIMIENTO
A1.- Memoria
A2.- Razón
A3.- Imaginación
A1a Historia
A2a Filosofía
A3a Poesía
A1a1 Sagrada. Historia de los profetas
A2a1 Ciencia del hombre
A3a1 Profana y Sagrada
A1a2 Eclesiástica
A2a1b Metafísica general u Ontología o Ciencia del ser en general, de la Posibilidad, de la Existencia, de la Duración etc...
A3a1b Narrativa
A1a3 Historia civil antigua y moderna
A2a1c Ciencia de Dios
A3a1c Dramática

... habrán de seguir las subdivisiones de este sistema figurado de los conocimientos humanos que Diderot y D'Alambert expusieron para la realización de su Enciclopedia. Y me parece interesante en tanto en cuanto toda elección se conforma en este sistema de locos, de enfervorizados creyentes en una categoría extrema de la condición terrícola que es el Hombre...

... bienvenidos los cambios, los parlamentos donde se habrá de parlamentar. Aunque sólo sea el escaparate del verdadero poder que gobierna el mundo que por lo menos se vea mono...

... os dejo que escucho a Kukan Dub Lagan y me hierve (habría puesto yerbe que me suena a más meridional y a mí, en ocasiones, lo meridional me lubrica) la sangre tronera ante la muchacha que baila ante mí vestida de morado como los colores del mundo cuando amanece y vemos en las estrellas los designios de las urnas.

... Y juro que esta noche mi papeleta entrará por una ranura carnosa como la papaya, fresca como la lavanda, limpia como la siega a finales de agosto.

... siempre defenderé -mientras la muchacha me come la boca- la educación y el respeto como principales armas contra la corrupción.

... ¡A las urnas! ¡A las urnas!

... O no.
                             
Systême figuré de connoissances humaines
Systême figuré de connoissances humaines

Ensayo

Tags : ¿De Isaac Alexander? Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 25/05/2015 a las 21:28 | Comentarios {0}


Escena única


Una habitación de hotel.
A. desnuda se levanta y empieza a vestirse muy lentamente.
B. desnudo se mantiene tumbado en la cama mirando a A. vestirse
.
Fuera un neón rojo vertical ilumina -intermitentemente- la habitación que está del todo oscura.  Vemos sólo siluetas de dos cuerpos.


A:
Sí... hace años

B:
No llego a saber. ¿Por qué ahora? ¿Cuántos años dices?

A:
A lo mejor digo treinta años. O puedo variar y decir veinte años. No sé. El tiempo se me perdió hace unos días. Te reconozco que estaba distraída. Quizá fue en el tanatorio. O la lluvia justo antes. O que me desorienté. Andaba buscando una salida y me encontré una entrada. Tú no habías aparecido. Nunca habías aparecido. Nunca había recordado la noche en la que te atracaron y llegaste temblando al lugar en el que yo te esperaba. Eras tan joven y tenías tanto miedo que no te creí.

B:
No recuerdo. Me da la impresión de que me confudes con otro. Yo no recuerdo ese miedo. Sí recuerdo en cambio que hubo un tiempo en mi vida en el que me atracaron varias veces, en pocos años. Los años yonkies.

A:
¿No te gustó mi pecho? Esta noche digo...

B:
Te conservas muy bien...

A:
Entonces me recuerdas...

B:
No recuerdo nada. Ya te lo he dicho. Digo que te conservas bien para la edad que tienes. No, no me digas la edad que tienes. Digo que tu pecho... en realidad no me importa nada tu pecho. En realidad estoy aquí porque... porque soy (desolado) un macho, un macho...

A:
Delante del muerto estabas más hermoso.

B:
Era mi amigo. Le debía entereza. A la sexta intentona lo consiguió.

A:
El tiempo ha hecho estragos en tu piel y en tus formas. Eras tan delgado. Fuiste tan delgado. Eras fibra la noche que te acostaste conmigo. Eras fibra y miedo. Aquella noche se juntaron tanto la muerte y el sexo en ti que...

B:
Te digo que no recuerdo aquella noche. No puede ser que no la recuerde. Ni que pasen treinta años. Ni que pasen veinte. No hace falta que inventes excusas para acostarte con un hombre. Cuando ha estado cerca la muerte ha sido hoy. ¿De qué lo conocías?

A:
¿A quién?

B:
Al muerto... a mi amigo... ¿a quién va a ser?

A:
Mientras le mirabas se notaba que estabas viajando en el tiempo. Estarías recordando los momentos junto a él. No pestañeabas. No te movías. Parecías no escuchar los murmullos a tu alrededor ni mi zapato de tacón. Luego sí, luego los escuchaste. Creo, dime si me equivoco, que cuando me insinué a ti pensaste, Este polvo va por ti, colega. ¿Fue así? dime...

B:
Fue así.

A:
Yo pago la habitación. No te quedes aquí. No te haría bien. ¿Tienes familia? ¿Tienes mujer, hijos?

B:
Tú no me conoces.

A. se ha terminado de vestir. Se escucha el taconeo de sus zapatos de tacón que rodean la cama donde B sigue tumbado.
B. se levanta de un salto y agarra a A. por un brazo.


B:
Tú no me conoces. Nunca estuvimos juntos. ¿Cómo se llamaba el muerto? ¿Díme cómo se llamaba?

A:
Abel.

B:
Se llamaba Abel y tú (le suelta el brazo) no me conoces. Estás vieja.

A:
Sí, estoy vieja.

B:
No me ha gustado follar contigo. Ha habido un momento en el que he sentido asco de mí mismo. No me gusta cómo hueles.

A:
Eso está mejor. Darse cuenta. No te quedes aquí. El neón rojo recuerda siempre al infierno. Olvida lo que ha pasado. Hasta dentro de otros treinta años cuando me veas y no me recuerdes de nuevo...

B:
¡No, no te recordaré! Me has usado.

A:
Parece tu lamento cojera de perro.

A. besa en la mejilla a B.
A. sale de la habitación.
B. se acerca a la ventana. La abre.

 

Teatro

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 22/05/2015 a las 17:40 | Comentarios {0}


Película escrita y ditigida por Richard Linklater
Antigua maldición china: ¡Ojalá y tengas una vida interesante!


La última escapada. El último aliento. La visión primera. Vivir es ver y someterse (de ahí la grandeza simbólica del toreo), humillar, humillar. Darse de bruces contra un hombre despojado de razón, atenerse a las decisiones de otros, ver cómo tu cabello cae bajo la rasuradora de un hombre al que otro le paga por humillarte. Vivir es también aprender a vadear estos sometimientos, estas humillaciones.
No hay épica en la vida (la épica es la sublimación de lo cotidiano). He visto fotografías de mi hija a lo largo de muchos años por mor de la casualidad; fotografías en las que yo no estoy porque no estaba. Siempre que las veo asoma un pensamiento cruel -para mí- y es que pienso toda la cotidianeidad que no he vivido junto a ella, nuestro vernos ha sido siempre un estado de excepción (excepto el mes de julio que pasamos siempre juntos y justo cuando lo cotidiano ya empieza a ser, termina el mes y ella se va).
Esas decisiones. Incluso esa cotidianeidad de la decisión.
Y al final crecemos, rodeados de hijos de puta. Porque todos hemos tenido a varios hijos de puta cerca cuando éramos niños (de ahí la eficacia de los antiguos cuentos maravillosos) y son ellos los que más van a marcar nuestra existencia y son ellos los fantasmas que vamos a tener que vencer -si es que los vencemos- aunque la mayor parte de las veces nos volvemos nosotros también unos hijos de puta. Y los que no se convierten en canallas, en represores, en detentadores de su pequeña parcela de poder, tendrán una maldita vida interesante -como dice la antigua maldición China- y ahí te quiero ver con el corazón en carne viva, con el terror de tu propia cotidianeidad, campando la estulticia a sus anchas y con unos carroñeros que te dicen que la vida es bella, ya verás. Menos mal que también es muy posible que te encuentres al que te diga, La belleza no es felicidad. La belleza puede ser terrible y no por eso dejará de ser bella; sí, tú que te has apartado de ser un hijo de puta, encontrarás algún maestro que no querrá serlo, porque no puede serlo, porque le va la vida en no serlo y sin embargo de él aprenderás a vivir sin juzgar -si es que está en ti el aprender semejante cenit de la existencia- o cuando menos -seamos cautos- emprenderás ese camino. Y yo te digo, ¡qué bello camino!
Y sí, es cierto, si has pasado la infancia que es una cárcel con unos carceleros y unos barrotes en las ventanas y unos patios grises y unos corredores iluminados con neones blancos y unos urinarios que huelen siempre mal y unos luces que se apagan cuando aún tienes miedo y unas comidas que te hacen vomitar y unos castigos que sacuden tu alma y te dejan  extenuado, con ganas de morir, de morir para siempre, en aquel lago, en aquella colina, en aquel avión, en aquella estela; te digo entonces que si superas esa cárcel (que es la única de la que no puedes escapar) no habiendo aprendido a ser un hijo de puta, entonces te espera una vida terrible e interesante, una vida que se te irá vaciando de contenido, una vida que se irá aligerando hasta ser remolino de viento, pelusa de flor o menos aún sueño, sueño de haber sido y aún así vivirás ese último plano -que es el primero de la vida- con una persona que te atrae a tu lado, ante el paisaje más hermoso que puedas imaginar y habiendo ingerido una droga que te hará volar. Y te sentirás dichoso y te sentirás libre y agradecerás a este milagro que ocurre en este planeta, el que te haya permitido ser parte de él y cogerás  la mano de la persona que te gusta y la brisa de la tarde se colará entre vuestros labios que ya se están besando y que es, el beso, el preludio de una nueva tempestad, de una vida nueva, de una nueva cárcel, de un nuevo lamento, de una nueva espera, de una pena nueva y del descubrimiento, claro, si es que no has aprendido a ser hijo de puta, de la belleza, de la belleza... y surgirá por enésima vez una maldita vida interesante.
Boyhood

Ensayo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 17/05/2015 a las 13:54 | Comentarios {0}


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